Sunday, March 18, 2012

Invocaciones a San Jose



Día 1º- Padre de Jesús. Escogido por el Eterno Padre, con amor previsor, para ser un padre para Jesús, tú, oh san José, has sido uno de los principales interlocutores en el plan de la salvación, según las promesas de Dios a su pueblo.

Ayúdame, san José, a leer hoy, el proyecto de Dios sobre mi vida, conforme a su plan de salvación.

Día 2º- Hombre de los proyectos divinos. Durante tu vida, tú, san José, no te has preocupado por hacer cosas grandes, sino por cumplir bien la voluntad de Dios, inclusive en las cosas más sencillas y humildes, con mucho empeño y amor.

Enséñame, san José, la prontitud en buscar y realizar la voluntad de Dios.

Día 3º- Esposo de la Madre de Dios. Después de la perturbación inicial, oh san José, tu ‘sí’ a la voluntad de Dios fue claro y preciso, aceptando a María como tu esposa. Fue por tu ‘sí’ que Jesús formó parte, a pleno derecho, de la estirpe de David ante la ley y ante la sociedad.

Te confiamos, oh san José, a todos los padres, para que, siguiendo tu ejemplo, acepten en los hijos el don inestimable de la vida humana.

Día 4º- Hombre del silencio. Junto a Jesús y a María, san José, fuiste hombre del silencio. Tu casa fue un templo. ¡Un templo donde lo primero fue el amor!

Enséñame, oh san José, a dominar mi locuacidad y a cultivar el espíritu de recogimiento.

Día 5º- Hombre de fe. Aún más que Abraham, a ti, san José, te tocó creer en lo que es humanamente impensable: la maternidad de una virgen, la encarnación del Hijo de Dios.

Fortalece, oh san José, a quien se desanima y abre los corazones para confiar en la Providencia de Dios.

Día 6º- Hombre de la esperanza. Oh San José, tú has vivido en una actitud de serena esperanza ante la persona de Jesús, de quien, durante tu vida, jamás pudiste vislumbrar algo que revelara su divinidad.

Aumenta, san José, mi capacidad de esperanza, alimentando el aceite para mis lámparas de espera.

Día 7º- Hombre del amor a Dios. Oh san José, tú diste pruebas de entrega plena y total a tus seres queridos, Jesús y María, y con ello dabas gloria a Dios.

Enséñame, oh san José, a amar a Dios con todo mi corazón, con toda mi mente y con todas mis fuerzas, y al prójimo como a mí mismo.

Día 8º- Hombre de la acogida. Oh san José, tu trabajo te llevaba a relacionarte a menudo con la gente, y en ello diste pruebas de atenta cortesía y de calurosa acogida.

Oh san José, ¡que yo sepa descubrir aquellos gestos que me hacen imagen viva de la disponibilidad con que Dios nos recibe tal como somos!

Día 9º- Hombre del discernimiento. No te fue tan fácil, oh san José, discernir entre las circunstancias de la vida lo que Dios quería de ti para tu misión y tu familia.

Ayúdame, oh san José, a intuir entre los acontecimientos del día el paso de Dios por mi vida.

Día 10º- Hombre de la docilidad. ¡Qué hermosa fue tu docilidad, oh querido santo, en actitud de constante atención a la Sagrada Escritura y a la voluntad de Dios!

Aleja de mí, oh san José, la presunción, el apego tonto a mis opiniones, la obstinación de seguir sólo mis ideas.

Día 11º- Hombre de la entrega. Tú, oh san José, no perdías tiempo en cosas vanas e inútiles y no obrabas con disgusto o mala gana.

Ayúdame, oh san José, a no ser flojo en mis responsabilidades, sino a dedicarme a mis quehaceres con la máxima entrega.

Día 12º- Hombre de la sencillez. Ser persona sencilla como tú, oh san José, no es sólo una dimensión del carácter, sino una virtud adquirida con el esfuerzo diario de hacerse disponible a los demás.

Ayúdame, oh san José, a no ser persona complicada, retorcida, e inaccesible, sino amable, sencilla y transparente.

Día 13º- Hombre de la confianza. Tu seguridad, oh san José, se cimentaba en la atención y adhesión constante a la voluntad de Dios, tal como iba manifestándose día tras día.

Haz, oh san José, que yo tenga la seguridad de quien confía en Dios, sabiendo que en cualquier situación, aunque adversa, estoy en sus manos.

Día 14º- Hombre de la paz. Tú, oh san José, como padre has educado a Jesús adolescente hacia aquellos valores que luego Él predicó, proclamando felices a “los que trabajan por la paz”.

Oh san José, ayúdame a promover la paz en mi propia familia y en el ambiente donde vivo y trabajo.

Día 15º- Ejemplo de humildad. ¡Cómo te sentías pequeño a tus ojos, oh san José! ¡Cómo amabas tu pequeñez! Siempre en la sombra, mantuviste tu vida bien escondida para responder al proyecto de Dios.

Ayúdame, oh san José, a huir de la vanagloria. Haz que encuentre gusto en la humildad y en relativizar mis intereses personales.

