Sunday, April 17, 2011

JESÚS, VINO A CURAR A LOS ENFERMOS, LIBRAR A LOS OPRIMIDOS POR LOS ESPÍRITUS IMPUROS.

http://rlv.zcache.com/jesus_healing_the_sick_magnet-p147042935231473816q6ju_400.jpg
En muchos relatos de los Evangelios, podemos descubrir que Jesús se intereso siempre por todo lo que le sucedía a los hombres, El siempre estuvo preocupado del espíritu, el alma y cuerpo, para todos ellos, El quería la sanación. Recordemos algunos sucesos, La mujer enferma de hemorragias primero creyó en El y luego recibió la curación física (Marcos 5, 25-34); el ciego sanó físicamente y luego conoció a Jesús como su Señor (Juan 9, 1-38), y muchos empezaron a creer en El por las curaciones milagrosas que presenciaron.

En efecto, Jesús, vino a curar a los enfermos, librar a los oprimidos por los espíritus impuros, El nos trajo la buena noticia, El nos enseño lo mucho que nos ama nuestro Padre Bueno, pero una de las cosas más importante que hizo por nosotros, es enseñarnos a orar y darnos ejemplo de cómo orar, El, los hacia en un lugar tranquilo, apartado y siempre antes de algo importante, se retiraba a orar. Con la oración, podemos acercar la sanación de muchos males, solo debemos poner toda nuestra confianza, con toda nuestra fe, creyendo incondicionalmente en El. Cierto día, Jesús, puesto en pie, exclamó con voz potente: “El que tenga sed, que venga a mí, y que beba el que cree en mí.” Lo dice la Escritura: De él saldrán ríos de agua viva. (Jn 7; 37-38)

Es innegable, Dios tiene el poder de curar a los enfermos y lo puede hacer a través de sus hijos, nosotros mismos, con nuestra oración. Cuando un amigo nuestro, un familiar este enfermo, oremos por él y con él. Los milagros del Señor son sorprendentes, solo se necesita amor y fe. En efecto, por amor a nuestros hermanos y al Señor, con mucha esperanza y confianza dirijamos nuestras plegarias por aquellos que necesitan curarse de algún mal, y si nos flaquean las fuerzas por que dudamos, pidamos al Señor, que nos de más fe y que nos conceda un espíritu de confianza.




         JESÚS SANÓ A MUCHOS ENFERMOS, QUE SUFRÍAN DE DIVERSOS MALES, Y EXPULSÓ A MUCHOS DEMONIOS


El fragmento de este evangelio de San Marcos, en su primera parte tiene un breve relato en la casa de Pedro. Luego, llegado el atardecer, “puesto ya el sol”, en la puerta de la casa de Pedro, llegaron muchos enfermos y endemoniados.

Como esta actividad se realiza en sábado, se enfatiza que fue al atardecer y puesto ya el sol, para indicar que el reposo sabático había concluido, por tanto era lícito trasladar los enfermos. La grandeza de Jesús es muy grande, impactante, la ciudad entera se reunió delante de la puerta. La multitud reunida, esta conmovida.

Los enfermos son traídos en dos grupos: “le llevaron a todos los enfermos y endemoniados” Y la curación se da destacando específicamente que fueron “muchos” de estos dos grupos La insistencia, especialmente destacada, sobre los “endemoniados,” a los “que (demonios) no les permitía hablar, porque le conocían” como Mesías, queriendo hacernos ver el poder de Cristo sobre los “espíritus impuros,” como prueba de su poder y realidad mesiánica y evitar conmociones improcedentes en el pueblo.

A la mañana siguiente al sábado, fue a orar a un lugar desierto cercano a Cafarnaúm. Las curaciones del día anterior hacen que la gente le buscase. Luego San Marcos, nos presenta un cuadro esquemático de la predicación de Jesús por las sinagogas de Galilea. Marcos se complace todavía en poner como una nueva rúbrica al mesianismo de Cristo, al destacar que en estas actividades apostólicas expulsaba los demonios, destacando su poder y realidad de Mesías.

Hemos visto como en la sinagoga de Nazaret, Jesús desagradó sumamente a unos oyentes que no querían oír hablar de la buena noticia de su liberación dirigida a los pobres, a los cautivos, a los ciegos y a los oprimidos, de una amnistía general de Dios, del perdón otorgado a la humanidad entera, luego predica en la sinagoga de Cafarnaún, situada algo mas al oriente, pero siempre en Galilea, allí para un endemoniado, como para otros presentes, Jesús no ha venido a liberarlos, sino a destruirlos.

Ahora, después de estar en la sinagoga, Jesús fue a la casa de Simón, allí encontró que la suegra de Simón (Pedro) tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella. Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y ésta desapareció, ella en seguida, se levantó y se puso a servirlos. La suegra de Pedro nos hace una bella enseñanza, que es la actitud de los seguidores de Cristo, al ponerse inmediatamente al servicio del Señor Jesús.

Jesús se ha dedicado a curar a los enfermos y a las personas que están dominadas por un espíritu maligno, y lo hace en forma individual, es así, como al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y Él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. El no hacer curaciones masivas, sino que personalmente, es una actitud de mucho respeto hacia la personalidad de cada enfermo.

Y los que estaban dominados por un espíritu maligno, poseídos por los demonios, también quedaban curados. Pero él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías y Jesús no quiere que a El se le de un carácter distinto al que vino, porque El ha venido para servir y no para dominar; por eso quien se encuentra con él, como la suegra de Simón, se libera para el servicio.




           “VENGAN A MÍ TODOS LOS QUE ESTÁN AFLIGIDOS Y AGOBIADOS Y YO LOS ALIVIARÉ” (MT 11,28)


Porque Jesús es el refugio de todas las necesidades y de las enfermedades su medicina, Jesús es la calma para los angustiados, los que lo siguen, saben que en El encontraran alivio, no solo a las cosas de salud, además a las del alma, por eso cuando gozamos de buena salud, también acudimos a El, y para cualquier caso, acudamos a El, como lo hacían los enfermos que rodeaban a Jesús, con sencillez y con gran confianza.

Nos enseña también Jesús que ha venido a salvar a todos los hombres, así cura a los enfermos de todas las dolencias, sin exceptuar a los mismos poseídos por el demonio.

Que bueno es saber, que para cualquier dolencia que nos aqueje, para las angustias que nos oprimen, o para los males del espíritu, tenemos a quien acudir,




           “VAYAMOS A OTRA PARTE, A PREDICAR TAMBIÉN EN LAS POBLACIONES VECINAS, PORQUE PARA ESO HE SALIDO”


En la segunda parte, el Evangelio nos relata que: Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando. Por eso, cuando la gente supo que cuando amaneció, Jesús se fue a un lugar desierto, comenzaron a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos. Pero él les dijo: --Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido --"

Los apóstoles le dijeron a Jesús, --Todos te andan buscando --, indicándonos, la necesidad de Jesús que tenían las gentes, la misma que tenemos hoy de nuestro Señor, necesidad de su Mirada, su cercanía y su Palabra, y especialmente en ese tiempo de oír su Voz. La mirada de Jesús nos conmueve, nos convierte, nos cambia, nos hace arrepentirnos, su suave susurro que nos llega al ponernos en su presencia, nos encanta y nos da paz. ¿Entonces como no buscarlo?. Busquemos también a Jesús, en cada instante de nuestra vida, para servirlo y conocerlo más, al encontrarlo, tendremos paz, alegría en el corazón y su gracia por siempre.

Dios les bendiga.

No comments:

Post a Comment

Deja Tu Comentario: