Thursday, May 3, 2012

LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO



PARA PENTECOSTES, (y siempre)

INVOCAD LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO.

EL ESPIRITU SANTO EN SUS DONES.

" Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raices brotará.

Reposará sobre él el espíritu de Yahveh:

espíritu de Sabiduría e inteligencia,

espíritu de consejo y fortaleza

espíritu de ciencia y temor de Yahveh

y le inspirará el temor de Yahveh "

(Isaias 11, 1-3)

Todos conocemos los " dones del Espíritu Santo" que el profeta Isaias anuncia aquí, que reposarán sobre el "vástago", el descendiente de David; sobre Jesús. Son los dones del Espíritu en Jesús, no cualquier virtud ni talento humano, no algo que uno hace, sino algo que recibimos como don, como regalo infinitamente variado, pues que los dones sean siete no hace que sean poco variados, son como los rasgos benditos del rostro del Espíritu que componen infinitos rostros amorosos.

A algunos les parece que los dones son algo "de libro" poco relacionado con la vida práctica, demasiado teórico ( "un rollo" dijo una vez un hermano); pero no es así. Eso pasa cuando lo único que sabemos de ellos es una definición leida o escuchada, nadie conoce a alguien por haber leido su nombre y el Espíritu Santo es alguien , no una cosa ni una fuerza impersonal.

A lo mejor alguien piensa: " Ah, los dones del Espíritu, ¡ que tema tan precioso!, pero claro, eso es para gente especial, gente muy de Dios, yo soy muy normalito y a mí no me afecta"; pues no, eso no es verdad; Pedro Reyero, dominico miembro de la Renovación a quien vamos a citar mucho decía:

"...los dones del espíritu no son un lujo, son una necesidad, la necesidad que tenemos los pobres para caminar en esta vida. Porque no podemos caminar en cristiano sin lo que caminó Jesús y Jesús los necesitó para vivir su vida...lo que tenemos de Dios- la fe, la esperanza, la caridad- nos es muy dificil vivirlo. Nuestra débil fe, nuestra débil esperanza y nuestra débil caridad nos van sirviendo más o menos-¡más o menos!- para conservar la gracia. Pero, creer con alegría, fiarse con alegría, tener esperanza tensa y constante, amar, darse con gozo, servir con entusiasmo, eso...¡eso son los dones del espíritu santo!".

Si quereis vamos a dedicar unos días al Espíritu en sus dones, juntos, en comunidad, orando con la fuerza de la fe viva a nuestro Padre que da a quien le pide, que abre a quien llama; pidamos y recibiremos aunque de momento no "sintamos" nada, aceptando en fe que los hemos recibido al pedirlos y dando gracias por eso, y así veremos ¡ sin duda! como sin darnos cuenta irán naciendo en nosotros y en los hermanos, los dones que nos revelarán el rostro bendito de Jesús.

" ¡Qué grande es tu bondad Yahveh!, Tú la reservas para los que te temen,se la brindas a los que a ti se acogen, ante los hijos de Adán.

Tú los escondes en el secreto de tu rostro...¡ Bendito sea Yahveh que me ha brindado maravillas de amor!"

(Salmo 31, 20-21)

DON DE TEMOR.

" en el temor del Señor no existe mengua,

con él no hay que buscar ayuda.

El temor del Señor como un paraiso de bendición,

protege él más que toda gloria. "

(Eclesiástico 40, 26-27)

El temor de Dios no tiene nada que ver con una cosa- muy fea y desgraciada- que es el miedo a Dios. El principio del verdadero don de temor es esa reverencia hacia la grandeza, ese asombro ante la majestad que te embarga al contemplar por ejemplo el océano, o una inmensa montaña coronada de nieve...pero ese no es todavía el don del Espíritu Santo, porque los dones son para los hijos de Dios y el verdadero don de Temor es algo mucho más familiar, mucho más hogareño: es el temor del niño a separarse de su Padre, a perderle.

El padre Congar decía: "la fe es vivir a costa de Jesucristo" y esa es la clave del don de Temor. El niño no se siente poderoso, no se siente autosuficiente, no cree nunca que no necesita a su Padre, se siente desamparado solo con perderle de vista. Nosotros, desgraciadamente nos hemos hecho "mayores" en el mal sentido y no vivimos, con frecuencia, pendientes del Padre y "a costa" del Padre como vivió Jesús. Si quieres vivir de ti mismo y de tu fuerza, pierdes el espíritu de niño para acoger en pobreza el don de Dios que necesitas y sin el cual no puedes ni oir, ni entender, ni acoger nada que sea realmente el Reino de Dios.

"El que es guiado por el don de temor como tiene espíritu de niño y al niño se le da todo, lo que hace es alabar: si todo es gratuito yo te alabo."

El don de Temor es hacerse niño, es vivir en profundidad la pobreza que lo recibe todo y en todo se siente necesitada y por eso actua como el niño que se aferra a los faldones de su Padre porque sabe que allí tiene todo lo que necesita y lejos se moriría.

"El don de temor es no alejarse de las fuentes de la gracia " y el que tiene el don de Temor vive paradojicamente sin temor, sin temor al estilo del mundo que quiere ser fuerte en todo y de todo tiene miedo, y puede decir:
" en paz, todo a una, yo me acuesto y me duermo,

porque tú solo, Señor, me asientas en seguro"

(Salmo 4,9)

" mantengo mi alma en paz y silencio

como niño destetado en el regazo de su madre,

como niño destetado está mi alma en mí.

¡Espera Israel en Yahveh

Desde ahora y por siempre!"

(Salmo 130,2-3 )

DON DE PIEDAD.

" Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.

Pues no recibísteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibísteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡ Abbá, Padre!"

(Romanos 8, 14-15)

La Piedad era entendida, cuando se incluyó entre los dones, no como la entendemos ahora, sino como la virtud que un hijo tiene hacia su padre, la "piedad filial". Antes que otra cosa es sentirse hijo.

Todos hemos oido cien veces que somos "hijos de Dios", pero como todo lo que se oye mucho, es posible no haber entrado nunca en lo que, en lo profundo, significa.

" en infinitas circunstancias de la vida, ante el dolor y el sufrimiento, ¿qué nos ha ocurrido? Que no hemos podido acoger el poder de Dios, la fortaleza de Dios para nosotros; nuestro dolor nos ha podido, nuestro dolor ha sido como una acusación contra Dios, nuestro Padre.- "Tú ¿no dices que eres mi Padre? entonces ¿ por qué este sufrimiento?, ¿ por qué este dolor?". Si en ese momento de dolor, tú puedes acoger la fuerza de Dios, se produce el don de Piedad."

Es totalmente cierto que todo lo que Dios hace o permite en la vida será, al final bueno, muy bueno, contra toda lógica humana, contra toda sabiduría humana, pero...vivir eso es muy dificil, mejor dicho, no es difícil, es imposible, si el Espíritu Santo no lo revela y lo produce; y entonces es más fuerte que cualquier dolor, porque permite que actue la fortaleza de Dios.

Cuando el Espíritu te revela, en lo profundo del corazón, hasta remover tus entrañas, que eres hijo, entonces ya no hay amargura, resentimiento, ni acusación contra Dios: dejas de ser esclavo de tu sufrimiento, te abandonas, eres liberado.

"El don de Piedad no consiste en otra cosa que en ser introducido en la casa del Padre" y entrar en la voluntad de Dios es acoger el don. Eso es lo que nos sana, de ahí viene toda sanación.

Mientras no se vive en el don de Piedad somos como los hijos de la parábola del hijo pródigo; el que se fue viene diciendo "no soy digno de ser hijo tuyo, trátame como a uno de tus siervos": no se ha enterado de que es hijo, hijo de verdad y su Padre siempre lo introducirá en su casa. Y si somos "cumplidores" entonces como el hijo mayor pensaremos "mi padre no es justo, no recompensa mi esfuerzo" y es que ni el uno ni el otro oyen que su padre les dice : "hijo, todo lo mio es tuyo" y si eso es así " ¿por qué quieres tener, tú, cosas? ¿ por qué quieres hacer, tú, meritos? ¿ por qué quieres hacer y tener tu propia santidad y tu propia perfección si todo lo mio es tuyo?...No soy el hijo abandonado que está lejos, sino el hijo que está en la presencia de Dios, en la vida de Dios, en el mismo Dios".

" vió que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de

paloma, bajaba a él. Y se oyó una voz que venía de los cielos:

" Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco"

(Marcos 1, 10-11)

DON DE CIENCIA.

"En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto

no puede ver el reino de Dios"

(Juan 3,3)

A los hombres modernos la ciencia nos suena a gente metida en laboratorios averiguando cosas con las luces de la inteligencia humana...y a veces, sin querer, más luz que esa. La ciencia del Espíritu Santo es también una luz para ver las cosas, pero para ver las cosas como Dios las ve.

"La creación es la obra preciosa del amor de Dios que quiso que compartieran las cosas su gloria...es la luz de Dios derramada en todas las cosas".

Desgraciadamente sabemos que no es solo la gloria de Dios lo que vemos cuando miramos la vida; vemos también el sufrimiento, la fealdad, la deformidad, el odio...incluso las cosas más bellas nos sumen en la melancolía porque pasan : pasa la juventud, pasa la belleza, la flor muere, el ser humano amado con pasión muere y no parece quedar más que unos huesos secos en un cajón.

