El Milagro del Cojo de Calanda
Muchos han sido desde entonces los "portentos y maravillas "debidos a la intercesión de la Virgen del Pilar. Hoy hemos querido resumir aquí cómo se desarrollaron los hechos de uno de esos portentos que, quizás, a pesar de su espectacularidad, no es lo suficientemente conocido por la mayoría de fieles cristianos. Es el denominado "Milagro del Cojo de Calanda".
Aunque hay innumerables milagros, hechos inexplicables de carácter excepcional, capaces de ser percibidos y comprobados por más de una persona y atribuidos a la poderosa intercesión de la Santísima Virgen María o a la de los Santos para mayor gloria del Señor, probablemente no haya un milagro mejor documentado como el milagro denominado de Calanda, que como tal fue proclamado el 27-IV-1641 por el arzobispo Pedro Apaolaza, asesorado por nueve consultores y tras el interrogatorio de veinticinco testigos.
El hecho milagroso fue el de la inexplicable y súbita restitución, la noche del 29-III-1640, en su casa de Calanda, al joven Miguel Joan Pellicer Blasco , de la misma pierna derecha que en octubre de 1637 le había sido amputada cuatro dedos más abajo de la rodilla en el Hospital de Gracia de Zaragoza por el cirujano Joan de Estanga , habiendo sido enterrada por manos del mancebo practicante Joan Lorenzo García.
Los libros parroquiales nos conservan los datos biográficos del joven y de su familia: Miguel Pellicer fue bautizado el 25-III-1617 y confirmado el 2-VI-1618, fue el segundo de ocho hermanos, hijos de Miguel Pellicer Maya y de María Blasco. Las declaraciones de los testigos del proceso permiten reconstruir con detalle la historia completa: a los diecinueve años dejó a sus padres para ir a trabajar con su tío, Jaime Blasco, en Castellón. Tuvo un accidente: Se cae de un carro cargado de trigo, pasándole una rueda sobre su pierna derecha provocándole gravísimas heridas. Fue ingresado en el Hospital Real de Valencia, según consta en su registro, sólo estuvo allí cinco días, pues quiere venir al hospital de Gracia de Zaragoza. Su penoso viaje dura hasta octubre, siendo en Zaragoza su primera visita al Pilar, donde confiesa y comulga. En la cuadra de cirugía del Hospital y dado el estado del miembro herido, le amputa la pierna el cirujano Estanga, tras consulta con el cirujano M. Beltrán y ayudado por el también cirujano D. Millaruelo.
Tras su convalecencia, provisto de pierna de palo y muleta, vive de trabajos de mano ocasionales y sobre todo de las limosnas que recoge en el Pilar, en la capilla de la Esperanza junto a la puerta de la ribera, siendo por eso familiar su presencia para los zaragozanos.Cuadro en el que se representa a Miguel soñando con la Virgen del Pilar En marzo de 1640 vuelve a Calanda en viaje de varias etapas (Fuentes, Quinto, Samper). Ya en su villa sale alguna vez por los pueblos vecinos sobre una jumentilla a recoger de limosna talegas de pan. El jueves, 29 de marzo, cargó en la era nueve cargas de estiércol, ayudado por una hermana suya. Cansado, tras quitarse la pierna de palo en presencia de sus padres y de unos vecinos, se acuesta a las diez de la noche en un camastro improvisado en la habitación de sus padres, por estar la suya ocupada por un soldado que estaba de paso. Cuando al poco rato entran sus padres, ven que bajo el cobertor sobresalen dos piernas; despiertan a Miguel de un sueño profundo, en el que soñaba encontrarse en la capilla del Pilar, ungiéndose el muñón de la pierna con el aceite de sus lámparas, como lo había hecho en su convalecencia; comprueban que la pierna restituida tenía, al igual de la que fuera amputada hace tres años, las cicatrices de un mal grano, de unos rasguños causados por las aliagas del monte y de una herida causada por los colmillos de un perro.
Ya aquella noche se enteró la vecindad, y al día siguiente celebró en la parroquia el vicario, Jusepe Herrero, una misa de gracias, confesando y comulgando Miguel. El 2 de abril vienen desde Mazaleón su cura, M. Seguer y el notario Miguel Andreu, quien levantó acta del suceso, que se conserva con el protocolo de todo el año 1640 en el despacho del alcalde de Zaragoza. El 25 de abril llega Miguel con sus padres a Zaragoza para dar gracias a la Virgen del Pilar, a cuya intercesión se atribuye la curación. En sesión de 8 de mayo el Capítulo y Consejo de Zaragoza acuerda constituirse parte para instar al arzobispo la calificación milagrosa de la curación.
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