Tuesday, October 4, 2011

A UN ENFERMO


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P. Marcos Pizzariello

Quienquiera que fueres:

Cuando tengas un momento de sosiego, considera el siguiente decálogo del enfermo.

1. Tu salud y tu enfermedad están en las manos de Dios. Y esas manos son buenas, seguras, fuertes, sabias. Confia.

2. La trama y la urdimbre de tu vida no dependen únicamente de tu libertad, ni de tu dinero, de tus médicos. También dependen de Dios.

3. Reconoce que tu vida es un misterio. No olvides que si Dios es incomprensible, también lo eres tú, porque al depender esencialmente de Él, participas de su misterio. El revés de un tapiz artístico, aparece absurdo, por lo que al arte atañe. Así es tu vida: un paño artístico visto al revés. En la eternidad verás la razón de todo ello. Ahora cree.

4. El sufrimiento desempeña un papel providencial en la vida del cristiano:

–es fuente de gracias;

–es purificación;

–es elevación;

–es maduración. Reflexiona.

5. Advierte que no cualquier sufrimiento tiene estas cualidades. Es necesario sobrellevarlo con Cristo y por Cristo.

6. Jamás resolverás bien el problema del dolor si lo planteas mal. Jamás plantearás bien el problema del dolor si prescindes de estos dos factores: amor de Dios al hombre y libertad humana.

7. Jamás comprenderás cabalmente el amor que Dios te profesa, porque tú eres un misterio viviente de ese amor. La fe y sólo la fe puede, en parte, descorrer ese velo.

8. Jamás entenderás nada de lo humano, si olvidas que Cristo crucificado y resucitado, es la única solución de todos los problemas que se le presentan al hombre.

9. Ten presente que la felicidad no es algo que cae del cielo, como la lluvia. No es algo que surge de una fuente, fuera de nosotros mismos. Llevamos la felicidad en nosotros, al igual que un germen puesto por Dios y del cual somos responsables. La felicidad estriba en la paz interior.

10. La paz interior es la floración de la buena conciencia. Medita.

BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS

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Cuando el ángel se apareció a la Virgen para anunciarle que iba a ser Madre de Jesús, también le dijo que su prima Isabel estaba esperando un hijo: Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios (Lc 1,36-37). Isabel era ya anciana, por eso la Virgen, apenas oyó lo que el ángel le dijo, se puso en camino para ayudarla: María se levantó y se fue con prontitud...; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa (Lc 1,39-40.56).

Hermoso es el ejemplo que nos da la Virgen: el ángel no le manda que vaya a casa de Isabel; éste era un viaje largo y pesado para aquellos tiempos, pues había que hacerlo en asno, aprovechando alguna de las caravanas que pasaban por aquellos lugares. Exigía mucho sacrificio. Pero María no duda ni necesita que le digan nada; su corazón es generoso y propenso a las obras de misericordia.

En esto María es modelo de todos los cristianos. Jesucristo nos ha enseñado que seremos juzgados por nuestras obras de misericordia: Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme”. Entonces los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?”. Y el Rey les dirá: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”. Entonces dirá también a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis”. Entonces dirán también éstos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”. Y Él entonces les responderá: “En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo”. E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna (Mt 25,31-46).

¿Qué cosa hay tan hermosa a los ojos de Dios y de los hombres como la misericordia? Por eso tantas veces Dios la recomienda a los hombres: Prefiero la misericordia al sacrificio (Os 6,6); Sed misericordiosos como vuestro Padre celestial es misericordioso (Lc 6,36); Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia (Mt 5,7).

¿Cuáles son esas obras de misericordia? Si bien son muchas, la tradición las ha agrupado en siete obras corporales y siete espirituales.

Las obras de misericordia corporal son:

–Dar de comer al hambriento.
–Dar de beber al sediento.
–Vestir al desnudo.
–Dar posada al peregrino.
–Visitar al enfermo.
–Redimir al cautivo.
–Enterrar a los muertos.

Las obras de misericordia espiritual son:

–Rogar a Dios por vivos y difuntos.
–Enseñar al que no sabe.
–Dar buen consejo al que lo necesita.
–Consolar al triste.
–Corregir al que yerra.
–Perdonar las injurias.
–Sufrir con paciencia las flaquezas de nuestros prójimos.

¿Qué es la misericordia? Es una especie de compasión del corazón ante la miseria del prójimo que nos mueve e impulsa a ayudarlo si es posible. Observemos tres cosas importantes: es algo interior, es provocada por la miseria, y nos mueve a obrar.

