Todos hemos experimentado, al menos alguna vez, sufrimientos, conflictos interiores, cólera fuerte e irracional, miedos, tristeza, etc. Frecuentemente estas situaciones derivan de un estado de “enfermedad interior” debido a heridas o traumas recibidos durante nuestra vida (incluso en los primeros instantes o incluso en la vida prenatal).
Sabemos por el Evangelio que Jesús puede curarnos no sólo físicamente sino también interiormente: psicológicamente, emocionalmente, espiritualmente.
No es necesario saber con precisión qué cosa, en nosotros, tiene necesidad de sanación, aunque el saberlo ayude. Nosotros podemos orar para ser sanados interiormente y dejar que el Señor nos guíe en aquello que debemos hacer o por lo que debamos orar seguidamente.
La oración por la sanación interior se realiza, generalmente en un pequeño grupo (como los del ministerio de oración sobre los hermanos).
El que recibe las oraciones de sanación interior o de liberación debe saber cuánto es indispensable el estado de gracia y la conciencia de que la sanación debe situarse siempre dentro de un proceso de conversión y creciente encuentro con el Señor.
Tomado de “El ministerio de la oración por los que sufren” Fray Alejandro R. Ferreirós OFM Conv
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