Sunday, August 7, 2011

El Sacerdote que Desafió a Hitler.

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El 3 de mayo de 1987 el Papa Juan Pablo II ha concedido el título de beato al P. Rupert Mayer, que ya era objeto de gran devoción popular en Alemania.

El 2 de mayo de 1899 había sido ordenado como sacerdote diocesano. Un año y medio más tarde entró a la Compañía de Jesús más conocidos como jesuitas.

Desde 1912 trabajó en Munich. En aquella gran ciudad encontró infinidad de gente pobre que había venido del campo o de los pueblecitos. El padre se dedicó a buscarles techo y empleo, lo mismo que ropa y comida. Por supuesto, sobre todo se interesó por defender la fe de aquellos inmigrantes, que estaba amenazada por el desarraigo y por el paganismo de la gran ciudad.

También se ocupó de los universitarios, promoviendo entre ellos la Congregación Mariana y la comunión mensual. Además fue co-fundador de una congregación de religiosas dedicadas al apostolado con las familias

Cuando se desencadenó la guerra del 14, el P. Mayer se ofreció voluntariamente como capellán, atravesó Francia, Polonia, Rumania, siempre en primera línea de combate. Se mezclaba con sus soldados en la trincheras, animándolos a confesarse, y permanecía con los moribundo hasta el último suspiro. No le cansa- ba celebrar hasta ocho misas para asistir a todos los que estaban a s cuidado.

Por su valor recibió la Cruz de Hierro, honor rara vez otorgado a un capellán. Pero su carrera militar se cortó en seco cuando fue herido y perdió una pierna a fines de 1916.

Siguió luchando en Munich contra todos los problemas de la posguerra, como predicador, confesor y formador de laicos comprometidos, mediante la Congregación Mariana de hombres, que fueron sus colaboradores en la defensa de los perseguidos y los necesitados, no menos que en la promoción de la fe cristiana.

En 1928 introdujo la costumbre de que los domingos hubiera misas en las terminales de ferrocarril. El mismo ofició las dos primeras misas, a partir de las 3 de la mañana.

Asistía a las reuniones de los comunistas y socialistas, para poner en claro sus errores. Mientras otros no se daban cuenta de los errores que esparcía Hitler desde sus comienzos, con gran valentía el P. Mayer los combatía, sin apartarse de su posición exclusivamente religiosa.

En enero del 33 Hitler llegó a ser canciller del gobierno alemán. Clausuró los centros de enseñanza de la Iglesia y combatió las Ordenes Religiosas. El P. Mayer habló con toda claridad en la céntrica iglesia de San Miguel. La Gestapo le ordenó suspender sus predicaciones y dos semanas después lo arrestó y sentenció condicionalmente. Los superiores jesuitas le pidieron que no hablase en público y obedeció hasta que los nazis, tomando pie de su silencio, lo difamaron públicamente.
Para aclarar las cosas, los superiores le dieron licencia de volver al púlpito. Así, en enero de 1938 se le aplicó la condicionada sentencia. Volvió en mayo a Munich y redujo su trabajo a pequeños grupos de discusión.

En 1939 estuvo confinado en un campo de concentración, cerca de Berlin. Después de siete meses, en que su salud se habla deteriorado, temiendo los nazis que su muerte fuera tomada como un martirio, fue confinado con arresto domiciliario a una abadía en los Alpes. Todo lo que había sufrido hacía que a los 69 años fuera ya un anciano.
Al final de la guerra, en 1945, retomó sus antiguos apostolados. En noviembre de ese año celebraba la misa de todos los santos.

Leído el Evangelio, comenzó a predicar, sobre cómo imitar a los santos y compartir con ellos el cielo. A mitad del sermón, sufrió un desmayo y murió poco después. Esos fueron los hechos. Para pintar su interior se podrían usar estas palabras :
El P. Rupert Mayer fue como un profeta: lo que para muchos, en su tiempo, era impenetrable y ambiguo, él lo vio pronto con toda claridad. Su sensibilidad para la injusticia era insobornable.

Estaba interiormente anclado en Dios y en la Santísima Virgen María, y esto lo hacia discernir los espíritus y salir sin condiciones por los derechos de Dios y de los hombres.

"No puedo callar" era su Lema. Y su plegaria favorita: "Señor, como tú quieras, cuando quieras, lo que quieras y mientras tú quieras... que así se haga".

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