Día 16º- Ejemplo de fortaleza. Sin duda, oh san José, tu fortaleza, como jefe de familia, fue fundamental en los momentos cruciales que los Evangelios nos dejan entrever. Pero seguramente se consolidó luego en el trabajo de cada día.

Ayúdame, oh san José, a no desfallecer frente a las tentaciones, fatigas y sufrimientos.

Día 17º- Ejemplo de obediencia. Fue admirable tu obediencia en lo poco que los Evangelios nos revelan. Obedecer, casi a ciegas, a lo que las circunstancias iban indicándote como querer de Dios.

Aleja de mí, oh san José, todas las excusas que mi egoísmo y flojera me presionan para no cumplir la voluntad de Dios.

Día 18º- Ejemplo de justicia. El evangelio te definió hombre justo, querido san José. Lo cual para nosotros ahora significa ser persona que actúa para con Dios y los hombres con rectitud y honestidad.

Alcánzame, oh san José, la ayuda para mantener actitudes sanas en mis relaciones con Dios y los hombres.

Día 19º- Ejemplo de prudencia. Tu prudencia, querido santo, se manifestó en la correcta valoración de las circunstancias para tomar en tu vida aquellas decisiones que mejor favorecían a tu propia familia.

Haz, oh san José, que yo no tome decisiones importantes sin antes valorar bien a quienes realmente puedan afectar.

Día 20º- Ejemplo de pobreza. La vida pobre y escondida en Nazaret, a lado de tus seres queridos, te llevó, querido santo, a ser un trabajador responsable y activo, sin escatimar sacrificio alguno.

Obtenme, oh san José, la gracia del espíritu de pobreza, siendo responsable en mis quehaceres.

Día 21º- Ejemplo de gratitud. Nadie después de tu esposa, querido san José, recibió, de la bondad de Dios, tanto como tú. Y después de María, nadie cultivó tanto un corazón agradecido por los dones recibidos.

Haz, oh san José, que yo sea consciente de los dones que Dios me otorga cada día.

Día 22º- Ejemplo para los obreros. Como cada uno de nosotros, también tú, oh san José, sentiste la fatiga y el cansancio del trabajo de cada día.

Ayúdame, oh san José, a valorar la dignidad de mi trabajo, sea cual sea, y a cumplirlo con entusiasmo y responsabilidad.

Día 23º- Ejemplo de la misión. Aunque con una vida escondida, tú, oh querido santo, has cumplido una misión específica, única e irrepetible en la historia.

Haz, oh san José, que yo pueda con la palabra y con el testimonio de vida, colaborar en la misión de la Iglesia para la construcción del reino de Dios.

Día 24º- Custodio de la virginidad. Como esposo de la Madre de Dios cuidaste con amor casto su virginidad respondiendo así al proyecto de Dios.

Haz, oh san José, que yo viva con responsabilidad mi vocación específica, educando y fomentando mi capacidad de amar.

Día 25º- Consuelo de los que sufren. Oh san José, tu vida no estuvo exenta de la sombra del dolor, que has asumido con mucha serenidad y paz del corazón.

Ayúdame, oh san José, a darme cuenta de que una vida de amor no puede estar exenta de la sombra del sufrimiento para que encuentre el camino hacia la verdadera felicidad.

Día 26º- Esperanza de los afligidos. En tu vida, oh san José, no todo fue claro y fácil de comprender. Sin embargo, supiste ubicarte siempre con la seguridad que te daba la esperanza de estar en las manos de Dios.

Te ruego, oh san José, de consolar hoy a todos los que están afligidos por cualquier causa. Llena sus días de personas amigas y desinteresadas.

Día 27º- Patrono de los moribundos. Tú, oh san José, tuviste la suerte de morir asistido por Jesús y tu esposa María. ¡Nadie podría desear algo mejor en el momento más decisivo de su vida!

Asísteme, oh querido santo, en el momento de mi muerte.

Día 28º- Amparo de las familias. Oh san José, la Escritura afirma que a lado tuyo y de María, Jesús “crecía en edad, sabiduría y gracia”.

Te ruego, oh san José, por los niños y los jóvenes para que encuentren en su familia y en la comunidad el ambiente ideal para crecer sanos y felices.

Día 29º- Modelo de vida doméstica. Oh san José, en la Familia de Nazaret asumiste plenamente tu responsabilidad, con espíritu de colaboración y de humildad.

Haz, oh san José, que los padres sepan unir todas las potencialidades del amor humano con una buena vida cristiana.

Día 30º- Terror de los demonios. Oh san José, fortificado por la Palabra de la Escritura, has podido vencer las tentaciones siempre.

Libera, oh san José, mi corazón y mi mente de toda tentación, para que sea un buen cristiano y un honrado ciudadano.

Día 31º- Patrono de la Iglesia Universal. Oh san José, por la misión que te fue confiada, asistes a la Iglesia de Cristo, haciendo que camine siempre en la verdad y en el amor, para ser luz del mundo.

