Casi
de repente, sin darnos cuenta, llega un día en que no tenemos deseos de
levantarnos y sentimos que la cama es un buen refugio del que salir es
todo una aventura, y donde el mero hecho pensar en levantarse,
arreglarse y salir a calle, resulta difícil o se ve como una tarea
imposible. Puede también que en momentos del día nos invada una angustia
inexplicable o sintamos unas tremendas ganas de llorar, sin motivo
aparente.
Muchas
veces estos sentimientos se ven acompañados por la falta de apetito y
por una profunda fatiga y sensación de debilidad. Y si encima nos cuesta
dormir, esas noches casi eternas son una estupenda oportunidad de que
nuestra cabeza se vea asaltada por pensamientos repetitivos e
incontrolables, de menosprecio, incompetencia, culpabilidad, autocrítica
y negatividad, en los que interpretamos lo que hemos sido y somos,
recordamos los malos momentos que estamos viviendo y nos abate el futuro
negro que intuimos.
Y
puede también que desde hace ya un tiempo nos hayamos ido alejando de
los amigos y de la familia, y donde haya días en los que no tengamos
ganas de ver a nadie, donde prefiramos estar solo, y esto a su vez nos
vaya llevando a un profundo sentimiento de soledad y abatimiento, donde
no queremos estar con nadie, pero tampoco podamos estar con nosotros
mismos.
Y
cuando esto representa nuestro día a día ¿qué nos está pasando?. Pues
lo más probable es que estemos ante una depresión. Y ante la depresión
hay que actuar, ya que supone un deterioro importante en la calidad de
vida de las personas, que en sus formas más graves lleva incluso a
preferir morir en lugar de continuar con una vida con la que sienten que
ya no pueden.
La
depresión hace que uno se sienta agotado, inútil y desesperanzado.
Estas formas negativas de pensar y sentirse hacen que las personas se
vean muchas veces en un túnel sin salida. Sin embargo, es importante
entender que las maneras negativas de ver las cosas son parte de la
depresión y que no reflejan, del todo, la realidad de una forma
objetiva.
Será
necesario desarrollar modos de pensamiento más positivos, pero sobre
todo más objetivos y realistas, que reemplacen los pensamientos
negativos que son parte de la depresión. De modo que los pensamientos
relacionados con la culpa, ser inútil, la autocrítica, etc., vayan dando
paso a un mayor respeto, aceptación de uno mismo y, en definitiva, a
un aumento de la autoestima y el ánimo.
Es
importante fijarse metas realistas, sin tratar de asumir una cantidad
excesiva de responsabilidades, y sin buscar ser quiénes éramos y cómo
éramos antes de la depresión, sino viendo desde donde partimos en este
momento. También lo es involucrarse en actividades que nos ayuden a
sentirnos mejor, pero no por el mero hecho de entretenerse, sino de
participar en actividades que sean valiosas para uno mismo.
Puede
ayudar dividir las metas en partes pequeñas, estableciendo prioridades y
valorando más lo que se es capaz de hacer, que lo que se es incapaz de
realizar. No esperes que tu estado de ánimo mejore de inmediato, sino
que es un camino largo y que habrá que recorrer poco a poco. Sentirse
mejor lleva su tiempo.
En
cuanto al tratamiento de la depresión, la orientación
cognitivo-conductual tiene una larga tradición y probada eficacia. Desde
las perspectivas conductuales y la posterior terapia cognitiva, hasta
las recientes terapias de activación conductual, de aceptación y
compromiso o las que incluyen las habilidades mindfulness. Todas ellas
constituyen alternativas válidas que nos permiten a los psicólogos
ofrecer opciones de tratamiento eficaces para mejorar la calidad de vida
de las personas con depresión. Para ello, pide ayuda e intenta
encontrar a la persona que creías perdida.
Fernando Bermejo
Instituto de Psicología PSICOMED – Tus psicólogos en Collado Villalba
www.psicomed.es
No comments:
Post a Comment
Deja Tu Comentario: