Saturday, December 6, 2014

Cristologia: La Curación del Leproso




Por: P. Enrique Cases | Fuente: Catholic.net



Entre los milagros que llevaron a muchos a creer y que mueven a Nicodemo a hablar con Jesús está la curación del leproso. Los evangelistas no señalan expresamente que fue en aquellos días, y lo sitúan de un modo inconcreto en una ciudad, pero parece muy probable que sea el Simón leproso el mismo que invitará a Jesús a comer unos días antes de la tercera pascua en Betania. Debía ser un personaje más o menos importante. La proximidad pudo conmover más a Nicodemo que procura enterarse del mensaje de Jesús y de su misma persona.

"Y vino hacia Él un leproso que, rogándole de rodillas, le decía: Si quieres, puedes limpiarme. Y compadecido, extendió la mano, le tocó y le dijo: Quiero, queda limpio. Y al momento, desapareció de él la lepra y quedó limpio. Le conminó y enseguida lo despidió, diciéndole: Mira, no digas nada a nadie; pero anda, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio. Sin embargo, una vez que se fue, comenzó a proclamar y a divulgar la noticia, hasta el punto de que ya no podía entrar abiertamente en ciudad alguna, sino que se quedaba fuera, en lugares apartados. Pero acudían a Él de todas partes" (Mc).


Verificar la curación

La lepra es una enfermedad especialmente grave, pues junto a las llagas que deforman el cuerpo y que llevan lentamente a la muerte, se cría que era contagiosa y, por ello el leproso está sometido a prohibiciones como el acercarse a los sanos bajo pena de lapidación. Si se producía una curación tenía que se verificada por los sacerdotes. Era fácil ver en esta enfermedad la triste condición del pecador.


Acto de fe

El leproso acude a Jesús, con riesgo de su vida, con una petición humilde y dolorida:"si quieres, puedes limpiarme" Es un acto de fe, pues afirma que puede curarle, que está en su poder, y desea que esté también en su querer. Jesús no investiga su fe, la ve. Y accede rápidamente, lo toca con todo lo que esto llevaba de contaminarse legal y físicamente, dice "quiero, sé limpio", y se cura. La inmediata petición de discreción sorprende, pues muchos otros milagros son hechos para que crean los presentes; aquí hay silencio, quizá porque, en este caso, la lepra no era aún publica, o por otra razón que los evangelistas callan. Sí se le pide que vaya a los sacerdotes. No dice si siguió como discípulo; pero todo parece indicar que no sólo lo fue, sino que se cuenta entre el grupo de incondicionales, o amigos, si se quiere expresar así. Jesús quiere discreción para que no se malogren el crecimiento de sus primeras acciones en Judea.

Cristologia: La Curación del Paralítico




Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados.


Por: P. Enrique Cases | Fuente: Catholic.net

Los amigos ayudan, la fe cura

"Subiendo a una barca, cruzó de nuevo el mar y vino a su ciudad. Entonces le presentaron a un paralítico postrado en una camilla". Las gentes del pueblo se apiñan para ver a Jesús. La admiración y la sorpresa; la curiosidad y la necesidad, unidas a la fe religiosa, les empujan al nuevo Maestro. Los que llevan al paralítico no pueden acceder hasta el lugar donde está al Señor, e idean abrir el techo de la casa de Pedro para que el enfermo sea visto y curado. Todos se sorprenden de aquella amistad que conduce a estos extraños y extraordinarios modos, pero lo cierto es que el paralítico, que no podía acudir a pedir la curación por la naturaleza de su enfermedad, tiene amigos, y los amigos responden. "Al ver Jesús la fe de ellos" -fe y amistad que les hacen agradables al Señor- mira con misericordia al hombre que desciende del techo en rara figura, y dijo al paralítico: "Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados". Esta vez, antes que la curación, el perdón. La sanación del alma. Este hecho no pasa inadvertido a ciertos escribas que dijeron en su interior: "éste blasfema". Conociendo Jesús sus pensamientos, dijo: "¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? Qué es más fácil, decir: tus pecados te son perdonados, o decir: levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados, dijo al paralítico: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. El se levantó y se marchó a su casa. Al ver esto, las multitudes se atemorizaron y glorificaron a Dios por haber dado tal poder a los hombres"(Mt).


El poder de perdonar

Si el modo en que Jesús ha perdonado al paralítico fuera sólo una cuestión de formas, parecería que Jesús hacía un juego de palabras; dar el perdón podía ser un juego más del hablar. Pero curar un paralítico no se puede hacer con palabras, y Jesús lo cura como señal de que verdaderamente ha perdonado el pecado. Es decir, tiene el poder de perdonar, algo que sólo Dios puede hacer. El hecho es importante y el milagro se ha convertido en un signo de la liberación del pecado, algo mucho más importante que una limitación corporal. Jesús perdona, hace algo reservado a Dios. Algunos pueden pensar que lo hace sólo como enviado de Dios. Otros pueden pensar que Dios está en medio de ellos. Pero los hechos son testimonio elocuente: el paralítico anda y alaba a Dios, y Jesús perdona los pecados.


Comienzan las oposiciones

En esta curación se advierte la primera oposición a Jesús tan sólo con críticas internas. La proclamación del reino no va a ser pacífica cuando se desvele más claramente quién es Él.


La Buena Nueva

Los hechos conmocionaron a toda la región y, cada vez más, acuden de todas partes para ver a Jesús. Los dolientes y sus familiares se ponen en movimiento. Jesús habla, anuncia la buena nueva, y cura.

Cristologia; Jesús y los Enfermos


Jesús y las personas

¿Qué decía Jesús a los enfermos? ¿Cómo les daba esperanza? ¿Por qué curaba a algunos? 


Por: P. Antonio Rivero, L.C. | Fuente: Libro Jesucristo.




Si uno lee con detención los Santos Evangelios descubre todo un mundo, un océano de dolor que parece rodear a Jesús. Parece un imán que atrae a cuanto enfermo encuentra en su paso por la vida. Él mismo se dijo Médico que vino a sanar a los que estaban enfermos. No puede decir "no" cuando clama el dolor. El amor de Jesús a los hombres es, en su última esencia, amor a los que sufren, a los oprimidos. El prójimo para Él es aquel que yace en la miseria y el sufrimiento (cf. Lc 10, 29 ss). La buena nueva que vino a predicar alcanzaba sobre todo a los enfermos.

El dolor y el sufrimiento no son una maldición, sino que tienen su sentido hondo. El sufrimiento humano suscita compasión, respeto; pero también atemoriza. El sufrimiento físico se da cuando duele el cuerpo, mientras que el sufrimiento moral es dolor del alma. Para poder vislumbrar un poco el sentido del dolor tenemos que asomarnos a la Sagrada Escritura que es un gran libro sobre el sufrimiento.(105) El sufrimiento es un misterio que el hombre no puede comprender a fondo con su inteligencia. Sólo a la luz de Cristo se ilumina este misterio. Desde que Cristo asumió el dolor en todas sus facetas, el sufrimiento tiene valor salvífico y redentor, si se ofrece con amor. Además, todo sufrimiento madura humanamente, expía nuestros pecados y nos une al sacrificio redentor de Cristo.

La enfermedad en tiempos de Jesús.

El estado sanitario del pueblo judío era, en tiempos de Jesús, lamentable. Todas las enfermedades orientales parecían cebarse en su país. Y provenían de tres fuentes principales: la pésima alimentación, el clima y la falta de higiene.

La alimentación era verdaderamente irracional. De ahí el corto promedio de vida de los contemporáneos de Jesús y el que veamos con tanto frecuencia enfermos y muertos jóvenes en la narración evangélica. Pero era el clima el causante de la mayor parte de las dolencias. En el clima de Palestina se dan con frecuencia bruscos cambios de calor y frío. El tiempo fresco del año, con temperaturas relativamente bajas, pasa, sin transición ninguna, en los "días Hamsin" (días del viento sur del desierto), a temperaturas de 40 grados a la sombra. Y, aun en esos mismos días, la noche puede registrar bruscos cambios de temperatura que, en casas húmedas y mal construidas como las de la época, tenían que producir fáciles enfriamientos, y por lo mismo, continuas fiebres. Y con el clima, la falta de higiene.

De todas las enfermedades la más frecuente y dramática era la lepra que se presentaba en sus dos formas: hinchazones en las articulaciones y llagas que se descomponen y supuran. La lepra era una terrible enfermedad, que no sólo afectaba al plano físico y corporal, sino sobre todo al plano psicológico y afectivo. El leproso se siente discriminado, apartado de la sociedad. Ya no cuenta. Vive aislado. Al leproso se le motejaba de impuro. Se creía que Dios estaba detrás con su látigo de justicia, vengando sus pecados o los de sus progenitores. Basta leer el capítulo trece del Levítico para que nos demos cuenta de todo lo que se reglamentaba para el leproso. ¡La lepra iba comiendo sus carnes y la soledad del corazón! Todos se mantenían lejos de los leprosos. E incluso les arrojaban piedras para mantenerlos a distancia.

¿Cuál era la postura de los judíos frente a la enfermedad? Al igual que los demás pueblos del antiguo Oriente, los judíos creían que la enfermedad se debía a la intervención de agentes sobrenaturales. La enfermedad era un pecado que tomaba carne. Es decir, pensaban que era consecuencia de algún pecado cometido contra Dios. El Dios ofendido se vengaba en la carne del ofensor. Por eso, el curar las enfermedades era tarea casi exclusivamente de sacerdotes y magos, a los que se recurría para que, a base de ritos, exorcismos y fórmulas mágicas, oraciones, amuletos y misteriosas recetas, obligaran a los genios maléficos a abandonar el cuerpo de ese enfermo. Para los judíos era Yavé el curador por excelencia (cf. Ex 15, 26).

Más tarde, vino la fe en la medicina (cf. Eclesiástico 38, 1-8). No obstante, la medicina estaba poco difundida y no pasaba de elemental. Por eso, la salud se ponía más en las manos de Dios que en las manos de los médicos.

Monday, December 1, 2014

El Ministerio de la Oración: Liberación y Sanación Interior



La oración por los hermanos es una oración de intercesión que se dirige a Dios a favor de una persona, orando en presencia de esta persona, con la manifestación de los carismas que el Espíritu done libremente a aquel grupito de personas para ayudar a la persona necesitada. En este sentido el ministerio de la oración por los hermanos y el de intercesión viven dos realidades tanto espirituales como ministeriales muy cercanas.  

Recordamos para el ministerio de intercesión, cuáles son las condiciones espirituales más importantes para la oración de intercesión: la fe (confianza), la perseverancia, el perdón, la asistencia del Espíritu Santo.

Señalamos algunos aspectos que pueden concernir más específicamente a la oración sobre los hermanos: cuando hablamos de fe como condición indispensable para la oración es suficiente (y ciertamente no es poco) poseer un don de fe que sea confianza incondicional en el amor omnipotente de Dios. Por lo tanto no es indispensable el carisma de la Fe carismática, o sea el don que el Espíritu concede a algunos de modo que puedan “saber” y afirmar, con absoluta certeza lo que Dios realizará (curaciones, signos, milagros, etc.).

LA ORACIÓN DE LIBERACIÓN


La oración de liberación es una oración dirigida a Dios normalmente hecha por un grupo de creyentes para pedir la liberación del maligno a favor del que sufre su influjo con exclusión de los casos de posesión diabólica (siempre reservados al exorcismo).

En la oración de liberación non es legítimo, por parte de los laicos y también de los sacerdotes que no tengan las debidas licencias, dirigirse directamente al demonio incluso cuando no se trate de posesión diabólica. Es necesario que el grupo de oración esté constituido  por hermanos que posean las cualidades humanas (un buen equilibrio psíquico), espirituales (vida de gracia) y que el grupo, en su conjunto, posea dones carismáticos (carisma de misericordia, carisma de intercesión, carisma de discernimiento, carisma de autoridad) y haya recibido una buena formación en esta materia.

La oración de liberación debe ser objeto de un atento discernimiento.