Guía, querido santo, a la Iglesia de Cristo en el camino de la santidad, para que sea siempre más eficaz y alegre anunciadora del Evangelio.

Wednesday, March 7, 2012

La Inmaculada Concepción

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 Declaración del dogma de la Inmaculada Concepción. Lee aquí el mensaje del Papa,

Es un dogma proclamado en 1854 por el Papa Pío IX:

"... la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano"

No crea que eso se lo inventó la Iglesia en 1854. Si estudia la historia, verá que en ese año lo único que ocurrió fue su formulación a cargo de un Papa pero que desde muchísimos siglos antes se estaba discutiendo el tema (la fiesta de la Inmaculada Concepción, por ejemplo, fue extendida por toda la Iglesia por el papa Sixto IV en 1483).

En la Biblia, si examina el verso 28 del capítulo de Lucas, verá que el ángel saluda a María diciéndole “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. No dice "en adelante estarás llena de gracia" ni nada por el estilo, ella YA ES llena de gracia (lee sobre "La gracia" en este site). En griego el término usado es kecharitomene, que supone un estado previo, actual y posterior. No es "favorecida", ni "de buenas" o cosa parecida. ES LLENA DE GRACIA. ¿Y acaso podía ser de otra forma siendo que, como Arca de la Nueva Alianza, iba a tener en su interior al Salvador? Porque cuando el ángel le dice a María que "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra..." (Lc 1, 35) está refiriéndose a que es la "morada de Yavé" como se confirma al examinar el Antiguo Testamento:

" Entonces la Nube vino a cubrir la Tienda de las Citas y la Gloria de Yavé llenó la Morada." (Ex 40, 34-35; ver también Nm 9, 15-23)

O sea que Dios escogió a María para habitar en ella. Y dice la palabra:

"Construyó su santuario como las alturas, como la tierra, firme para siempre." (Sal 78, 69)

Para complementar el tema de María como morada de Dios, lee antes de seguir adelante el aparte "5. María es la Nueva Arca de la Alianza, la cual debía subir al cielo" en  "La Asunción De Maria" en este blog.

¿Conoce usted alguna persona buena? Encontrarse con esa clase de personas es maravilloso. Ahora imagine que se encuentra con Jesús mismo, ¿no hay palabras, verdad? ¿Le cabe en la cabeza lo que fue TENER a Jesús en el vientre? La maternidad normal santifica, cuánto más y en qué extensión lo haría la de María.

"Esta 'resplandeciente santidad del todo singular' de la que ella fue 'enriquecida desde el primer instante de su concepción' le viene toda entera de Cristo: ella es 'redimida' de la manera más sublime en atención a los méritos de su hijo'. El Padre la ha 'bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo' (Ef 1, 3) más que a ninguna otra persona creada. El la ha 'elegido en él, antes de la creación del mundo para ser santa e inmaculada en su presencia, en el amor' (Ef 1, 4)" (Catecismo, N. 492)

María recibió la Gracia en tal forma, que el ángel San Gabriel, "el que tiene entrada al consejo de Dios" (Lc 1, 19), se limita a reconocer esa inefable cualidad de la que María siempre ha gozado: estar llena de ella.

Quien conozca la Biblia se preguntará, y con razón, si así era de especial y única María, ¿porqué entonces se dice también que Esteban estaba "lleno de Gracia" (lee Hch 6, 8)? La respuesta es simple: en español y en otras lenguas la expresión es la misma, pero en el original griego no. Tanto los Hechos de los Apóstoles como el evangio de San Lucas tienen el mismo autor. En el evangelio, el ángel usa expresión distinta para María a la que usa Lucas para referirse a san Esteban, el primer mártir (" Esteban, hombre lleno de gracia y de poder..."). Según el original griego, María es "kecharitomene" pero Esteban es "pleres charitos", lo que supone una diferencia infinita que no queda plasmada en la traducción.

Un hermano separado saltará ante lo dicho hasta aquí y citará Romanos 5, 12:

"Pues bien un solo hombre hizo entrar el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte. Después la muerte se propagó a todos los hombres, ya que todos pecaban." (lee también Juan 1, 10)

O sea: la Biblia afirma que todos pecan.

Como argumento, es bastante deficiente, porque su lectura literal supone que TODOS los hombres tendrían pecado, y eso incluiría a Cristo, verdaro Dios y verdadero hombre y quien no pecó (1 Pe 2, 21-22). Pero la cita también es relevante, porque nos demuestra por qué hay que saber interpretar la Biblia. Y es que justamente sabemos que María fue preservada del pecado original porque ella es la Nueva Arca de la Alianza, según debiste haber leído en "MARIA-> Asunción" en este website. Y agreguemos lo siguiente: Jesús es la Palabra (Jn 1, 14). la palabra en la Antigua Alianza (los diez mandamientos) fueron guardados en el Arca de la Alianza (Ex 24, 3-4). Estaba anunciado:

"Ya llega el día, dice Yahvé, en que yo pactaré con el pueblo de Israel (y con el de Judá) una nueva alianza." (Jr 31, 31)