Vista así la vida parece más una maldición que una bendición, más tiniebla que gloria de Dios.Y es que el mundo está herido de pecado, herido de muerte. Muchos hombres no han tenido nunca más visión que ésta, y por eso no deberíamos juzgar facilmente a los que no tienen fe, quizá ante este espectáculo no han podidod creer en Dios porque lo han visto como una sombra que niega su auxilio ante la desesperanza humana. Si somos sinceros encontraremos circunstancias de la vida en que también nosotros hubiéramos podido creer que Dios es implacable o que quizá no exista.

" Pero, y aquí viene el don de Ciencia, sabemos que esta creación, herida de muerte, ha sido tocada por la gracia de Jesucristo, que no solo toca el corazón del hombre y su existencia, sino a toda la creación". La luz de la resurrección del Señor, la luz de la Pascua, ha vuelto a iluminar las cosas con la belleza inmensa en que fueron creadas y aún mucho más...las han revestido de la gloria de la resurreción; ha herido al universo de amor, de belleza, de luz.

Para la mirada de Dios, que es la mirada verdadera, ya no hay tiniebla ni muerte:

" La flor no muere para el que cree en la resurrección de Cristo, ni el arbol, ni la nube, ni la luz, ¡ni el hombre! Y si Dios nos da este poder ver las cosas así, entonces la muerte ha desaparecido de toda la creación, y esta es la maravilla del don de Ciencia", que Dios puede darnos esa visión y quien yo amo no muere, sino que vive y vivirá para siempre, y todo lo que yo amo, vive para siempre, y todos los instantes felices de mi vida, viven para siempre y todo se transforma en gozo y gloria de Dios y esto no es un sueño sino que es la verdad de las cosas.

"¿Dónde está, oh muerte, tu victoria?

¿ donde está, oh muerte, tu aguijón?"

(1 Corintios 15,55)

Y con esta visión nueva nos vemos a nosotros mismos- y somos maravilla- y vemos a nuestros hermanos- y son maravillosos- y podemos alabar con gozo: " si ves mal a tu hermano es que no aprecias bastante la muerte del Señor, si ves mal la creación es que, para ti, todavía Cristo no ha resucitado. ¡ Que el Espíritu Santo derrame sobre todos nosotros esa luz gozosa!.

DON DE FORTALEZA.

"Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús. Pero viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: "¡Señor, sálvame!". Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice:

"Hombre de poca fe ¿por qué dudaste?".

Subieron a la barca y amainó el viento. Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: "Verdaderamente eres hijo de Dios".

(Mateo 14, 29-33)

Hemos visto que el don de Temor es asumir nuestra pobreza delante de Dios, asumir que somos niños y no podemos nada. La respuesta de Dios a la debilidad del hombre es, precisamente, el don de Fortaleza. Jesús te toma de la mano y te hace capaz de lo que humanamente es imposible: caminar sobre las aguas, sobre las tormentas de la vida, sobre las tentaciones y sufrimientos. Pero no se trata de caminar sólo- quien lo intente se hundirá sin remedio- sino de caminar bajo la mirada y de la mano de Jesús, con la fuerza del Espíritu Santo.

" La maravilla del don de fortaleza es que, al mirarte Jesucristo, al amarte Dios en tu debilidad, no quita tu debilidad sino que te fias tú de su fortaleza, te fias de su amor, te fias de su mirada, te fias de su palabra". El don de Fortaleza es la misericordia de Dios y el amor de Dios sobre tu debilidad.

"Hay dos maneras de vivir: con el don de Fortaleza y sin el don de Fortaleza. Y, ¿sin ese don cómo se vive? Pues apoyando tu vida en ti mismo- en tus talentos, tus riquezas, tu saber, incluso tu virtud o la piedad y fervor de tus oraciones.Y eso es construir sobre arena, y la casa se derrumba cuando viene la tempestad- .

Pedro Reyero contaba una anécdota maravillosa sobre lo que es este don: Le habían operado y el dolor se hacía cada vez más y más grande y al borde de la desesperación, cuando temía ponerse a blasfemar, se acordó de Jesús y le dijo: "Señor, ¿tú que hiciste? Porque a mí me han dado dieciocho puntos, pero...a tí, ¡eso de clavarte así en vivo en la cruz!-. Y oí en mi corazón una respuesta- "es que yo en aquel momento me fiaba de otro, estaba en las manos de mi Padre"- "Pues Señor, yo quiero hacer lo mismo, no sé como hacerlo pero quiero hacer lo mismo. Me fio". Y en aquel momento cesó todo dolor de forma instantanea...y al día siguiente ...todo normal. Y después, pensando en esto, me dio una gran tristeza: "Pobre Pedro, ¡ mira que solo acordarte de esto, en el momento de mayor sufrimiento, cuando ya no puedes más! ¡Qué pena no vivirlo en la vida diaria! ¡Qué pena no vivirlo cuando convives con los demás y no puedes con la convivencia! ¡Qué pena no vivirlo en la rutina y monotonía de todos los dias! ¡Qué pena que tenga que venir Santa Bárbara tronando para que yo me entere, cuando el don de fortaleza es el pan de cada día que Dios da para la vida de sus hijos!"

" grande es el poderío del Señor,

y por los humildes es glorificado"

(Eclesiástico 3, 20)

" cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte "

(2ª Corintios 12,10)

DON DE CONSEJO.
" no son mis pensamientos vuestros pensamientos ni vuestros caminos son mis caminos, porque cuanto aventajan los cielos a la tierra, así aventajan mis caminos a los vuestros"

(Isaías 55, 8-9)

Todos tenemos pensamientos y proyectos en la vida, criterios sobre lo bueno, lo razonable, lo que debe hacerse y lo que queremos conseguir , pero a menudo levantamos con todo eso una barrera ante Dios. Sabemos lo que queremos y ni a Dios le dejamos darnos otra cosa, y así muchos hombres viven en la amargura porque creen que deberían haber sido importantes, o tener otra esposa, o tener fortuna, o tener éxito evangelizando o...cualquiera de las cosas que la televisión dice que son la felicidad: Estamos encerrados como en una cárcel en nuestros deseos y pensamientos. El don de Consejo viene a romper los barrotes de esa cárcel, a revelarnos los caminos, los proyectos y los deseos de Dios.

¿ Cuantas veces nos podría decir el Señor, como a San Pedro : "tus pensamientos no son los de Dios sino los de los hombres"?. Hay que recordar que solo los hijos reciben los dones y solo en el Hijo se puede tener los pensamientos de Dios. No se trata de reflexionar y planificar mucho sino de que Dios, con misericordia, regale sus propios pensamientos.

Al santo cura de Ars, que mostraba un discernimiento milagroso sobre los corazones y los hacía volverse a Dios diciéndo a cada uno aquello que derretía su dureza, como era además un hombre de escasa cultura, le preguntaron donde había adquirido aquella sabiduría; por toda respuesta señaló su reclinatorio ante el sagrario de su iglesia. Las largas horas de contemplación, mirando al Señor, le habían llenado de su luz y, para él, discernir con el pensamiento de Dios era ya casi un hábito. En nuestra vida, si volvemos la vista atrás, también encontraremos decisiones y discernimientos que no sabemos de donde nos vinieron, pero que el tiempo ha revelado que fueron de Dios.

El don de Consejo tiene otra consecuencia: quien piensa como Dios, actua como Dios, como hijo de Dios, y Dios es misericordia – el don de Consejo nos reviste de las entrañas de misericordia de Jesús, del alma humana de Jesús: conocer los caminos del Padre es entrar en los caminos de la misericordia, revestirnos de la humanidad de Cristo que cura, acompaña, guía y levanta a los cansados.Dejarle a Dios nuestro cuerpo y nuestra alma para que a través de ellos derrame su misericordia. No nosotros, sino El. El don de Consejo nos revela la entraña, el pensamiento, el corazón de Dios; y ese corazón no es otra cosa que misericordia.

" el hombre naturalmente no capta las cosas del Espíritu de Dios; son necedad para él. Porque ¿ quien conoció la mente del Señor para instruirle? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo. "

(1 Corintios 2, 14-16)

" no será ya ocultado el que te enseña; con tus ojos verás al que te enseña, y con tus oidos oirás detrás de ti estas palabras: "ese es el camino, íd por él " "

(Isaías 30, 20-21)

DON DE INTELIGENCIA.

" Iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús...Y sucedió que mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le reconocieran...Y sucedió que cuando se puso a la mesa con ellos tomó el pan, pronunció la bendición...

Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron...

Se dijeron uno a otro ¿ no estaba ardiendo nuestro corazón cuando nos hablaba...?"

(Lucas 24, 13-31)

Hemos visto que el don de ciencia es ver las cosas como las ve Dios; pues bien, el don de Inteligencia es aún mejor, pues consiste en una luz que concede el Espíritu, no ya para ver las cosas, sino para ver al mismo Dios, para reconocer su rostro bendito. Para reconocerle cuando actúa, cuando revela, cuando obra. Cuantas veces Dios es el divino desconocido, el que pasa a nuestro lado obrando en nuestra vida sin que le reconozcamos. Camina a nuestro lado y no sabemos nada de Él.

