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Thursday, January 15, 2015

Pregunta al Padre Miguel A. Fuentes. I.V.E.

¿Escucha Dios nuestras oraciones?

Pregunta:
El Señor le bendiga. Desde hace más de siete años he pedido al Señor por una situación que existe en la familia, hasta la fecha no he recibido respuesta; me asalta la pregunta a qué se debe el no ser escuchada y no sólo eso sino varias peticiones y no soy escuchada. No soy perfecta, me falta mucho, pero procuro actuar como quiere el Señor, me gusta compartir lo que poseo, escudriño la Palabra de Dios, asisto a la Eucaristía, el Santo Rosario diario, con esto repito no quiero decir que sea buena, quisiera saber cuáles son mis fallas, sólo me pregunto para que será ,el tiempo pasa y no soy escuchada. A veces siento duda, se baja mi fe. Por favor oriénteme lo necesito.

Respuesta:


Estimada M. E.:



Le envío las hermosas reflexiones del Catecismo sobre lo que usted me pregunta (números 2735-2738):



1. Queja por la oración no escuchada



He aquí una observación llamativa: cuando alabamos a Dios o le damos gracias por sus beneficios en general, no estamos preocupados por saber si esta oración le es agradable. Por el contrario, cuando pedimos, exigimos ver el resultado. ¿Cuál es entonces la imagen de Dios presente en este modo de orar: Dios como medio o Dios como el Padre de Nuestro Señor Jesucristo?



¿Estamos convencidos de que ‘nosotros no sabemos pedir como conviene’ (Rm 8, 26)? ¿Pedimos a Dios los ‘bienes convenientes’? Nuestro Padre sabe bien lo que nos hace falta antes de que nosotros se lo pidamos, pero espera nuestra petición porque la dignidad de sus hijos está en su libertad. Por tanto es necesario orar con su Espíritu de libertad, para poder conocer en verdad su deseo.



‘No tenéis porque no pedís. Pedís y no recibís porque pedís mal, con la intención de malgastarlo en vuestras pasiones’ (St 4, 2-3).21 Si pedimos con un corazón dividido, ‘adúltero’ (St 4,4), Dios no puede escucharnos porque Él quiere nuestro bien, nuestra vida. ‘¿Pensáis que la Escritura dice en vano: Tiene deseos ardientes el espíritu que él ha hecho habitar en nosotros’ (St 4, 5)? Nuestro Dios está ‘celoso’ de nosotros, lo que es señal de la verdad de su amor. Entremos en el deseo de su Espíritu y seremos escuchados: ‘No te aflijas si no recibes de Dios inmediatamente lo que pides: es él quien quiere hacerte más bien todavía mediante tu perseverancia en permanecer con él en oración’ (Evagrio Póntico). ‘Él quiere que nuestro deseo sea probado en la oración. Así nos dispone para recibir lo que él está dispuesto a darnos’ (San Agustín) .



2. La oración es eficaz



La revelación de la oración en la Economía de la salvación enseña que la fe se apoya en la acción de Dios en la historia. La confianza filial es suscitada por medio de su acción por excelencia: la Pasión y la Resurrección de su Hijo. La oración cristiana es cooperación con su Providencia y su designio de amor hacia los hombres.



En san Pablo, esta confianza es audaz, basada en la oración del Espíritu en nosotros y en el amor fiel del Padre que nos ha dado a su Hijo único. La transformación del corazón que ora es la primera respuesta a nuestra petición.



La oración de Jesús hace de la oración cristiana una petición eficaz. Él es su modelo. Él ora en nosotros y con nosotros. Puesto que el corazón del Hijo no busca más que lo que agrada al Padre, ¿cómo el de los hijos de adopción se apegaría más a los dones que al Dador?



Jesús ora también por nosotros, en nuestro lugar y en favor nuestro. Todas nuestras peticiones han sido recogidas una vez por todas en sus Palabras en la Cruz; y escuchadas por su Padre en la Resurrección: por eso no deja de interceder por nosotros ante el Padre. Si nuestra oración está resueltamente unida a la de Jesús, en la confianza y la audacia filial, obtenemos todo lo que pidamos en su Nombre, y aún más de lo que pedimos: recibimos al Espíritu Santo, que contiene todos los dones.



P. Miguel A. Fuentes, IVE

Sunday, October 5, 2014

Pregunta: ¿Es Lícito Dar Calmantes a un Enfermo Dejándolo Inconsciente?



Estimado Padre: Nuestra anciana madre está enferma desde hace años, y ha entrado ya en una etapa que los médicos consideran terminal. Sus dolores son realmente enormes y los calmantes que le suministran hace sólo un mínimo efecto; ella no está consciente la mayor parte del tiempo desde hace meses. A nosotros nos causa mucha pena verla sufrir tanto, y los médicos que la atienden nos han sugerido que habría que aumentar la dosis de las drogas que recibe para calmarla y mantener esta medicación hasta que Dios la llame, pero esto la llevaría a perder definitivamente la conciencia y nosotros, sus hijos, estamos perplejos. ¿Es lícito hacer esto? Algunos de mis hermanos dicen que no ven problema; pero yo no estoy seguro. ¿Me podría orientar para tomar una decisión correcta?

Responde el Padre Miguel A. Fuentes, IVE



Estimada:

El problema del uso de analgésicos que adormecen la conciencia y la licitud de su uso ya le fue planteada al Papa Pío XII a fines de los años ’50. El dilema se plantea porque, como usted dice, por un lado se produce la mitigación del dolor, pero esto sucede en muchos casos a costa de la duración de la vida, que con ello se abrevia 1.

Monday, September 8, 2014

Espero un Bebé con Malformaciones y que no Sobrevivirá. ¿Qué Hago?




Pregunta:

Bueno les quiero contar lo que me sucedió. Me llamo Daniela, tengo 23 años, estoy esperando mi primer hijo, tengo 22 semanas de embarazo, y me detectaron que mi bebe, viene con múltiples problemas de malformaciones. No se puede hacer nada, y sus posibilidades de sobrevivencia es cero, lo puedo perder antes de los 9 meses, o llegar al final pero con el mismo desenlace fatal. No tengo mas que esperar lo que Dios quiera, pero ¿qué puedo hacer?, siento un dolor y una amargura muy grande. ¿Que puedo hacer para calmar en parte este gran dolor que tengo?. Por favor, ayúdenme.

Respuesta:
Responde el Padre Miguel A. Fuentes, IVE.

Estimada Daniela:

Monday, June 2, 2014

Mi Hijo Tiene una Enfermedad Terminal

Carta de un desesperado padre de familia que tiene un hijo con enfermedad terminal.

Responde el padre Emmanuel.

Mi nombre es Fernando. Hace aproximadamente año y medio a mi hijo, Sebastián, le diagnosticaron leucemia. Esa noticia destrozó no sólo a mi hijo, que tan sólo tiene 17 años de edad sino a todos los que lo queremos.

Me es muy difícil contar esto, pues todo ha sucedido muy rápido, la impotencia de no poder hacer nada para que mi hijo recupere la salud me hizo sentir completamente devastado. Verá, mi hijo llevaba una vida normal; es rebelde como todos, pero buena persona, cursa el quinto semestre de preparatoria y antes de su enfermedad practicaba por las tardes basquetbol, era un chico muy sano.

En cierto momento comenzó a llegar a la casa muy cansado; mi esposa y yo lo notábamos un poco extraño: ya no tenía el mismo apetito de antes y decía que le dolía mucho el cuerpo. Lo llevamos al médico para que lo revisara y éste le dijo que era una simple fiebre causada por el exceso de estrés. Sin embargo, pasado un tiempo empeoró pues incluso le comenzó a salir sangre por las encías. Asustados por semejante reacción lo llevamos nuevamente al médico quien mandó hacerle varios análisis, hasta que casi después de un mes nos confirmó el resultado: Sebastián tenía una leucemia aguda linfoblástica.

El médico nos dijo que había esperanza si tomaba las quimioterapias, pero que éstas no garantizaban que la condición de Sebastián mejorara o que el cáncer desapareciera. Perplejos por la noticia, mi esposa y yo no nos permitimos caer en llanto, tristeza o desánimo para no contagiarlo a él, a pesar de nuestra desesperación quisimos apoyarlo en lo que fuera necesario.
Al principio él tomó lo mejor que pudo su enfermedad y le echó ganas, pero éstos dos últimos meses han sido los más difíciles y es que uno como padre no puede soportar que su hijo lleve año y medio sufriendo, a veces más por la medicina que por la enfermedad... Padre, no es fácil vivir pensando que tal vez tu hijo se vaya antes que tú, me duele tanto este tema que ni siquiera tengo el valor de hablarlo con mi esposa, pero tengo mucho miedo de que algo pase y puedo ver el miedo de mi esposa en sus ojos.

Hemos asistido a misas de sanación y siempre pedimos y oramos para que Dios nos haga el milagro de darle la salud a nuestro hijo, pero no hay mejora, sé que Dios no cumple antojos... pero cómo me gustaría que me escuchara. Mi esposa y mi hijo comenzaron a perder poco a poco la esperanza, y se pierde más cada vez que tiene que ir a su tratamiento; él ya no quiere hacerlo, nos grita que lo dejemos así y ya, no encuentra ningún sentido en seguir.

