¿Qué es y qué origen tiene la fiesta de Halloween? |
Responde el P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E. |
Pregunta: Nos gustaría tener información histórica y teológica sobre la festividad de Halloween, el Día de los difuntos y de los santos. |
Respuesta:
Les contesto con información que salió
publicada en la agencia informativa Zenit. Transcribo literalmente lo
que publicaron con ocasión del milenario de la Fiesta de los difuntos
el 30 de octubre de 1998.
1. Milenario de la fiesta de los difuntos
Juan Pablo II envío el 12 de octubre un mensaje al
obispo francés Raymond Séguy, de Autun, Chalon y Macon, y abad
titular de Cluny, con motivo de las ceremonias conmemorativas del
milenario del día de Todos los Fieles Difuntos, instituido por San
Odilón, monje benedictino y quinto Abad de Cluny.
Juan Pablo II recuerda que 'San Odilón deseó
exhortar a sus monjes a rezar de modo especial por los difuntos. A
partir del Abad de Cluny comenzó a extenderse la costumbre de
interceder solemnemente por los difuntos, y llegó a convertirse en lo
que San Odilón llamó la Fiesta de los Muertos, práctica todavía hoy en
vigor en la Iglesia universal'.
'Al rezar por los muertos -escribe el Santo
Padre-, la Iglesia contempla sobre todo el misterio de la Resurrección
de Cristo que por su Cruz nos obtiene la salvación y la vida eterna.
La Iglesia espera en la salvación eterna de todos sus hijos y de todos
los hombres'.
Tras subrayar la importancia de las oraciones por
los difuntos, escribe: 'Las oraciones de intercesión y de súplica que
la Iglesia no cesa de dirigir a Dios tienen un gran valor. El Señor
siempre se conmueve por las súplicas de sus hijos, porque es Dios de
vivos. La Iglesia cree que las almas del purgatorio 'son ayudadas por
la intercesión de los fieles, y sobre todo, por el sacrificio
propiciatorio del altar', así como 'por la caridad y otras obras de
piedad'.
Finalmente, el Papa anima a los católicos 'a rezar
con fervor por los difuntos, por sus familias y por todos nuestros
hermanos y hermanas que han fallecido, para que reciban la remisión de
las penas debidas a sus pecados y escuchen la llamada del Señor'[1].
2. Del Samain celta al Halloween, pasando por los difuntos
El 31 de octubre por la noche, en los países de
cultura anglosajona o de herencia celta, se celebra la víspera de la
fiesta de Todos los Santos, con toda una escenografía que antes
recordaba a los muertos, luego con la llegada del Cristianismo a las
ánimas del Purgatorio, y que ahora se han convertido en una ensalada
mental en la que no faltan creencias en brujas, fantasmas y cosas por
el estilo. En cambio, en los países de cultura mediterránea, el recuerdo
de los difuntos y la atención a la muerte se centra en el 2 de
noviembre, el día siguiente a la celebración de la resurrección y la
alegría del paraíso que espera a la comunidad cristiana, una familia
de 'santos' como la entendía San Pablo.
Diversas tradiciones se unen, se mezclan y se
influyen mutuamente en este comienzo de noviembre en las culturas de
los países occidentales. En Asia y Africa, el culto a los antepasados y
a los muertos tiene fuertes raíces pero no está tan ligado a una
fecha concreta como en nuestra cultura.
Un antecedente de esta fiesta lo encontramos entre
los romanos que celebraban los Lemura en mayo y practicaban diversas
estratagemas para alejar a los fantasmas y, sobre todo, para hacerlos
amigos. Las raíces de la fiesta actual se remontan al VII o VI siglo
antes de Cristo, cuando los celtas, justamente el 31 de octubre,
celebraban el Samain, cambio de año. Creían que los muertos volvían a
la tierra y, para festejar su venida, encendían grandes hogueras y
preparaban gran cantidad de comida. La antigua creencia mezclada con
supersticiones llegó hasta Estados Unidos y empezó a formar parte del
folklore autónomo. La calabaza, añadida después, tiene su origen en
los países escandinavos y luego regresó a Europa y al resto de América
gracias a la colonización cultural de sus medios de comunicación y
los telefilmes y películas importados.
En los últimos años, comienza a hacer furor entre
los quinceañeros mediterráneos y latinoamericanos que olvidan sus
propias y ricas tradiciones para adoptar la hueca calabaza iluminada.
En Hallowe'en (de All hallow's eve), literalmente la Víspera de Todos
los Santos, la leyenda anglosajona dice que es fácil ver brujas y
fantasmas. Los niños se disfrazan y van -con una vela introducida en
una calabaza vaciada en la que se hacen incisiones para formar una
calavera- de casa en casa. Cuando se abre la puerta gritan: 'trick or
treat' (broma o regalo) para indicar que gastarán una broma a quien no
les de una especie de propina o aguinaldo en golosinas o dinero.