En el Antiguo Testamento, la antigua alianza estaba representada por las Tablas de la Ley que Moisés recibió de Dios en el monte, y que luego fueron guardadas en el Arca de la Alianza, la cual era tan santa que ni siquiera podía ser tocada ni aún con buenas intenciones:

"Al llegar a la era de Quidom, Uzzá extendió su mano para sostener el Arca, porque los bueyes amenazaban volcarla. Yahvé se enojó contra Uzzá y lo hirió por haber tocado el Arca, cayendo muerto allí delante de Dios." (1 Cr 13, 9-10)

En el templo de Jerusalén, nadie entraba nunca hasta donde se encontraba el Arca (el "Santo de los Santos"), excepto el Sumo Sacerdote durante un breve momento en un día del año, por especial dispensa de Dios, sabiendo que en todo caso era indigno de estar allí, como explica Pablo en Hb 9, 1-8

Sin embargo, con toda la Santidad de la Antigua Alianza, la Nueva Alianza es superior:

"Pero ahora Jesús celebra una liturgia tanto superior cuanto es mediador de una alianza mucho mejor y que promete mejores beneficios." (Hb 8, 6)

Entonces, si el Arca de la Alianza es Santa, como no lo sería María, la Nueva Arca de una Alianza superior, sellada por Jesús con su sangre como recordamos en todas las misas (Lc 22, 20)

Por eso el texto de Rom 5, 12 y otros similares aplican a toda la humanidad, menos a Cristo y a María.

La intercesión de María

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¿Por qué los católicos decimos que María puede interceder ante Jesús? Entre otras cosas, porque la misma Biblia nos lo dice en el relato de la conversión de agua en vino en la boda de Caná, en el evangelio de San Juan (Jn 2, 1-12). Por favor lee el texto antes de seguir adelante.

1. El Milagro dentro del evangelio de San Juan

Ese evangelio está cuidadosamente elaborado. Se relatan exactamente siete milagros (conversión de agua en vino en la boda de Caná, la sanación del hijo del oficial, la curación del paralítico de Betesda, multiplicación de los panes, caminata sobre el mar, curación del ciego de nacimiento, resurrección de Lázaro). San Juan llama a estos milagros "señales" (semeion en griego), y son una selección de entre muchísimas otras "señales" que hizo Jesús (Jn 20, 30); por eso el evangelio de San Juan es el libro de los milagros ("señales", semeion) de Jesús, mediante las cuales muestra su Gloria y su naturaleza como Mesías. El término "semeion" se utiliza 17 veces en ese evangelio de San Juan ( 2, 11; 2, 18; 2, 23; 3, 2; 4, 48; 4, 54; 6, 2; 6, 14; 6, 26; 6, 30; 7, 31; 9, 16; 10, 41; 11, 47; 12, 18; 12, 37; 20, 30), del total de 77 veces que aparece en el Nuevo Testamento, 41 de ellas en los evangelios, 13 en Hechos de los Apóstoles, 7 en las cartas de San Pablo, 1 en la Carta a los Hebreos y 7 en el libro del Apocalipsis. La primera vez que aparece en el Nuevo Testamento "semeion" es en el siguiente versículo:

"Entonces algunos maestros de la Ley y fariseos le dijeron: “Maestro, queremos verte hacer un milagro.” " (Mt 12, 38; literalmente, piden "una señal")

La última vez es esta:

"Pero la bestia fue capturada y con ella el falso profeta que había realizado maravillas al servicio de la bestia, engañando con ellas a los que habían aceptado la marca de la bestia y a los que adoraban su estatua. Los dos fueron arrojados vivos al lago del fuego que arde con azufre." (Ap 19, 20; literalmente, lo que había realizado el profeta ante la bestia eran "señales"; ver también Mateo 24, 24, donde también se utiliza "semeion")

Según el evangelio de San Juan, justamente son las "señales" de Jesús las que llevan a los fariseos y los jefes de los sumos sacerdotes a decidir la muerte de Nuestro Señor (Jn 11, 47).

2. Un punto previo: cuando Jesús le dice "mujer" a la mamá, ¿está distanciándose de ella?

En cuanto a la calificación de "mujer" por Jesús, de entrada debe descartarse cualquier posibilidad de que eso signifique distancia. ¿Acaso iba Jesús a desobedecer el mandamiento de honrar a padre y madre? Notemos además que el evangelio, luego de que Jesús llama "mujer" a su madre, inmediatamente la llama no "Esa mujer" sino "Su madre dijo a los que servían:…". El trato de "mujer" a María aparece solamente dos veces en el evangelio de San Juan, aquí en Jn 2, 4 y durante la crucifixión en Jn 19, 26. No puede decirse que en ninguno de los casos Jesús estaba estableciendo distancia entre El y su madre, bendita entre todas las mujeres (Lc 1, 28 y Lc 1, 39), a quien todas las generaciones deben llamar bienaventurada (Lucas 1, 48).