Su reflexión es que si Dios quiere que muera ninguna oración, milagro o tratamiento sucederán para impedirlo: “Dios ha querido que esto me suceda, así que no me queda de otra que vivir lo que más pueda”. Cuando nos dijo esto yo me sentí asfixiado, sé que sufre mucho y no puedo soportarlo, quería darle algunas palabras de esperanza, pero no supe qué hacer.

Padre la verdad es que en la familia nos encontramos muy agotados, impotentes y deprimidos. Fui a confesarme con el sacerdote, en la confesión me dijo que Sebastián ya está preparado; me enojé tanto que salí de allí corriendo, estaba con ganas hasta de demandarlo, ¡cómo se atreve a decirme eso! Ahora reconozco que hice mal, pero lo único que deseo es que mi hijo sea feliz y alcance la paz en estos momentos, no sé qué más escribir, padre ¿qué hago?

Muy estimado Fernando:

Mi respuesta es extensiva para su esposa y para Sebastián. Elevo, por primero, una plegaria en mi Celebración Eucarística para que Dios, nuestro Señor, les ayude a encontrar un poco de aliento en las palabras que dirijo a ustedes desde el carisma que Él mismo me ha participado para consolar. De hecho, dice la Palabra de Dios que Él es el único en quien puede nuestra alma hallar reposo.

Hasta el momento de escribir su carta, don Fernando, usted ha reaccionado como puede reaccionar un padre desesperado por encontrar el modo de aliviar o al menos aligerar los terribles dolores de su hijo. ¿Qué no estaría dispuesto a hacer un padre para conseguirlo? “Mi hijita está en las últimas; ven a imponerle las manos para que le salves la vida”, suplica el afligido padre del Evangelio al Señor Jesús (Mc 5, 22).

Elevar una plegaria

 Don Fernando creo que usted ha escrito lo que siente y eso basta por lo pronto, pues usted ha logrado expresar su dolor de padre que compadece, “padece-con” su hijo. A la vez comparte usted no sólo con nosotros sino con todos los lectores. Al conocer su carta varios de ellos se reflejarán o al menos evocarán sus propias experiencias tan parecidas a la suya. Considere esto: unos sufrimos de un modo, otros de otro. Puede haber sufrimientos menores pero también mayores que los nuestros.

Eso no nos consuela mayor cosa pues cada uno lleva sus propios dolores pero quiero decirle que como seres humanos el sufrimiento nos marca a todos, puede variar la reacción pero de hecho todos tenemos sufrimientos y eso nos tiene que hacer comprensivos y solidarios. De hecho les estoy pidiendo a todos los lectores que sean solidarios, que eleven sus plegarias, aunque sencillas, por usted que ahora está siendo probado por el sufrimiento.

Esperanza: Aprender de job y san Pablo

Hay un personaje de la Biblia, Job, que llegó a experimentar el sufrimiento hasta el punto de llegar a maldecir su existencia: “Maldito el día en que vi la luz primera, mal haya la noche testigo de la concepción de un niño” (Job 3, 3-6). Como Job, usted ha expresado su dolor y, por lo que dice, parece que Dios no escuchara, o como dijo Sebastián: “si Dios quiere que muera pues ninguna oración, milagro o tratamiento sucederán para impedirlo; Dios ha querido que esto me suceda, así que no me queda de otra que vivir lo que más pueda”.

Pero ahora los invito a leer Job 38, 4-41 para conocer cómo Dios desafía al adolorido y prácticamente desesperado Job, no para hundirlo sino para ayudarle a reflexionar, a poner en orden sus sentimientos y a sacar fuerzas cuando parece que todo terminó… Esta confrontación es un llamado a reconocer la grandeza y el poder de Dios, grandeza y poder que Él dispone para nuestro bien y Él, en su sabiduría infinita sabe cómo y cuándo actuar.

Dice también san Pablo que “a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan para su bien” (Rm 8, 28). Según nosotros ni el dolor, ni el sufrimiento, ni la muerte son para nuestro bien, pero tenemos que encontrar precisamente cuál es el mensaje que Dios nos da conforme a la vida misma que vamos llevando.

Cuántas personas se han encontrado o rescatado en el dolor y el sufrimiento; y para muchos (particularmente para los cristianos) la muerte misma nos da un mensaje de alivio y de esperanza. Dice la Santa Biblia, dichosos los que mueren en el Señor, ya descansan en sus fatigas y sus obras los acompañan.

Comprender las fases de la enfermedad

Entiendo que a usted se le revuelven sus sentimientos en conflicto. Recuerde, por favor, don Fernando que las enfermedades delicadas pasan, para el enfermo y la familia, por tres estadios: primero la reacción violenta de rechazo y negación; luego sigue una fase de confusión y reflexión y por fin la fase de aceptación. Sólo entonces entendemos el sentido de lo que pasa y descubrimos cómo rescatar valores y enseñanzas de las tragedias que vivimos.

Cuántas personas se han encontrado o rescatado en el dolor y el sufrimiento; y para muchos (particularmente para los cristianos) la muerte misma nos da un mensaje de alivio y de esperanza. Dice la Santa Biblia, dichosos los que mueren en el Señor, ya descansan en sus fatigas y sus obras los acompañan.

Conclusión: Aprender de las situaciones difíciles para aumentar nuestra fe.

Mi invitación es que siga usted atento a sus sentimientos, los de su hijo y los de su esposa y que, por difíciles, absurdos o dolorosos que parezcan los lamentables hechos, terminemos por aceptarlos y aprendamos de ellos para fortalecer nuestra tambaleante fe y, en medio de nuestras lágrimas, pedirle al Señor la fortaleza necesaria para afrontar las pruebas.

Ello no significa que nos pongamos de capa caída sino al contrario trabajar, comer, descansar para poder ayudar adecuadamente al hermano hundido en su lecho. ¿Quién si no nosotros le va a dar ayuda y valor? Si nos ve llorar está bien porque comprenderá que estamos con él, más aún si ha visto que no hemos dejado de hacer lo que hayamos podido para apoyarlo. Dios les dé la fortaleza y su bendición.

Y reitero mi petición a los hermanos lectores que oren por esta familia probada por el dolor físico en el caso de Sebastián, y moral en el caso de la familia. Ustedes, por favor, no desesperen, no se alejen de quien con tanto amor entregó a su propio Hijo al tormento de la cruz para nuestra salud y nuestra paz.

Padre Emmanuel (Paulinos de México)

Wednesday, May 14, 2014

Pregunta al Padre Miguel A. Fuentes, IVE

Pregunta:
Estimado Padre: Tengo una hermosa familia; buena y piadosa esposa y dos hijas. Yo en lo personal me considero católico practicante y muy consciente de la presencia de Dios en todo lo que nos rodea. Estoy en una muy difícil situación, pues desde hace año y medio no tengo trabajo. Mi trayectoria profesional fue de excelencia y lo que hago y propongo estoy seguro es de muy alta calidad. En todo este tiempo desempleado he pedido mucho a Dios que me ayude y también he solicitado la intercesión de la Virgen y de algunos santos, incluso, algo que nunca se me había ocurrido, he hablado con mi ángel de la guardia. Pero el tiempo pasa y se me agotan los fondos de sobrevivencia, de tal manera que me acerco a un colapso económico con sus secuelas de infelicidad para mi familia. En ésta situación creo como que Dios me ha volteado la mirada, no entiendo que espera de mí. El sermón de la Misa del domingo anterior me puso muy reflexivo, pues el sacerdote se refirió a no esperar ‘magia’ en nuestra relación con Dios. Hasta ahora he pensado que Dios tiene injerencia en nuestra vida y que respetando nuestra libertad y responsabilidad, busca nuestro bien, y que le gusta que toquemos su puerta y le pidamos como a un Padre que es. Dentro de mi desesperación he pensado en obviar la presencia de Dios en lo referente a mi vida profesional y económica y circunscribirla a la conducta de cumplir con la práctica religiosa y pedirle ayuda para no pecar. Padre aconséjeme para no desesperar en esta situación tan agobiante. Gracias anticipadas

Respuesta:
Estimado:
Para los planes de Dios sobre cada uno de nosotros no existen respuestas teológicas concretas. No sé qué quiere Dios de usted, ni hasta donde lo probará con el infortunio. Sabemos ciertamente que la Escritura dice que ‘las aguas nos llegan hasta el cuello pero no nos ahogan’. No le voy a mentir diciendo que ya van a terminar sus sufrimientos. Eso hacen los horoscopistas que mienten a la gente y juegan con su sed de esperanza y su credulidad. Pero a pesar de mentirle no le solucionan nada.
Debemos mantener firmes algunos principios claros:
1) Todo sucede para el bien de los que Dios ama (Romanos 8,20). Aunque allí no se dice qué se incluye en ese ‘todo’: va desde los dones materiales de Dios, hasta la cruz y el martirio.
2) Dios no permite que seamos probados más allá de nuestras fuerzas.
3) Muchas veces las aguas nos llegan hasta el cuello, pero no nos ahoga.
4) Muchas veces Dios espera que le pidamos lo que necesitamos, incluso con sacrificios, penitencias y votos generosos, y luego actúa. Porque quería suscitar en nosotros esos actos que nos han de santificar.
5) La cruz está en el camino ordinario de toda persona llamada a la santidad. Y debemos aceptar con paciencia y resignación nuestras cruces; para eso podemos leer con fruto el Libro de Job.
6) Esto no nos exime de poner de nuestra parte todos los medios materiales para encontrar una salida. Precisamente muchas veces la gracia que Dios nos da no es el encontrar la salida de nuestros problemas sino la gracia de ‘intentarlo una vez más’, lo cual también viene de Dios.
7) En nuestra debilidad se manifiesta la fuerza de Dios, como dice San Pablo. A veces Dios espera a que estemos completamente abatidos y recién allí actúa, para que se vea que ha sido su mano la que nos salvó y no nuestras fuerzas.
Cuente con mis oraciones.
En Cristo y María.
P. Miguel A. Fuentes, IVE

Thursday, February 6, 2014

¿Qué Hacer Ante el Abatimiento y el Dolor en Esta Vida?