Una antigua leyenda irlandesa narra que la
calabaza iluminada sería la cara de un tal Jack O'Lantern que, en la
noche de Todos los Santos, invitó al diablo a beber en su casa,
fingiéndose un buen cristiano. Como era un hombre disoluto, acabó en
el infierno.
Con la llegada del cristianismo, mientras en los
países anglosajones tomaba forma la procesión de los niños disfrazados
pidiendo de puerta en puerta con el farol en forma de calavera, en
los mediterráneos se extendían otras costumbres ligadas al 1 y 2 de
noviembre. En muchos pueblos españoles existe una tradición de ir de
puerta en puerta tocando, cantando y pidiendo dinero para las 'ánimas
del Purgatorio'. Hoy en día, aunque menos que antaño, se siguen
visitando los cementerios, se arreglan las tumbas con flores, se
recuerda a los familiares difuntos y se reza por ellos; en las casas se
hablaba de la familia, de todos los vivos y de los que habían pasado a
otra vida y se consumían dulces especiales, que perduran para la
ocasión, como en España los buñuelos de viento o los huesos de santo.
Mientras tanto, al otro lado del océano y al sur
de Estados Unidos, la tradición católica llevada por españoles y
portugueses se teñía de color propio en cada país americano, mezclada a
los ritos locales precoloniales y al folklore del lugar. México es
uno de los países en que ha tomado mayor fuerza y colorido la fiesta
de Todos los Santos.
Muchos se disfrazan de muertos o se ponen máscaras
de calaveras y se consumen dulces en forma de cráneo o de esqueleto.
En este sentido, los obispos de dos diócesis mexicanas vecinas a
Estados Unidos, Sonora y Sinaloa, han llamado la atención sobre la
influencia estadounidense que hace perder las tradiciones autóctonas e
incita al consumismo y a imitar una tradición que hoy es más pagana
que cristiana. El arzobispo de Hermosillo, José Ulises Macías, dijo que
'los mexicanos debemos arraigarnos a nuestras propias costumbres que
son ricas y divertidas, pues cada nación tiene sus festividades de
acuerdo a sus sucesos históricos y sociales'.
Seguramente en Galicia se unen dos tradiciones: la
celta y la católica, por lo que es esta la región de España en la que
más perdura la tradición del recuerdo de los muertos, las ánimas del
Purgatorio, muy unidas al folklore local, y las leyendas sobre
apariciones y fantasmas. En toda España perdura una costumbre
sacrosanta que se ha introducido en los hábitos culturales: la de
representar en esta fecha alguna obra de teatro ligada al mito de Don
Juan Tenorio. Fue precisamente este personaje, 'el burlador de Sevilla
o el convidado de piedra', creado por el fraile mercedario y
dramaturgo español Tirso de Molina, el que se atrevió a ir al
cementerio, en esta noche, a conjurar las almas de quienes habían sido
víctimas de su espada o de su posesividad egoísta.
En todas estas representaciones ritos y recuerdos
pervive un deseo inconsciente, y más bien pagano, de exorcizar el
miedo a la muerte, sustraerse a su angustia. El mito antiguo del
retorno de los muertos, se ha convertido hoy en fantasmas o dráculas
con efectos especiales en los filmes de terror.
Sin embargo, para los creyentes es la fiesta de
todos los Santos la que verdaderamente tiene relevancia y refleja la
fe en el futuro para quienes esperan y viven según el Evangelio
predicado por Jesús. Es lo que ha subrayado Juan Pablo II, en su
catequesis del pasado miércoles. El respeto a los restos mortales de
quienes murieron en la fe y su recuerdo, se inscribe en la veneración
de quienes han sido 'templos del Espíritu Santo'.
Como asegura Bruno Forte, profesor de la Facultad
teológica de Nápoles, al contrario de quienes no creen en la dignidad
personal y desvalorizan la vida presente creyendo en futuras
reencarnaciones, el cristiano tiene 'una visión en las antípodas' ya
que 'el valor de la persona humana es absoluto'. Es ajena también al
dualismo heredero de Platón que separa el cuerpo y el alma. 'Este
dualismo y el consiguiente desprecio del cuerpo y de la sexualidad no
forma parte del Nuevo Testamento para el que la persona después de la
muerte sigue viviendo en tanto en cuanto es amada por Dios'. Dios,
añade el teólogo, 'no tiene necesidad de los huesos y de un poco de
polvo para hacernos resucitar. Quiero subrayar que en una época de
'pensamiento débil' en la que se mantiene que todo cae siempre en la
nada, es significativo afirmar la dignidad del fragmento que es cada
vida humana y su destino eterno'[2].
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Tuesday, October 30, 2012
¿Qué es y Qué Origen Tiene la Fiesta de Halloween?
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