Un primer discernimiento  se obtiene, antes de la oración, dedicando a la persona que pide la liberación, un tiempo suficiente para una escucha delicada y paciente. Un segundo discernimiento se logrará durante la oración sobre la persona, antes de comenzar una eventual oración de liberación, confiándose sobre todo a los carismas (si están presentes) de discernimiento y discernimiento de espíritus.

Un discernimiento final es el que nace después de la oración cuando se evaluando lo sucedido entre los miembros del equipo de oración.

Todo equipo adaptará este itinerario de discernimiento al camino realizado, la formación madurada, y sobre todo una consideración humilde a cerca de los frutos derivados de la experiencia vivida juntos.

Tomado de “El ministerio de la oración por los que sufren” Fray Alejandro R. Ferreirós OFM Conv

LA ORACIÓN DE SANACIÓN INTERIOR


Todos hemos experimentado, al menos alguna vez, sufrimientos, conflictos interiores, cólera fuerte e irracional, miedos, tristeza, etc. Frecuentemente estas situaciones derivan de un estado de “enfermedad interior” debido a heridas o traumas recibidos durante nuestra vida (incluso en los primeros instantes o incluso en la vida prenatal).
Sabemos por el Evangelio que Jesús puede curarnos no sólo físicamente sino también interiormente: psicológicamente, emocionalmente, espiritualmente.
No es necesario saber con precisión qué cosa, en nosotros, tiene necesidad de sanación, aunque el saberlo ayude. Nosotros podemos orar para ser sanados interiormente y dejar que el Señor nos guíe en aquello que debemos hacer o por lo que debamos orar seguidamente.
La oración por la sanación interior se realiza, generalmente en un pequeño grupo (como los del ministerio de oración sobre los hermanos).
El que recibe las oraciones de sanación interior o de liberación debe saber cuánto es indispensable el estado de gracia y la conciencia de que la sanación debe situarse siempre dentro de un proceso de conversión y creciente encuentro con el Señor.
Tomado de “El ministerio de la oración por los que sufren” Fray Alejandro R. Ferreirós OFM Conv

LOS CAMINOS DE SANACIÓN INTERIOR Y LIBERACIÓN



Las oraciones de sanación interior y las de liberación requieren, normalmente, un cierto camino de repetición durante el cual la persona obtiene beneficios siempre mayores. A fín de que estos beneficios no tarden en verificarse y para evitar el peligro de malograr las intervenciones del Señor es necesario que este camino vea:
* La colaboración activa de la persona que sufre
* El sostén por parte de la comunidad de oración, particularmente por parte de los ministerios de intercesión y oración sobre los hermanos.
La colaboración activa se puede realizar de diversos modos como acogida del plan de salvación o sanación que Dios quiera donarnos. Por ejemplo:
*  Participación asidua en la oración comunitaria
*  Ejercicio del perdón
*  Frecuencia en los sacramentos
* Meditación de la Palabra de Dios (particularmente de los pasajes bíblicos recibidos durante las oraciones)
* Realización de las obras (comportamientos, actitudes, gestos, oraciones, etc) que el Señor pide para nuestra conversión y sanación
* Recurrir a la dirección espiritual.
 El responsable del grupo de oración, con delicadeza y amor, recordará siempre a los que sufren la necesidad de su propia colaboración activa en el curso de un camino de sanación o liberación.
El apoyo del grupo y particularmente el apoyo ministerial ayuda mucho a superar las dificultades que aparecen, a lo largo del camino. El responsable del equipo de oración que sigue un camino de sanación deberá compartir siempre son el equipo y el coordinador del ministerio las modalidades con las cuales es oportuno intervenir para apoyar a las personas que reciben oraciones. Se tratará de modalidades que, en el respeto de la colaboración activa indicada, deberán ser objeto de un discernimiento que tiene en cuenta la situación específica.
Tomado de “El ministerio de la oración por los que sufren” Fray Alejandro R. Ferreirós OFM Conv

INDICACIONES PARA LA ORACIÓN DE SANACIÓN INTERIOR



La oración de sanación interior se refiere  principalmente a todos los trastornos que han afectado la psiquis (sobre todo en la esfera afectiva y emocional o de los recuerdos) influenciando negativamente comportamientos o modos de pensar. Estos afectan luego otras esferas, la vida espiritual o física de la persona.

Dios, en su sabiduría y preocupación por cada uno, conoce el momento más indicado y la gradualidad con la que se debe ofrecer la sanación interior. El equipo de oración pedirá al Señor recibir el discernimiento carismático antes de comenzar la oración de sanación interior sobre la persona que sufre. Por el mismo motivo, durante la oración, es bueno evitar realizar un camino de sanación basado únicamente en modelos descriptos en libros específicos.

Se deben también evitar los métodos que hagan referencia a psicoterapia (reservada a médicos expertos en este campo).

El conocimiento de las situaciones (presentes o pasadas) de la vida del enfermo, aunque se crea proveniente de presuntos carismas, debe ser usado con gran discernimiento en cuando no siempre es positivo manifestar abiertamente al enfermo hechos que se refieren a aspectos particulares delicados de la vida personal.

La sanación interior no puede proceder sin una coherencia suficiente y un compromiso, por parte del solicitante, en el cuidado de la propia vida espiritual. Con tal propósito recordamos que el sacramento de la reconciliación es indispensable para recibir la sanación interior. En caso de dificultades serias a nivel espiritual se recomienda dirigirse a un sacerdote.

Los traumas, las heridas psíquicas, pueden provocar condicionamientos incluso muy fuertes que disminuyen la libertad de la persona. Es tarea de la oración de sanación interceder  para que el paciente sea liberado de estos condicionamientos. Esta oración no tiene que ser confundida con la oración de liberación como comúnmente señala la renovación (liberación de las influencias del maligno).

Durante la oración de sanación interior podría ser útil una oración de liberación en aquellos casos en los cuales el discernimiento (posiblemente carismático) realizado por el equipo que ora, lleve a pensar que la sanación interior se encuentre obstaculizada por un influjo negativo del demonio.

La sanación interior requiere normalmente un camino de algunas sesiones. Este camino debe ser propuesto con delicadeza al interesado de modo que pueda expresarse en merito con toda libertad.

