P. Emiliano Tardif.
Señor Jesús, de nuevo te lo pedimos: envíanos tu Espíritu Santo, Espíritu de Verdad, Espíritu de Luz, de Amor, de Paz. Ven, Jesús, y ayúdanos a discernir con el poder de tu Santo Espíritu lo que viene de Ti y 10 que no viene de Ti, para que seamos guías seguros para tu rebaño, para las ovejas que Tú nos has confiado. A todos nos has llamado a ser en el mundo de hoy pastores de tus ovejas y necesitamos, Señor, que la luz de tu Espíritu y te lo suplicamos. Envíanos esa Fuerza de lo alto, envíanos ese Espíritu de Luz y de amor, para que seamos auténticos pastores de tu rebaño. Dios te salve, María...
Hermanos, en este día en que hablamos del ministerio de sanación y de liberación, hemos pensado que sería de mucha importancia dedicar esta primera reunión de la tarde sobre EL DISCERNIMIENTO, porque hay muchos errores que se cometen en nuestro apostolado, en nuestro ministerio de sanación y de liberación. Hay muchos errores posibles y nosotros tenemos una necesidad urgente de crecer en el discernimiento, de cara a la Renovación Carismática que surge como una sorpresa del Espíritu en la Iglesia. Debemos ejercitar un discernimiento espiritual que nos llevará a distinguir lo que viene de Dios y lo que no viene de Dios.
Y la problemática es que hay tantas manifestaciones, tantas intervenciones extraordinarias de Dios a través de carismas, de visiones, de inspiraciones, de acciones que llenan de estas mismas inspiraciones, de estos estados de consolación o de desolación, que pueden ayudarnos a descubrir la voluntad de Dios. Y el discernimiento de espíritus no es cierta habilidad, cierta capacidad de evaluación, cierta habilidad en evaluar. El discernimiento de espíritus trata de lo que tiene que ver con los espíritus. El discernimiento de espíritus responde a una única pregunta: ¿ cuál es la fuente del impulso que tengo ante una decisión? ¿Cuál es la fuente del impulso que tengo ante una decisión?
El discernimiento presupone prudencia, inteligencia, pero a veces las rebasa. Así, vemos cómo una persona muy unida con Dios puede tener gran discernimiento, sin ser la más inteligente.
¿ Cuál es la fuente del impulso que tengo ante una decisión? Esa fuente puede ser:
1°. Dios o sus ángeles.
2°. Puede ser Satanás o sus demonios.
3°. También puede ser el propio espíritu que puede estar sano o puede estar enfermo.
Y después de discernir de dónde viene lo que nos mueve, podemos actuar con más seguridad.
Y hay que notar que también después de una intervención de Dios o de sus ángeles, Satanás puede tratar de entrometerse y buscar hacernos daño. Así a Jesús en el desierto, a Jesús que estaba lleno del Espíritu Santo, Satanás le prometió riquezas y gloria "si te prosternas". Y Dios, hermanos, nos ha dado a todos capacidad para discernir, pero vamos a ver las formas de discernimiento.
HAY TRES FORMAS DE DISCERNIMIENTO
(comúnmente hablando)
1º Vemos que existe en todo ser humano normal, sano, existe un discernimiento natural, que viene de nuestra inteligencia, del ejercicio de nuestras facultades. Podemos todos los humanos ejercitar ese discernimiento natural y este discernimiento lo tiene todo ser humano normal.
2º También existe la segunda forma de discernimiento que es el discernimiento doctrinal, el arte cristiano de discernir. Un discernimiento que se adquiere con el estudio, con la reflexión y en la oración. El discernimiento doctrinal es lo que todos ustedes, todos nosotros debemos buscar y debemos perfeccionar. Sin ser especialistas, sin ser doctores en ninguna materia, todos los que quieren hacer algún apostolado necesitan tratar de adquirir, poco a poco, ese discernimiento doctrinal, que es un arte, que es una ciencia. Se va adquiriendo poco a poco, como vamos a explicarles después.
3º Y la tercera forma de discernimiento es el discernimiento carismático. Éste lo reciben algunos como un don gratuito, espontáneo, igual que el don de lenguas, el don de profecía, el don de sanación, el don de interpretación... todos estos carismas que el Espíritu está regalando a la Iglesia de hoy, son dones que se reciben gratuitamente. Así es el discernimiento carismático. Y el discernimiento carismático puede ser dado en una comunidad, a una persona particular, a dos o a tres, pero no es este discernimiento carismático que nosotros debemos buscar con tanto esfuerzo, porque se recibe gratuitamente. Debemos estar abiertos y si el Espíritu nos quiere dar un discernimiento carismático a veces en una dificultad especial, ¡aleluya!, lo agradecemos al Señor y le damos gracias, pero no podemos contar con el discernimiento carismático como una forma constante de actuar, como la persona que tiene don de profecía no habla siempre en profecía... A veces, el Espíritu puede impulsarte a dar una profecía, pero la mayoría de las veces tú hablas por tu cuenta y no impulsada por el Espíritu.
El discernimiento carismático puede ser que a veces venga a ayudarnos a solucionar un grave problema, pero no es un carisma que está siempre en acción. De manera que lo que quiero con ustedes explicar un poco más es el discernimiento doctrinal, el arte de discernir. Este discernimiento todos debemos buscarlo, adquirirlo, poco a poco, para nuestra vida personal y para nuestro apostolado.
El discernimiento espiritual siempre ha ocupado una posición central en la vida cristiana y existe una necesidad continua de discernir, de abrirnos al Espíritu y de discernir lo que Él quiere de nosotros, de ser sensitivos á las diversas maneras en que Él puede manifestarse. El Espíritu siempre habla, nosotros por nuestra parte debemos siempre desear escucharlo, más aún, debemos saber cómo escucharlo.
Nos decía el Cardenal Suenens en su libro "Un nuevo Pentecostés": "Creo con toda el alma que nos encontramos en presencia de una gracia de elección (hablando de la Renovación Carismática} , nos encontramos en presencia de una gracia de elección para la Iglesia, si es que acertamos en captarla, marcar su ruta desde el interior y preservarla de los falsos modos que no cesaba de suscitar en ella el maligno, consiguiendo en cambio, que penetre en ella (la Iglesia} como un renacer de primavera".
Es una gracia de Dios en la Iglesia la Renovación con tantos carismas para la edificación de la comunidad cristiana, pero si nosotros no aprendemos a discernir lo que viene de Dios y lo que no viene de Dios, hay un grave peligro de que nos dejemos engañar por falsificaciones y entonces surgen personas que empiezan a profetizar sin que sea una profecía impulsada por el Espíritu, una persona que comienza a dar Palabra de Ciencia que no son verdad, puede haber personas que pretenden discernir una cosa en una asamblea y no hay nada de ésto.
El discernimiento espiritual es difícil, pero el Señor nos invita, nos da una pista muy sencilla para comenzar siquiera a ejercitarlo. Cuando Él nos dice: "No hay árbol bueno que dé fruta mala, ni al revés, árbol malo que dé fruta buena. En efecto, todo árbol se reconoce por su fruto" (Luc. 6, 43} Este principio tan sencillo es un criterio de discernimiento espiritual que todos los carismáticos en su vida particular y en su comunidad, en su grupo de oración, por lo menos deberían saber: ver, analizar ,cuales son los frutos. No hay árbol bueno que de fruta mala.
Nos dice S. Pablo en la 19 a los Tesalonicenses (5, 19-21}: "No apaguen el Espíritu, pero examínenlo todo y quédense Con lo bueno". ¡Qué principio tan hermoso! Es un principio que vale oro. "No apaguen el Espíritu, pero examínenlo todo y quédense con lo bueno". Claro que no vamos a apagar el Espíritu, que no vamos a prohibir el ejercicio de los carismas, pero "examínenlo todo y quédense con lo bueno". Y cuando en su grupo de oración alguien comienza a inventarse con ese afán de profecía, a veces hay personas que tienen una facilidad poética muy grande y comienzan a hacer frases bonitas y comienzan a decir algo con un tono como si fuera una profecía , pero la asamblea se queda fría, vacía, y uno dice: "¡qué es lo que pasa, que cuando él tiene profecía a mí como que me molesta!" ¿Te molesta? Pregunta al otro si le molesta también, y pregunta al otro... y si a todo el mundo le molesta esa profecía..., hay que verificarlo todo y quedarse con lo bueno!... El Espíritu Santo cuando habla a la asamblea llega al corazón y el Espíritu Santo produce frutos buenos, no produce malestar, no produce esa inconformidad que vemos a veces cuando algunas personas comienzan a inventar... La falsificación es lo más peligroso en los carismas.
Y ¿ cómo vamos a saber si un carisma es auténtico o no ? Por los frutos. San Juan nos dice en su primera epístola (4, 1): "No crean a todos los que se dicen inspirados. Examinen los espíritus para ver si vienen de Dios". ¡Qué claro hablaba San Juan!: "No crean a todos los que se dicen inspirados".
Entonces, hay algunos criterios de discernimiento espiritual que nos van a ayudar a examinarlo todo y a quedarnos con lo bueno.
y el primer criterio nos lo da el Señor, es una pista excelente y sencilla: "No hay árbol bueno que dé fruta mala, ni árbol malo que dé fruta buena. En efecto, todo árbol se reconoce por sus frutos". y debemos saber nosotros si queremos caminar en la vida del Espíritu, si pretendemos vivir en el Espíritu, por lo menos debemos conocer cuáles son los frutos del Espíritu Santo, o mejor dicho, cuál es el fruto del Espíritu Santo. Pablo, en la epístola a los Gálatas (5, 22) nos dice: " ... En cambio, el fruto del Espíritu es AMOR". y después, Pablo sigue narrando más frutos que son como las ramas que salen del tronco, del árbol. El amor es el tronco y las ramas que salen del tronco son: alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí" .
Tratemos de ver si lo que está pasando en nuestra asamblea o en nuestra vida produce frutos buenos, si produce el fruto del Espíritu. Si lo que está pasando me da paz, me da alegría, me da comprensión... O si lo que me está pasando me da orgullo, si me da tristeza, si me da temor... Si lo que me está pasando no produce el fruto del Espíritu no puede venir del Espíritu Santo, puede venir del espíritu humano, del mío, o puede venir del espíritu maligno, pero no del Espíritu Santo. ¿Cuál es el fruto del Espíritu, entonces? Ver, juzgar el árbol por sus frutos.
Y un segundo criterio es juzgar si la manifestación del Espíritu viene de acuerdo con el mensaje de la Alianza, es decir, el Espíritu Santo nunca se contradice. Todo el contenido de la Biblia, el mensaje de la Alianza, nos lo dio el Espíritu Santo del Señor, y el Espíritu Santo HOY no puede venir a decir algo al pueblo de Dios que contradiga aunque sea en una palabra el contenido de la Biblia, imposible, el Espíritu Santo no se contradice. Tengo que ver, sea en la profecía o en el mensaje o en la palabra de conocimiento que recibió una persona, si lo que me dice está de acuerdo con la Palabra de Dios o no; y voy a ver si conozco o no un poco la Biblia, este es el primer conocimiento que todos los carismáticos deberían buscar: conocer la Palabra de Dios, leer la Biblia, meditarla, volverla a leer... Para saber qué es lo que nos ha dicho el Espíritu Santo en la Biblia y ver si lo que nos está pasando está de acuerdo con la Palabra de Dios o si en algo contradice la Palabra de Dios.
También, otro criterio es nuestra actitud con Jesucristo. Ustedes aquí no sé si tienen sectas o no, como los testigos de Jehová, que dicen que Jesucristo fue un gran profeta pero no es Hijo de Dios, como los mahometanos que tampoco aceptan que Jesucristo es hijo de Dios... y sin embargo, nos dice Jesucristo en el Evangelio: "Yo soy el Camino, nadie va al Padre sino por mí". Tenemos en Nueva York una nueva secta que nosotros llamamos "los discípulos de Moon", los munistas, y ellos invocan a Dios Padre, invocan al Espíritu Santo, pero dicen que Cristo fue un gran profeta que murió y que el Mesías es Moon, ese surcoreano que vive en Nueva York, un multimillonario, que se divorció varias veces, y ahora se declaró "el Mesías" y tiene muchos discípulos en América latina y en Francia, en Europa... Ya son millones los discípulos de Moon... Entonces, ellos no aceptan a Jesucristo como Hijo de Dios, dicen que Jesucristo fue un gran profeta, pero que Moon es el Mesías hoy. Y nos dice Jesucristo: "YO SOY EL CAMINO, NADIE VA AL PADRE SINO POR MI". Nuestra actitud con Jesucristo nos ayuda a discernir si la decisión que estamos tomando realmente viene del Espíritu Santo o si puede ser impulsada por el espíritu de la mentira.
Una de las condiciones más importantes para el ejercicio del discernimiento espiritual es un contacto constante y sincero con la Palabra de Dios. Y si un consejo podemos darles a los hermanos de la Renovación es que se alimenten de la Palabra de Dios, que la estudien, que traten de seguir alguna clase de orientación bíblica para conocer más y más el contenido de la Revelación, para orientar sus propias vidas con seguridad.
Otra condición para un discernimiento correcto es la oración. La oración nos pone en condición de ventaja para buscar la voluntad de Dios. La persona que ora mucho claro que va a recibir más orientación, más luz del Señor, que el otro que no se preocupa por buscar la voluntad de Dios a través de la oración.
Y otra condición es la libertad de espíritu. Para el ejercicio de los carismas se necesita mucha libertad de espíritu, y para discernir también. En algunos grupos carismáticos, (no sé si aquí, hemos visto que sucede en nuestro país) personas que animaban grupos de oración grandes y el dirigente o la dirigente no se atrevía a corregir a Fulana porque daba profecías que todo el mundo sentía que no eran del Señor, pero como era una gran señora profesora en la Universidad y que sabía mucho, no se atrevían a corregirla. Y eso todo el mundo sentía que no era del Señor, y que le faltaba al dirigente libertad. No podemos permitir que pase cualquier cosa si es Fulano quien lo dijo y no me atrevo a decírselo "porque él estudió más que yo". Necesitamos libertad de espíritu para corregir a los que se están equivocando y necesitamos libertad para nosotros ejercitar un carisma. Porque si yo me preocupo mucho por lo que van a decir los otros y tal vez se van a burlar de mí o me van a criticar, jamás voy a abrir la boca para dar una profecía... Yo recuerdo lo que le pasó a un profesor de Universidad, de X, que recibió una noche en una asamblea de oración donde había unas quinientas personas el don de profecía. Él era un profesor en Orientación en la Universidad y él recibió la profecía pero no quería abrir la boca, porque la profecía a él le parecía imposible dar lo que el Señor le estaba dando, y la profecía comenzaba con estas palabras: "Yo soy el Señor". Y él pensaba: "Si yo comienzo diciendo esto me van a decir que estoy loco", y él no quería abrir la boca. Y fa profecía venía impulsada por el Espíritu y él con ese temor a lo que van a pensar los demás, él no quería soltar la profecía. Total, él nervioso y estaba al final de la asamblea de oración casi temblando, porque era una profecía impulsada con mucha fuerza y él no la daba. Y al final, abrió la boca y comenzó la profecía que comenzaba con esa palabra: "Yo soy el Señor" y era el Señor que nos hablaba, pero era una profecía tan hermosa que él durante dos minutos habló con tanto poder y fuerza en la asamblea, y al final había por lo menos veinticinco o treinta personas que estaban llorando en la asamblea. Porque la palabra de Dios es operante en los que creen, es eficaz, y cuando una profecía es auténtica Palabra de Dios actúa y a veces sana corazones heridos, corazones rotos. La Palabra de Dios actúa y a veces es tan fuerte que algunos la reciben con una emoción muy fuerte y empiezan a llorar y lo que pasó en aquella ocasión es que era una profecía de consuelo para muchas personas de la asamblea y tocó sus corazones tan fuertemente que sentían eso que dicen los discípulos de Emaús: "Acaso nuestro corazón no ardía cuando Él nos hablaba?"
Cuando es Palabra del Señor y llega al corazón, sucede a menudo que hay un fruto de san ación interior o de arrepentimiento, un cambio de mentalidad... y por eso él, al dar la profecía que venía del Señor, fue un instrumento para que el grupo cambiara. Pero si no tiene libertad de espíritu y si no quiere abrir la boca y dar esa profecía que le da el Espíritu del Señor ¿qué va a pasar? Es lo que dice San Pablo: "No apaguen el Espíritu". Y en muchos sitios se apaga el Espíritu, en muchos países se apaga el Espíritu. Es decir, que es posible recibir carismas del Espíritu y no ponerlos al servicio del pueblo de Dios. Se apaga el Espíritu y da pena.