Sin este don, Jesús será para nosotros alguien maravilloso, al que conocimos, pero no el que nos acompaña en el camino, no el que vive y nos habla aquí y ahora. Como los discípulos de Emaús iremos entristecidos pensando "era maravilloso, éramos sus discípulos, aprendimos mucho de él, pero...no está, lo crucificaron y murió"- ¿No reconoceremos ese sentimiento que nos asalta cuando parece que no encontramos a Jesús en ninguna parte?. Eso significa que no hemos visto su resurrección aunque nos hayan hablado de ella- como a los discípulos de Emaús les habían hablado. Muchos cristianos pasan así por la vida: " nos han dicho que resucitó, quizá sea cierto, pero no lo hemos visto".

Y sin embargo, un día comienza a arder el corazón, es el síntoma de que secretamente alguien, el Espíritu Santo, nos está explicando las escrituras, nos está mostrando a Jesús. Somos tardos de corazón para entender, pero un corazón que empieza a arder por Cristo es que está en el camino de encontrarle, vivo y resucitado.

Y llega un momento en que nos sucede lo que a Pedro en el lago cuando no pescaban nada en toda la noche y vieron a un desconocido:

" El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: "es el Señor". Cuando Simón Pedro oyó "es el Señor", se puso el vestido y se lanzó al mar" ( Juan 21, 7)

El corazón de Pedro arde y se lanza sin miedo al agua . Ha reconocido al Señor. Lo mismo nos ocurre a nosotros cuando un día leyendo las escrituras un pasaje nos habla personalmente y hasta cambia nuestra vida. Arde el corazón y reconocemos: ¡Es el Señor!. Hemos pasado por pruebas y por momentos dolorosos, y un día vemos claro que todo tenía sentido, que Jesús nos ha llevado de la mano, y reconocemos: ¡Es el Señor!. O un día miramos al hermano, o al pobre y con un estremecimiento del corazón reconocemos ¡Es el Señor!.

Sin el don de Inteligencia la escritura no es más que un libro, la vida no es más que un azar, el hermano no es más que un extraño, la eucaristía no es más que pan. Con el don de inteligencia se abren nuestros ojos y asombrados y gozosos decimos , quien está en todo esto "¡Es el Señor!".

" Dice de tí mi corazón: "Busca su rostro."

Sí, Yahveh, tu rostro busco: no me ocultes tu rostro"

(Salmo 27, 8)

DON DE SABIDURIA

" Gustad y ved, qué bueno es el Señor

dichoso el hombre que en él se cobija "

(Salmo, 34, 9)

Se sabe que la palabra "Sabiduría" viene de "sapere", que significa "saborear", es decir comprobar a qué sabe algo, qué gusto tiene. Nos pueden explicar todo lo que quieran sobre cómo sabe un melocotón, podemos leer una enciclopedia sobre frutos...en realidad no sabremos nada sobre eso hasta que mordamos uno y lo saboreemos; solo entonces sabremos cómo sabe.

Algo parecido ocurre con Dios. Se puede conocer teología hasta hartarse y no "saber" casi nada sobre Dios, sobre Dios vivo. Es el Espíritu Santo quien revela quien es Dios, cómo es Dios, a qué sabe Dios.

El don de Sabiduría más que un don, es el compendio de todos ellos; es el don de los que han conocido y saboreado a Dios.

Podemos repasar todos los dones y ver cómo todos son un "gusto " de Dios: Es sabio quien se aferra a Dios sin soltarle porque ha gustado que en Él está la vida; es sabio quien vive como hijo de Dios porque ha gustado que Dios es Padre; es sabio quien ve la creación con los ojos de Dios porque esa visión tiene el gusto de la verdad; es sabio quien sabe encontrar su fuerza en Dios porque ha gustado que él es la unica roca; es sabio quien piensa como Dios y sigue sus caminos porque gusta la vida en esas sendas; es sabio quien sabe ver a Dios donde está: en la vida, en la escritura, en la eucaristía, en los hermanos...y todo esto es sabiduría de humildes, sabiduría de pequeños; conocimiento que no se adquiere en los laboratorios y que los sabios según el mundo ignoran.

" yo te bendigo Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes y se las has revelado a los pequeños "

(Lucas 10,21)

En suma, ninguna palabra humana puede comprender enteramente al Dios Altísimo; pero lo que es Dios, nos lo ha revelado Él mismo: El corazón de Dios es el Amor. Amor que nos sobrepasa infinitamente por arriba, por abajo y por doquier. Si gustas el amor y el perdón de Dios ya no te juzgarás ni juzgarás a nadie, si gustas la misericordia de Dios ya no desearás otra cosa. Que el Espíritu Santo nos conceda el verdadero conocimiento de Dios para que seamos uno con él.

" que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que arraigados y cimentados en el amor, podais comprender con todos los santos cual es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que os vayais llenando hasta la total plenitud de Dios. "
(Efesios 3, 17-19)

LA ENFERMEDAD MÁS PELIGROSA, MÁS DAÑINA Y MÁS CONTAGIOSA

Con la Colaboracion especial del padre Leonardo Roa Torres



¿YO O DIOS?

Un saludo fraterno y cariñoso para la persona que reciba y lea este mensaje de sanación interior.

Oremos: Espíritu Santo de Dios ven en mi auxilio y dame la gracia de abrir y gozarme con el regalo que me tienes con esta nueva experiencia de fe.

La Biblia, La Palabra de Dios, es viva y actual. Lo que le sucedió a Adán y Eva es lo que nos está sucediendo. Ellos “quisieron ser como Dios”, ellos quisieron ser grandes y cuando “se pusieron en el puesto de Dios” se les abrieron los ojos y se dieron cuenta que “estaban desnudos”, es decir, sin la gracia que Dios les había regalado (Génesis 3,1-13).

Cuando “yo quiero ser como Dios” con el tiempo, los tropezones y la misericordia de Dios me doy cuenta que soy pequeño, que no puedo hacer siempre lo que yo quiero y siempre lo que yo deseo. Entonces me enfermo y no tengo ni paz ni libertad.

LA PEOR ENFERMEDAD

Hoy en día hay enfermedades cada vez más raras y los médicos se van especializando en cada órgano del cuerpo, en cada parte del cuerpo. Hasta el punto que cada dedo de la mano tiene un especialista. Ya los médicos generales van quedando relegados. Los médicos de antes que trataban las enfermedades que circulaban en el ambiente van desapareciendo porque lo máximo son los especialistas. Es un gran regalo. Como dice la Palabra de Dios: “Los médicos son un regalo de Dios” (Eclesiástico, o, Sir. 38,1-10)

Hay problemas cuando se sube el azúcar en la sangre y puede llegar a un coma diabético. Cuando sube la presión y puede tener un infarto o una trombosis. Cuando sube el colesterol o los triglicéridos, los glóbulos blancos. En fin, cuando se suben los niveles de aminoácidos, de proteínas, de carbohidratos, de etc. Etc. Hasta el sobre peso (la gordura) se considera una fuerte enfermedad y por eso tantas dietas y tantos gimnasios para mejorar la salud corporal.

La pregunta es ¿cuál es la peor enfermedad del tiempo actual? ¿En qué porcentaje están las enfermedades del corazón, las de la sangre, las del cáncer, las de depresión, de los huesos, de desnutrición que causa tantas muertes de hambre? ¿Cuál es el índice más elevado y cuál es la más peligrosa?

Hoy más que nunca hay más cuidados, más medicina, más especialidades y abundan las enfermedades más raras y más complicadas.

La gran pregunta es: ¿Cuál es la peor enfermedad?

¿Podríamos decir que el YO, el EGO? Decimos rápido el “egoísmo”, vamos a llamarlo en este artículo el “yoísmo”. Cuando los índices del EGO, del YO están altísimos la muerte es segura. No sólo muero yo, sino que estoy matando a los que viven conmigo, a los que trabajan conmigo, a los que rezan y se congregan conmigo. Es peor que la bomba atómica.

Cuando… yo soy tal personalidad,… yo tengo tanto dinero,… yo puedo hacer y deshacer con el poder que yo tengo,… yo quiero conseguir lo que sea al precio que sea,… yo quiero hacer lo que quiero y hasta lo que me dé la gana,… yo busco mis intereses por encima de quien sea y como sea. En definitiva, cuando mi YO lo he alimentado o me lo han alimentado hasta alcanzar niveles peligrosamente altos. ¡Cuidado! ¡Stop! ¡Detente!

La enfermedad peor, la más contagiosa, la más alarmante. ¿Quién la puede curar? ¿Es posible curarla? ¿Qué avión tengo que tomar para llegar donde ese especialista? ¿En qué país, en que hospital, qué seguro me cubre, con quién puedo hablar para que me lleve o me oriente y me consiga urgente la cita? ¡Es cuestión de vida o de muerte! ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida, su alma? (Marcos 8,35-36). ¡El yo, lo mío es lo más peligroso!

¿JESUS DE NAZARET RESUCITÓ?

Este es el gran grito de victoria: ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? Ha resucitado. El testimonio de los Apóstoles: “Ese Jesús que Ustedes crucificaron y mataron Dios lo ha resucitado y nosotros somos testigos… Ha comido con nosotros (Hechos 3, 11-16; 4,7-12.32-33; 5,27-32; Juan 20,1-29; Lucas 24,1-12.13-35.36-43; Marcos 16,1-14).

Sin embargo, Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, para muchos sigue muerto, ni se conoce. Otros que no han tenido la experiencia con el resucitado quieren matarlo hoy con películas y versiones contrarias a la Palabra de Dios. Y, después de 20 siglos no le hemos obedecido y por eso vivimos “como perros y gatos” y estamos enfermos sin paz y sin libertad.

