Sinopsis: La relevancia que le damos los católicos a María es firmemente bíblica. Cuando la recordamos con tanto amor, simplemente cumplimos lo que dice la Palabra.
La devoción a María se encuentra desde los primeros días del cristianismo.
Al leer el relato de la anunciación del capítulo 1 del evangelio de San Lucas, María se declaró esclava del Señor sin condiciones, y luego Santa Isabel, la madre de Juan el Bautista, llena del Espíritu Santo (Lc 1, 41), la declara a gritos "bendita entre todas las mujeres" (Lc 1, 42) y "Madre de Dios" (Lc 1, 43) y , a continuación de lo cual María advierte que TODAS LAS GENERACIONES la "llamarán bienaventurada" (Lc 1, 48). Negarse a reconoce el papel de María es negar al Espíritu Santo.
Como hombres y mujeres llamados a ser hermanos de Jesús e imitadores suyos (Rm 8, 29; Ga 4, 28; Hb 2, 16-18), cumplamos también el mandamiento que ordena “Respeta a tu padre y a tu madre...” (Ex 20, 12), pues María es nuestra madre común, ¿o es que de veras crees que un verdadero hijo hace a un lado a su mamá?
Dice el Papa en su catequesis sobre "La santidad perfecta de María":
"1. En María, llena de gracia, la Iglesia ha reconocido a la «toda santa, libre de toda mancha de pecado, (...) enriquecida desde el primer instante de su concepción con una resplandeciente santidad del todo singular» (Lumen gentium, 56).
Este reconocimiento requirió un largo itinerario de reflexión doctrinal, que llevó a la proclamación solemne del dogma de la Inmaculada Concepción.
El término «hecha llena de gracia» que el ángel aplica a María en la Anunciación se refiere al excepcional favor divino concedido a la joven de Nazaret con vistas a la maternidad anunciada, pero indica más directamente el efecto de la gracia divina en María, pues fue colmada, de forma íntima y estable, por la gracia divina y, por tanto, santificada. El calificativo «llena de gracia» tiene un significado densísimo, que el Espíritu Santo ha impulsado siempre a la Iglesia a profundizar.
2. En la catequesis anterior puse de relieve que en el saludo del ángel la expresión llena de gracia equivale prácticamente a un nombre: es el nombre de María a los ojos de Dios. Según la costumbre semítica, el nombre expresa la realidad de las personas y de las cosas a que se refiere. Por consiguiente, el título llena de gracia manifiesta la dimensión más profunda de la personalidad de la joven de Nazaret: de tal manera estaba colmada de gracia y era objeto del favor divino, que podía ser definida por esta predilección especial.
El Concilio recuerda que a esa verdad aludían los Padres de la Iglesia cuando llamaban a María la toda santa, afirmando al mismo tiempo que era «una criatura nueva, creada y formada por el Espíritu Santo» (Lumen gentium, 56).
La gracia, entendida en su sentido de gracia santificante que lleva a cabo la santidad personal, realizó en María la nueva creación, haciéndola plenamente conforme al proyecto de Dios."
No olvidemos nunca que Jesús fue verdadero hombre y verdadero Dios. Como hombre y judío, ciertamente cumplía en forma completa el mandamiento que ordena amar a padre y madre. Siendo así, resulta fácil entender que Jesús llamara en ocasiones "mujer" a su mamá. Y eso es porque con esa palabra, Jesús indicaba el papel que su mamá estaba desempeñando. Veamos por ejemplo el caso de las bodas de Caná (Jn 2, 1-11). La conversión de agua en vino ocurre como conclusión de la semana del bautismo de Jesucristo. Esa primera señal milagrosa de Nuestro Señor ocurre a instancias de su Santa Madre, a quien llama "mujer", justamente como hacemos nosotros con nuestras esposas. ¿A qué se refería Jesús al llamarla "mujer"? Es el mismo trato de Dios a su pueblo, Israel, conforme los textos proféticos. A través de María, Jesús reafirma la alianza de amor con su pueblo (los que estaban en la boda; recordemos que el matrimonio es aún hoy signo la Alianza de Dios con quienes ama). Mira que el vino representa el amor ("Tus amores son un vino exquisito...", Ct 1, 3; "Tus palabras sean como vino generoso", Ct 7, 10, etc.) y a la Nueva Alianza que sellará Jesucristo con su Preciosa Sangre:
"Tomó luego una copa, y después de dar gracias, se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: "Esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que será derramada por una muchedumbre."" (Mc 14, 24)
Nuestro Señor convierte el agua en vino, que es también símbolo de la felicidad futura (Am 9, 14; Os 2, 24, etc.) y de la era mesiánica:
"Y nadie echa vino nuevo en envases de cuero viejos, porque el vino haría reventar los envases y se echarían a perder el vino y los envases. ¡A vino nuevo, envases nuevos!". (Mc 2, 22)
Además las bodas son símbolo de los tiempos mesiánicos (lee Mt 22, 1-14 o Ap 19, 7-9, entre otros textos).
En el pasaje el efecto de la intercesión es evidente. María trata al Mesías como una mamá a su hijo: moviendo su voluntad llenar de amor el lugar, aunque la Hora de Jesús no había llegado.
¿Puedes leer de nuevo el pasaje de las bodas de Caná con ojos verdaderos?
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