Pregunta:

Tengo 43 años y me siento abatida, como si estuviera muerta en vida, lucho, lucho, pero no tengo suerte. ¿Qué me puede aconsejar?

Responde el P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.

Respuesta:
Estimada:

Durante un viaje de Juan Pablo II a España, en la vigilia de Cuatro Vientos, con los jóvenes se dieron 3 testimonios realmente conmovedores. Pero debieron dejarse de lado otros, para no cansar al Papa y a los asistentes. Sin embargo, esos testimonios quedaron escritos. Entre ellos estaba el de Lourdes Cuní quien había previsto decir al Santo Padre lo siguiente: 'Soy Lourdes, disminuida física. Mi discapacidad me afecta al habla. No puedo hablar y tampoco puedo andar; por ello debo utilizar una silla de ruedas'. 'Durante mucho tiempo he vivido angustiada. A menudo me he preguntado cuál era el sentido de mi vida y por qué me ha pasado esto a mí. Esta pregunta ha sido constante y la prueba ha sido dura. Durante años la única respuesta ha sido descubrir cada mañana que estaba siempre en el mismo sitio: atada a una silla de ruedas. A veces he sentido que me habían arrancado la esperanza. Me sentía como si llevara una cruz, pero sin el aliento de la fe', había escrito.

La joven seguía diciendo: 'Un día descubrí a Jesucristo y cambió mi vida. El Señor con su gracia me ayudó a recobrar la esperanza y a caminar hacia delante. Ahora, cuando veo a otros jóvenes enfermos al lado mío pienso que mi cruz es muy pequeña comparada con la de ellos, y me gustaría mostrarles cómo yo encontré al Señor para transformar su dolor en un camino de esperanza, de vida y de santidad'.

Finalmente decía al Santo Padre: 'Sé que mi silla de ruedas es como un altar en el que, además de santificarme, estoy ofreciendo mi dolor y mis limitaciones por la Iglesia, por Vuestra Santidad, por los jóvenes y por la salvación del mundo [...] En mi Vía Crucis me siento alentada por el testimonio de Vuestra Santidad, que lleva también sobre sus hombros la cruz de la enfermedad y de las limitaciones físicas y, además, el dolor y el sufrimiento de toda la humanidad. ¡Gracias, Santo Padre, por su ejemplo!'.

Nuestras cruces y sufrimientos son ciertamente menos graves que los de estas personas. Cambia algo muy importante: la fe. Pida la gracia de la fe y el aumento de la fe. No se deje vencer; en el misterio de la cruz, del abatimiento y del dolor cotidiano, se esconde también el secreto de la alegría en esta vida y el ciento por uno para la otra.

En Cristo y María

Monday, August 5, 2013

¿Puedo Comulgar si tengo malos pensamiento?

Pregunta:
Buenas tardes Padre, espero que pueda contestarme; sabe, deseo preguntarle si uno después de haber realizado el sacramento de la confesión trata de no volver a pecar se resiste pero los malos pensamientos se tienen aunque se luchan con ellos. Las personas a veces tenemos malos pensamientos, a veces son impuros, y esa es mi duda, y por eso a veces yo no comulgo pues tengo miedo de estar cometiendo sacrilegio por estos malos pensamientos.
Betty, de Perú (Edad: 21 años)


Responde el P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.

 Estimada:

Lo que usted me consulta corresponde al tema de los ' pecados internos '

Sunday, July 14, 2013

Preguntas al Teologo Padre Miguel Angel Fuentes, I.V.E.



Pregunta:

Estimado Padre: usted al escribir sobre el noviazgo dice que 'hablar y planear la vida de la fe es un aspecto esencial que debe ser aclarado en el tiempo del noviazgo'. Mi pregunta es: ¿qué asuntos exactamente se deben planear y hablar? Agradezco de todo corazón su ayuda. 


Responde el P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.

Respuesta:

Estimada:

Lo que se debe hablar con claridad es cómo se va a encarar la vida de la fe, es decir, la vida de los sacramentos, la asistencia a Misa, la formación en la fe (estudio, catequesis), la oración personal y de familia, la educación de los hijos en la fe católica, etc. Si esto no se habla claro cuando son novios, el noviazgo pierde una parte esencial de su finalidad.

Esto deberá encararse especialmente cuando uno de los novios no sea católico, pues en tal caso, la parte católica debe saber con claridad cómo será su situación en cuanto a la práctica de su fe.

Igualmente habrá que conversarlo muy seriamente cuando uno de los novios no es practicante (católico de nombre, pero sin práctica de oración y sacramentos) porque la futura esposa o el futuro esposo que quiere vivir su fe, debe saber que contará con el apoyo de su cónyuge.

El no aclarar estas cosas durante este período ocasiona muchas veces los principales conflictos matrimoniales.

Tuesday, June 25, 2013

El Teologo Responde...



Pregunta:
Quiero hacer la siguiente consulta. Ayer mientras me estaba duchando se rompió el espejo del cuarto de baño en mil trozos. No se desprendió el marco, sino el espejo. ¿Puede ser motivo de alguna señal? ya que tenemos un familiar cercano muy enfermo y hospitalizado. ¿Hay alguna acción que deba hacer en casa (velas, sal, etc.)? Soy bastante supersticiosa. Gracias por su respuesta.

Responde el P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.

Respuesta:Estimada:

Ya veo que es muy supersticiosa; lo que le ha sucedido no significa nada, sino que tendrá que comprar un espejo nuevo.
Conserve su salud mental no dando importancia a las cosas que no debe dar importancia.

Sunday, May 20, 2012

¿Cómo Sabemos si Estamos Verdaderamente en Gracia?¿Hay Alguna Forma de Averiguarlo?


Pregunta:

Tengo una duda. Se supone que la fe se compone, o requiere, de la inteligencia, la voluntad y la gracia divina, y que cada quien responde a la gracia, mi pregunta es, ¿cómo nos damos cuenta de la gracia?, no será una especie de sugestión psicológica. Le agradeceré su respuesta. Saludos. R. M.

Responde el P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.

Estimado:

Como explica Santo Tomás, el conocimiento del estado de gracia (es decir, de que nosotros poseemos la gracia santificante) puede darse de dos maneras diversas:

- O por revelación, lo cual, evidentemente, es un privile­gio particular dado a pocos.

- O por conjetura, es decir, a través de algunos signos. Y tal es el modo ordinario para alcanzar el cono­cimien­to de la gracia.

Dice el Catecismo: 'La gracia, siendo de orden sobrenatural, escapa a nuestra experiencia y sólo puede ser conocida por la fe. Por tanto, no podemos fundarnos en nuestros sentimientos o nuestras obras para deducir de ellos que estamos justificados y salvados. Sin embargo, según las palabras del Señor: 'Por sus frutos los conoceréis' (Mt 7,20), la consideración de los beneficios de Dios en nuestra vida y en la vida de los santos nos ofrece una garantía de que la gracia está actuando en nosotros y nos incita a una fe cada vez mayor y a una actitud de pobreza llena de confianza' (Catecismo, n. 2005)

En cuanto a los signos que nos permiten conjeturar el estado del alma, tres principales nos orientan sobre el estado de gracia:

a) El testimonio de la buena conciencia, que entra­ña: el no tener conciencia de pecado mortal; el dolor sincero de los pecados cometidos; el propósito de enmienda y el horror al pecado; el cumplimiento de los preceptos divinos; la victo­ria en las tentaciones; el amor a las virtudes y el esfuerzo por el evitar el pecado venial.

b) El deleite en las cosas divinas, es decir: el gusto por los libros santos y por la Palabra de Dios; la devoción a la Eucaristía y a la Virgen; la frecuencia de los sacramentos y la oración mental.

c) El desprecio de las cosas mundanas, que supone: no tener apego a las cosas de la tierra, el no sentir gusto en las vanidades del mundo; el huir de las ocasiones del pecado.

Sin embargo, estos signos no nos dan más que una conjetura, por eso, la Escritura nos exhorta a la vigilancia, a la perseverancia, a la oración y confianza en Dios y al esfuerzo continuo en la obra de la santificación:

-Eccl 5,5: Aun del pecado expiado no vivas sin temor, y no añadas pecados a pecados.

-Prov 20,9: ¿Quién puede decir: He limpiado mi corazón, estoy limpio de pecado?

-Sal 18.13: ¿Quién podrá conocer sus pecados? Absuélveme de los que se me oculta.

-1 Cor 4,4: Estoy cierto de que de nada me arguye la conciencia, mas no por eso me creo justificado; quien me juzga es el Señor.

Tuesday, April 17, 2012

¿Qué deben hacer los padres para enfrentar el drama de la drogadicción de sus hijos?



Pregunta:
¿Cómo ayudar a los hijos que se drogan?

Responde el P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.
 Respuesta:

Nadie duda que uno de los dramas contemporáneos es el problema de la drogadicción en todos los niveles: niños, jóvenes, adultos y ancianos.

El abuso de las drogas es la pandemia más grave actualmente en todo el mundo. Es una de las principales causas de muchos:

-matrimonios deshechos

-fracasos en los estudios

-despidos de trabajo

-desempleo

-ruinas económicas

-delincuencia juvenil

-prostitución de niños, adultos y jóvenes

-actos de violencia

-enfermedades mentales

-sida y otras enfermedades

-etc...

1. EL FENÓMENO DE LA DROGADICCIÓN

Veamos algunas ideas generales.

1) El consumidor de droga

Entre los distintos consumidores de droga hay que distinguir diversas clases:

-El consumidor ocasional: es aquel que consume droga esporádica y excepcionalmente.

-El consumidor habitual: es quien consume repetidamente, pero mantiene el suficiente control tanto de la frecuencia cuanto de las dosis; su vida en la sociedad es prácticamente normal.

-El fármacodependiente o tóxicodependiente: es el sujeto que ha llegado a la dependencia de la droga; la consumición de droga se hace en él compulsiva y puede llegar en algunos casos al síndrome de abstinencia.

-El toxicómano: es el sujeto en quien la dependencia de la droga es tal que vive tan sólo para ella; recurre a cualquier medio para conseguirla; desaparece para él todo otro interés (personal, familiar, social); pierde todos los valores morales.

2) La dependencia

También hay que hacer alguna distinción entre los tipos de dependencia en que puede encontrarse un consumidor. Son fundamentalmente dos: el acostumbramiento y la dependencia propiamente dicha.

El acostumbramiento es el estado producido por el uso repetido de un medicinal (u otra sustancia) y se caracteriza: por la tendencia a perseverar en el uso de un determinado producto a causa de las sensaciones de bienestar que provoca; por una ligera tendencia a aumentar la dosis; por cierto grado de dependencia psíquica, pero no física; finalmente, porque los efectos sólo son adversos para la persona que consume.

La dependencia, en cambio, es el estado de intoxicación periódica o crónica resultante del repetido uso de una medicina u otra sustancia. Se caracteriza: por el deseo irresistible (compulsión) a tomar el producto permanentemente y a conseguirlo a cualquier costo; por la tendencia a aumentar la dosis; por la dependencia no sólo psíquica sino también física; y, finalmente, porque los efectos son adversos tanto para la persona en cuestión cuanto para la sociedad. Esta dependencia, a su vez, se considera sólo psíquica: cuando la satisfacción psíquica empuja al individuo a abusar de la sustancia que la produce; o incluso física: cuando la suspensión o limitación del fármaco produce una serie de perturbaciones que se denomina 'síndrome de abstinencia', cuando las perturbaciones llegan a calambres estomacales, náuseas, diarrea, convulsiones e incluso estado de coma.

3) Problemas sociales que favorecen el consumo

Nuestra sociedad contemporánea ha creado las condiciones para que el fenómeno de la drogadicción pueda ser considerado prácticamente una 'cultura' (o mejor 'subcultura'); porque, en efecto, la drogadicción se coloca en una línea armonizable con otras manifestaciones propias de nuestro tiempo, como son:

-la búsqueda continua del placer

-el hedonismo en todos sus aspectos

-la intolerancia ante el dolor y la frustración

-la falta de valores

-el materialismo consumista

-la inmadurez cada vez más frecuente en adultos

-la desintegración del núcleo familiar

Este tipo de características de nuestro fin de siglo han creado un estado de vacío, de frivolidad y de cansancio psicológico tal que el instinto de supervivencia espiritual busca desesperadamente salidas alternativas. Es muy significativo que la Organización Mundial para la Salud haya indicado como razones por las que se comienza a consumir algunas drogas 'suaves' (como la marihuana): la curiosidad por los efectos y sensaciones producidas por las drogas, el conseguir la satisfacción de pertenecer a un grupo y ser aceptado por los miembros del mismo, el manifestar independencia o también hostilidad, el tener experiencias nuevas, agradables o peligrosas (el atractivo por las situaciones de riesgo), el adquirir una mayor capacidad creativa, el entrar más fácilmente en estado de sueño o éxtasis, el huir de algún problema.

4) Efectos principales de las drogas

Las drogas causan terribles efectos en sus víctimas. Muchos son totalmente imprevisi­bles; pero entre los más comunes podemos indicar:

a) Modificaciones en la estructura de la personalidad: degradan la persona, se pierde la noción de los valores morales, se pierden progresivamente los intereses culturales y profesio­nales, desaparece toda capacidad para dar y recibir afecto (los demás dejan de interesar excepto si son útiles para obtener más droga), la mentira pasa a ser comportamiento habitual, se pierde el sentido de responsabilidad, se pierde el sentido de la vida.

b) Modificaciones sobre el comportamiento en la familia: los hijos se aíslan de los padres (por ejemplo, viven encerrados en sus cuartos o se relacionan sólo con grupos cerrados de amigos), adquieren comportamientos irritables, se da una progresiva pérdida de respeto por los padres.

c) Alteraciones en el ámbito escolar y laboral: pérdida del sentido del estudio y del trabajo, disminución del rendimiento, abandono de dichas actividades.

d) Alteraciones sociales: delincuencia y prostitución para conseguir dinero o por el ambiente en que se maneja, conductas suicidas (se calcula que 1 de cada 25 alcohólicos intenta suicidarse por lo menos una vez en la vida; esto es más agudo en las drogas químicas).

e) Problemas físicos: artritis, cirrosis hepática, depresión, malnutrición, encefalopatías, herpes, hepatitis B, sida, sífilis, tuberculosis, etc.

f) Disturbios mentales: la drogadicción puede facilitar la aparición de disturbios mentales como: ansiedad, cuadros psicóticos (especialmente con las drogas con efectos alucinógenos: alucinaciones e ideas delirantes), disturbios mentales endógenos como esquizofre­nia.

2. LOS PADRES Y LOS HIJOS DROGADICTOS[1]

Es indudable que esta amenaza pesa con angustia sobre los corazones de muchos padres que tienen hijos ya iniciados en la droga o bien que temen que sus hijos entren en este callejón sin salida ¿Qué pueden hacer cuando los hijos se drogan y qué para que no se droguen quienes aún no han incursionado en este camino? He aquí algunos consejos orientativos.

1) Cuando los padres descubren que un hijo se droga.

A veces puede ser muy difícil para los padres abordar el problema, ya que con frecuencia los hijos van a negar la realidad por todos los medios. Ellos no tienen dificultad en mentir: es parte de la mentalidad que les crea la drogadependencia. Sin embargo, cuando hay sospechas, no puede pasar mucho tiempo sin que los padres alcancen la evidencia de que tienen o no un hijo drogadicto. En ese momento, ¿qué hacer?

Ante todo, es muy importante que el clima familiar sea de la mayor serenidad posible, evitando comportamientos hostiles por parte de los padres. No conviene comenzar con recrimi­naciones, acusaciones, quejas y críticas. Esto sólo suele conducir a una recíproca hostilidad por parte del hijo.

Los padres tienen que conversar seriamente con el hijo, haciendo que éste tome confianza con los padres y no miedo. Esto no significa que ellos deban tener una actitud tolerante en lo que a las drogas se refiere. Por el contrario, la comprensión no tiene que ser acompañada de la menor permisividad. Tienen que ser muy comprensivos con la persona, pero drásticos en cuanto a la necesidad de no volver a consumir drogas.

Es de gran importancia que el hijo se aperciba de la gravedad que su problema conlleva ya sea para él como para los demás y de las consecuencias que pueden ir surgiendo en el futuro, en caso de no cambiar.

¿Cuál es la mejor forma de ayudarlo? Para evitar, lo más rápido posible la larga serie de consecuencias para él, conviene explicarle la evolución posible del proceso en el que se ha metido. Lo mejor es que el hijo asuma que el problema es suyo. Los padres sólo pueden facilitar los medios para conseguir una adecuada rehabilitación, pueden ayudarlo y apoyarlo; pero sobre todo es necesario que el mismo drogadicto tome la decisión personal de abandonar la droga.

Tenemos que tener presente que en el drogadicto se mezclan una sensación de impoten­cia y fracaso, sentimientos de culpa y de frustración. Todas estas cosas lo llevan a pensar que el problema no tiene remedio. Por eso son frecuentes las depresiones, acompañadas en muchos casos con intentos de suicidio.

En estos casos, el trabajo paterno es muy importante procurando estimularlo a la perseverancia en la lucha.

También, una de las consecuencias más comunes de la drogadicción es la incapacidad de apreciar la vida. La vida parece carecer de interés. Esto hace que los drogadictos sientan un profundo vacío interior. Los padres tienen que ayudarlo a volver a disfrutar los aspectos gratificantes de la vida. Con un clima afectivo en la familia, y sobre todo hablando a los hijos de Dios. El drogadicto tiene que buscar en Dios lo que él busca en las drogas. Tiene que llenar su vacío espiritual con el amor de Dios. En este caso, la mejor ayuda que se le puede prestar es aproximarlo a la Iglesia.