Tomado de “El ministerio de la oración por los que sufren” Fray Alejandro R. Ferreirós OFM Conv

INDICACIONES SOBRE LA ORACIÓN DE LIBERACIÓN



INDICACIONES SOBRE LA ORACIÓN DE LIBERACIÓN

La oración de liberación es una oración de intercesión que se dirige a Dios para que la persona sobre la cual se ora sea liberada de la influencia del maligno.

Se realiza en los casos de necesidad efectiva y solamente después de un discernimiento por parte del grupo que ora.

Requiere la conciencia y la preparación por parte de todo el grupo que reza. En caso de que el discernimiento muestre la utilidad, debe ser propuesta, con discreción y sensibilidad, a la persona necesitada.

Requiere la participación activa de esta persona y puede ser repetida algunas veces, preocupándose de que no sustituya el compromiso personal (conversión, perdón, oración, alabanza, vida de gracia) de quien la recibe.

En ningún caso puede volverse un exorcismo (aunque no se lo exprese claramente) y por lo tanto  no puede comportar un diálogo dirigido al demonio o a otros espíritus.

Ninguna oración de liberación (ni exorcismo) puede referirse a presuntos influjos negativos o presuntos ligámenes ejercidos por las almas de los difuntos ya que de ninguna de ellas es lícito presumir su condenación y por lo tanto que sea instrumento del demonio. Tampoco es lícito creer que las almas en un eventual estado de purificación puedan hacer el mal.

Tomado de “El ministerio de la oración por los que sufren” Fray Alejandro R. Ferreirós OFM Conv

CAMINOS DE SANACIÓN Y APOYO MINISTERIAL



CAMINOS DE SANACIÓN Y APOYO MINISTERIAL

El comienzo de un camino de sanación interior o liberación es un momento muy delicado para la vida espiritual y psicológica de la persona. Por lo tanto se debe realizar un discernimiento atento por parte del coordinador junto con los responsables del equipo cuando se recibe alguna solicitud.

En todo momento se debe tomar en seria consideración la disponibilidad de la persona para seguir con esfuerzo las indicaciones que el Espíritu quisiera dar y la disponibilidad a un camino de conversión. La participación de la persona debe ser libre, consciente y clara.

La duración del camino de oración dependerá del discernimiento del equipo teniendo en cuenta los frutos, la participación activa del interesado, los momentos de pausa necesarios para una maduración personal y para recibir lo que el Señor va obrando. Luego de un número razonable de oraciones es sabio interrumpir, al menos momentáneamente el camino.

Finalizada cada oración el responsable debe recordar a la persona la palabra que el Señor le ha dado que se volverá un punto de referencia para el camino personal de oración que se realiza.

Los miembros del equipo compartirán, luego de cada oración, la acción salvífica que el Señor está realizando. Evitando caer en la tentación de volverse un consejero espiritual, el coordinador mantendrá un diálogo abierto con la persona por la que se ora con respecto a su camino.

Al finalizar cada oración los presentes deben evitar  hacer comentarios personales y, si es posible, invitarán al hermano a permanecer unos minutos delante del Santísimo.

Se indicará oportunamente la importancia de prepararse con el tiempo necesario desarrollando la oración personal y la vida sacramental.

En el caso de que el coordinador, durante un tiempo razonable, no tenga más noticias sobre las necesidades que motivaron la oración, deberá establecer si es que todavía subsisten las condiciones para proseguir con la de intercesión.

Finalmente es importante que se exhorte a los hermanos a permanecer en contacto para poder ofrecer eventuales testimonios.

Tomado de “El ministerio de la oración por los que sufren” Fray Alejandro R. Ferreirós OFM Conv

Comienza el Adviento



El Adviento es el comienzo del Año Litúrgico, empieza el domingo más próximo al 30 de noviembre y termina el 24 de diciembre. Son los cuatro domingos anteriores a la Navidad y forma una unidad con la Navidad y la Epifanía.

El término "Adviento" viene del latín adventus, que significa venida, llegada. El color usado en la liturgia de la Iglesia durante este tiempo es el morado. Con el Adviento comienza un nuevo año litúrgico en la Iglesia, 

El sentido del Adviento es avivar en los creyentes la espera del Señor.
Se puede hablar de dos partes del Adviento:

Primera Parte

Desde el primer domingo al día 16 de diciembre, con marcado carácter escatológico, mirando a la venida del Señor al final de los tiempos;

Segunda Parte

Desde el 17 de diciembre al 24 de diciembre, es la llamada "Semana Santa" de la Navidad, y se orienta a preparar más explícitamente la venida de Jesucristo en las historia, la Navidad.

Las lecturas bíblicas de este tiempo de Adviento están tomadas sobre todo del profeta Isaías (primera lectura), también se recogen los pasajes más proféticos del Antiguo Testamento señalando la llegada del Mesías. Isaías, Juan Bautista y María de Nazaret son los modelos de creyentes que la Iglesias ofrece a los fieles para preparar la venida del Señor Jesús.

Monday, November 24, 2014

Milagros Eucaristicos 1 Padre Carlos Cancelado.

Las Florecillas de San Francisco Capitulo XIV



En los comienzos de la Orden, estaba una vez San Francisco reunido con sus compañeros en un eremitorio hablando de Cristo; en esto, impulsado por el fervor de su espíritu, mandó a uno de ellos que, en nombre de Dios, abriese la boca y hablase de Dios como el Espíritu Santo le inspirase. Obediente al mandato recibido, el hermano habló de Dios maravillosamente; San Francisco le impuso silencio, y mandó lo mismo a otro; éste obedeció, a su vez, y habló de Dios con mucha penetración; San Francisco le impuso silencio de la misma manera y mandó al tercero que hablase de Dios; también éste comenzó a hablar tan profundamente de las cosas secretas de Dios, que San Francisco conoció que, al igual que los otros dos, hablaba bajo la acción del Espíritu Santo.