Jesús resucitó ¿para qué? Cuántas respuestas nos darían. Una respuesta sencilla: Jesús resucitó para resucitar en mí. Entonces hay un enfrentamiento del yo, del ego con Jesús. O vivo yo o vive Jesús. Por eso San Pablo compartía esto bien: “Ya no vivo yo es Cristo quien vive en mí” (Gálatas 2,20). Entonces para que Jesús viva yo, Leonardo, tengo que morir a Leonardo. Cada uno puede colocar su nombre y repetir: yo… fulano-fulana de tal tengo que morir a…, a mi yo para que Cristo Jesús viva en mí, resucite en mí y yo sea una persona nueva (Juan 3,3-7).

Morir a uno mismo no es fácil, Jesús nos invita a dejarlo todo hasta uno mismo. Es fácil dejar familia, herencia, patria pero dejar el YO, el EGO es lo más difícil. A los 20 años terminando la Filosofía salí de misionero al Paraguay-Ecuador-Venezuela dejándolo todo: padre, madre, hermanos, herencia hasta patria como animaba Pío XII. Sin embargo, en la maleta de mi corazón llevaba mi yo, mi ego, a Leonardo. Como dice San Pablo: el hombre viejo.

Desde hace 39 años la lucha ha sido titánica. Ha habido temporadas donde Jesús ha tomado más fuerza y he tenido paz y la he contagiado. Pero ha habido temporadas donde mi YO ha tomado el control de mi vida y ha sido un desastre enfermándome y enfermando a muchas personas. Después de mi última enfermedad de, -julio 2011-febrero 2012, 8 meses-, el Espíritu Santo, ayudado de tantas oraciones, ayunos y sacrificios de tantos y tantos hermanos y hermanas, me está iluminando y dejando vivir esta nueva y maravillosa experiencia.

Viviendo como Vicario Parroquial de Las Terrenas y El Limón de Samaná desde Marzo 2012 y con la Bendición y gran bondad de mi Obispo Monseñor Jesús María de Jesús Moya, la ayuda fraterna y espiritual del P. Rigoberto Zamora. Toda la oración y la ayuda de tantos sacerdotes, religiosas, amigos, hermanos y, mis enfermeros privados: mi madre Carmen Julia y Félix Alberto mi hermano junto a los médicos, el Espíritu me ha mostrado la raíz de mi enfermedad.

Jesús nos enseña que si el grano de trigo muere da fruto (Juan 12,20-26). El murió y resucitó y sigue dando mucho fruto resucitando El en cada uno de nosotros. “Morir a uno mismo” y más en esta sociedad de tanta y tanta comodidad y tanto facilismo no es fácil. Todo va siendo a control remoto donde ya no se mueve uno, por internet se compra y todo le llega a la casa sin mayor esfuerzo. Una sociedad que ha creado todo tan fácil de adquirir que si uno se descuida un poquito “se lo lleva la corriente” y uno sigue arrastrando más gente a la amargura, a la desesperación, a la frustración, al sin sentido, al caos que estamos viviendo y respirando, que estamos oyendo, viendo por los medios de comunicación social. Nos causan admiración y espanto y, un futuro muy incierto: desde no poder dejar la casa uno o dos días porque alguien puede llevarse lo poco o mucho que tenga, matar a una persona por un celular y más hechos.

En esta última batalla, ocho meses de muerte y restauración, Jesús resucitado va ganado el mano a mano a mi yo y, la paz y la libertad interior y exterior se están dejando sentir. Con tal muera Leonardo, el “hombre viejo” del que Habla San Pablo donde no hago el bien que quiero sino el mal que no quiero (Efesios 4,17-32; Col. 3,9-11; Romanos 7,14-15). Aprovechar todo y ofrecerlo todo para que mi yo muera (Colosenses 1,24).

¿MI VOLUNTAD O LA VOLUNTAD DEL PADRE?

Desde pequeño nos van torciendo y nos van dañando. El niño pequeño llora y patalea porque no le dan “lo que él quiere, su voluntad o su capricho o su antojo o su resabio, como se quiera llamar. ¿Qué se hace? Para que no llore, para que no fastidie, para que no moleste, para que deje en paz se le da lo que anda buscando. ¡Ojo pelao los papás y más cuidado los abuelos!

Nos gusta hacer lo que queremos, lo que me gusta, lo que me causa placer, lo que me divierte y luego nos estamos lamentando de los accidentes, de las enfermedades, de los desengaños de la vida. Pasamos de una etapa donde todo era pecado a la etapa en que todo es permitido “de acuerdo a lo de cada uno”, a lo que yo quiero y lo que a mí me parece. Hasta queremos hacer una Iglesia a nuestro parecer y no de acuerdo a la Palabra de Dios, a la que fundó Jesucristo (Mateo 16,18-19; Colosenses 1,24). Decimos: La Iglesia, refiriéndose a la Jerarquía y a las normas establecidas, debe cambiar en esto, debe aceptar esto y lo otro. Y ¿qué es eso otro? Lo que YO pienso, lo que me parece, lo que se me ajusta a mi modo de vivir. Al final cada uno hace lo de él, su voluntad. Convirtiendo “su yo” en parámetro o norma de actuar.

Jesús de Nazaret sólo hacía la voluntad del Padre, mi comida es hacer la voluntad del Padre, si es posible aparta de mí este cáliz, pero no se haga lo que yo quiero sino tu voluntad. En el Padre Nuestro que nos enseña: “Santificado sea tu nombre no el mío”, “Venga a nosotros tu Reino no el mío” y lo sella con “hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” (Juan 4,31-34; Lucas 22,41-42; 2,48-50; Mateo 6,9-15). La voluntad de Dios no la voluntad mía.

¿CUÁL ES LA CLAVE?

Ahí está la clave: “hacer la voluntad de Dios y no la mía, aunque la mía parezca muy buena, muy piadosa o hasta muy santa”. Con tal no se haga mi voluntad: lo que quiero, lo que me propongo o lo que propuse, lo que insinué, lo que sugerí. De esta forma se va curando la enfermedad más peligrosa, más dañina y más contagiosa: El yo, el ego, el “yoísmo”.

Esa es la clave, pero el secreto es la medicina.

¿CUÁL ES EL SECRETO?

Ahora viene lo bueno. Ahora viene una de las medicinas buenas para sanar esta enfermedad madre y raíz de muchísimas enfermedades. Es algo muy sencillo.

ORAR CON PODER

Hay medicinas que son agradables y otras que son desagradables, ya sea por el sabor, el tamaño de la pastilla o la cápsula, el dolor de la inyección, los efectos secundarios de la cirugía o del tratamiento.

No se asuste de esta expresión “orar con poder”. No es orar gritando ni orar haciendo fuerza. ES OFRECER. Aquí está el secreto: ofrecerlo todo,todo, todo. Ofrecer de manera especial lo que más me duela, lo que no me gusta, lo que no me apetece, lo que no me parece y lo que va en contra de mi voluntad para que se haga solamente la voluntad del Padre. En vez de estar renegando, fuñendo, quejándose, juzgando ofrece toda la incomodidad hasta por la persona que le quiere quitar la paz. Si tienes paz contagias paz. Ofrecerme a Jesús ofreciéndolo todo.

A uno le viven pidiendo oración por tantas y cuantas necesidades: de salud, de trabajo, de unión familiar, de viaje, etc. Etc. Acostumbramos a responder: “Sí, voy a orar”. En efecto, hacemos una oración, un “rezado”, un Rosario, una jaculatoria: “Lávalo con tu Sangre Jesús”, “Bendícelo Jesús”, “abrázalo-a Jesús”, “te bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Ofrecemos una Eucaristía –Misa-. Y eso está bien y es maravilloso.

“Orar con poder” es ofrecerlo todo. Es fuente de paz interior y paz exterior. Un joven en la capital llegó a su casa y se encontró a sus padres peleando y gritando con sus hermanos. Dio un grito fuerte: “Aquí no hay paz, necesito paz”. Su papá sacó del bolsillo un billete de dos mil pesos (50 dólares) y le dijo: urgente vaya a las farmacias y supermercados y cómprenos una libra de paz para la familia. Salió el joven y después de preguntar en muchas farmacias y supermercados regresa a la casa con el billete diciendo que nadie vende paz.

Si fuera por el dinero cuánta paz tendríamos, ¿no es verdad? Como dice el canto “ni se compra ni se vende”. Entonces ¿dónde está la fuente de paz? Siempre oramos por la paz, pedimos por la paz y la guerra aumenta, la división aumenta. Jesús es el príncipe de la paz es la fuente de la paz, es la gasolinera de la paz. Cuando se te acaba la gasolina de la paz va a la bomba de paz que es Jesús. El siempre nos espera. ¡Animo, no dejemos que se nos acabe ese tanque”

Jesús resucitado saludó a sus discípulos: “Paz a Uds. y no creían y luego se alegraron” Y la clave que les dio fue: “miren mis manos y mi costado” (Lucas 24,36-48). Manos clavadas y costado abierto. Todo lo ofreció en obediencia a la VOLUNTAD DEL PADRE por nuestra redención, para que tengamos paz y libertad. Ya les había dicho: “Cuando lleguen a una casa digan paz a esta casa” (Lucas 10,5-6). “Mi paz les dejo mi paz les doy no como la da el mundo” (Juan 14,27 y 16,33). Consigamos un tanque de paz de reserva, ¿qué te parece?

