Jesus y El Paralitico
 
 Subiendo  a una barca, cruzó de nuevo el mar y vino a su ciudad. Entonces le  presentaron a un paralítico postrado en una camilla". Las gentes del  pueblo se apiñan para ver a Jesús. La admiración y la sorpresa; la  curiosidad y la necesidad, unidas a la fe religiosa, les empujan al  nuevo Maestro. Los que llevan al paralítico no pueden acceder hasta el  lugar donde está al Señor, e idean abrir el techo de la casa de Pedro  para que el enfermo sea visto y curado. Todos se sorprenden de aquella  amistad que conduce a estos extraños y extraordinarios modos, pero lo  cierto es que el paralítico, que no podía acudir a pedir la curación por  la naturaleza de su enfermedad, tiene amigos, y los amigos responden.  "Al ver Jesús la fe de ellos" -fe y amistad que les hacen agradables al  Señor- mira con misericordia al hombre que desciende del techo en rara  figura, y dijo al paralítico: "Ten confianza, hijo, tus pecados te son  perdonados". Esta vez, antes que la curación, el perdón. La sanación del  alma. Este hecho no pasa inadvertido a ciertos escribas que dijeron en  su interior: "éste blasfema". Conociendo Jesús sus pensamientos, dijo:  "¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? Qué es más fácil, decir:  tus pecados te son perdonados, o decir: levántate y anda? Pues para que  sepáis que el Hijo del Hombre tiene poder en la tierra para perdonar los  pecados, dijo al paralítico: Levántate, toma tu camilla y vete a tu  casa. El se levantó y se marchó a su casa. Al ver esto, las multitudes  se atemorizaron y glorificaron a Dios por haber dado tal poder a los  hombres"(Mt).
Si el modo en que Jesús ha perdonado al paralítico  fuera sólo una cuestión de formas, parecería que Jesús hacía un juego  de palabras; dar el perdón podía ser un juego más del hablar. Pero curar  un paralítico no se puede hacer con palabras, y Jesús lo cura como  señal de que verdaderamente ha perdonado el pecado. Es decir, tiene el  poder de perdonar, algo que sólo Dios puede hacer. El hecho es  importante y el milagro se ha convertido en un signo de la liberación  del pecado, algo mucho más importante que una limitación corporal. Jesús  perdona, hace algo reservado a Dios. Algunos pueden pensar que lo hace  sólo como enviado de Dios. Otros pueden pensar que Dios está en medio de  ellos. Pero los hechos son testimonio elocuente: el paralítico anda y  alaba a Dios, y Jesús perdona los pecados.
En esta curación se  advierte una oposición a Jesús tan sólo con críticas internas. La  proclamación del reino no va a ser pacífica cuando se desvele más  claramente quién es Él.
Los hechos conmocionaron a toda la  región y, cada vez más, acuden de todas partes para ver a Jesús. Los  dolientes y sus familiares se ponen en movimiento. Jesús habla, anuncia  la buena nueva, y cura.
 
 
 
          
      
 
  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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