Y esto quedó demostrado, además, por una señal expresa, porque, mientras se hallaban en esa conversación, apareció Cristo bendito en medio de ellos con el aspecto y figura de un joven hermosísimo, y, bendiciéndoles a todos, los llenó de tanta dulcedumbre, que todos quedaron al punto fuera de sí y cayeron a tierra como muertos, ajenos totalmente a las cosas de este mundo. Cuando volvieron en sí, les dijo San Francisco:

-- Hermanos míos amadísimos, dad gracias a Dios, que ha querido, por la boca de los sencillos, revelar los tesoros de la divina sabiduría, ya que Dios es quien abre la boca a los mudos y hace hablar sabiamente a los sencillos.

En alabanza de Cristo. Amén.

Las Florecillas de San Francisco. Capítulo XIII




Cómo San Francisco y el hermano Maseo
colocaron sobre una piedra, junto a una fuente,
el pan que habían mendigado,
y San Francisco rompió en loores a la pobreza.

El admirable siervo y seguidor de Cristo messer San Francisco, para conformarse en todo perfectamente a Cristo, quien, como dice el Evangelio, envió a sus discípulos de dos en dos a todas las ciudades y lugares a donde Él debía ir, una vez que, a ejemplo de Cristo, hubo reunido doce compañeros, los mandó de dos en dos por el mundo a predicar. Y para darles ejemplo de verdadera obediencia, se puso el primero en camino, a ejemplo de Cristo, que comenzó a obrar antes que a enseñar. Habiendo asignado a los compañeros las otras partes del mundo, él tomó al hermano Maseo por campanero y se dirigió a tierras de Francia (3).

Al llegar un día muy hambrientos a una aldea, fueron, según la Regla, a pedir de limosna el pan por amor de Dios. San Francisco fue por un barrio y el hermano Maseo por otro. Pero como San Francisco era de aspecto despreciable y pequeño de estatura (4), por lo que daba la impresión, a quien no le conocía, de ser un pordiosero vil, no recogió sino algunos mendrugos y desperdicios de pan seco. Al hermano Maseo, en cambio, por ser tipo gallardo y de buena presencia, le dieron buenos y grandes trozos, y aun panes enteros.

Tuesday, November 11, 2014

YO EN LA CAMA, TU EN LA CRUZ.



¡Jesús, Jesús! Yo en la cama y Tu en la cruz.

Yo en la cama, acostado; Tu en la cruz, clavado.

Yo, la cabeza en blanda almohada; Tu, la tuya, de espinas coronada.

Yo, quejándome; Tu, animándome.

Yo, sin pensar que mis dolores unidos a los Tuyos, tienen un valor infinito.

Tu, anhelando sufrir más para pagar nuestros pecados.

Jesús, Jesús, yo en la cama y Tu en la cruz.

Jesús, creo en ti. Jesús, espero en ti. Jesús, voy a ti.

CREO EN TI



Cuando llega la dificultad y las pruebas, en los momentos de angustia, de duda o enfermedad, es bueno decir al Señor que seguimos creyendo en El.

1. Señor, Tu siempre me has dado la fuerza necesaria y aunque débil, creo en Ti.

2. Señor, Tu siempre me has dado la paz de cada día y aunque angustiado, creo en Ti.

3. Señor, Tu siempre me has guardado en la prueba y aunque estoy en ella, Creo en Ti.

4. Señor, Tu siempre has alumbrado Mis tinieblas y aunque no tengo luz, creo en Ti.

ACEPTACIÓN DE LA ENFERMEDAD I



Señor Jesús, la enfermedad ha llamado a la puerta de mi vida: una experiencia dura, una realidad difícil de aceptar. No obstante, te doy gracias por esta enfermedad: me ha hecho tocar con la mano la fragilidad y la precariedad de la humana existencia. Ahora miro todo con otros ojos: lo que soy y lo que tengo, no me pertenece, es un don tuyo. He descubierto qué quiere decir depender, tener necesidad de todo y de todos, no poder hacer nada solo.

He vivido la soledad y la angustia, también el afecto y la amistad de tantas personas.

¡Señor!, aunque me es difícil, repito: "¡Hágase tu voluntad!".

Te ofrezco mis sufrimientos y los uno a los de Cristo Crucificado.

Bendice las personas que me asisten y las que sufren por mí. Amén.

ACEPTACIÓN DE LA ENFERMEDAD II




Ayúdame, Señor, a obtener el fruto espiritual que Tú pretendes con esta enfermedad que me has enviado. Haz que comprenda que las enfermedades del cuerpo me ayudan a conseguir un conocimiento más perfecto del mismo, a desprenderme de todo lo creado y me invitan mediante la espontánea reflexión que trae consigo, sobre la brevedad de la vida, a trabajar con más empeño y seriedad en preparar mi alma para la vida futura donde no existe ni enfermedad ni pena, sino el eterno gozo de tu compañía.


Ayúdame, Señor, a obtener el fruto espiritual que Tú pretendes con esta enfermedad que me has enviado. Haz que comprenda que las enfermedades del cuerpo me ayudan a conseguir un conocimiento más perfecto del mismo, a desprenderme de todo lo creado y me invitan mediante la espontánea reflexión que trae consigo, sobre la brevedad de la vida, a trabajar con más empeño y seriedad en preparar mi alma para la vida futura donde no existe ni enfermedad ni pena, sino el eterno gozo de tu compañía.

ORACIÓN POR UN ENFERMO



Señor Jesús, aquel (aquella) a quien amas está enfermo (a). Tú lo puedes todo; te pido humildemente que le devuelvas la salud. Pero, sin son otros tus designios, te pido le concedas la gracia de sobrellevar cristianamente su enfermedad.

En los caminos de Palestina tratabas a los enfermos con tal delicadeza que todos venía a ti, dame esa misma dulzura, ese tacto que es tan difícil de tener cuando se esta sano.

Que yo sepa dominar mi nerviosismo para no agobiarle, que sepa sacrificar una parte de mis ocupaciones para acompañarles, si es su deseo.
Yo estoy lleno de vida, Señor, y te doy gracias por ello. Pero haz que el sufrimiento de los demás me santifique, formándome en la abnegación y en la caridad. Amén.

Oración Para Antes de Dormir




Padre mío, ahora que las voces se silenciaron
y los clamores se apagaron, aquí al pie de la cama
mi alma se eleva hasta Tí, para decirte:
Creo en Tí, espero en Tí, te amo con todas
mis fuerzas, Gloria a Tí Señor.

deposito en tus manos, la fatiga y la lucha,
las alegrías y desencantos de este día
que quedó atrás.