La paz fruto del morir a uno, a su voluntad para hacer la voluntad del Padre.

CAMINO SEGURO PARA ADQUIRIR LA PAZ

Ofrecerlo todo y aprovechar toda oportunidad y toda situación para hacer la voluntad del Padre. Aprovechar ofreciendo todo lo que me disgusta, me duele, me fastidia, me incomoda, me hace sufrir. En vez de estar quejándose, lamentándose, echándoles la culpa a los otros. En silencio y ofreciéndolo. Qué medicina tan efectiva y tan saludable. Lo que Jesús me enseñó hace 17 años y escribí un brochour titulado CALLAR – ORAR Y BENDECIR. Se me iba olvidando.

No es callar y aguantar. Uno se queda callado, pero por dentro está quemando. “María guardaba todo en su corazón” (Lucas 2,51). Ella callaba y ofrecía. No es callar y reventarse uno. Es callar y ofrecer para no reventarse. No es callar y por dentro estar juzgando, condenando y creciendo en intranquilidad para luego desquitarse con la primera persona que encuentre contagiándole no paz, sino guerra, dolor, tristeza, amargura, sufrimiento. ¿Qué diferencia, verdad? Es cosa del cielo a la tierra, del día a la noche.

Llega el esposo a la casa y la comida no está lista. Puede tener tres actitudes:

1.- Revienta con insultos, con palabras contra su esposa por no cocinar a tiempo y comienza a juzgarla: a dónde se fue, qué tanto hace que no le alcanza el tiempo, qué desconsiderada: uno trabajando y cansado y tú viendo tele o chismiando. Explota y de mala manera. Hiriendo a la esposa y “dándole un gran mal ejemplo a sus hijos” o personas presentes. Envenena todo.

2.- Llega y no encuentra la comida o la sala desarreglada. Se calla y rabioso se va a ver televisión o se encierra en la habitación y sin decir nada empieza a juzgar y condenar. “Calla, pero la procesión va por dentro”. Pasa a comer callado y con una actitud de protesta y sufre.

3.- Llega y, al encontrar esa situación la saluda con cariño. Le ofrece el hambre y el cansancio por la unión familiar, por tantos que no tienen comida ese día, por ese matrimonio que está por romperse o que se ha roto para que Jesús resucite el amor por el perdón que se van a dar. Se ofrece a colocar la mesa, los platos, la cuchara, a picar o partir en la cocina lo que hace falta. Está viviendo en paz y contagiando la paz. ¡Qué hermoso, verdad! Qué sueño. Vale la pena.

La esposa está en la casa y no llega el esposo que quedó en recogerla. No llega y ella se inquieta, se preocupa y “empieza a envenenarse por dentro”: no llega, siempre el mismo, con quién se quedaría, ahora que venga no salgo. Eso y más pensamientos. En vez de disculpar, de callar y orar por él, de bendecirlo, de “lávalo con tu sangre Jesús”. Cuando llegue como ha ido alimentando la paz con la oración ¿qué le va a contagiar? Paz, amor. ¡Qué belleza! Esa espera la ofrece por aquel hijo que está desobediente, por aquella hija que tiene esos amores no conforme a los papás. Creció en paciencia que es “la ciencia de la paz”. Murió el yo y salió Jesús. No se hizo su voluntad sino que se abrazó a la voluntad del Padre.

Y, así en todo. Si tú te dejas envenenar y te llenas de odio, de resentimiento, de dolor, de enojo lo que vas a contagiar es eso y el sufrimiento para ti y el sufrimiento para los que tú envenenes. Pero si tú callas, oras, bendices la paz de Jesús te va llenando, te va empapando y por donde pases vas a dejar el aroma de paz. ¡Qué gran diferencia! Por eso “miren mis manos y mis pies soy el mismo”, “tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único no para condenar al mundo sino para que se salve por él” (Juan 3,15-16).

Ese hijo o esa hija sale de la casa desobediente y la mamá o el papá se queda envenenándose, renegando, hasta llorando, pensando cómo lo va a castigar, de qué lo va a privar. Pero si calla y ofrece ese dolor por el cambio de él o ella. Le ofrece a Jesús esa misma desobediencia y hace un sacrificio por ese hijo. ¿Qué está haciendo? Llenándose de la paz que da Jesús y cuando llega ese hijo no lo maltrata sino que le contagia eso que lleva dentro, esa paz. ¡Qué hermoso!

Alguien dirá no es fácil. Es verdad que tiene que entrenarse mucho, pero hay que empezar. No es fácil matar el YO, no es fácil curar la enfermedad del Yoísmo, pero hay que dar pasos y aprovechar desde ya todo lo que me molesta o me duele. Haz un momento de silencio y sumérgete en “ese corazón sanador de Jesús”, en “ese corazón abierto por la lanza” y entrégale lo que te está inquietando o haciendo sufrir y ofrécelo a Jesús por ese enfermo que está muy mal, por esos niños abandonados, esos jóvenes en los vicios, esos matrimonios por destruirse o destruidos para que resucite el amor en el perdón, por esa persona que me calumnió o me levantó un chisme, esa persona que me perjudicó (Filipenses 2,14-18).

Haz un momento de silencio y en “ese corazón lleno de amor” déjate dar un baño de paz, de confianza, de amor. Dejémonos empapar de los sentimientos de Jesús para que los contagiemos con las personas que nos encontremos, con los que hablamos por teléfono o con los que nos comunicamos por correo o internet. El mundo sería como Papá Dios lo creó, lo pensó y por el que Cristo Jesús “obedeció hasta la muerte y una muerte de cruz” (Filipenses 2,1-11). Con razón cuando nace el bebé la madre se olvida de los dolores e incomodidades del embarazo y del parto y se goza, se alegra con el recién nacido. Gracias Jesús por obedecer y hacer la voluntad el Padre. Gracias por estar compartiendo estas maravillas.

Luego de una enfermedad de ocho-nueve meses (2011-2012), enfermedad del yoísmo, “enfermedad del leonardismo” donde no me dejaba pescar y me le escabullía, me le escapaba a Jesús, al fin escuchó el clamor y el ofrecimiento de tantos camilleros que me llevaron donde Jesús y me descolgaron para escuchar y aceptar sus palabras de sanación: “tus pecados son personados”. Gracias a Dios por tantos camilleros (Marcos 2,1-12). Gracias mamá Carmen porque en esos 3 meses de muerte que pasé en Colombia me invitaba a rezar el Rosario que no quería hacerlo. Lo hacía más por vergüenza que por fe. Gracias mamá y gracias Madre María por callar y ofrecer tu sufrimiento y escuchar tantos clamores de tantos camilleros. Gracias, Te alabo y te bendigo Señor Jesús por aguantarme y sostenerme aunque no creía.

Mi yo, mi ego se había inflado. Me denominaba “el padre de los puentes” porque con los campesinos de Arroyo al Medio-Nagua habíamos hecho 7 puentes-puentes en menos de 3 años (2 Feb. 2004-27 Oct. 2006) con un presupuesto mínimo y tocando tantos corazones generosos. Las obras a favor de los pobres, de los campesinos, las casas de tantos pobres, las cirugías de tantos enfermos, construcción y reconstrucción de capillas.

Me dejé engañar de la serpiente: “serán como dioses”. Por eso me daba el lujo, mejor, el orgullo de creerme con autoridad moral para decir “las verdades sin caridad, ofendiendo y maltratando con palabras hirientes a las autoridades, a los compañeros de Iglesia. Y cuando, por la misericordia divina” descubrí “que estaba desnudo” caí en una depresión que para dormir desde julio 2011-febrero 2012 tenía que tomar dos pastillas para poder dormir. Todo el pecado y la enfermedad del yoísmo me estaban acabando. Perdí como 60 libras y los que me veían sentían compasión (Isaías 53,1-3). No me quería bañar ni cepillarme los dientes. Lo que quería era morirme, que me diera un infarto y “muerto el perro se acabó la rabia”.

Ese hombre fuerte y batallador estaba como los boxeadores “en la lona, en el piso”, peleaba con Jesús por no haberme llevado en el accidente del 22 de enero de 2000 y pensaba no se hubieran hecho los puentes, pero no importa ya hubiera descansado. Otro de los pensamientos: por qué no me llevó el año pasado cuando me dio el 23 de marzo 2011 una subida de azúcar de 990 que me internaron en el Hospiten de Santo Domingo. Salí el 27 con 30 de insulina y dos pastillas y el 28 lunes me fui a los retiros preciosos en la Parroquia Sant Andrews de Coral Springs, Florida. ¿Por qué no me quedé ahí? Me daba rabia y seguía envenenándome. Jesús me seguía desinflando el yo y yo no quería sino estar acostado.