En Jn 19, 26 (el episodio completo es desde Jn 19, 25 hasta Jn 19, 27), igualmente el evangelio de San Juan llama "su madre" a María, aunque Jesús le dice también "mujer". Repitamos la pregunta: ¿Va Jesús a negar su maternidad? No olvidemos, insisto, que el mismo Jesús reiteró los mandamientos (Mt 19, 16-19, el de honrar a padre y madre está en este último versículo). Para empezar, en todo caso, el trato de "mujer" no significa ni remotamente indiferencia en ningún contexto (el mismo término que está en el griego, se usa en Mt 15, 28; Lc 13, 12; 22, 57; Jn 2, 4; 4, 21; 19, 26; 20, 13 entre otros, según el Theological dictionary of the New Testament. 1964-c1976. Vols. 5-9 edited by Gerhard Friedrich. Vol. 10 compiled by Ronald Pitkin, G. Kittel, G. W. Bromiley & G. Friedrich, Ed., electronic ed., 1:777. Grand Rapids, MI: Eerdmans).

Debe tenerse presente igualmente que María es proclamada por el Espíritu Santo, a través de Santa Isabel, madre del Señor (Lc 1, 43), así que necesariamente el hecho de ser llamada "mujer" por su hijo tiene que explicarse de alguna manera distinta a señalar que supone indiferencia en Nuestro Señor. Lo mismo que en el español actual, la palabra con la cual Jesús llama a María en griego ("gyné", no olvidemos que el Nuevo Testamento está escrito en griego) significa tanto "mujer" como "esposa", así que necesariamente tenemos una relación de madre e hijo distinta a todas las demás, puesto que María es especial entre todas las mujeres (Lc 1, 28; Lc 1,39; Lc 1, 43) y porque el hijo es Nuestro Señor.

3. La intercesión de María ante Jesús

Visto lo anterior, el evangelio de San Juan inaugura la vida pública de Jesús con un milagro (señal) producido a instancias de María: la boda de Caná (Jn 2, 1-12). María le pide intervenir, y aunque él parece negarse, la madre señala a los sirvientes que hagan lo que El ordene, sabiendo que va a obrar, como en efecto ocurre inmediatamente, sin protestas por parte de Nuestro Señor. Y no fue una pequeña cantidad de vino, sino que Jesús convirtió en vino más de cuatrocientos litros de agua, una cantidad descomunal. Y no solamente eso, sino que fue el mejor vino (Jn 2, 10). Si usted tiene la Biblia Reina Valera 1995, edición de estudio, invito a leer la nota a pie de página para Juan 2, 10, donde dice cuál es el significado del milagro:

"Este excelente y abundante vino dado por Jesús en un banquete de bodas, reservado para el final, que sustituye al agua de las purificaciones judías, aparece como símbolo de los bienes mesiánicos que Jesús ofrece a los hombres." (Reina Valera Revisada (1995). 1998 (Gn 1.1). Miami: Sociedades Bíblicas Unidas)

Como se ve, el evangelio de Juan es claro en el hecho de que por intercesión de María, Jesús regala abundantes bienes celestiales a los seres humanos. El episodio de las bodas de Caná es la última vez que aparecen palabras de María en la Biblia, y gracias a ellas Jesús manifestó su Gloria (Jn 2, 11). No puede entonces quedar duda de la facultad intercesora de María.

Asunción de Maria.

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Sinopsis: La Biblia enseña que María, como Arca de la Nueva Alianza y mayor ejemplo de lo que es un creyente, ha sido llevada al cielo, tal como la ve Juan en el Apocalipsis.

Es un dogma que se formula así: “La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo." (Constitución Munificentisimus Deus)

La Asunción no está en la Biblia en forma expresa, pero sí se concluye de la Biblia en forma necesaria. Recordemos que la Biblia debe leerse como un todo (2 Tm 3, 16-17), o de lo contrario terminaremos haciendo decir a la Biblia lo que no dice.

Primero entendamos que “asunción" no es lo mismo que “ascensión". La “ascensión" es el hecho de ascender a los cielos por sí mismo como Jesús (Lc 1, 3-11). “Asuncion" es ser llevado a los cielos por Dios mismo o por los ángeles.

1. ¿Es bíblica la Asunción de las personas?

Las personas pueden ser asuntas a los cielos como María. Fue antes el caso de Enoc (Gn 5, 24) o de Elías (2 Re 2, 11-12). En el Nuevo Testamento, hay un relato en tal sentido en una de las visiones de Juan en el Apocalipsis (11, 11-12).

Alguien dirá que con Jesús se abren las puertas del cielo, porque todos debieron esperar su llegada, pero olvida que los designios de Dios no están al alcance de los hombres (Sb 17, 1; Rm 11, 33). Ya lo dice la Biblia:

"Yavé hizo subir a Elías al cielo en un torbellino..." (2 Re 2, 1)

2. ¿Porqué fueron llevadas las personas al cielo?