Finalmente, lo más importante es no perder la esperanza en Dios. Cuando estamos ante problemas que parecen imposibles, hay que decir: para Dios no hay nada imposible (Lc 1,37). El peligro más grande para los hijos es, ciertamente, la desesperación de sus propios padres.

2) Qué deben hacer los padres para prevenir la drogadicción de los hijos.

¿Qué hacer para que los hijos no busquen la droga? ¿Cómo se los protege?

Primero, tenemos que recordar que la mejor protección es un buen clima familiar. Hay que evitar algunas cosas que predisponen, directa o indirectamente, al uso de la droga. Por ejemplo:

-la falta de dedicación del tiempo suficiente por parte de los padres

-los malos tratos

-las separaciones y divorcios

-el alcoholismo de los padres

-el excesivo interés por obtener dinero y hablar sólo o casi exclusivamente de dinero y de problemas materiales

-especialmente la ausencia de prácticas religiosas en la familia.

Segundo, los padres tienen que ofrecer a los hijos ambientes en que no sea normal el consumo de droga. Esto no siempre es fácil en algunas sociedades en que la droga corre en la escuela, la calle, la universidad, el trabajo, etc. Pero al menos, hay que facilitar la práctica de los deportes, el estudio, el contacto con la naturaleza (el mar, la montaña, el campo) y especialmente la actividad religiosa.

Tercero, es necesario dar a los hijos el ejemplo personal de vida y educarlos en las buenas costumbres; por ejemplo:

-en el valor del esfuerzo personal, del respeto por sí mismo y por los demás

-en la constancia de la voluntad

-en el sentido auténtico del sufrimiento

-en el interés por el trabajo y por la cultura

-en la confianza en la Providencia divina

-en la fidelidad a los seres queridos

-en la lealtad a las obligaciones personales

-en el sentido de la responsabilidad

-en los valores espirituales

Finalmente, lo más importante es la oración en común, es decir, en familia. La oración de la esposa, con el esposo y con los hijos. La mejor cosa que podría hacerse es rezar el Rosario en familia o leer el Evangelio; invocar a Dios en las comidas, ir a Misa juntos, etc.

Lo que no pueden los hombres, lo puede Dios.

[1] Los datos los tomo de: Aquilino Poino Lorente y Javier de las Heras, Os teus filhos e as drogas, Ed. Rei dos livros, Lisboa 1994.

Wednesday, November 16, 2011

Sobre la posesión diabólica:¿Puede una persona ser poseída por el demonio en contra de su voluntad?


Pregunta:

Hace 2 o 3 meses leí en el ZENIT que una chica fue a la audiencia del Papa y se vio que estaba poseída por el demonio. El artículo decía como que estaba poseída contra su voluntad, porque en momentos de lucidez lo sufría mucho. ¿Es posible que el demonio posea a una persona contra su voluntad y libertad?

Responde el P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.

Estimado:

Ciertamente que puede suceder.

Se dan los dos casos: aquel en el que un pecador ofrece su persona al diablo (y como resultado se da un caso de posesión diabólica) y aquel en el que el demonio entra contra la voluntad del poseso. En este segundo caso, a su vez, puede ocurrir que la persona posesa haya merecido la posesión como castigo de sus pecados (suele a veces darse como consecuencia de jugar con cosas de superstición), o bien que sea una permisión divina para más santificar a una persona (conocido es el caso, en el siglo XIX del Padre Surin, poseído por el demonio mientras él mismo realizaba una serie de exorcismos; sus memorias, al respecto, han sido muy valiosas para mostrar cómo el demonio no tiene ninguna influencia sobre la voluntad del poseso, a menos que éste consienta sus tentaciones; su acción directa se limita a la esfera de lo corporal).

Sunday, October 16, 2011

¿Suceden realmente las posesiones diabólicas?¿Cómo distinguirlas de los casos patológicos?



Pregunta:

¿Suceden realmente las posesiones diabólicas? ¿Cómo identificarlas, diferenciándolas de algún tipo de psicopatología? ¿Cómo funciona y cómo se realiza un exorcismo?

Responde el P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.

Estimada:

Trataré de responderle de la manera más exacta posible.

1. Los elementos constitutivos de la posesión diabólica

Dos elementos constituyen la posesión, explica Tanquerey[1]: la presencia del demonio en el cuerpo del poseso, y el imperio que ejerce sobre el cuerpo, y, por medio de éste, en el alma. No está el demonio unido con el cuerpo como unida con el cuerpo está el alma; con respecto al alma no es sino un motor externo, y, si obra en ella, es por medio del cuerpo en el que habita. Puede obrar directamente en los miembros del cuerpo, y hacerlo ejecutar toda clase de movimientos; indirectamente obra en las potencias, en cuanto éstas dependen del cuerpo para sus operaciones.

Pueden distinguirse en lo posesos dos estados diferentes; el de la crisis y el de la calma. La crisis es a manera de acceso violento, en el que el demonio manifiesta su imperio tiránico produciendo en el cuerpo una agitación febril que se manifiesta en contorsiones, en grito de rabia, en palabras impías y blasfemias. Los pacientes pierden entonces, al parecer, todo conocimiento de lo que pasa en ellos que dijeron o hicieron, o mejor, de lo que hizo el demonio por medio de ellos. Solamente en el comienzo sienten la irrupción del demonio; luego parecen perder la conciencia. Esta regla, sin embargo, tiene sus excepciones.

En los intervalos de sosiego no hay por donde se pueda descubrir la presencia del espíritu maligno; diríase que se fue. Mas a veces, Sin embargo, manifiéstase su presencia, por una especie de enfermedad crónica que desconcierta todos los remedios de la ciencia médica.

A menudo ocurre ser muchos los demonios que poseen a una sola persona; lo cual demuestra cuán poco posesión pueden. De ordinario la posesión no se verifica sino en los pecadores; pero hay excepciones.

2. Las señales de la posesión

Como hay enfermedades nerviosas, y monomanías o casos de enajenación mental, que se asemejan, en sus manifestaciones, a la posesión diabólica, importa mucho indicar las señales por las que podemos distinguirla de dichos fenómenos morbosos.

Según el Ritual Romano, tres son las señales principales para conocer la posesión diabólica:

a) El hablar lenguas no sabidas. Para comprobarlo bien, es menester estudiar a fondo el sujeto; ver si, en tiempos pasados, tuvo ocasión de aprender algunas palabras de dichas lenguas; si, en vez de articular algunas frases sueltas aprendidas de memoria, habla y entiende una lengua que en verdad no conocía.

b) La revelación de cosas ocultas, sin medio natural que lo explique. También en esto es menester una profunda investigación; cuando se tratare de cosas lejanas, será menester estar seguros de que no puede saberlas el sujeto por ningún medio natural; cuando de cosas futuras, hay que esperar que se cumplan para ver si suceden exactamente como se había anunciado, y si son bastante determinadas de manera que no dejen lugar al equívoco. Luego de comprobado el hecho a conciencia, aún queda por ver si ese conocimiento preternatural procede del bueno o del mal espíritu, según las reglas para la discreción de espíritus; y de un espíritu maligno presente a la sazón en el poseso.

c) El uso de fuerzas superioresnotablemente a las naturales del sujeto, habida cuenta con su edad, su adiestramiento, su estado morboso, etc.; realmente hay casos de sobreexcitación, en los que se duplican las energías. El fenómeno de la elevación en el aire, cuando se ha comprobado enteramente, es preternatural; hay casos en los que, teniendo en cuenta las circunstancias, no se puede atribuir a Dios ni a sus ángeles; se ha de tener por señal de intervención diabólica.

A estas señales pueden añadirse las que se deducen de los efectos causados por el empleo de los exorcismos o de las cosas sagradas, especialmente de las que se aplican a escondidas de los que se piensan que están posesos. Ocurre, por ejemplo, que, cuando se les aplica alguna cosa santa, o se recitan por ellos las preces litúrgicas, les acometen crisis de indecible furor, y blasfeman horriblemente. Más esta señal no es cierta sino cuando se hace todo eso sin saberlo el paciente; si se dan cuenta de ello, pudiera ser que se enfurecieran, ya por el horror que les causa todo lo que a la religión se refiere, ya por fingimiento.

No se ha de admitir, pues, de buenas a primeras la posesión, y nunca seremos harto prudentes antes de resolver.

3. Diferencia entre la posesión y los trastornos nerviosos

Las experiencias hechas con personas atacadas de enfermedades nerviosas han demostrado haber cierta analogía entre sus estado morbosos y los gestos de los posesos. No hay para maravillarse de esto: el demonio puede producir ora enfermedades nerviosas, ora fenómenos exteriores análogos a los de los nerviosos. Esta es una razón más para ser muy cauto en el juicio acerca de lo casos que se dicen de posesión.

Más estas analogías son únicamente en los gestos exteriores, que, de suyo, no bastan para probar la posesión. Jamas se supo de neurótico alguno que hablara lenguas no sabidas, que revelara los secretos del corazón, o que vaticinara lo porvenir con precisión y certeza. Estas son, según dijimos, las señales verdaderas de la posesión; cuando faltaren todas ellas, puede juzgarse que no hay sino una sencilla neurosis. Cuando alguna vez se equivocaron los exorcistas, fue por apartarse de las reglas que señala el Ritual. Para evitar engaños, conviene que examinen el caso, no solamente sacerdotes, sino también médicos católicos.

4. Remedios contra la posesión

Los remedios son, en general, cuantos pueden debilitar la acción del demonio en el hombre, purificar el alma y fortalecer la voluntad contra las acometidas diabólicas; de modo especial los exorcismos.

1) Remedios generales

a) Uno de los más eficaces es la purificación del alma por medio de una buena confesión, sobre todo de una confesión general, que moviéndonos a humildad y santificándonos, hace huir el espíritu soberbio e impuro. El Ritual aconseja añadir a esto el ayuno, la oración y la sagrada comunión. Cuanto más limpio de almas y mortificados estemos, tanto menos tendrá en nosotros parte el demonio; y la sagrada comunión pone dentro de nosotros al que venció a Satanás. Sin embargo, la sagrada comunión no ha de recibirse sino en los momentos de calma.

b) Los sacramentales y los objetos benditos tienen también mucha eficacia. Por razón de las oraciones que ha recitado la Iglesia al bendecirlos. Santa Teresa tenía especial confianza en el agua bendita, y bien fundada, porque la Iglesia le da la virtud de ahuyentar el demonio. Pero se ha de usar de ella con espíritu de fe, humildad y confianza.

c) El crucifijo, la señal de la cruz. Y sobre todo, las reliquias auténticas de la vera cruz son espantables para el demonio que fue vencido por la cruz: 'et qui ligno vincebat, in ligno quoque vinceretur'. Por la misma razón teme mucho el espíritu maligno la invocación del santo nombre de Jesús, que, según la promesa del Señor, tiene maravilloso poder para poner en fuga el demonio.

2) Los exorcismos

Dice el Catecismo (n. 1673): 'Jesús lo practicó (Mc 1,25 ss), de El tiene la Iglesia el poder y el oficio de exorcizar. En forma simple, el exorcismo tiene lugar en la celebración del Bautismo. El exorcismo solemne sólo puede ser practicado por un sacerdote y con el permiso del obispo. En estos casos es preciso proceder con prudencia, observando estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia. El exorcismo intenta expulsar a los demonios o liberar del dominio demoníaco gracias a la autoridad espiritual que Jesús ha confiado a su Iglesia'.

[1] Resumo todo cuanto sigue a continuación de Ad. Tanquerey, Compendio de Teología Ascética y Mística, Ed. Desclée de Brouwer, Buenos Aires 1944, nn. 1537 y ss.

Tuesday, October 4, 2011

Cuando muere una persona, ¿hay que rezar el rosario nueve días y ponerle un vaso con agua?


Pregunta:

Me dirigo a Usted con todo respeto y confiianza, tengo una inquietud o duda y me gustaria me pudiera ayudar a aclararla. Cuando fallece una persona, ¿cuál es el motivo o por qué se le debe de rezar del novenario del rosario? Y además, mientras se reza éste novenario ¿cuál es el significado de ponerle una vela o veladora encendida durante todos estos nueve días y también un vaso con agua?

Responde el P. Miguel Ángel Fuentes, IVE

El rezo del Rosario es una oración muy eficaz, y recomendada por la Iglesia (por ejemplo, puede leer la Carta Apostólica del Siervo de Dios Juan Pablo II, 'Rosarium Virginis Mariae'), y como tal, es una gran ayuda a las almas que están en el Purgatorio. El Papa Benedicto XVI, en la reciente Carta Encíclica 'Spe Salvi', recuerda la doctrina sobre por qué debemos ofrecer sufragios por los difuntos:

'Sobre este punto hay que mencionar aún un aspecto, porque es importante para la praxis de la esperanza cristiana. El judaísmo antiguo piensa también que se puede ayudar a los difuntos en su condición intermedia por medio de la oración (cf. por ejemplo 2 Mc 12,38-45: siglo I a. C.). La respectiva praxis ha sido adoptada por los cristianos con mucha naturalidad y es común tanto en la Iglesia oriental como en la occidental. El Oriente no conoce un sufrimiento purificador y expiatorio de las almas en el « más allá », pero conoce ciertamente diversos grados de bienaventuranza, como también de padecimiento en la condición intermedia. Sin embargo, se puede dar a las almas de los difuntos « consuelo y alivio » por medio de la Eucaristía, la oración y la limosna. Que el amor pueda llegar hasta el más allá, que sea posible un recíproco dar y recibir, en el que estamos unidos unos con otros con vínculos de afecto más allá del confín de la muerte, ha sido una convicción fundamental del cristianismo de todos los siglos y sigue siendo también hoy una experiencia consoladora. ¿Quién no siente la necesidad de hacer llegar a los propios seres queridos que ya se fueron un signo de bondad, de gratitud o también de petición de perdón? Ahora nos podríamos hacer una pregunta más: si el « purgatorio » es simplemente el ser purificado mediante el fuego en el encuentro con el Señor, Juez y Salvador, ¿cómo puede intervenir una tercera persona, por más que sea cercana a la otra? Cuando planteamos una cuestión similar, deberíamos darnos cuenta que ningún ser humano es una mónada cerrada en sí misma. Nuestras existencias están en profunda comunión entre sí, entrelazadas unas con otras a través de múltiples interacciones. Nadie vive solo. Ninguno peca solo. Nadie se salva solo. En mi vida entra continuamente la de los otros: en lo que pienso, digo, me ocupo o hago. Y viceversa, mi vida entra en la vida de los demás, tanto en el bien como en el mal. Así, mi intercesión en modo alguno es algo ajeno para el otro, algo externo, ni siquiera después de la muerte. En el entramado del ser, mi gratitud para con él, mi oración por él, puede significar una pequeña etapa de su purificación. Y con esto no es necesario convertir el tiempo terrenal en el tiempo de Dios: en la comunión de las almas queda superado el simple tiempo terrenal. Nunca es demasiado tarde para tocar el corazón del otro y nunca es inútil. Así se aclara aún más un elemento importante del concepto cristiano de esperanza. Nuestra esperanza es siempre y esencialmente también esperanza para los otros; sólo así es realmente esperanza también para mí.40 Como cristianos, nunca deberíamos preguntarnos solamente: ¿Cómo puedo salvarme yo mismo? Deberíamos preguntarnos también: ¿Qué puedo hacer para que otros se salven y para que surja también para ellos la estrella de la esperanza? Entonces habré hecho el máximo también por mi salvación personal.' (Benedicto XVI, Enc. Spe salvi, n. 48)

El uso de velas en la liturgia y las devociones privadas es muy antiguo y tiene muchas aplicaciones; puede representar nuestras oraciones, nuestra devoción, nuestra intención de 'velar' es decir, de mantenernos despiertos y atentos en la oración para alcanzar lo que pedimos a Dios. Pero también pueden ser utilizadas con sentido supersticioso, como si se creyese que las velas, o un número determinado de velas, o alguna práctica por el estilo, pueden alcanzar, por sí mismas, de modo 'mágico', lo que pretendemos. Lo mismo se diga de esa práctica a la que usted alude, de poner un vaso de agua. Desconozco su origen y el sentido que le dan quienes así obran. Puede ser algo análogo a lasantiguas prácticas paganas, usadas más tarde por algunos cristianos, por las que se dejaba a los difuntos comida y bebida, como un modo de estar unidos a ellos en un mismo banquete. Si se piensa que el difunto necesita ese agua, sería un pensamiento supersticioso. Tal vez la práctica venga del uso del agua bendita, usada como un sacramental; en tal sentido estaría bien, mientras se entienda cuál es el sentido.

Saturday, September 17, 2011

¿Cuál es la verdadera naturaleza del alma?¿Son mis ideas aceptables para la iglesia católica?

http://paulgeaffry1.files.wordpress.com/2009/10/honduras2.jpg?w=300

Pregunta:

Yo soy católico de toda la vida, por tradición familiar, aunque francamente en pocas oportunidades me he planteado 'problemas' teológicos. Pero ahora, enfrascado en un debate cuasi teológico con un amigo partidario de la 'reencarnación', me encuentro con pocos elementos para saber si lo que yo pienso al respecto se puede considerar aceptable dentro de la teología católica o no. Esa es mi duda, y paso a contarle cual es mi pensamiento. Por supuesto rechazo la 'reencarnación'. Considero que el 'alma' de los hombres es la presencia de Dios en nosotros. Dios es esencialmente Amor, y nuestra 'facultad' de amar, nuestra capacidad de conectarnos con otros humanos en el amor, es también lo que nos conecta íntimamente con Dios. Entiendo que vivimos en el Espíritu Santo, y al morir nuestro cuerpo, nuestra alma, parte esencial del Espíritu Santo, sigue viviendo en él. No se si estoy pensando en forma cristiana católica, por favor me gustaría que me orienten al respecto. Desde ya muchas gracias.

Responde el P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.

Estimado:

Algunas de sus afirmaciones deben entenderse de modo preciso para que no induzcan al error. Concretamente sobre la naturaleza del alma la teología católica enseña:

1º El alma de cada hombre es espiritual, simple e inmortal (cf. entre otros lugares del Magisterio: León X, DH, 1440) (DH = Denzinger-Hunermann, El Magisterio de la Iglesia).

2º Es creada inmediatamente por Dios de la nada y no transmitida por sus padres (cf. Anastasio II, DH, 360).