1) Es algo interior, es decir, del alma. No es sólo algo sensible, y muchas veces no tiene nada de sensible. No es sentir lástima sino dolor del alma. Como Jesucristo: sintió compasión porque eran como ovejas sin pastor (Mt 9,36).

2) Es provocada por la miseria del prójimo. ¿Qué miseria? Toda miseria: tanto corporal como espiritual. Los males del prójimo son muchos. Hay males físicos como el hambre, la pobreza, la sed, la desnudez, la enfermedad; hay males psicológicos como la tristeza, la soledad, la incomprensión, la desorientación, el no encontrarle sentido a la vida; y sobre todo hay males espirituales cuales son el error y el pecado. Estos últimos son los más graves; ciertamente que hay males muy duros como la pobreza o la soledad; pero el pecado es el mal más grande, y por eso quien más necesita de nuestra ayuda es el hombre pecador.

3) Nos impulsa a ayudar a los necesitados. ¿De qué modo? Remediando sus necesidades físicas, su soledad, su tristeza; y especialmente, tratándose de pecadores, ayudándolos a que se conviertan y salgan de su pecado. La Virgen en Fátima dijo que el pecado es el mal más grande que azota el mundo; y mostrando su corazón coronado de espinas pidió que los hombres no ofendieran más a su Hijo.

Practiquemos todas las obras de misericordia que podamos; porque la misericordia borra nuestros pecados. Por eso dice el Apóstol Santiago: El que convierte a un pecador de su camino desviado, salvará su alma de la muerte y cubrirá multitud de sus pecados (St 5,20).

Hermosamente recomendaba esta virtud el santo Tobit en el testamento que da a su hijo: Llamó, pues, Tobit a su hijo, que se presentó ante él. Tobit le dijo: «Cuando yo muera, me darás una digna sepultura; honra a tu madre y no le des un disgusto en todos los días de su vida; haz lo que le agrade y no le causes tristeza por ningún motivo. Acuérdate, hijo, de que ella pasó muchos trabajos por ti cuando te llevaba en su seno. Y cuando ella muera, sepúltala junto a mí, en el mismo sepulcro. Acuérdate, hijo, del Señor todos los días y no quieras pecar ni transgredir sus mandamientos; practica la justicia todos los días de tu vida y no andes por caminos de injusticia, pues si te portas según verdad, tendrás éxito en todas tus cosas, como todos los que practican la justicia. Haz limosna con tus bienes; y al hacerlo, que tu ojo no tenga rencilla. No vuelvas la cara ante ningún pobre y Dios no apartará de ti su cara. Regula tu limosna según la abundancia de tus bienes. Si tienes poco, da conforme a ese poco, pero nunca temas dar limosna, porque así te atesoras una buena reserva para el día de la necesidad. Porque la limosna libra de la muerte e impide caer en las tinieblas. Don valioso es la limosna para cuantos la practican en presencia del Altísimo... Da de tu pan al hambriento y de tus vestidos al desnudo. Haz limosna de todo cuanto te sobra; y no tenga rencilla tu ojo cuando hagas limosna» (Tb 4,3-11.16).

¡Cuántos ejemplos de misericordia nos han dado los santos! Pensemos en San Martín de Tours dividiendo su capa con el pobre desnudo, San Juan de Dios cargando en sus brazos al mendigo llagado, Damián de Veuster dedicando su vida a los leprosos y muriendo él mismo como uno de ellos, Santa Catalina de Siena lavando las llagas de aquella mujer que la maldecía, el beato Luis Orione y San José Benito Cottolengo consagrando sus vidas a cuidar a los rechazados del mundo... Y sobre todo, la Virgen Santísima perdonando a los que crucificaban a su Hijo único y amado; como le escribió Dante: En ti misericordia, en ti piedad. Volvamos nuestros ojos hacia Ella y pidamos imitar su misericordia y su corazón pronto para socorrer al necesitado, para llevar la gracia de Dios a todos los corazones. Pidamos un corazón misericordioso, como se hace en aquella hermosa oración:

Deseo transformarme en tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti, oh Señor. Que este atributo, el más grande de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón y de mi alma al prójimo.

Ayúdame Señor, a que mis ojos sean misericordiosos para que yo jamás sospeche o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarle.

Ayúdame Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.