Por la fe y por haber agradado a Dios toda la vida ("Enoc anduvo con Dios...." dice Gn 5, 22). Dice San Pablo para que entendamos el caso de Enoc:

“Por su fe también Henoc fue trasladado al cielo en vez de morir, y los hombres no volvieron a verlo, porque Dios se lo había llevado. Antes de que fuera arrebatado al cielo, se nos dice que había agradado a Dios; pero sin la fe es imposible agradarle, pues nadie se acerca a Dios si antes no cree que existe y que recompensa a los que lo buscan." (Hb 11, 5-6)

¿Fue ese el caso de María? Lo fue y en mayor grado.

3. Nadie como Maria en materia de fe y agrado a Dios

“Llena de Gracia" le dice el ángel Gabriel (Lc 1, 28), quien también le dice que Dios está con ella (la maravillosa frase de Lc 1, 28 es “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo."); Enoc anduvo con Dios, pero Dios estaba con María. El mismo Dios, por su mensajero, la declara llena de gracia en una forma permanente pues ha encontrado el favor de Dios (Lc 1, 30) y María acata en forma totalmente incondicional la voluntad del Altísimo (Lc 1, 38). Es tal el estado de María, que –antes de la pasión de Jesucristo- puede declarar que Dios la ha salvado y todas las generaciones la llamarán bienaventurada (Lc 1, 48). Siendo así, es un caso como el de Enoc en grado máximo, pues mereció ser la Madre de Nuestro Señor (“...has encontrado el favor de Dios" dice el ángel).

Tenemos claro entonces que María agrada a Dios y es modelo de Fe, en tan esplendoroso sentido que ya es salva desde antes de la pasión de Nuestro Señor.

4. En María se da el cumplimiento de las promesas del Señor

Decía Jesús a los saduceos:

“Pues cuando resuciten de la muerte, ya no se casarán hombres y mujeres, sino que serán en el cielo como los ángeles." (Mc 12, 25)

Dice San Pablo:

“ Pero para nosotros hay un solo Dios, el Padre: todo viene de él y nosotros vamos hacia él." (1 Co 8, 6)

Y en otra parte:

“ Nosotros tenemos nuestra patria en el cielo, y de allí esperamos al Salvador que tanto anhelamos, Cristo Jesús, el Señor." (Fil 3, 20)

Esa es una promesa. Cuando María visita a su prima Santa Isabel, esta –llena del Espíritu Santo- declara “¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!" (Lc 1, 45).

A los apóstoles, Jesús les recuerda que les prepara una morada en la casa del Padre:

“No se turben; crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. De no ser así, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar. Y después de ir y prepararles un lugar, volveré para tomarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Para ir a donde yo voy, ustedes ya conocen el camino." (Jn 14, 1-4)

Tenemos entonces frente a nosotros la promesa de la Resurrección. Ya Dios había salvado a María, no quedaba sino que al final de su vida resucitara inmediatamente. "La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos" (Catecismo, n. 966).

María nos precedió en el cielo y nos precederá siempre, como madre del rey que se sienta al lado del trono (Sal 45(44), 7-10).

Así las cosas, el dogma de la Asunción de María es plenamente bíblico.

5. María es la Nueva Arca de la Alianza, la cual debía subir al cielo

El Señor debía entrar en el reposo, y con El el arca:

"¡Levántate, Señor, y ven a tu reposo, tú y el Arca de tu fuerza!" (Sal 132, 8)

Que María es la Nueva Arca se sigue de Apocalipsis 11, 19 y el texto subsiguiente. Dice San Juan que se abrió el Santuario de Dios en los cielos y vio el Arca de la Alianza. ¿Y qué es lo que ve exactamente San Juan? La mujer vestida de sol, María.

"Apareció en el cielo una señal grandiosa: una mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. " (Ap 12, 1)

Juan ve a María en el cielo. ¿Cómo nos dice la Biblia que ella es la nueva arca de la alianza? Fíjate en lo que dice David cuando supo que el Arca iba camino de su casa:

"Ese día sintió David un verdadero temor por Yavé y se dijo: “¿Y el Arca de Yavé va a entrar en mi casa?”" (2 Sam 6, 9)

Cuando María va a visitar a Isabel, esta -llena del Espíritu Santo- pregunta en voz alta:

"Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor?" (Lc 1. 43)

Lo mismo que David salta de alegría frente al Arca (2 Sam 6, 14), Juan el Bautista lo hizo en el vientre de su madre cuando llegó María (Lc 1, 44). El Arca, luego del episodio de David, permeneció tres meses en el lugar (2 Sam 6, 11), el mismo tiempo que María permaneció en casa de Isabel (Lc 1, 56).

6.¿Cómo sabemos que efectivamente María fue asunta a los cielos?

Por la tradición de la Iglesia desde los principios del cristianismo. Las tradiciones de la Iglesia se verifican contra la Sagrada Escritura, y en este caso de la Asunción ya sabemos que es consecuencia necesaria de la Biblia.

El Avemaría En La Biblia.

http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/b/b0/Bouguereau_The_Virgin_With_Angels.jpg/200px-Bouguereau_The_Virgin_With_Angels.jpg

Sinopsis: El Avemaría es una oración bíblica con la cual reconocemos "Feliz" a María.