Ya no tenía fuerzas ni para pelear, ni discutir, pero era un silencio agotador, preocupante para mi madre, mi familia, mis amigos y paisanos. No quería celebrar ni ver la Misa por televisión. Lo que quería era morirme. En esos 3 meses me preguntaban cuándo iba a celebrar una Misa de Sanación. ¡Qué cuento! El que necesitaba sanación era Leonardo. Fue un martirio para mi mamá, mis hermanos, familiares y amigos que me habían visto en el apogeo de las sanaciones que Jesús hacía por intermedio de Leonardo en su tierra natal, Ibagué-Tolima-Colombia. Y eso me golpeaba más y me hundía más y más. Desde la habitación-cárcel que me había construido veía las torres de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, donde fue monaguillo hace 47 años y me daba nostalgia. Los padres salesianos me animaban, otros sacerdotes también. La gente orando por mí, para que Jesús me sanara y yo no sabía que la enfermedad era “mi yoísmo”.

Quería la mejoría como en años anteriores que había caído un mes y luego me levantaba con más furia para trabajar. Muy cariñoso con la gente, pero el que no hacía como yo pensaba o quería le aplicaba la mano dura. Todo eso me golpeaba porque no había sido fiel a la Palabra de Dios y cualquier parte de la Biblia era una acusación. Me veía como aquel que Dios le perdonó tanto y yo no había perdonado cositas a tantas personas, me veía como en el Evangelio de aquel que fue perdonado 10.000 y el no perdonó 100 a un compañero (Mateo 18,23-35). Todo era culpándome, rechazándome, azotándome, martirizándome. ¡Qué duro!

Quise hacer una casa de oración en Nagua, coordinar la Renovación en 19 Parroquias y gracias a la paciencia de mi Obispo que me dio mucha libertad. Total todo se fue al piso, la casa de los inválidos en los Memisos de Las Gordas no se terminaba, ellos estaban en una habitación peor de lo que los encontré. Tenía deudas en 2 Ferreterías y albañiles. Gracias Omar y Niño Jesús por recoger el trasteo, la mudanza y entregar la casa. Muchas Bendiciones. Todo se me vino encima y lo único que quería era morirme. Pensaba que todo se había terminado. Quería que me cayera un rayo y el sufrimiento se acababa. ¡Cuántos que leen dicen: eso me pasa a mí!

Repito quería un milagro, quería levantarme rápido y todo fue lento y muy lento. Regresé el 4 de octubre del 2011 y el 5 día de Santa María Faustina hablé con Monseñor Jesús María de Jesús Moya, que se ha portado como un padre. Le pedí hospedarme en la Casa del sacerdote en San Francisco donde están los sacerdotes viejitos y enfermos. Donde había pasado 30 días en “el accidente bendecido del 2000” y donde había pasado varias veces recuperándome. Esa noche celebré solo en la habitación dando gracias por la Misericordia Divina de regresar, sin saber lo que me esperaba. Flaco, demacrado daba lástima. El hombre fuerte era un giñapo.

Me vi en el aire. Ese Jesús que me había rescatado hacía 17 años cuando llevaba 12 años de sacerdote se me había escondido y no hacía mi voluntad, la voluntad de Leonardo, en vez de yo hacer la voluntad del Padre como Jesús Pero tuvo misericordia y me fue llevando con calma. No entraba al correo electrónico, no quería contestar el teléfono, no podía predicar. El hombre de la palabra empezaba a hablar de una cosa y pasaba a otra porque me perdía. Predicar era un gran martirio. El Obispo me dijo que escribiera el sermón. El P. Rigoberto me fue acompañando en un curso precioso pero exigente de oración contemplativa. Me animaba y el muerto, Leonardo, no resucitaba. Fue un tiempo de purificación, fueron 8-9 meses de escuela: “Lo llevaré al desierto y le hablaré al corazón” (Oseas 2,16).

Desde que dialogué con Monseñor Moya me habló de venir a Las Terrenas y El Limón. Ya no como párroco sino como Vicario Parroquial. Eso mismo le pedía a él en una carta de respuesta al permiso tan paternal que me dio. Le escribí desde mi casa paterna el 10 de agosto del 2011 y el médico siquiatra me dijo que no se la mandara. Jesús Buen Pastor me iba llevando.

Mis hermanos querían que saliera rápido del hoyo. Mi hermana María Carmenza no sabía con quién hablar, a qué sacerdote llevarme para que me orara y me sanara. Uno dijo: le hicieron un trabajo de brujería para sacarlo del Ministerio de sanación y liberación. Yo no lo creí y no volví, pero no descartaba esa posibilidad. Total, querían que me sanara, pero ni yo mismo sabía cuál era la enfermedad. Mi hermano Félix Alberto como un papá. Fue un proceso doloroso. Por eso digo que es la enfermedad más dañina y más peligrosa, la enfermedad del yo. Había manipulado a todo el mundo y quería manipular a Dios y no se dejó ¡Gracias a Dios!

Tuve en 3 oportunidades la maleta lista para venir a las Terrenas, pero la hora de Dios no llegaba. Cuando hubo cambio de párrocos el nuevo párroco el P. Ramón Antonio Hilario Bidó, Padre Papo, se arriesgó el 28 de Febrero a traerme para trabajar juntos y después de 2 meses le doy gracias a Dios porque ha sido un hermano y un instrumento del Padre para vivir esta nueva experiencia, para descubrir en este tiempo de oración, ofrecimiento y trabajo pastoral cuál era la enfermedad de Leonardo: “el yoísmo”.

Fue aquí, como Vicario Parroquial, hoy 28 a los dos meses, donde Jesús me abrió los ojos y el entendimiento (Lucas 24,30-31 y 44-47). Estoy viviendo una nueva de luna de miel sacerdotal.

En Colombia todo eran cábalas. Pensaba: Me ordenaron Presbítero a los 29 años y con 29 años de Ministerio (05-09-82), total 58 años,todo se derrumbaba. Era la mitad de la mitad. En esa enfermedad me tocó celebrar con mi familia por primera vez en 29 años un aniversario de sacerdocio. El año 2011 como el 11 de Sept. Todo era no una diosidencia sino como una coincidencia de maldición. Fue una machacada grande. Esa caña de azúcar no quería dejarse machacar, no quería pasar por el trapiche (molino para moler la caña y salir el jugo dulce). Me rebelé, lo único que quería era morirme. ¡Qué depresión tan tremenda! ¡Qué enfermedad tan mala! Tan aplastante, tan mortificante para la familia y los amigos. Y sin poder salir de ahí.

Luego de tantas enseñanzas que me regaló Jesús y con las cuales tantísimas personas habían recibido sanación interior, sanación física y liberación me encontraba en el remolino del yo, del “médico cúrate a ti mismo”. El siquiatra muy bueno me dijo que un ortopedista no se puede curar una pierna partida, un cardiólogo no puede operarse del corazón y yo como sacerdote necesitaba de otra persona. Doctor Jairo Novoa, gracias por su paciencia y ahora le comparto mi enfermedad, la raíz de dicha enfermedad y algunos de los secretos para salir de ahí. Son muchos los testimonios para compartir, pero el artículo de dos hojas –brochour- se ha convertido en un folleto parecido al del accidente bendecido. Creo que saldrá en un libro.

Fueron preciosas las dos últimas jornadas de evangelización en Coral Springs-Florida (28-03-11 a 14-04-11) y Falleteville- Carolina del Norte (18-05-11 a 07-06-11 cuando cumplía los 58 años de vida). Algo precioso. Cuántos testimonios, cuántas conversiones, cuántas sanaciones físicas, cuántos matrimonios reconciliados, “cuántos milagros”, pero me golpeaban la palabras de Jesús en San Mateo 7,21-23: “No bastará con decirme: ¡Señor!, ¡Señor! Para entrar en el Reino de los Cielos, más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo. Aquel día muchos me dirán: ¡Señor, Señor!, hemos hablado en tu nombre, y en tu nombre hemos expulsado demonios y realizado muchos milagros. Entonces yo les diré claramente: Nunca les conocí, ¡Aléjense de mí ustedes que hacen el mal”.

Estas palabras me golpeaban, pero todavía seguía ciego, sin entender las Escrituras: “entrará el que hace la voluntad de mi Padre del cielo”. Cuánta división en el “Cuerpo de Cristo” – La Iglesia. El Cuerpo de Cristo está despedazado porque cada uno queremos hacer “mi voluntad” y todo se lo achacamos a Jesús o al Espíritu Santo: “Jesús me dijo y El Espíritu Santo me iluminó” y no me había abierto el entendimiento para ver que era yo, Leonardo, y no el Espíritu Santo.

LA SOLUCIÓN: hacer la voluntad del Padre del Cielo como Jesús y como María.

LA CLAVE: orar con poder.

EL SECRETO: ofrecer todo, todo, todo de manera especial lo que le ayuda a morir al yo, a mi voluntad.

Ya seguiré compartiendo otros testimonios lindos de lo que Jesús me ha dejado vivir meses antes de la enfermedad, durante los 8-9 meses de enfermedad y los 2 meses como Vicario Parroquial. Será en otro artículo.

Padre de misericordia te alabo y te bendigo por tanta paciencia conmigo, por tantos camilleros que me han dado la mano, que han orado y han hecho sacrificios y ayunos para que este muerto resucite, mejor para que Jesús resucite y Leonardo siga muriendo.

Te alabo y te bendigo Señor Jesús porque cuando ya se acercaba la hora de salir de la casa del sacerdote a esta Parroquia te decía: “quiero enamorarme cien por ciento de ti y anunciarte, predicarte con misericordia no con mano dura; no con una mano de cariño y amor y la otra mano de hierro, sino con las dos manos de misericordia.