Si los nervios me traicionaron, si los impulsos
egoístas me dominaron, si di entrada al rencor
o a la tristeza, ¡Perdón, Señor!. Ten piedad de mí.

Si he sido infiel, si pronuncié palabras vanas,
si me dejé llevar por la impaciencia.
Si fui espina para alguien ¡Perdón, Señor!.
No quiero esta noche entregarme al sueño, sin sentir
sobre mi alma la seguridad de tu misericordia,
tu dulce misericordia, enteramente gratuita, Señor.

Te doy gracias, Padre mío, porque has sido la sombra
fresca que me ha cobijado durante todo este día.
Te doy gracias porque, invisible, cariñoso, envolvente,
me has cuidado a lo largo de estas horas.

Señor, a mi alrededor ya todo es silencio y calma.
Envía el ángel de la paz a esta casa. Relaja mis nervios
sosiega mi espíritu, suelta mis tensiones,
inunda mi ser de silencio y serenidad.

Vela sobre mí, Padre querido, mientras me entrego
confiado al sueño, como un niño que duerme
feliz entre tus brazos.

En tu nombre Señor, descansaré tranquilo.
Amén.

Thursday, November 6, 2014

Testimonio del Padre Jordi Rivero



Era yo un joven estudiante de ingeniería cuando mi madre me invitó a un grupo de oración. La primera visita fue una gran sorpresa. Los cantos de alabanza, el gozo, los brazos elevados hacia el cielo y el entusiasmo por la Palabra de Dios. Era evidente que aquellas personas creían en un Dios vivo que se manifestaba entre ellos. Se oraba por los enfermos, con frecuencia se cantaba y rezaba en unas lenguas extrañas según el don de lenguas. 

Algunas personas dieron sus testimonios de curación o de favores recibidos. Otra experiencia nueva para mi fue escuchar palabras dichas en nombre de Dios: “Hijos míos les amo”, “Hijos míos quiero un pueblo fiel y obediente”. Sabía que eran mensajes bíblicos, pero todos los escuchaban concientes que son mensajes dirigidos a nosotros ahora y le daban gracias a Dios.

Pregunté si eran católicos y sonriendo me dijeron “¡claro!”. Yo no estaba muy convencido hasta que me demostraron que ese mismo año (1975) habían celebrado una gran conferencia en Roma y el Papa les había concedido celebrar la Santa Misa en el altar mayor de San Pedro presidida por el Cardenal Suenens.  

Monday, November 3, 2014

Sexualidad Cristiana: El SIDA y su Prevención

En el envase de los preservativos, en la publicidad y en los lugares donde éstos se distribuyen, una advertencia que diga que el preservativo no es seguro


Por: Entrevista al Cardenal Alfonso Lópéz Trujillo | Fuente: Radio Vaticano





¿Podría usted establecer establecer su posición tal como lo explicó en la BBC respecto a la ineficacia del uso de preservativos para prevenir la difusión del SIDA?

Mis afirmaciones en una reciente entrevista con la BBC de Londres, en el programa Panorama, hablando del uso de la contracepción para prevenir la difusión del SIDA, trataban de establecer lo siguiente.
Imaginaba que este asunto era mejor conocido, y me sorprendí con algunas de las reacciones. Es aún más curioso porque el programa no ha sido aún retransmitido. El asunto del “sexo seguro” ha sido tratado en varios estudios científicos. Entre mis preocupaciones estaba la intención de no engañar a la gente, especialmente a la juventud, haciéndolos pensar que es “seguro”, cuando de hecho eso aún no ha sido probado. ¿Cuántos jóvenes han tomado el camino de la promiscuidad, presionados por la falsa hipótesis, y han caído víctimas de esta pandemia? ¡Es una responsabilidad muy seria!

Acompañar al Enfermo en su Dolor


Un hasta luego que nos hará sentir que no fue tiempo perdido el que pasamos junto a él


Por: Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net




Acompañar al enfermo en su dolor
Cada hombre enfermo toca nuestro corazón de un modo particular. La mayoría experimenta compasión, un profundo deseo de asistir o acompañar a quien sufre, a quien vive la experiencia de la incapacidad, del dolor, tal vez la desesperación y la amargura.

El dolor de otros nos afecta a todos. Querríamos aliviarlo, ayudarle a encontrar caminos para curarlo, u ofrecerle medios para una rápida recuperación. Querríamos que el enfermo no quedase abandonado a su suerte. Querríamos que pudiese encontrar maneras para seguir en la vida de un modo más o menos autosuficiente, libre, indoloro.

A veces no podemos hacer casi nada para que regrese la deseada salud, pero sí mucho para mostrar nuestro afecto y cercanía. Eso ya es mucho. A veces basta con estar allí, a su lado. Con una palabra oportuna, o con la sonrisa de siempre; con un chiste, o con el recuerdo de momentos más felices, más buenos.

Friday, October 17, 2014

El Dolor Que Santifica



Muchas veces te habrás preguntado por qué ciertas personas permanecen años y años sufriendo, sin morir. A primera vista, parece que no tiene sentido el sufrimiento de esas personas inválidas o ancianas que, lentamente, se van consumiendo entre dolores y privaciones.

La fe, por consiguiente, es la que te da la respuesta.

La Pasión de Jesucristo viene a dar un sentido nuevo al dolor. A partir de la Cruz, el sufrimiento se vuelve redentor. Nos santifica a nosotros y a los demás. En vista de la eternidad, nuestra vida es comparada al “al soplo del viento que pasa”, y por eso todo sufrimiento es pasajero cuando recordamos los tesoros infinitos que Dios reservó para el que Él ama.

Los justos serán probados por Dios, dice la Escritura, y el dolor los purificará de sus pecados, llegando a ser semejantes a Cristo.

“Los probo, como se prueba el oro en el crisol

donde se funde el metal,

Y los aceptó como víctimas

consumidas por el fuego.”

(San 3,6)

La persona que sufre por mucho tiempo y sabe aceptar con amor sus sufrimientos, no solamente se santifica a sí misma sino que, además, engrandece el Cuerpo de Cristo y hace que la Iglesia de los hermanos en la fe crezca abundantemente.