3º 'El alma no es parte de Dios sino que fue creada de la nada' (DH, 685; es la Confesión de fe del Papa León IX, del año 1053).

4º Dios está presente en toda alma como su causa y conservador (llamada 'presencia de inmensidad').

5º La Santísima Trinidad está presente de modo especialísimo en el alma del justo por la gracia; no en quien está en pecado mortal.

6º La muerte es la separación del alma y del cuerpo. El alma es inmortal.

Vea también: Catecismo de la Iglesia Católica, nnº 363; 365-366.

Sunday, August 7, 2011

Nos Encontramos Acechados por Gente que Hace Magia Negra ¿Cómo Puedo Lograr una Buena Protección Espiritual de mi Hogar?


Responde el P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.

Pregunta:

Reciba un cordial saludo. ¿Sería tan amable de orientarme cómo puedo lograr una buena protección espiritual de mi hogar, porque continuamente nos encontramos acechados por gente que realiza prácticas de brujería y magia negra? Le agradezco de antemano su respuesta.
F.
México


Responde el P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.

Le recomiendo lo siguiente:

1) Rezar todos los días el Santo Rosario en familia.

2) Vivir todos en gracia de Dios: confesados y sin pecado mortal, con los sacramentos debidamente recibidos.

3) No permitan que se cometa pecado en su casa, no vean programas televisivos que tengan escenas deshonestas, no tengan conversaciones mundanas, etc. En definitiva vivan como una familia cristiana auténtica.

4) Hagan bendecir la casa por un sacerdote y entronizar alguna imagen de la Virgen Santísima y del Sagrado Corazón. Esto también es muy importante pero esto sin lo anterior, no sirve de nada, porque la bendición de la casa y los buenos cuadros que tengamos no cambia por sí solo nuestros corazones si estos están en pecado o están viviendo mal, y por ahí entra el diablo.

En Cristo y María

Sunday, July 17, 2011

Confesión a distancia

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Pregunta: ¿Se puede confesar a una persona vía e-mail? Gracias. Romina.

Responde el P. Jon M. de Arza, IVE:

Analicemos la cuestión que se plantea, por parte del penitente y por parte del confesor.

Para que el sacramento de la reconciliación sea válido, se requiere, entre otras cosas, la declaración de los pecados por parte del penitente (esto es, la «confesión» propiamente dicha, como acto del penitente(*)), lo cual se debe realizar de palabra, ya que la expresión vocal es el modo más usual para la manifestación de nuestros pensamientos.

Sin embargo, en caso de necesidad, sería lícito expresar los pecados por escrito, por signos o por intérprete, pero el penitente siempre debe estar presente al confesor.

¿En qué casos se puede recurrir a la confesión o declaración de los propios pecados por escrito? «… se podría recurrir a la confesión por escrito a un confesor presente en ciertos casos como los siguientes –indica el P. Miguel Á. Fuentes-:

-Cuando el penitente es mudo o habla con dificultad;

-Cuando el confesor es muy sordo o al menos tanto que hay peligro de que se escuchen los pecados confesados;

-Por vergüenza extraordinaria del penitente o por la tentación de callar alguno;

-Por falta de memoria.

Pero en estos casos es conveniente que el penitente exprese al confesor vocalmente (si es posible) que se arrepiente de los pecados consignados por escrito; al menos debe hacerlo por algún gesto», como por ejemplo, golpearse el pecho, besar un crucifijo, u otros semejantes.

Sin embargo, el mayor inconveniente para la validez de una confesión vía e-mail, viene por parte del confesor, puesto que, para sean válidas las palabras de la absolución, las mismas «han de ser pronunciadas vocalmente (aunque sea en voz baja e imperceptible) por el sacerdote sobre el penitente presente al menos moralmente. Vocalmente, porque las palabras del sacerdote son instrumento para producir la gracia en el alma del penitente. Por tanto, el sacerdote mudo no puede absolver, y también es inválida la absolución por escrito (carta, telegrama, etc.)».

Por tanto, el penitente debe estar presente al confesor, «al menos moralmente». ¿Qué significa esa presencia? No es necesario que el penitente pueda ser visto por el confesor, siendo suficiente que éste estime su presencia, como sucede cuando uno se confiesa en un confesionario provisto de rejilla. «En caso de necesidad (naufragio, terremoto, batalla) puede darse la absolución a cualquier distancia (mientras se perciba a los penitentes, pero sub conditione)».

Resumiendo: se requieren la presencia real del penitente (al menos moral), y la transmisión real de las palabras de la absolución conferida por el confesor.

El P. Fuentes concluye:

«De lo dicho se colige la probable invalidez de la absolución dada por teléfono, radio o televisión, ya que falta la presencia real del penitente, y no hay real transmisión de las palabras de la absolución, sino que son vibraciones eléctricas que reproducen la palabra humana. De todos modos la Santa Sede no se ha pronunciado definitivamente sobre esta cuestión. Por tanto, en la práctica, en caso de extrema necesidad (imposibilidad absoluta de presentarse ante el moribundo) el sacerdote puede y debe enviarle sub conditione la absolución por teléfono o radio; y con mucha mayor razón a través de un tubo o canal fonético (por ejemplo a aquéllos que quedasen atrapados en un derrumbe con peligro de muerte)».

Ahora bien, en el caso del mail es claro que no se puede dar la absolución (en este caso sería «enviar la absolución», porque no es un medio vocal (y ya vimos que es inválida la absolución por escrito). Además, el Papa Clemente VIII condenó y prohibió la absolución por mensajero, y aquí entra todo tipo de correo, ya sea personal, ya sea electrónico. Diverso es el caso del uso del «skype» o la comunicación a través de una video cámara, por ejemplo, que, en mi opinión, caería bajo el mismo juicio expresado en el párrafo anterior, es decir, que se trataría de una absolución probablemente inválida, pero que el sacerdote (dado que no existe un pronunciamiento definitivo del Magisterio sobre la cuestión) podría y debería enviar «bajo condición», en caso de extrema necesidad.



(*) Dice el P. Miguel A. Fuentes: «La confesión sacramental es la acusación voluntaria de los propios pecados cometidos después del bautismo, hecha por el penitente al sacerdote legítimo, en orden a obtener la absolución de los mismos en virtud del poder de las llaves» (FUENTES, M. A., Revestíos de entrañas de misericordia. Manual de preparación para el ministerio de la penitencia, Ediciones del Verbo Encarnado, San Rafael 52007, 71).

Sunday, June 5, 2011

Los Adivinos ¿Un negocio o algo peor?

http://www.ideal.es/granada/prensa/noticias/200804/25/fotos/064D5GRA-SOC-P1_1.jpg
Responde el P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.
 
Pregunta:

Los Adivinos ¿Un negocio o algo peor?
Respuesta:

La existencia de adivinos es algo que se remonta a los albores de la historia, y posiblemente es aún anterior. La novedad, hoy en día, es la proliferación generalizada, que adopta incluso formas y técnicas comerciales, hasta poderse decir que la adivinación constituye un sector económico, que mueve cada año cantidades sustanciosas de dinero.

La 'normalización' de esta actividad hace que sea contemplada por muchos como algo más o menos trivial, o como una manifestación -entre tantas otras- de búsqueda de seguridad, sin que tenga una particular relevancia moral. Ahora bien, ¿es así? Escasean los escritos críticos sobre esta actividad, mientras que una sencilla reflexión plantea cuestiones interesantes, por lo menos para quienes gastan tiempo y dinero como clientes, y carecen de respuestas claras. ¿Tiene algún fundamento? ¿Es simplemente un timo? ¿Hay que distinguir entre unos y otros para contestar lo anterior? ¿Es de verdad algo trivial? ¿Hay un mal en ello? Y si lo hay, ¿en qué consiste y por qué está mal? Intentaremos aquí contestar a todo ello.

Una panorámica del mercado

Comencemos por examinar brevemente lo que ofrece el mercado. A riesgo de simplificar un poco una realidad bastante compleja, podemos clasificar la oferta en cuatro categorías.

a) Adivinación sin contacto con el cliente: la forman fundamentalmente los horóscopos incluidos en los medios de comunicación. Al faltar el contacto con el receptor, se deben conformar con ofrecer predicciones generalizadas agrupadas por signos del zodiaco. Salta a la vista lo endeble de este planteamiento, cuya fiabilidad se diluye rápidamente cuando, por ejemplo, se comparan horóscopos de dos fuentes distintas, o se compara uno con otra persona nacida por las mismas fechas. Enseguida se concluye que responden a una combinatoria del azar. Pero, sin embargo, los sondeos indican que son secciones muy populares, y por ello tienden a ampliarse con horóscopos especializados para sectores concretos de personas.