Espíritu Santo te alabo y te bendigo por la paciencia que has tenido con migo. Este cuerpo que es tu templo desde el bautismo va a ser consagrado lo mejor para vivir los consejos evangélicos lo más radical que pueda: una extrema pobreza en todos los aspectos, una obediencia a raja tabla para no hacer mi voluntad sino la del Padre, una castidad íntegra porque es la fidelidad a quien es fiel. Gracias Espíritu Santo.

Gracias mamá María por acompañarme en este nuevo calvario como acompañaste a Juan para que llegara hasta el final en la cruz. “…Y el discípulo se la llevó a su casa… (Juan 19,25-27). Y nosotros como buenos discípulos de Jesús la llevamos a la casa del corazón, a la casa de la familia, a la casa de la comunidad, a la casa del pueblo, a la casa de la ciudad, a la casa del país. Les bendice un servidor colombo-dominicano Leonardo Roa Torres, Pbro. www.sanacioninterior.net e-mail jesussanahoy@gmail.com Tel. 809-753-8440. Parroquia “Nuestra Señora del Carmen”, Las Terrenas y “Corazón de Jesús, El Limón de Samaná. República Dominicana. Naturalizado con el acta de nacimiento dominicano en Nagua.

Thursday, April 26, 2012

Como Orar "Solamente Por Ella o El"



Haga la decisión de dedicar cinco minutos diarios para orar solamente por su esposo(a). Respalde su oración con una porción de las Escrituras diferente cada mes. Haga lo mismo con otras peticiones específicas que Dios haya puesto en su corazón. Mantenga un lista de oración dedicada unicamente a su esposo(a).

La lista podría ser semejante a la siguiente:

Por mi esposo(a) (coloque aquí la fecha en que empieza a orar.)

1.- Colosenses 1:9-11

*Que ella o él sea llena(o) del conocimiento de Dios.

*Que ella o él tenga sabiduría espiritual y entendimiento.

*Que ella o él viva una vida digna delante de Dios.

*Que ella o él agrade a Dios en todo.

*Que ella o él sea fortalecida(o) con el poder de Dios para tener la paciencia y la capacidad para soportar las dificultades.

*Que ella o él tenga un espíritu agradecido.

*Que ella o él desarrolle una amistad con un(a) cristiano(a) comprometido(a) que lo(a) desafíe a crecer espiritualmente.

*Que Dios le dé hambre y sed de su Palabra.
Asi nos sucede a los hijos de Dios.. Nuestro llanto y penas por las enfermedades y los problemas se tornan en paz y tranquilidad cuando dejamos que Dios nos tome en sus Manos. Nuestro llanto termina sabiendonos seguros en El.


Tuesday, April 17, 2012

ORACION DE SANACIÓN POR UN NIÑO ENFERMO



 (P. José Luis Aguilar)

"Fue, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había en Cafarnaúm un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. Cuando oyó aquel que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a él y le rogó que descendiera y sanara a su hijo, que estaba a punto de morir.
Entonces Jesús le dijo: Si no veis señales y prodigios, no creeréis. El oficial del rey le dijo: “Señor, desciende antes que mi hijo muera”. Jesús le dijo: “Vete, tu hijo vive”. El hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue.
Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirlo, y le informaron diciendo: “Tu hijo vive”. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a mejorar. Le dijeron: “Ayer, a la hora séptima, se le pasó la fiebre. El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su casa. (Jn 4, 46-53)

(Un momento de silencio para que la Palabra de Dios con su poder penetre en su corazón y se sienta movido a un acto de fe carismática: Dios Puede hacerlo otra vez)

Amado Señor, tú conoces el corazón de tus hijos, y no te quedas indiferente ante el pobre que te suplica. Tú sabes lo que nos aflige el bienestar de nuestros niños, tu comprender la preocupación de los papás ante la enfermedad de alguno de sus hijos. Vengo hoy, como el funcionario real del Evangelio, a pedirte que desciendas y sanes a nuestro niño/a (nombre con fe al niño/a enfermo por quien se está orando de manera especial y el mal que lo aqueja).

Aún desde la preocupación que nos causa su enfermedad, desde el dolor y el desconcierto, si esta enfermedad está dentro de lo que tu permites, aceptamos este momento como ocasión de purificación, de abandono en tus manos, de ofrecimiento generoso de nuestras vidas. Aceptamos este momento como una ocasión para unirnos desde el sufrimiento a los dolores de Cristo por la salvación del mundo (Colosenses 1, 24) (Tómese unos minutos y, en calma, que su corazón se una a lo que acaba de decir con sus labios: "con este sufrimiento, me uno, Señor, a tu pasión...")

Ahora, Señor, a ti que quieres que tengamos vida en abundancia, te pido que por el poder del misterio de tu infancia y tu vida oculta en el hogar de Nazaret, sanes al niño/a a quien tú conoces y amas. Cuida de su cuerpito y de su alma. Pasa tu mano sanadora sobre él para que sienta tu alivio, tus cuidados y se restablezca prontamente, según tu voluntad.

Tú, que recibiste los amorosos cuidados de María y José, consuela y reanima a su papá y a su mamá, no dejes que caigan en la desesperación, en la duda, en la depresión, sino que desde su dolor y preocupación recurran a ti como fuente de verdadera, plena, y duradera sanación del cuerpo y del alma.
Te presentamos el lugar donde se encuentra el niño, reviste ese sitio con tu fuerza y gracia. Aleja de allí todo lo que, material o espiritualmente, puedan ser un obstáculo para la pronta recuperación.
Te presentamos los profesionales médicos que atienden al niño, revístelos con tu sabiduría, ilumínalos para que logren dar con acierto en el diagnóstico y encuentren la medicación y tratamiento indicado. Tómalos como instrumentos de tu sanación.

María, madre de Jesús y madre nuestra, que con esmero y constancia, cuidabas de tu niño, mira el corazón de la madre e infúndele confianza, para que también ella, como tu, pueda ver crecer a su hijo en estatura, sabiduría y gracia, delante de Dios y de los hombres.

Querido San José, tú que fuiste el protector de la Sagrada Familia, y la defendiste de todos los peligros y hasta de la muerte segura en la persecución de Herodes, te presento al papá de esta criatura, intercede ante tu amado Hijo Jesús, para que logre mantenerse fuerte aún en el dolor y la preocupación. Que logre conseguir los medios necesarios para la buena atención de su hijo/a. ayúdalo a no decaer y a mantenerse lúcido a la voluntad de Dios.

Señor, tu dijiste que creyéramos que ya hemos obtenido lo que te pedimos con fe en oración, ahora levanto mi voz y mis brazos para darte gracias por la salud que recibirá este niño por el poder de tu amor que escucha esta oración confiada. Reconocemos que ya estás actuando y sanando. Como el funcionario del Evangelio, nosotros también reconoceremos que es en este mismo momento que estas restableciendo salud y bienestar. Te alabo en fe. Te reconozco Señor y Salvador de nuestras vidas, sin ti estamos perdidos. Te amamos Señor y reconocemos tu grandeza. A ti la gloria por los siglos sin fin. Amén.
(Padrenuestro, Ave María, Gloria)

¿Qué deben hacer los padres para enfrentar el drama de la drogadicción de sus hijos?



Pregunta:
¿Cómo ayudar a los hijos que se drogan?

Responde el P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.
 Respuesta:

Nadie duda que uno de los dramas contemporáneos es el problema de la drogadicción en todos los niveles: niños, jóvenes, adultos y ancianos.

El abuso de las drogas es la pandemia más grave actualmente en todo el mundo. Es una de las principales causas de muchos:

-matrimonios deshechos

-fracasos en los estudios

-despidos de trabajo

-desempleo

-ruinas económicas

-delincuencia juvenil

-prostitución de niños, adultos y jóvenes

-actos de violencia

-enfermedades mentales

-sida y otras enfermedades

-etc...

1. EL FENÓMENO DE LA DROGADICCIÓN

Veamos algunas ideas generales.

1) El consumidor de droga

Entre los distintos consumidores de droga hay que distinguir diversas clases:

-El consumidor ocasional: es aquel que consume droga esporádica y excepcionalmente.

-El consumidor habitual: es quien consume repetidamente, pero mantiene el suficiente control tanto de la frecuencia cuanto de las dosis; su vida en la sociedad es prácticamente normal.

-El fármacodependiente o tóxicodependiente: es el sujeto que ha llegado a la dependencia de la droga; la consumición de droga se hace en él compulsiva y puede llegar en algunos casos al síndrome de abstinencia.

-El toxicómano: es el sujeto en quien la dependencia de la droga es tal que vive tan sólo para ella; recurre a cualquier medio para conseguirla; desaparece para él todo otro interés (personal, familiar, social); pierde todos los valores morales.

2) La dependencia

También hay que hacer alguna distinción entre los tipos de dependencia en que puede encontrarse un consumidor. Son fundamentalmente dos: el acostumbramiento y la dependencia propiamente dicha.

El acostumbramiento es el estado producido por el uso repetido de un medicinal (u otra sustancia) y se caracteriza: por la tendencia a perseverar en el uso de un determinado producto a causa de las sensaciones de bienestar que provoca; por una ligera tendencia a aumentar la dosis; por cierto grado de dependencia psíquica, pero no física; finalmente, porque los efectos sólo son adversos para la persona que consume.

La dependencia, en cambio, es el estado de intoxicación periódica o crónica resultante del repetido uso de una medicina u otra sustancia. Se caracteriza: por el deseo irresistible (compulsión) a tomar el producto permanentemente y a conseguirlo a cualquier costo; por la tendencia a aumentar la dosis; por la dependencia no sólo psíquica sino también física; y, finalmente, porque los efectos son adversos tanto para la persona en cuestión cuanto para la sociedad. Esta dependencia, a su vez, se considera sólo psíquica: cuando la satisfacción psíquica empuja al individuo a abusar de la sustancia que la produce; o incluso física: cuando la suspensión o limitación del fármaco produce una serie de perturbaciones que se denomina 'síndrome de abstinencia', cuando las perturbaciones llegan a calambres estomacales, náuseas, diarrea, convulsiones e incluso estado de coma.

3) Problemas sociales que favorecen el consumo

Nuestra sociedad contemporánea ha creado las condiciones para que el fenómeno de la drogadicción pueda ser considerado prácticamente una 'cultura' (o mejor 'subcultura'); porque, en efecto, la drogadicción se coloca en una línea armonizable con otras manifestaciones propias de nuestro tiempo, como son:

-la búsqueda continua del placer

-el hedonismo en todos sus aspectos

-la intolerancia ante el dolor y la frustración

-la falta de valores

-el materialismo consumista

-la inmadurez cada vez más frecuente en adultos

-la desintegración del núcleo familiar

Este tipo de características de nuestro fin de siglo han creado un estado de vacío, de frivolidad y de cansancio psicológico tal que el instinto de supervivencia espiritual busca desesperadamente salidas alternativas. Es muy significativo que la Organización Mundial para la Salud haya indicado como razones por las que se comienza a consumir algunas drogas 'suaves' (como la marihuana): la curiosidad por los efectos y sensaciones producidas por las drogas, el conseguir la satisfacción de pertenecer a un grupo y ser aceptado por los miembros del mismo, el manifestar independencia o también hostilidad, el tener experiencias nuevas, agradables o peligrosas (el atractivo por las situaciones de riesgo), el adquirir una mayor capacidad creativa, el entrar más fácilmente en estado de sueño o éxtasis, el huir de algún problema.

4) Efectos principales de las drogas

Las drogas causan terribles efectos en sus víctimas. Muchos son totalmente imprevisi­bles; pero entre los más comunes podemos indicar:

a) Modificaciones en la estructura de la personalidad: degradan la persona, se pierde la noción de los valores morales, se pierden progresivamente los intereses culturales y profesio­nales, desaparece toda capacidad para dar y recibir afecto (los demás dejan de interesar excepto si son útiles para obtener más droga), la mentira pasa a ser comportamiento habitual, se pierde el sentido de responsabilidad, se pierde el sentido de la vida.

b) Modificaciones sobre el comportamiento en la familia: los hijos se aíslan de los padres (por ejemplo, viven encerrados en sus cuartos o se relacionan sólo con grupos cerrados de amigos), adquieren comportamientos irritables, se da una progresiva pérdida de respeto por los padres.

c) Alteraciones en el ámbito escolar y laboral: pérdida del sentido del estudio y del trabajo, disminución del rendimiento, abandono de dichas actividades.

d) Alteraciones sociales: delincuencia y prostitución para conseguir dinero o por el ambiente en que se maneja, conductas suicidas (se calcula que 1 de cada 25 alcohólicos intenta suicidarse por lo menos una vez en la vida; esto es más agudo en las drogas químicas).

e) Problemas físicos: artritis, cirrosis hepática, depresión, malnutrición, encefalopatías, herpes, hepatitis B, sida, sífilis, tuberculosis, etc.

f) Disturbios mentales: la drogadicción puede facilitar la aparición de disturbios mentales como: ansiedad, cuadros psicóticos (especialmente con las drogas con efectos alucinógenos: alucinaciones e ideas delirantes), disturbios mentales endógenos como esquizofre­nia.

2. LOS PADRES Y LOS HIJOS DROGADICTOS[1]

Es indudable que esta amenaza pesa con angustia sobre los corazones de muchos padres que tienen hijos ya iniciados en la droga o bien que temen que sus hijos entren en este callejón sin salida ¿Qué pueden hacer cuando los hijos se drogan y qué para que no se droguen quienes aún no han incursionado en este camino? He aquí algunos consejos orientativos.

1) Cuando los padres descubren que un hijo se droga.

A veces puede ser muy difícil para los padres abordar el problema, ya que con frecuencia los hijos van a negar la realidad por todos los medios. Ellos no tienen dificultad en mentir: es parte de la mentalidad que les crea la drogadependencia. Sin embargo, cuando hay sospechas, no puede pasar mucho tiempo sin que los padres alcancen la evidencia de que tienen o no un hijo drogadicto. En ese momento, ¿qué hacer?

Ante todo, es muy importante que el clima familiar sea de la mayor serenidad posible, evitando comportamientos hostiles por parte de los padres. No conviene comenzar con recrimi­naciones, acusaciones, quejas y críticas. Esto sólo suele conducir a una recíproca hostilidad por parte del hijo.

Los padres tienen que conversar seriamente con el hijo, haciendo que éste tome confianza con los padres y no miedo. Esto no significa que ellos deban tener una actitud tolerante en lo que a las drogas se refiere. Por el contrario, la comprensión no tiene que ser acompañada de la menor permisividad. Tienen que ser muy comprensivos con la persona, pero drásticos en cuanto a la necesidad de no volver a consumir drogas.

Es de gran importancia que el hijo se aperciba de la gravedad que su problema conlleva ya sea para él como para los demás y de las consecuencias que pueden ir surgiendo en el futuro, en caso de no cambiar.

¿Cuál es la mejor forma de ayudarlo? Para evitar, lo más rápido posible la larga serie de consecuencias para él, conviene explicarle la evolución posible del proceso en el que se ha metido. Lo mejor es que el hijo asuma que el problema es suyo. Los padres sólo pueden facilitar los medios para conseguir una adecuada rehabilitación, pueden ayudarlo y apoyarlo; pero sobre todo es necesario que el mismo drogadicto tome la decisión personal de abandonar la droga.

Tenemos que tener presente que en el drogadicto se mezclan una sensación de impoten­cia y fracaso, sentimientos de culpa y de frustración. Todas estas cosas lo llevan a pensar que el problema no tiene remedio. Por eso son frecuentes las depresiones, acompañadas en muchos casos con intentos de suicidio.

En estos casos, el trabajo paterno es muy importante procurando estimularlo a la perseverancia en la lucha.

También, una de las consecuencias más comunes de la drogadicción es la incapacidad de apreciar la vida. La vida parece carecer de interés. Esto hace que los drogadictos sientan un profundo vacío interior. Los padres tienen que ayudarlo a volver a disfrutar los aspectos gratificantes de la vida. Con un clima afectivo en la familia, y sobre todo hablando a los hijos de Dios. El drogadicto tiene que buscar en Dios lo que él busca en las drogas. Tiene que llenar su vacío espiritual con el amor de Dios. En este caso, la mejor ayuda que se le puede prestar es aproximarlo a la Iglesia.

Finalmente, lo más importante es no perder la esperanza en Dios. Cuando estamos ante problemas que parecen imposibles, hay que decir: para Dios no hay nada imposible (Lc 1,37). El peligro más grande para los hijos es, ciertamente, la desesperación de sus propios padres.

2) Qué deben hacer los padres para prevenir la drogadicción de los hijos.

¿Qué hacer para que los hijos no busquen la droga? ¿Cómo se los protege?

Primero, tenemos que recordar que la mejor protección es un buen clima familiar. Hay que evitar algunas cosas que predisponen, directa o indirectamente, al uso de la droga. Por ejemplo:

-la falta de dedicación del tiempo suficiente por parte de los padres

-los malos tratos

-las separaciones y divorcios

-el alcoholismo de los padres

-el excesivo interés por obtener dinero y hablar sólo o casi exclusivamente de dinero y de problemas materiales

-especialmente la ausencia de prácticas religiosas en la familia.

Segundo, los padres tienen que ofrecer a los hijos ambientes en que no sea normal el consumo de droga. Esto no siempre es fácil en algunas sociedades en que la droga corre en la escuela, la calle, la universidad, el trabajo, etc. Pero al menos, hay que facilitar la práctica de los deportes, el estudio, el contacto con la naturaleza (el mar, la montaña, el campo) y especialmente la actividad religiosa.

Tercero, es necesario dar a los hijos el ejemplo personal de vida y educarlos en las buenas costumbres; por ejemplo:

-en el valor del esfuerzo personal, del respeto por sí mismo y por los demás

-en la constancia de la voluntad

-en el sentido auténtico del sufrimiento

-en el interés por el trabajo y por la cultura

-en la confianza en la Providencia divina

-en la fidelidad a los seres queridos

-en la lealtad a las obligaciones personales

-en el sentido de la responsabilidad

-en los valores espirituales

Finalmente, lo más importante es la oración en común, es decir, en familia. La oración de la esposa, con el esposo y con los hijos. La mejor cosa que podría hacerse es rezar el Rosario en familia o leer el Evangelio; invocar a Dios en las comidas, ir a Misa juntos, etc.

Lo que no pueden los hombres, lo puede Dios.

[1] Los datos los tomo de: Aquilino Poino Lorente y Javier de las Heras, Os teus filhos e as drogas, Ed. Rei dos livros, Lisboa 1994.