En el Avemaría resuena la Biblia. Veamos cómo.

Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo. Lc 1, 28-29 Lc 1, 47

Bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús  Lc 1, 30  Lc 1, 40

Santa María  Lc 1, 28; Lc 1, 35.  (Leer el estudio "Asunción de María" en este blog)

Madre de Dios:  Es el saludo de Isabel, llena del Espíritu Santo, a María. (Leer el artículo "María, Reina y Madre de Dios").

Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte  Ap 5, 8.

Con el rezo de corazón del Avemaría cumplimos lo que proclama la Palabra: "...y desde ahora todas las generaciones me llamarán feliz" (Lc 1, 48). ¿Reconoces "feliz" a María, quien es "feliz" como el pueblo de Israel? Al final, los que la negaron tendrán que reconocerla.

"Feliz eres, ¡oh, Israel! ¿Quién semejante a ti, pueblo salvado por Yahvé? El es el escudo que te ampara, la espada que te da la victoria. Tus enemigos quisieran apaciguarte, pero tú, al fin, les pisas el cuello.” " (Dt 33, 29)

Sunday, February 26, 2012

Orar por Sanación

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Orar por sanación suele ser una de las intenciones más frecuentes, pero nunca debe olvidarse que somos seres limitados sujetos a la enfermedad y que con frecuencia no entendemos si con esta podemos ayudar a otros.

Dice la Biblia:

"Hijo mío, cuando estés enfermo no te deprimas: ruégale al Señor para que te cure." (Eclo 38, 9)

Pocos enfermos pueden aceptar la búsqueda de la sanación desde la conversión, es decir, el verdadero proceso de sanación comienza con la reconciliación con nosotros mismos y con Dios (lea mas abajo "Confesión" en este blog). 

Dice también el Eclesiástico:

"Conviértete al Señor y renuncia al pecado, rézale y disminuye tus ofensas. Vuélvete al Altísimo y apártate de la injusticia, ten horror de lo que es abominable." (Eclo 17, 25-26)

Quizás la enfermedad es la única manera de que algunos de nosotros entremos en razón y pensemos en Dios. ¿No dice acaso la Biblia que el Señor corrije a los que ama? (lee Ap 3, 19) Es bueno pensar en la enfermedad como una ocasión de rendirse ante Dios, sobretodo porque ella puede ser consecuencia directa de nuestros pecados, de heridas de la vida o en general de aflicciones emocionales (Lee mas abajo "Esperanza y sanación para la mujer que ha abortado" o "Testimonio de una sanación de cáncer" en este blog), ciertamente, la sanidad espiritual es lo importante. Jesús dijo una vez a una mujer:

"...“Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda sana de tu enfermedad.” (Mc 5, 34)

Esa es la sanación más importante: quedar en paz con Dios, de allí la importancia del sacramente de la reconciliación. Que la oración tiene poder, es un hecho, especialmente la del justo:

"Reconozcan sus pecados unos ante otros y recen unos por otros para que sean sanados. La súplica del justo tiene mucho poder con tal de que sea perseverante" (St 5, 16)

las pruebas entonces son para fortalecerse.

"Hermanos, considérense afortunados cuando les toca soportar toda clase de pruebas. Esta puesta a prueba de la fe desarrolla la capacidad de soportar, y la capacidad de soportar debe llegar a ser perfecta, si queremos ser perfectos, completos, sin que nos falte nada. " (St 1, 2-4)

La perseverancia tiene que ver con la fe, con el reconocimiento de nuestra fuerza en Dios. La Biblia nos cuenta de lo siguiente que ocurrió con Jesús:

"Entonces los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron en privado: “¿Por qué nosotros no pudimos echar a ese demonio?” Jesús les dijo: “Porque ustedes tienen poca fe. En verdad les digo: si tuvieran fe, del tamaño de un granito de mostaza, le dirían a este cerro: Quítate de ahí y ponte más allá, y el cerro obedecería. Nada sería imposible para ustedes. (Esta clase de demonios sólo se puede expulsar con la oración y el ayuno).”" (Mt 17, 19-21)

¿Pueden orar otros por nosotros? Es un hecho que la intercesión de otros tiene poder (Mc 2, 1-5) ¿Y si la oración pareciera que no funciona, sea propia o ajena? La fe es sin duda la clave si está unida a un corazón adecuadamento dispuesto a Dios. Sobre esto decía Santiago:

"Pero hay que pedir con fe, sin vacilar, porque el que vacila se parece a las olas del mar que están a merced del viento. Esa gente no puede esperar nada del Señor, son personas divididas y toda su existencia será inestable. " (St 1, 6-7)

Sin duda, la oración hecha con amor e insistencia comedida al Señor logra que se busca. No podemos tener temor de pedir. Nos dijo Jesús:

"Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá la puerta. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y se abrirá la puerta al que llama. ¿Acaso alguno de ustedes daría a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿O le daría una culebra cuando le pide un pescado? Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡con cuánta mayor razón el Padre de ustedes, que está en el Cielo, dará cosas buenas a los que se las pidan! " (Mt 7, 7-11)

