Sunday, January 22, 2012

"El coraje de Ser Católico"


Fuente: Libro "El coraje de ser católico", del Padre Ángel Peña

El mundo y la Iglesia necesitan católicos militantes, católicos orgullosos de su fe, que sientan la alegría y la obligación de compartirla con los demás. Se necesitan católicos convencidos que vivan lo que creen y sientan necesidad de dar testimonio de su fe. Si todos los católicos fueran militantes, el mundo sería distinto. Pero ¿qué has hecho tú hasta ahora por compartir tu fe? ¿Sientes el celo de Jesús por salvar a tus hermanos? ¿Acaso no te importa que haya muchos que por ignorancia, debilidad o cobardía, sigan el camino de su perdición terrena y eterna?

Dios te ha regalado muchas cualidades para que las compartas. Ponte en acción, habla, aconseja, da testimonio, lucha por la verdad y la justicia… Haz algo, no te quedes con los brazos cruzados. Al menos, ora y ofrece tus sufrimientos por la conversión de los demás. Dios te necesita y espera mucho de ti. No le digas que no tienes cualidades o que no tienes tiempo. No pongas excusas, haz algo para iluminar el mundo y la vida de tus hermanos.

Sé alegre, contagia tu optimismo. No te avergüences de ser lo que eres. Como diría Píndaro: Conviértete en lo que eres. Sé católico de verdad. Ora mucho, vete frecuentemente a visitar a Jesús Eucaristía para recibir fuerza, y ADELANTE. No te dejes vencer por el desánimo, aunque veas pocos frutos. Siempre ADELANTE, ayuda, conforta, aconseja, habla, enseña y comparte tu fe.

¿Recuerdas la mitología griega? En ella se habla del minotauro, un monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre, fruto de los amores de Pasífae y un toro blanco, al que el rey Minos encerró en un laberinto donde todo el que penetraba quedaba atrapado sin poder encontrar la salida. Pero Teseo, héroe ateniense, logró matarlo y consiguió encontrar la salida, gracias al ovillo que Ariadna, hija de Minos y Pasífae, le había proporcionado. Pues bien, el hombre actual está metido en un laberinto de pasiones y de ideas confusas; no conoce el camino de la verdad y de la felicidad auténtica. Para salir de ese laberinto moderno, se necesita el ovillo de la oración que nos lleva a Dios. Sin la oración, el hombre se pierde entre los vericuetos de las opiniones del mundo moderno y se aleja de Dios y de la verdadera felicidad. Tú debes ser una persona de oración y enseñar a los demás a orar. La oración será para ellos el lazo de unión con Dios y la fuerza para superar las tentaciones y dificultades de la vida.

En ocasiones, se necesita mucha fortaleza para oponerse a las ideas y costumbres del mundo que nos rodea. Por eso, se necesitan médicos católicos que defiendan la vida a capa y espada, y sean excelentes en su labor. Necesitamos maestros católicos, que enseñen siempre la verdad y no se dejen sobornar por la mentira. Necesitamos historiadores y científicos católicos que descubran la verdad, filósofos católicos, que ayuden a encontrar el sentido de la vida. Y también se necesitan ingenieros, abogados y empresarios de conducta intachable e insobornable. Se necesitan políticos católicos, que velen por el bienestar de todos y no claudiquen ante la mentira, la corrupción o la cultura de la muerte. Necesitamos artistas católicos que creen obras de arte que perfumen nuestro mundo con la belleza sin tener acudir a groserías ni denigrar los valores sagrados. Necesitamos literatos católicos y comunicadores que proporcionen la verdad a través de los medios de comunicación. En una palabra, se necesitan católicos que trabajen por un mundo mejor, pero siguiendo los principios cristianos del amor, la verdad, la solidaridad y la paz.

Se necesitan sobre todo santos, que vivan la fe en plenitud y con su ejemplo nos ayuden a seguir su camino. Santos que sean intercesores nuestros ante Dios. Santos que nos den ejemplo de alegría y amor a Dios y a los demás. Estamos llamados a la santidad y a no quedar entre el barro de los vicios y placeres. Por eso, no podemos avergonzarnos de ir a misa y rezar el rosario. Más bien, debemos sentirnos felices por conocer y amar a Jesús Eucaristía y a María nuestra madre.

Ser católico es un regalo y un privilegio. Es tener la verdad que nos enseñó Jesucristo.

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