Citas de la Biblia Para Los Enfermos



Para quien cree en Cristo, las penas y los dolores de la vida presente son signos de gracia y no de desgracia, son pruebas de la infinita benevolencia de Dios, que desarrolla aquel designio de amor, según el cual, como dice Jesús, el sarmiento que dé fruto, el Padre lo podará, para que dé más fruto. (Jn 15, 2) (Pablo Vl, Hom. 5-X-197.)

Valor redentor del dolor: 2 Cor.

Misterio del dolor: Job 42, 1-6.

Coger la Cruz y seguir a Cristo: Lc 9, 23.

El sufrimiento de aquí abajo no tiene proporción con la gloria del cielo: 2 Cor 4, 17.

En el "mundo nuevo" no habrá ya dolor, ni pena: Apoc 7, 17; 21, 4.

Oración de un afligido: Salmo 102

El Señor es mi pastor: Salmo 23

Paciencia y confianza: Eclesiástico 2:2-6.

"¡Ten confianza en el Señor! ¡Ten valor, no te desanimes! ¡Sí, ten confianza en el Señor!" Salmo 27:14

"Pero tú Señor, eres mi escudo protector, eres mi Gloria, eres quien me reanima." Salmo 3:4

"Tú Señor, eres mi fuerza; ¡yo te amo! Tú eres mi protector, mi lugar de refugio, mi libertador, mi Dios, la roca que me protege, mi escudo, el poder que me salva, mi más alto escondite". Salmo 18: 1-3

"Señor, mi protector, a ti clamo. No te niegues a responderme, ya puedo contarme entre los muertos. Oye mis gritos cuando te pido ayuda, cuando extiendo mis manos hacia tu santo templo….¡Bendito sea el Señor, que ha escuchado mis ruegos! El Señor es mi poderoso protector; en él confié plenamente y él me ayudó. Mi corazón está alegre; cantaré y dare gracias al Señor." Salmo 28 : 1-2, 6-7

"Bendito sea el Señor, que con su amor hizo grandes cosas por mí en momentos de angustia. En mi inquietud llegué a pensar que me habías echado de tu presencia; pero cuando te pedí ayuda, tú escuchaste mis gritos." Salmo 31 : 21-22

"Recurrí al Señor y él me contestó, y me libró de todos mis temores. Los que miran al Señor quedan radiantes de alegría y jamás se verán defraudados. Este pobre gritó y el Señor lo oyó y lo libró de todas sus angustias. El angel del Señor protege y salva a los que honran al Señor." Salmo 34: 4-7

"¿Por qué voy a desanimarme? ¿Por qué voy a estar preocupado? Mi esperanza he puesto en Dios, a quien todavía seguiré alabando. ¡El es mi Dios y Salvador!" Salmo 42:5

"Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza; nuestra ayuda en momentos de angustia. Por eso no tendremos miedo, aunque se deshaga la tierra, aunque se hundan los montes en el fondo del mar, aunque ruja el mar y se agiten sus olas, aunque tiemblen los montes a causa de su furia." Salmo 46: 1-2

"Cuando tengo miedo confío en ti. Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no tengo miedo." Salmo 56:3-4

"Yo canto al Señor, que me da fuerzas. ¡Él es mi Salvador!" Salmo 118: 14

"A ti clamo, Señor, y te digo: ‘Tú eres mi refugio; tú eres todo lo que tengo en esta vida. Presta atención a mis gritos, porque me encuentro sin fuerzas." Salmo 142: 5-6

"He aprendido a hacer frente a cualquier situación, lo mismo a estar satisfecho que a tener hambre, a tener de sobra que a no tener nada. A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece." Filipenses 4: 12-13

"Por eso no nos desanimamos. Pues aunque por fuera nos vamos deteriorando, por dentro nos renovamos día a día. Lo que sufrimos en esta vida es cosa ligera, que pronto pasa; pero nos trae como resultado una Gloria eternal mucho más grande y abundante. Porque no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve, ya que las cosas que se ven son pasajeras, pero las que no se ve son eternas. Nosotros somos como una casa terrenal, como una tienda de campaña no permanente; pero sabemos que si esta tienda se destruye, Dios nos tiene preparada en el cielo una casa eternal, que no ha sido hecha por manos humanas." 2 Corintios 4: 16-18, 5: 1-2.

"Dios ha preparado para los que lo aman cosas que nadie ha visto ni oído, y ni siquiera pensado." 1 Corintios : 9

Textos Sobre la Enfermedad y el Sufrimiento



Presencia del dolor y de la enfermedad en el mundo

Cinco son las causas de las enfermedades que afligen a los hombres: la de aumentar sus méritos, como aconteció con Job y los mártires; la de conservar su humildad, de lo que es ejemplo San Pablo combatido por Satanás (2 Cor 12); que conozcamos nuestros pecados y nos enmendemos, como sucedió a María hermana de Moisés (Num 12) y al paralítico de Cafarnaun (Mc 2, Iss.); para mayor gloria de Dios, como ocurrió con el ciego de nacimiento (Jn 9) y con Lázaro (Jn 11); y la que es un principio de condenación, como ocurrió con Herodes (Hech 12) y con Antioco (2 Rey 9) (San Beda, en Catena Aurea, vol. IV, p. 55).

Vosotros tenéis que desarrollar una tarea altísima, estáis llamados a completar en vuestra carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia (Col 1, 24). Con vuestro dolor podéis afianzar a las almas vacilantes, volver a llamar al camino recto a las descarriadas, devolver serenidad y confianza a las dudosas y angustiadas. Vuestros sufrimientos, si son aceptados y ofrecidos generosamente en unión de los del Crucificado, pueden dar una aportación de primer orden en la lucha por la victoria del bien sobre las fuerzas del mal, que de tantos modos insidian a la humanidad contemporánea. En vosotros, Cristo prolonga su pasión redentora. ¡Con Él, si queréis, podéis salvar el mundo! (Juan Pablo 11, Turin, 13-lV-1980).