Ayúdame Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás critique a mi prójimo sino que tenga una palabra de consuelo y de perdón para todos.

Ayúdame Señor, a que mis manossean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargar sobre mí las tareas más difíciles y penosas.

Ayúdame Señor, a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. Mi reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo.

Ayúdame Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo. A nadie le rehusaré mi corazón. Seré sincero incluso con aquellos que sé que abusarán de mi bondad. Y yo mismo me encerraré en el misericordiosísimo Corazón de Jesús. Soportaré mis propios sufrimientos en silencio. Que tu misericordia, oh Señor, repose dentro de mí.

Jesús mío, transfórmame en Ti porque Tú lo puedes todo.

ORACIÓN PARA CUANDO ME TOQUE SUFRIR

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(San Agustín)

Gracias te doy, Señor,
por los golpes con que azotas mis espaldas;
porque con este castigo
me has salvado de la ruina;
–me castigas,
porque no quieres que queden impunes mis pecados;
y con ello me das una gran lección.

Por eso me someto humildemente
a los golpes de tu látigo;
y te bendigo por la amargura que mezclas
con la dulzura de la vida temporal,
para que no me apegue a los deleites terrenales
y aspire siempre a las delicias eternas.

Tú, Señor, iluminas mis tinieblas
cuando castigas mis pecados con adversidades
y mis perversos deleites con amarguras.

¡Cuán bueno eres, Dios mío!
si en mi vida terrena no pusieras dolor
tal vez me olvidaría completamente de Ti.

Pensaré cuánto has sufrido por mí;
y por pesados que sean mis trabajos,
y grandes mis dolores,
no igualarían jamás a los que Tú padeciste:
insultos, humillación, flagelación,
coronación de espinas,
crucifixión.

Beberé, Señor, este amargo cáliz
para recobrar la salud de mi alma;
lo beberé sin temblar, porque para animarme
lo has bebido Tú primero.

Beberé este cáliz
hasta que pase toda la amargura de este mundo
y llegue a la otra vida
en la que no habrá más maldad ni dolor.
Amén.

Cuando muere una persona, ¿hay que rezar el rosario nueve días y ponerle un vaso con agua?


Pregunta:

Me dirigo a Usted con todo respeto y confiianza, tengo una inquietud o duda y me gustaria me pudiera ayudar a aclararla. Cuando fallece una persona, ¿cuál es el motivo o por qué se le debe de rezar del novenario del rosario? Y además, mientras se reza éste novenario ¿cuál es el significado de ponerle una vela o veladora encendida durante todos estos nueve días y también un vaso con agua?

Responde el P. Miguel Ángel Fuentes, IVE

El rezo del Rosario es una oración muy eficaz, y recomendada por la Iglesia (por ejemplo, puede leer la Carta Apostólica del Siervo de Dios Juan Pablo II, 'Rosarium Virginis Mariae'), y como tal, es una gran ayuda a las almas que están en el Purgatorio. El Papa Benedicto XVI, en la reciente Carta Encíclica 'Spe Salvi', recuerda la doctrina sobre por qué debemos ofrecer sufragios por los difuntos:

'Sobre este punto hay que mencionar aún un aspecto, porque es importante para la praxis de la esperanza cristiana. El judaísmo antiguo piensa también que se puede ayudar a los difuntos en su condición intermedia por medio de la oración (cf. por ejemplo 2 Mc 12,38-45: siglo I a. C.). La respectiva praxis ha sido adoptada por los cristianos con mucha naturalidad y es común tanto en la Iglesia oriental como en la occidental. El Oriente no conoce un sufrimiento purificador y expiatorio de las almas en el « más allá », pero conoce ciertamente diversos grados de bienaventuranza, como también de padecimiento en la condición intermedia. Sin embargo, se puede dar a las almas de los difuntos « consuelo y alivio » por medio de la Eucaristía, la oración y la limosna. Que el amor pueda llegar hasta el más allá, que sea posible un recíproco dar y recibir, en el que estamos unidos unos con otros con vínculos de afecto más allá del confín de la muerte, ha sido una convicción fundamental del cristianismo de todos los siglos y sigue siendo también hoy una experiencia consoladora. ¿Quién no siente la necesidad de hacer llegar a los propios seres queridos que ya se fueron un signo de bondad, de gratitud o también de petición de perdón? Ahora nos podríamos hacer una pregunta más: si el « purgatorio » es simplemente el ser purificado mediante el fuego en el encuentro con el Señor, Juez y Salvador, ¿cómo puede intervenir una tercera persona, por más que sea cercana a la otra? Cuando planteamos una cuestión similar, deberíamos darnos cuenta que ningún ser humano es una mónada cerrada en sí misma. Nuestras existencias están en profunda comunión entre sí, entrelazadas unas con otras a través de múltiples interacciones. Nadie vive solo. Ninguno peca solo. Nadie se salva solo. En mi vida entra continuamente la de los otros: en lo que pienso, digo, me ocupo o hago. Y viceversa, mi vida entra en la vida de los demás, tanto en el bien como en el mal. Así, mi intercesión en modo alguno es algo ajeno para el otro, algo externo, ni siquiera después de la muerte. En el entramado del ser, mi gratitud para con él, mi oración por él, puede significar una pequeña etapa de su purificación. Y con esto no es necesario convertir el tiempo terrenal en el tiempo de Dios: en la comunión de las almas queda superado el simple tiempo terrenal. Nunca es demasiado tarde para tocar el corazón del otro y nunca es inútil. Así se aclara aún más un elemento importante del concepto cristiano de esperanza. Nuestra esperanza es siempre y esencialmente también esperanza para los otros; sólo así es realmente esperanza también para mí.40 Como cristianos, nunca deberíamos preguntarnos solamente: ¿Cómo puedo salvarme yo mismo? Deberíamos preguntarnos también: ¿Qué puedo hacer para que otros se salven y para que surja también para ellos la estrella de la esperanza? Entonces habré hecho el máximo también por mi salvación personal.' (Benedicto XVI, Enc. Spe salvi, n. 48)

El uso de velas en la liturgia y las devociones privadas es muy antiguo y tiene muchas aplicaciones; puede representar nuestras oraciones, nuestra devoción, nuestra intención de 'velar' es decir, de mantenernos despiertos y atentos en la oración para alcanzar lo que pedimos a Dios. Pero también pueden ser utilizadas con sentido supersticioso, como si se creyese que las velas, o un número determinado de velas, o alguna práctica por el estilo, pueden alcanzar, por sí mismas, de modo 'mágico', lo que pretendemos. Lo mismo se diga de esa práctica a la que usted alude, de poner un vaso de agua. Desconozco su origen y el sentido que le dan quienes así obran. Puede ser algo análogo a lasantiguas prácticas paganas, usadas más tarde por algunos cristianos, por las que se dejaba a los difuntos comida y bebida, como un modo de estar unidos a ellos en un mismo banquete. Si se piensa que el difunto necesita ese agua, sería un pensamiento supersticioso. Tal vez la práctica venga del uso del agua bendita, usada como un sacramental; en tal sentido estaría bien, mientras se entienda cuál es el sentido.

Wednesday, September 28, 2011

EL AMOR: Un camino por excelencia

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Revisemos bíblicamente este maravilloso concepto que tiene poder eficaz para cambiar la vida del ser humano en abundancia de justicia, paz y prosperidad.

1Juan 4:16 "Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor. Y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él".

En esta lectura podemos comprender que el origen del amor es Dios, por tanto todo aquel que se declare ser practicante del amor es porque permanece en Dios y Dios en él.

Esta permanencia de Dios sobre el hombre reposa en el corazón; por lo cual, para poder amar verdaderamente, necesitamos ser llenos de este amor.

¿cómo se adquiere?, leamos:
Romanos 5:5 "...porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado".

Es entonces el Espíritu Santo el que puede dotar de amor al ser humano y transformarlo en lo más preciado: 

Isaías 13:12 "Haré al ser humano más preciado que el oro fino, y al hombre más que el oro de Ofir"

Para entender más, revisemos la siguiente lectura:
Ezequiel 36:25-27 "Entonces esparciré sobre vosotros agua pura, y seréis purificados de todas vuestras impurezas...Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros...Pondré mi Espíritu dentro de vosotros y haré que andéis según mis leyes, que guardéis mis decretos y los pongáis por obra".

Esta cita bíblica, nos amplía más la comprensión de cómo obra el amor de Dios cuando se derrama sobre nosotros: Nos hace un nuevo hombre dispuesto a caminar en sus sagradas leyes que se derivan del Decálogo Universal (Los Diez Mandamientos), enseñándonos a interactuar en armonía con las leyes de su creación. 

Empieza el ser humano a valorarse y valorar correctamente su entorno buscando siempre una actuación sostenible (Deuteronomio 4:40 "Guarda sus leyes y sus mandamientos que yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y para que prolongues los días sobre la tierra que Yahve tu Dios te da para siempre").

Definiéndose así lo que es el amor, y que se reafirma textualmente en:
2Juan 6 "Y este es el amor: que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento que habéis de andar, como habéis oído desde el principio

¿Y que fue oído desde el principio?, leamos la respuesta:
1 Juan 2:7 "Amados, no os escribo un mandamiento nuevo sino el mandamiento antiguo que teníais desde el principio. El mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído".

Por tanto, la práctica de los mandamientos  dados por Dios con la virtud del Espíritu Santo es la manifestación del amor.

Efesios 3:19 "Pido, pues, que conozcan ese amor, que es mucho más grande que todo cuanto podemos conocer, para que así estén completamente llenos de Dios".

Efesios 3:17,18 "...Así ustedes, firmes y con raíces profundas en el amor, podrán comprender con todos los creyentes cuan ancho, largo, profundo y alto es el amor de Cristo".

2 Tesalonicenses 3:5 "¡El Señor dirija vuestros corazones hacia el amor de Dios y la paciencia de Cristo!"

Efesios 4:15,16 "sino que, siguiendo la verdad con amor, crezcamos en todo hacia aquel que es la cabeza: Cristo. De parte de él todo el cuerpo, bien concertado y entrelazado por la cohesión que aportan todos los ligamentos, recibe su crecimiento de acuerdo con la actividad proporcionada a cada uno de los miembros, para ir edificándose en amor".

Es un mensaje muy hermoso y profundo, en el que Dios nos invita a crecer en toda nuestra capacidad y habilidad que el nos da a cada uno en forma diferente pero que se complementan para fortalecer la Obra Magnífica de nuestro Bendito Dios Yahve, cuyo nombre fue, es y será eminentemente glorioso sobre toda gloria. Amén. El cuerpo de Cristo, que es la iglesia del Señor tiene que estar bien concertado y entrelazado, esta cohesión es muy imprescindible para crecer edificados en ese amor sólido que nos enseña Dios a través de sus dichos y hechos que dan testimonio continuo por la eternidad. 1 Juan 4:7 "Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Y todo aquel que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor".

De todo lo que venimos estudiando, observamos como esta palabra "amor" implica una relación armoniosa con Dios y nuestro prójimo, por lo que la falta de práctica en uno de ellos conlleva a una falsa visión de lo que es el amor y vivir dentro de lo que bíblicamente sería "amor fingido", veamos:

Mateo 22:37-40 "Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y Los Profetas"

Romanos 12:9 "El amor sea sin fingimiento, aborreciendo lo malo y adhiriéndonos a lo bueno" El amor verdadero se fundamenta en lo bueno, que es: "De manera que la ley ciertamente es santa; y el mandamiento es santo, justo y bueno"

El desconocimiento de Dios, repercute en la desvalorización de la Ley de Dios, y por tanto en el establecimiento de una forma de vida superficial que solamente genera consecuencias desagradables que que hoy por hoy se vive en la actualidad.

Salmos 14:1 "Dijo el necio en su corazón: ‘No hay Dios’. Se han corrompido; han hecho cosas abominables. No hay quien haga el bien".

La forma de vida sin Dios conlleva a la corrupción, a la violencia, la maldad, terminando en lo que terminará peor que Sodoma y Gomorra, confundiendo la libertad con libertinaje.

Gracias a este amor que nos define e instruye El Omnipotente, vivimos dentro de la Libertad, la cual no daña a nadie:

Santiago 1:25 "Pero el que presta atención a la perfecta ley de la libertad y que persevera en ella, sin ser oidor olvidadizo sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace"

1Corintios 13:8 "El amor jamás dejará de existir. Un día los hombres dejarán de profetizar, y ya no hablarán en lenguas, ni serán necesarios los conocimientos".

Judas 1:21 "conservaos en el amor de Dios, aguardando con esperanza la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna"

Perdonar...

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Perdonar no significa olvidar o negar las cosas dolorosas ocurridas como si no hubiesen ocurido. Perdonar es la poderosa afirmacion de que las cosas malas no arruinarán nuestro presente, aun cuando hayan arruinado nuestro pasado, porque el perdón verdadero sana toda herida. El Dr. norteamericano, Robert Enright, afirmó que las personas que han sido profunda e injustamente heridas pueden sanar emocionalmente perdonando a su ofensor. Henry Lacordaire dijo: ¿Quieres ser feliz un instante? ”Véngate” ¿Quieres ser feliz toda la vida? ”Perdona” El camino para aprender a amar es “Perdonando”, quien desea crecer en el amor lo logra amando el perdón. Perdonar es el camino de la liberación y la sanidad del alma, el que auténticamente se libera así mismo es quien perdona, echando fuera de su alma el rencor y la venganza que solamente lo corrompe y lo consume. ¿Quieres saber si eres una persona vil y de malos sentimientos? ¿Quieres saber si Cristo vive en ti? Solo mirate, preguntate, ¿Has perdonado realmente al que te ha herido? Porque si Jesús en la cruz dijo; Padre perdonalos porque no saben lo que hacen. Lucas 23: 34. Si nuestro Señor Jesús perdono a los que lo maltrataron, ¿Quiénes somos nosotros para no perdonar? ¿Somos acaso mejor que Jesucristo? Definitivamente ¡No! ¿Es facíl perdonar? No, no lo es, es por eso que necesitamos a Cristo viviendo en nosotros para poder hacerlo de verdad y de corazón como El lo hizo. El no obedecer en esto a Dios trae serias concecuencias porque el perdonar no es algo obcional es algo que tenemos que hacer, Jesús dice:

Porque si perdonais a los hombres sus ofensas os perdonara también a vosotros vuestro Padre celestial (15) Mas si no perdonais a los hombres sus ofensas tampoco vuestro Padre os perdonara sus ofensas. Mateo 6: 14. 15.

¿Que es perdonar?

El diccionario de la lengua española dice que perdonar es: remitir una deuda u ofensa o renunciar a un derecho.

¿Como es el perdon de la mayoria de las personas?

*Yo perdono pero no olvido: Este un dicho muy usado y a su vez muy prácticado
*El perdón hipocríta:   Es el perdón fingido
*El perdón rencoroso: Es el perdón con falsa apariencia de bondad
*El perdón vengativo: Es el perdón “te perdono pero me la vas a pagar”
*El perdón por interes: Es el perdón “El cual se perdona por sacar un beneficio”

Consecuencias que sufre una persona que no perdona

En la mayoría de los casos, las ofensas producen sentimientos de coraje, de dolor y de resentimiento y en muchas ocasiones el deseo de vengarse del causante del agravio, ultraje o humillación y de cobrar “ojo por ojo” y “diente por diente”. La persona que se niega a perdonar y fomenta el rencor sigue siendo víctima de quien le lastimó en el pasado y aunque mucho se ha hablado del “dulce sabor de la venganza” está comprobado que saber perdonar ofrece mucho más ventajas a largo plazo que cobrar una ofensa.



Los resultados de algunas investigaciones científicas han demostrado que las víctimas que perdonan a sus agresores experimentan una mejoría física y psicológica mayor que aquellas que no lo hacen. Quien se rehúsa a perdonar conserva en sus adentros una carga de sentimientos negativos y esto provoca que el acto de la agresión se prolongue más en el tiempo. No solo el cristianismo proclama los beneficios del perdón; sino que la medicina también sostiene que el rencor, el coraje y el deseo de venganza dañan el cuerpo y el alma, porque provocan y crean emociones negativas en el cerebro que impiden el funcionamiento sereno y equilibrado de una persona. Según las últimas investigaciones científicas, cuando el estado de ánimo se mantiene deseando una revancha o represalia, el cerebro y el cuerpo humano promueven toxinas que actúan sobre el organismo y afectan los sistemas cardiovascular, digestivo y nervioso.

El doctor Frederick Luskin, profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford y fundador del Stanford Forgiveness Project (institución que estudia los efectos del perdón en el ser humano) asegura que perdonar nos libera para vivir a plenitud y con salud de mente, cuerpo y espíritu.

Según los estudios de Luskin (quien también es autor de la obra “Perdona para siempre”) cuando una persona perdona una ofensa eleva su vitalidad, su apetito, sus patrones de sueño y su energía. Lo que disminuye es la ira, el dolor y la depresión, puede reducir también la presión arterial y hacer a las personas más optimistas, energéticas y vitales.

El perdon de Dios

El perdon de Dios hacia el pecador esta basado sobre el sacrificio de Jesús en la cruz. Dios no solo deja de considerar culpables aquellos que tienen su fe en la Sangre de Cristo que limpia todo pecado sino que se olvida de ellos.

¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia (19) El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados. Miqueas 6: 18. 19.

De Yahve nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar aunque contra El nos hemos revelado Daniel 9: 9.

Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. (32) Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándonos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. Efesios 4: 31. 32.

Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; (13) soportándonos unos a otros, y perdonándonos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Colosenses 3: 12. 13.

Resultados de aprender a perdonar

*Disminución de los niveles de ira y hostilidad.
*Aumento de los sentimientos de amor.
*Mejor habilidad para controlar la ira.
*Incremento en la capacidad de confiar en otros.
*Liberación de los sentimientos asociados a eventos del pasado.
*Ayuda para evitar la repetición de ciertos de patrones negativos.
*Mejoría significativa en los desórdenes de índole psicológico y de la salud en sentido general, beneficia más a quien lo otorga que al que lo recibe.
*Fortalece y solidifica las relaciones tanto familiares como sociales.

Para terminar quiero que medites en estas palabras:

Algunos han sido humillados en público siendo niños, jovenes o adultos

Hay libertad en el perdón

Algunos han sido abusados sexualmente de niños, jovenes o adultos

Hay libertad en el perdón

Algunos han sido matratados por sus padres o empleadores

Hay libertad en el perdón

Algunos han sido abusados física o verbalmente por su esposo o esposa

Hay libertad en el perdón

Algunos han sido traicionados, engañados por sus mejores amigos o familiares

Hay libertad en el perdón

Algunos han sufrido la burla de amigos o familiares por ser obesos, flacos, o cualquier condición física

Hay libertad en el perdón

Perdonar es la ley de Dios a pesar de tener razón y mil justificaciones para no hacerlo, un corazón humilde y entregado a Dios se atreve a pronunciar en lo más profundo de su alma estas palabras; “Perdón” ” Yo te perdono” Perdonar cuando te han ofendido y humillado es cuando se manifiesta la grandeza del Espíritu Santo viviendo en ti. Solo se aprende a perdonar cuando te das cuenta de que a tí se te ha perdonado mucho más.

Friday, September 23, 2011

Testimonio Sanación:



Nombre: Sra. Clarivel Peña
Lugar: Comunidad de Oración Nuestra Señora de la Altagracia
Tipo de Testimonio: Sanación Leucemia, Sanación Hemoglobina, Sanación Enfermedad de la Sangre.

Mi nombre es Clarivel Peña, dominicana y residente en Staten Island, NY. Mi vida siempre ha corrido por fe. En 1984 Dios me da la dicha de ser madre de una hermosa niña, Gloria del Carmen, después de haber perdido 5 embarazos de 4 meses y un niño que nació de 7 meses que también murió. Luego de 6 embarazos, la doctora le había dicho a mi esposo que no iba a tener más niños y vino Gloria del Carmen a dar luz a mi vida.

Cuando la niña tenía 9 meses me diagnostican leucemia. Yo lloré y le pregunté a Dios porqué me dejo tener una hija si la iba a dejar huérfana tan chiquita. Peleé con El; pero luego El me hizo comprender que quería que yo supiera lo que era ser madre antes de morir. Le pedí perdón y le di gracias. Luego fui de nuevo donde el doctor y le pregunté cuánto tiempo me queda de vida. El doctor me dijo que eso sólo Dios lo sabe. Me puse en tratamiento y en lista de espera para un trasplante de medula ósea. El doctor quiso mandarme a la casa, yo le dije: ”si me manda a la casa yo muero más rápido”. Le dije, déjeme seguir trabajando, el día que yo no pueda le dejo saber y entonces usted me manda a la casa.

Yo iba dos veces a la semana al hospital, me hicieron dos transfusiones de sangre. En 1986 me querían hacer otra transfusión, pero yo sentía que mi cuerpo no la necesitaba. Le dije al doctor que no y él me dijo: “el médico soy yo”. Yo le contesté, pero yo no me siento débil y voy a buscar una segunda opinión. El me dijo que estaba en mi derecho. Me fui a Santo Domingo donde una doctora que yo conocía, me hicieron todos los exámenes y me dijo por ahora no necesitaba la transfusión. Vine a NY de nuevo con los papeles traducido en ingles y se los enseñé al doctor. El me dijo que él no estaba de acuerdo, me fui al NYU Hospital y busque otra opinión, siempre con Dios por delante. En NYU me dieron la misma opinión que en Santo Domingo.

Me quedé con el doctor Williams Smith, Dios me envió para allá, a los 6 meses de estar con él, en febrero de 1987 apareció un donante compatible conmigo. Teníamos que viajar a Vermont. Yo no tenía dinero para eso, ni para pagar en el hospital. Sólo dije si Dios hizo que apareciera el donante que era lo más difícil, Dios va hacer que el dinero aparezca. El doctor hizo gestiones y consiguió que AA donara su pasaje y el mío. El del donante, el hospital me lo financió y fui pagando de a poco. El doctor no me cobro por su trabajo. Una amiga que se llama Norma fue conmigo a cuidarme en el hospital porque mi mamá estaba enferma. Sólo había una de mis hermanas aquí, ella tenía que quedarse cuidando a mi gorda (su hija) y a mi mamá.

Luego del transplante, el doctor decía que no había tenido una paciente con tanta fe como yo, tan alegre y que siguiera trabajando. Cada vez que iba donde él yo le decía, Papa Dios me tiene que dejar hasta que mi Gloria se gradué de Kinder. Cuando llegó a Zinder yo le decía, Dios me tiene que dejar que yo vea a mi gorda haciendo su primera comunión. Siempre tenía un motivo para pedirle a Dios y tengo motivo cada día para darle gracias. En 1990 Dios me dio la dicha de mandarme a Mercedes, mi otra hija.

En 1999 tuve una recaída, todos creían que me iba. Me rezaron, vino el padre de la iglesia más cerca a mi casa, Gloria lo buscó. Mi hemoglobina estaba en 2.5, el doctor me preguntaba cómo caminaba en la calle. Así dure 5 meses en la casa, dando viajes al hospital porque no quería internarme para no dejar a mis hijas. Yo decía, Dios mío recuerda que vienen los 16 de Gloria y yo la quiero ver graduarse de bachiller. Dios; tú sabes que ella se merece su fiesta de cumpleaños, porque ella ha sido una buena hija y si yo no estoy en la tierra yo quiero que ella la haga. Un día sentí mi cuerpo posado en la cama, pero yo me sentía flotando en el aire. Le dije a Gloria, llama la ambulancia que me voy, me voy, me voy… Recuerdo que repetía esas palabras. Mi familia venia todas las noches a mi casa, estaban esperando el desenlace. Ya no pensaba en mis hijas sólo en Dios. Cuando me llevaron al hospital tuve una especie de revelación o sueño, "yo estaba acostada vestida de novia, me levanté, me quité el traje blanco, lo puse en la cama, vi una luz brillante, fui detrás de esa luz, sentía que si miraba para atrás me podía quedar, porque atrás sólo había oscuridad. Cuando desperté tenía un doctor a mi lado que me dijo, todavía Dios no te quiere allá, tú tienes que hacer todavía muchas cosas aquí. No se qué doctor era, no le vi el nombre, si recuerdo su cara. Las enfermeras nunca me supieron decir su nombre y como no era mi hospital, se me hizo difícil averiguar.

En septiembre 2005 mi hemoglobina de nuevo bajo a 5. El doctor me mandó por dos meses para la casa y luego subió a 9. Le pedí que por favor me dejara trabajar, que yo me sentía bien. Me dijo, voy a confiar en ti. Luego de eso me sentí débil, pero no fui al doctor.

El mes pasado, en junio, mi hermana Cecilia me había hablado de este grupo de oración por Internet. Un día me recordé y me puse en línea. Cuando estaba el Espíritu Santo presente, el padre dijo hay una persona que tiene leucemia y en este momento el Espíritu Santo la está sanando. Antes de él decir esas palabras, yo sentí un calor por dentro y empecé a llorar sin poder parar. Cuando él dijo eso yo sentí frió, calor y no podía parar de llorar. Fue una experiencia que jamás había sentido. Cuando llamé a mi hermana Cecilia y a mi cuñado Serafín para contarle, mi voz se quebraba de la emoción. Ahora mismo que lo estoy escribiendo, no puedo parar de llorar y de darle gracias a Dios. Fui al doctor, mi hemoglobina está en 13. No me siento nada de esa enfermedad. El doctor me preguntó qué estaba haciendo que mi hemoglobina ha subido tanto. Cada día sube más, me hicieron otros exámenes y todos están bien. Todo gracias al Espíritu Santo.