Yo conozco un grupo de oración que tenía carismas hermosos y donde el Señor se había manifestado en sanaciones interiores, en sanaciones físicas, en profecía, en cantos en lenguas, en mensajes... y resulta que un día nombraron en la parroquia a un sacerdote muy intelectual y muy cerebral que no quería nada de esto, pero él iba a la asamblea de oración porque siendo el Párroco se sentía como obligado a estar presente. y resulta que como él no quería nada de esto y a la gente le decía que eran invenciones suyas, poco a poco la gente fue dejando de profetiza, fueron dejando de cantar en lenguas, dejaron incluso de orar por los enfermos, no daban palabras de ciencia para no ser burlados por el párroco, y ya era una Hora Santa vieja la que había en la Iglesia, ya no había grupo de Renovación Carismática porque estaban apagando al Espíritu y no había manifestación alguna de esa presencia del Espíritu. Y da pena, hermanos, que con el pretexto de juzgarlo todo algunos exageran y no permiten manifestaciones del Espíritu, y otros con el deseo de dar mucha libertad a la asamblea dejan pasar todo y no ejercitan un discernimiento correcto y entonces hay mucha falsificación. Y si nosotros no lo cuidamos, las falsificaciones son capaces de hacer un daño grande a nuestras comunidades carismáticas, tanto que si toleramos las falsificaciones sin decir nada, la gente poco a poco se va a desilusionar y va a dejar de ir a la asamblea, va a dejar de participar en las actividades de la comunidad y van a decir: "son una pandilla de locos", porque cada uno hace lo que quiere y nadie tiene criterio para discernir, nadie está frenando lo que no viene de Dios...
Yo recuerdo cuando estuvimos dando un Retiro en Nicaragua, encontramos ahí una cosa muy helada, ellos no habían tenido la suerte de recibir retiros de la Renovación en Managua, pero tenían grupos que habían comenzado y habían ido caminando a su manera. Y entonces, hemos visto cómo una señora se daba la tarea de interpretar toda una oración en lenguas; alguien estaba orando en lenguas, y ella estaba aliado interpretando a su manera todo... Cuando sabemos que una oración en lenguas no se interpreta, lo que se interpreta es el mensaje en lenguas. Pero la oración en lenguas no se interpreta. Cuando nos ponemos a orar en lenguas todo el mundo, no hay que buscar interpretación, de verdad que no. Dice San Pablo que "el que ora en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios". Y en ese grupo de oración, cuando alguien oraba en lenguas, ella "lo interpretaba", lo inventaba todo, porque no era ningún mensaje que se estaba dando, estaban orando en lenguas... y tuvimos que corregirles esto. Pero, a través de sus interpretaciones, ella había dicho que teníamos que pasar los tres días en Managua, que no fuéramos a otro sitio donde habíamos quedado, sino que nos quedáramos en Managua centralizándolo todo y lo "interpretaba" ella inventándolo después de una oración en lenguas. Y la gente lo creía!... Y yo les dije: "Vamos a ver si el Señor tiene razón, nosotros vamos a ir a la otra ciudad, y si el Señor no quiere nos lo impedirá, pero llegamos a X y tuvimos tantas bendiciones que no tuvimos duda de que era la voluntad de Dios que fuéramos allí. Y entonces, algunos se van porque dicen: "Es todo demasiado complicado", y pierden una bendición grande que se está derramando en la Iglesia. Los dirigentes debemos aprender a crecer en el discernimiento, a ver los frutos, a juzgar lo que está pasando con los carismas, y si hay frutos bien, y si no es que no era del Señor. Este principio tan sencillo hay que ejercitarlo.
Yo recuerdo que en mi parroquia había un catequista de unos veinte años de edad y estaba fascinado con la Palabra de Ciencia, él encontraba eso fantástico. Cuando comenzamos a anunciar alguna sanación en la asamblea de oración a él eso le encantaba y quería recibir ese carisma. Y entonces, una noche en su grupo de oración, después de orar por los enfermos comenzó a anunciar que uno se sanaba del hígado y otro se sanaba del corazón y que otro se sanaba de mala circulación de la sangre... y la gente estaba fascinada, y decía: "Ya tenemos a uno que tiene Palabra de Ciencia, ¡qué maravilloso!" Y a la semana siguiente, al llegar a la asamblea de oración estaban deseosas de oír testimonios y ¡NADA!, No se había sanado nadie, y comenzaron a dudar. Y entonces, él de nuevo se atrevió a dar otras palabras de ciencia, inventándolas; él pensaba que con decir que alguien se sanaba de cáncer se iban a sanar ¡imagínense! Tuvimos que ir al grupo de oración porque ya se estaba destruyendo y decirle: "¡Cállate, tú no tienes derecho a dejar a Dios como mentiroso! ¡Lo que tú estás diciendo no viene del Espíritu!".
¿Cómo vamos a saber si viene del Espíritu o no? Por los testimonios, en un caso así, por los frutos. Si no hay fruto, díganle a la persona: ¡Cállate, que el Señor no habla mentiras! El Señor no va a anunciar una cosa y no hacer nada! Y es muy difícil en nuestros grupos de oración crecer si no ponemos un poco de disciplina con estos principios sencillos, "juzgadlo todo y quedarse con lo bueno". Eso es sencillo, ¿verdad? Pero hay que hacerlo.
Entonces, el discernimiento natural - como les dije- es el sentido común. Eso lo tiene todo el mundo que tiene una inteligencia normal, que no está enfermo. Pero puede un ser humano no tener sentido común; hay personas que enferman y pierden "el norte" y ya no tienen sentido común y no podemos fiarnos de lo que dicen... Yo recuerdo que en un manicomio en X, había una sala donde estaban trabajando los locos, porque no estaban tan mal como para no trabajar, podían hacer algo. Y estaban en una sala dos locos pintando, y uno de ellos estaba en una escalera pintando una pared y el otro estaba abajo sujetando la escalera. Iban trabajando muy bien, pero llegó un momento en que el de abajo le dijo al loco de arriba: "agárrate de la brocha, que yo voy a cambiar la escalera". Entonces, ¿qué le faltaba? Le faltaba discernimiento natural, ¡ustedes se imaginan!... El discernimiento natural lo tiene todo ser humano normal, si no está enfermo.
El discernimiento doctrinal lo podemos adquirir poco a poco, a través del estudio de la Palabra de Dios, a través de la reflexión, juzgando el árbol por sus frutos... Eso es lo que nosotros debemos buscar. Y no juzgar como para criticar, como para levantar chismes y sembrar discordia, sino para ser buenos pastores del rebaño. Debemos tomar nuestras responsabilidades pastorales en la comunidad, en el grupo, en nuestra vida también, aprender a juzgar por los frutos. Si la decisión que estoy tomando me está causando gozo, alegría, si me da paz... puede ser que esa decisión la esté tomando realmente inspirado por el Espíritu del Señor. Pero si lo que estoy haciendo me produce tristeza, amargura...; si tomo una decisión y me sale muy mal, tal vez esa decisión no es lo que el Señor quería, hay que ver los frutos.
Y nosotros tenemos que estudiar un poquito también el discernimiento carismático, porque es uno de los carismas que se está renovando en la Iglesia de hoy. Y el discernimiento carismático es algo tan nuevo que un gran especialista en cuestiones de discernimiento, que vino de España a Santo Domingo, un sacerdote de mucha fama que fue a Santo Domingo a dar conferencias a los religiosos de muchas Congregaciones, sobre la vida espiritual y el discernimiento, ni mencionó el discernimiento carismático, porque parece que él estudió mucho el discernimiento doctrinal pero el discernimiento carismático es algo que se está renovando ahora en la Iglesia. Es uno de los carismas que el Espíritu nos está regalando, que está renovando a la Iglesia, y algunos ni lo mencionan, como que no han vivido esa experiencia todavía. Pero, créanlo, es una realidad.
Sin embargo, el discernimiento carismático siempre debe que estar sometido a un discernimiento doctrinal. En el sentido de que aunque el Espíritu te dé un discernimiento bien claro que te llena la mente, un discernimiento sobre una realidad que pasa, tú vas a ver si es realmente del Espíritu o no, juzgando por los frutos. Si no, tú no puedes tener seguridad de si fue tu imaginación o si fue el Espíritu que te impulsó a tomar esa decisión.
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