b) Adivinación con contacto lejano con el cliente: se realiza a través de consultas por e-mail, y, sobre todo, por teléfono. Han proliferado mucho en estos últimos años, principalmente porque la apertura de las líneas '609' abre grandes posibilidades de negocio. Se trata de líneas muy caras, en las que el beneficio se reparte por mitades entre el operador telefónico y el negocio que se trate. Esto permite entender su funcionamiento. Se trata de poner como reclamo una figura conocida o publicitada, cuando en realidad atienden el teléfono personas contratadas por éste, bien preparadas para entretener un buen rato al cliente -con la excusa de que necesitan datos para adivinar-, engrosando así una ganancia fácil; cuando no se dispone de esa figura, la tendencia es presentarse con un ropaje de empresa especializada ('Videncia Universal', por ejemplo). La figura más conocida aquí es Rappel (pseudónimo formado con su nombre: RAfael Payá Pinilla, añadiendo el 'EL' final), que está al frente de un montaje donde trabajan más de doscientas personas, entre atención al cliente y 'merchandising' de todo tipo de objetos de adivinación y ocultismo. Buena parte de su éxito se debe, por una parte, a una cuidada imagen que mezcla exotismo y simpatía; y, por otra, a un exquisito cuidado por evitar tanto las predicciones arriesgadas como todo lo que suene a magias o 'artes' negras.

c) Adivinación con contacto directo basado en supuestas 'técnicas': éstas son las llamadas 'mancias' (p.ej., 'quiromancia': por la lectura de la palma de la mano). La realiza una gran variedad de personas: desde puestos ambulantes con una mesa de tijera y dos sillas, hasta locales más 'serios' y sofisticados, pasando por adivinos que quieren dar la imagen de santones cristianos, con altarcillo e imágenes sagradas incluidas. También hay variedad en cuanto a la publicidad: unos se anuncian, otros simplemente ponen el puesto; y en cuanto al aparato: desde barajas -'tarot'- hasta ordenadores.

d) Adivinación con recurso a espíritus, aunque esta característica no tiene por qué ser conocida por el cliente. Por eso la apariencia puede ser semejante a la categoría anterior, pero aquí lo más frecuente es la sobriedad -hay poco aparato- y la discreción: no se ejerce al aire libre ni se anuncia, de forma que se transmite por el boca a boca. Sin embargo, no suele faltar clientela, ya que sus resultados son bastante sorprendentes.

¿Qué hay de verdad en todo esto?

La respuesta es que poco. Pero conviene entender cómo funcionan en líneas generales, para comprender la apariencia de auténtica adivinación que pueden presentar. De los cuatro grupos catalogados, no merece la pena detenerse en el primero. Para los dos siguientes, hay que saber que los adivinos suelen generar confianza 'adivinando' algo de los clientes -rasgos personales, hechos del pasado- como paso previo a las predicciones de futuro. Y aquí hay algunos trucos. La sala de espera -si la hay-, la capacidad de observación y la experiencia en tratar con personas son determinantes. Así, pongamos por caso, a un hombre que hojea nerviosamente y sin fijación una revista mientras espera su turno se le puede decir que 'usted está pasando por una honda preocupación que le hace sufrir' sin asumir riesgos; o, a una mujer con una alianza en el dedo y que habla atropelladamente, se le puede afirmar que 'usted discute mucho con su marido' con bastante seguridad. El caso es que pocas personas tienen preparación y hábito para deducir de este modo, y por eso muchos suelen quedar impresionados.

En la segunda fase, lo importante es conocer cómo es la vida, para poder formular unas predicciones que parecen muy concretas y en realidad son generalizaciones que cualquiera puede asumir. Así, se pueden decir cosas como que 'alguien cercano a usted va a buscar hacerle daño' (a los no cercanos uno les suele ser indiferente), 'veo un éxito en el trabajo dentro de su familia' (estadísticamente muy probable sobre todo si 'familia' se toma en sentido amplio, como también si se sustituye el éxito profesional por una enfermedad), o 'se va a llevar próximamente una decepción de alguien muy cercano' (es algo seguro: en un sentido u otro, nadie colma las expectativas que se tienen sobre él o ella).

El cuarto grupo de adivinos también utiliza esta doble fase, pero, de entrada, hay afirmaciones precisadas que sí que se corresponden con hechos concretos. Hay alguien que sabe demasiado. Y surge así la pregunta: ¿si intervienen de verdad espíritus, de quién se trata? No es difícil entender que Dios, y quienes con Él están, no están dispuestos a prestarse a un juego de este tipo. Queda por tanto el demonio. ¿Significa esto que estamos ante un poseído? En los Hechos de los Apóstoles (16, 16-18) aparece un caso de pitonisa poseída: la esclava de Éfeso, de la que San Pablo expulsó el demonio. No debe por tanto descartarse, pero no es lo más frecuente. Al diablo le interesa más actuar con discreción; puede incluso que el adivino que le invoca no sepa a ciencia cierta con quién está tratando.

Ahora bien, saber es una cosa y adivinar otra distinta. En realidad, no se puede predecir a ciencia cierta el futuro en la medida en que éste depende de decisiones libres. Lo contrario implicaría la negación de la libertad, ya que la conducta estaría determinada de antemano por fuerzas ocultas o cualesquiera otras causas. En rigor, podría decirse que Dios no adivina el futuro: lo ve, ya que está por encima del tiempo, y todo lo conoce en presente, también lo que es futuro para nosotros. El demonio no posee esta característica, y el resultado de nuestras decisiones le es desconocido. Pero también es verdad que no todo depende de decisiones libres, y ahí sí que hay un espacio ventajoso para una inteligencia superior a la humana y que conoce mejor la realidad. Además, en la conducta humana influyen factores que, si bien no permiten un conocimiento cierto de las decisiones futuras, sí que permiten, más o menos dependiendo de los casos, establecer de antemano probabilidades. Hay ahí, por tanto, un espacio de ventaja para alguien más inteligente y mejor informado, y lo aprovecha. Así, puede 'predecir' cosas como una enfermedad ya incoada pero aún no advertida, o un despido ya decidido pero aún no comunicado; junto a ello, no faltará nunca alguna otra predicción con la correspondiente ración de sutil cizaña o de mentira.

¿Dónde está el mal?

Lo que no debe presentar dudas es, en primer lugar, el rechazo de la adivinación por parte de la moral católica. Viene de antiguo. Ya en uno de los primeros libros del Antiguo Testamento, el Levítico, se puede leer lo siguiente: 'Y si alguien acude a hechiceros o adivinos y se prostituye con ellos, volveré contra él mi rostro y lo extirparé de en medio de mi pueblo' (20, 6). Es cierto que en la predicación de Jesucristo recogida en los Evangelios no hay alusiones al tema, pero hay que buscar el motivo de ello en el hecho de que los judíos de la época habían cuidado de que apenas hubiera adivinos en Israel. El contacto del cristianismo primitivo con la sociedad pagana cambió las cosas. Sirva como botón de muestra el siguiente texto, del siglo III y referido al catecumenado: 'El encantador, el astrólogo, el adivino, el intérprete de sueños, el charlatán, el falsario, el fabricante de amuletos, desistan o sean despedidos' (Tradición Apostólica, 16). Desde entonces se ha mantenido el criterio, hasta el reciente Catecismo de la Iglesia Católica, al señalar que 'todas las formas de adivinación deben rechazarse' (n. 2116).

¿Cuál es el motivo? A primera vista, la inmoralidad parece estar del lado del adivino, bien sea por el recurso al diablo, o bien por ser consciente de que lo que hace es un montaje fraudulento. Pero, ¿qué hace de malo el cliente, que no suele ser consciente de lo uno ni de lo otro, y que acude de buena fe (si no, no pagaría)?

Hay que responder que, objetivamente, la misma pretensión de adivinación es inmoral; atenta contra Dios, de una manera u otra. Si, explícitamente o no, se sostiene que el destino depende de fuerzas ocultas, se está negando con ello nada menos que la providencia de Dios. Si lo que se busca es alguien con especiales poderes para ver el futuro, se está usurpando algo que a Dios sólo corresponde (y a quienes, derivadamente, hablan de su parte, lo que no sucede aquí). Y, si lo que se busca es una especie de santón con don de profecía, hay que recordar que el único mediador válido entre Dios y los hombres es Jesucristo, y participan de su mediación los sacerdotes; el cristiano no debe acudir a otra mediación, y menos aún cuando puede conllevar riesgos de intervenciones diabólicas. En resumidas cuentas, como señala el Catecismo de la Iglesia Católica, todas estas prácticas 'encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios' (n. 2116).

Subjetivamente, lo que suele haber entre la clientela de los adivinos es un temor a la incertidumbre del futuro, y un desmedido afán de seguridad. Es, aunque no lo parezca a primera vista, una consecuencia de la mentalidad materialista. Por una parte, cuando todo el horizonte vital no va más allá de este mundo, y por tanto todo el corazón está puesto en él, surge un miedo visceral de perderlo y un temor ante un futuro que se presenta como incierto. Por otra parte, si desaparece del alma la consideración de la providencia divina, queda el puro azar, y nadie se siente tranquilo con la consideración de que su futuro y su vida entera están sujetos a los vaivenes de una pura casualidad, por lo que crece el ansia de subsanar ese conocimiento como sea.

Lo que enseña el Evangelio es algo muy distinto. Aquí se perfila la voluntad de Dios que quiere, en primer lugar, que los hombres vivan con una cierta incertidumbre para que tengan siempre presente su destino eterno; se manifiesta, por ejemplo, en el imperativo 'velad, ya que no sabéis el día ni la hora' (Mt 24, 42). Y, junto con ello, el Señor hace repetidos llamamientos a que los hijos de Dios deben confiar en la providencia divina, que es una providencia amorosa de un Padre que cuida a sus hijos mucho más que a los lirios de campo y las aves del cielo (cfr., p.ej., Mt 6, 25-34).