Pero además debemos recordar que hay que confiar siempre en la providencia divina, pues nuestros deseos no deben impedirnos reconocer nuestras limitaciones y nuestro doblegamiento a la voluntad del Señor, pues ya sabemos que los caminos del Altísimo no son los nuestros (Is 55, 8-9). El Señor es infinitamente sabio y nos dará lo que sea mejor, sabiendo que ciertamente nos premiará si seguimos sus caminos, como nos lo mostró Juan:

"Entonces, todo lo que pidamos nos lo concederá, porque guardamos sus mandatos y hacemos lo que le agrada." (1 Jn 3, 22)

Y que esa oración sea en el nombre de Jesús, tal como nos enseñó Pablo:

"... y todo lo que puedan decir o hacer, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él" (Col 3, 17)

Finalmente, hay que tener claro que Dios no permitirá que ninguna prueba sea superior a nuestras fuerzas. Si es dura la prueba, duros somos también nosotros:

¨...ustedes todavía no han sufrido más que pruebas muy ordinarias. Pero Dios es fiel y no permitirá que sean tentados por encima de sus fuerzas. En el momento de la tentación les dará fuerza para superarla." (1 Corintios 10, 13)

Confesión

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Sinopsis: El sacramento de la Confesión está instituido en la Biblia. Fue el mismo Jesús quien la ordenó. Su eficacia no depende de la calidad humana del hombre que es instrumento de reconciliación con Dios, el sacerdote.

La confesión es individual como individual es la salvación y el juicio (1 Re 8, 39; Os 4, 9; Mc 2, 5, etc.), y es necesaria:

"(...) si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad. Si dijéramos que no hemos pecado, sería como decir que él miente, y su palabra no estaría en nosotros." (1 Jn 1, 9-10)

El tema de la confesión no está únicamente aquí, también se encuentra en Sal 32,5; Pr 28, 13; Stg 5, 16, y en otros textos que se mencionarán. En realidad, debe hablarse mejor de "sacramento de la reconciliación", término que abarca los diferentes aspectos relacionados con la confesión (catecismo números 1422 a 1484), pero concentrémonos aquí en la confesión misma.

Quien diga que no tiene pecado, miente (1 Jn 1, 8) y Jesús nos enseñó en el Padrenuestro a pedir perdón por nuestras ofensas (Lc 11, 4), de modo de que debe existir alguna vía para reconciliarnos con Dios (2 Co 5, 20), pues es nuestro deber permanecer en Jesús, so pena de perdernos (Jn 15, 3-11). Esa tarea de reconciliarse no es exclusivamente personal, sino que se requiere la intervención de alguien más. Veamos cómo lo plantea Nuestro Señor, quien, luego de su gloriosa Resurrección, tiene un encuentro con sus discípulos, en el cual ocurre lo siguiente:

"Jesús les volvió a decir: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envío a mí, así los envío yo también.” Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo: a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos.” " (Jn 20, 21-23)

Eso fue antes de Pentecostés, así que el propio Jesús entrega el Espíritu Santo y otorga a sus discípulos el poder de intermediarios para el perdón de los pecados. En griego, la palabra para "descarguen" es "aphete", verbo en aoristo plural subjuntivo de "aphiemi", el mismo verbo de, entro otros apartes, Mateo 9, 2:

"Allí le llevaron a un paralítico, tendido en una camilla. Al ver Jesús la fe de esos hombres, dijo al paralítico: “¡Ánimo, hijo; tus pecados quedan perdonados! (aphiemi)”"

O en Lucas 7, 48:

"Jesús dijo después a la mujer: “Tus pecados te quedan perdonados” (aphiemi)"

O en Romanos 4, 7:

"Felices aquellos cuyos pecados han sido perdonados (aphiemi), y cuyas ofensas han sido olvidadas"

Jesús está delegando la facultad de perdonar pecados que El mismo tiene.

Escribió Juan Pablo II:

"La misión confiada por Cristo a los Apóstoles es el anuncio del Reino de Dios y la predicación del Evangelio con vistas a la conversión (cf. Mc 16,15; Mt 28,18-20). La tarde del día mismo de su Resurrección, cuando es inminente el comienzo de la misión apostólica, Jesús da a los Apóstoles, por la fuerza del Espíritu Santo, el poder de reconciliar con Dios y con la Iglesia a los pecadores arrepentidos: «Recibid el Espíritu Santo.A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos» (Jn 20,22-23)." (CARTA APOSTÓLICA EN FORMA DE «MOTU PROPRIO» MISERICORDIA DEI SOBRE ALGUNOS ASPECTOS DE LA CELEBRACIÓN DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA")

No es el sacerdote quien perdona los pecados, sino Dios mismo. Siendo instrumentos entonces, nada tiene que ver la calidad humana del sacerdote que atiende laconfesión; así nos lo recuerda Pablo quien, en cuanto apóstol, tiene el ministerio de la reconciliación (2 Co 5, 18).