Los enfermos y la mortificación

Sunday, October 5, 2014

Oración de Sanación



Padre todopoderoso y lleno de misericordia, por el poder que me concede tu Palabra, expulsa de mí toda enfermedad. 

Restaura la fuerza en mi cuerpo y el gozo a mi espíritu, de modo que con mi salud restaurada, pueda bendecirte y servirte ahora y siempre. Bendito y alabado seas por siempre!.

Amen.

Oración Sanadora de Renuncia



Querido Señor Jesús, es mi voluntad ofrecerte todo lo que soy y todo lo que quiero ser. Te abro todos los rincones de mi corazón e invito a tu Espíritu Santo a que habite en mi interior.

Te ofrezco mi vida, mi corazón, mi mente, mi cuerpo, mi alma, mi espíritu, todas mis esperanzas, planes y sueños. Te entrego mi pasado, presente y futuro, mis hábitos, mis defectos de carácter, mis actitudes, mi sustento, mis bienes, mis finanzas, mi seguro médico, mi trabajo y todas mis relaciones. 

Te entrego mi salud, mis discapacidades, mi aspecto físico, mi hogar, mi familia, mi matrimonio, mis hijos, mi sexualidad y mis amistades. Te pido que seas el Señor de cada aspecto de mi vida. Te ofrezco mis heridas, dolores, preocupaciones, ansiedades y miedos, y te pido que me limpies.

Entrego todo a tu amoroso cuidado. Por favor, Señor, háblame claramente. Abre mis oídos para escuchar tu voz. Abre mi corazón para tener una comunión contigo aun más íntima. Necesito desesperadamente sentir tu abrazo cariñoso. Cierra las puertas que necesitan ser cerradas y abre las puertas que deben ser abiertas. Pon mis pies en el camino recto y estrecho que conduce a la vida eterna. Amén.

Salmo 51



Ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor; conforme a tu inmensa bondad, borra mis transgresiones. Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado.

Yo reconozco mis transgresiones; siempre tengo presente mi pecado. Contra ti he pecado, sólo contra ti, y he hecho lo que es malo ante tus ojos; por eso, tu sentencia es justa, y tu juicio, irreprochable. Yo sé que soy malo de nacimiento; pecador me concibió mi madre.

Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría. Purifícame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve. Anúnciame gozo y alegría; infunde gozo en estos huesos que has quebrantado. Aparta tu rostro de mis pecados y borra toda mi maldad.

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me alejes de tu presencia ni me quites tu Santo Espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu obediente me sostenga.

Oración de Sanación (Isaías 53)




Precioso Señor Jesús, te agradezco tu amor eterno. Viniste al mundo para liberarme del poder de las tinieblas. Abrazaste una muerte violenta en la cruz para pagar mis culpas. Sufriste azotes atado a la columna, cargaste así sobre tu propia carne las enfermedades de la humanidad, para que yo pudiese ser sanado.

Ahora vengo ante Ti para poner todo mi pecado sobre tu cruz y pedir que tu sangre preciosa me lave. Pongo en la cruz la culpa por mi maldad, todas mis enfermedades, y por tu dolorosa pasión te pido que me liberes. Acepto tu sacrificio y recibo el regalo de la reconciliación. Confieso tu Señorío sobre cada aspecto de mi vida, corazón, mente, cuerpo, alma y espíritu.

Por el poder de tu cruz, Señor Jesús, resisto ahora toda forma de pecado y de enfermedad causados por mi propia desobediencia. Proclamo que ellas no forman parte de la buena y perfecta voluntad de Dios para mi vida y hago cumplir el poder de la cruz sobre ellas ahora mismo.

Por la Sangre del Señor Jesucristo de Nazaret que fue derramada, ordeno a toda enfermedad y dolencia que se alejen de mi presencia inmediatamente. Jesús cargó mis enfermedades y dolores. Él fue herido por mis transgresiones. Por sus Llagas fui sanado. Ninguna enfermedad, dolor, muerte, miedo o adicción me dominará jamás otra vez. La pena se ha pagado por completo. He sido rescatado y redimido, santificado y liberado. Amén.

la Oración de Intercesión




la oración de  intercesión es el acto de orar en favor de otros. El papel del mediador en la oración era común en el Antiguo Testamento (como con Abraham, Moisés, David, Samuel, Ezequías, Elías, Jeremías, Ezequiel y Daniel). Pero Cristo es señalado en el Nuevo Testamento como el intercesor fundamental: y es por ello que toda la oración cristiana se convierte en intercesora, puesto que es ofrecida a Dios por y a través de Cristo. 

Jesús cerró la brecha entre Dios y nosotros cuando Él murió en la cruz. Él fue el más grande mediador (intercesor) que haya existido. Por esta causa, ahora podemos interceder en oración a favor de otros cristianos, o por los perdidos, pidiendo a Dios que les conceda arrepentirse de acuerdo a Su voluntad. “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.” (1 Timoteo 2:5). “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.” (Romanos 8:34).

Pregunta: ¿Es Lícito Dar Calmantes a un Enfermo Dejándolo Inconsciente?



Estimado Padre: Nuestra anciana madre está enferma desde hace años, y ha entrado ya en una etapa que los médicos consideran terminal. Sus dolores son realmente enormes y los calmantes que le suministran hace sólo un mínimo efecto; ella no está consciente la mayor parte del tiempo desde hace meses. A nosotros nos causa mucha pena verla sufrir tanto, y los médicos que la atienden nos han sugerido que habría que aumentar la dosis de las drogas que recibe para calmarla y mantener esta medicación hasta que Dios la llame, pero esto la llevaría a perder definitivamente la conciencia y nosotros, sus hijos, estamos perplejos. ¿Es lícito hacer esto? Algunos de mis hermanos dicen que no ven problema; pero yo no estoy seguro. ¿Me podría orientar para tomar una decisión correcta?

Responde el Padre Miguel A. Fuentes, IVE



Estimada:

El problema del uso de analgésicos que adormecen la conciencia y la licitud de su uso ya le fue planteada al Papa Pío XII a fines de los años ’50. El dilema se plantea porque, como usted dice, por un lado se produce la mitigación del dolor, pero esto sucede en muchos casos a costa de la duración de la vida, que con ello se abrevia 1.