Sinopsis: El sacramento de la Confesión está instituido en la Biblia. Fue el mismo Jesús quien la ordenó. Su eficacia no depende de la calidad humana del hombre que es instrumento de reconciliación con Dios, el sacerdote.
La confesión es individual como individual es la salvación y el juicio (1 Re 8, 39; Os 4, 9; Mc 2, 5, etc.), y es necesaria:
"(...) si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad. Si dijéramos que no hemos pecado, sería como decir que él miente, y su palabra no estaría en nosotros." (1 Jn 1, 9-10)
El tema de la confesión no está únicamente aquí, también se encuentra en Sal 32,5; Pr 28, 13; Stg 5, 16, y en otros textos que se mencionarán. En realidad, debe hablarse mejor de "sacramento de la reconciliación", término que abarca los diferentes aspectos relacionados con la confesión (catecismo números 1422 a 1484), pero concentrémonos aquí en la confesión misma.
Quien diga que no tiene pecado, miente (1 Jn 1, 8) y Jesús nos enseñó en el Padrenuestro a pedir perdón por nuestras ofensas (Lc 11, 4), de modo de que debe existir alguna vía para reconciliarnos con Dios (2 Co 5, 20), pues es nuestro deber permanecer en Jesús, so pena de perdernos (Jn 15, 3-11). Esa tarea de reconciliarse no es exclusivamente personal, sino que se requiere la intervención de alguien más. Veamos cómo lo plantea Nuestro Señor, quien, luego de su gloriosa Resurrección, tiene un encuentro con sus discípulos, en el cual ocurre lo siguiente:
"Jesús les volvió a decir: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envío a mí, así los envío yo también.” Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo: a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos.” " (Jn 20, 21-23)
Eso fue antes de Pentecostés, así que el propio Jesús entrega el Espíritu Santo y otorga a sus discípulos el poder de intermediarios para el perdón de los pecados. En griego, la palabra para "descarguen" es "aphete", verbo en aoristo plural subjuntivo de "aphiemi", el mismo verbo de, entro otros apartes, Mateo 9, 2:
"Allí le llevaron a un paralítico, tendido en una camilla. Al ver Jesús la fe de esos hombres, dijo al paralítico: “¡Ánimo, hijo; tus pecados quedan perdonados! (aphiemi)”"
O en Lucas 7, 48:
"Jesús dijo después a la mujer: “Tus pecados te quedan perdonados” (aphiemi)"
O en Romanos 4, 7:
"Felices aquellos cuyos pecados han sido perdonados (aphiemi), y cuyas ofensas han sido olvidadas"
Jesús está delegando la facultad de perdonar pecados que El mismo tiene.
Escribió Juan Pablo II:
"La misión confiada por Cristo a los Apóstoles es el anuncio del Reino de Dios y la predicación del Evangelio con vistas a la conversión (cf. Mc 16,15; Mt 28,18-20). La tarde del día mismo de su Resurrección, cuando es inminente el comienzo de la misión apostólica, Jesús da a los Apóstoles, por la fuerza del Espíritu Santo, el poder de reconciliar con Dios y con la Iglesia a los pecadores arrepentidos: «Recibid el Espíritu Santo.A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos» (Jn 20,22-23)." (CARTA APOSTÓLICA EN FORMA DE «MOTU PROPRIO» MISERICORDIA DEI SOBRE ALGUNOS ASPECTOS DE LA CELEBRACIÓN DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA")
No es el sacerdote quien perdona los pecados, sino Dios mismo. Siendo instrumentos entonces, nada tiene que ver la calidad humana del sacerdote que atiende laconfesión; así nos lo recuerda Pablo quien, en cuanto apóstol, tiene el ministerio de la reconciliación (2 Co 5, 18).
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