Wednesday, March 9, 2016

Mensaje del Padre Guadalupe Santos


MI ORACIÓN POR TU FAMILIA


INICIAMOS LA NOVENA DE ORACIÓN Y DE MISAS POR LA UNIDAD DE LAS FAMILIAS. POR LA RESTAURACIÓN DEL AMOR CONYUGAL Y LA CAPACIDAD DE DIÁLOGO ENTRE ESPOSOS, PADRES E HIJOS. SI TU NECESIDAD ES APREMIANTE NO DUDES EN ENVIARNOS TU MENSAJE PARA INTEGRARTE A LOS BENEFICIADOS DE ESTA NOVENA POR LA FAMILIA. PEDIMOS A SAN JOSÉ PROTECTOR DE LA SAGRADA FAMILIA QUE PROTEJA LA TUYA Y LA HAGA CRECER EN PACIENCIA TOLERANCIA Y AMOR. 


CON TODO NUESTRO AFECTO Y DEVOCIÓN ORAMOS POR USTEDES QUERIDOS AMIGOS Y HERMANOS. 


P. Guadalupe Santos y Heraldos de la paz

Las Florecillas de San Francisco Capítulo XXI


Cómo San Francisco amansó, por virtud divina,
un lobo ferocísimo

En el tiempo en que San Francisco moraba en la ciudad de Gubbio, apareció en la comarca un grandísimo lobo, terrible y feroz, que no sólo devoraba los animales, sino también a los hombres; hasta el punto de que tenía aterrorizados a todos los habitantes, porque muchas veces se acercaba a la ciudad. Todos iban armados cuando salían de la ciudad, como si fueran a la guerra; y aun así, quien topaba con él estando solo no podía defenderse. Era tal el terror, que nadie se aventuraba a salir de la ciudad.

San Francisco, movido a compasión de la gente del pueblo, quiso salir a enfrentarse con el lobo, desatendiendo los consejos de los habitantes, que querían a todo trance disuadirle. Y, haciendo la señal de la cruz, salió fuera del pueblo con sus compañeros, puesta en Dios toda su confianza. Como los compañeros vacilaran en seguir adelante, San Francisco se encaminó resueltamente hacia el lugar donde estaba el lobo. Cuando he aquí que, a la vista de muchos de los habitantes, que habían seguido en gran número para ver este milagro, el lobo avanzó al encuentro de San Francisco con la boca abierta; acercándose a él, San Francisco le hizo la señal de la cruz, lo llamó a sí y le dijo:

-- ¡Ven aquí, hermano lobo! Yo te mando, de parte de Cristo, que no hagas daño ni a mí ni a nadie.

¡Cosa admirable! Apenas trazó la cruz San Francisco, el terrible lobo cerró la boca, dejó de correr y, obedeciendo la orden, se acercó mansamente, como un cordero, y se echó a los pies de San Francisco. Entonces, San Francisco le habló en estos términos:

-- Hermano lobo, tú estás haciendo daño en esta comarca, has causado grandísimos males, maltratando y matando las criaturas de Dios sin su permiso; y no te has contentado con matar y devorar las bestias, sino que has tenido el atrevimiento de dar muerte y causar daño a los hombres, hechos a imagen de Dios. Por todo ello has merecido la horca como ladrón y homicida malvado. Toda la gente grita y murmura contra ti y toda la ciudad es enemiga tuya. Pero yo quiero, hermano lobo, hacer las paces entre tú y ellos, de manera que tú no les ofendas en adelante, y ellos te perdonen toda ofensa pasada, y dejen de perseguirte hombres y perros.

Ante estas palabras, el lobo, con el movimiento del cuerpo, de la cola y de las orejas y bajando la cabeza, manifestaba aceptar y querer cumplir lo que decía San Francisco. Díjole entonces San Francisco:

-- Hermano lobo, puesto que estás de acuerdo en sellar y mantener esta paz, yo te prometo hacer que la gente de la ciudad te proporcione continuamente lo que necesites mientras vivas, de modo que no pases ya hambre; porque sé muy bien que por hambre has hecho el mal que has hecho. Pero, una vez que yo te haya conseguido este favor, quiero, hermano lobo, que tú me prometas que no harás daño ya a ningún hombre del mundo y a ningún animal. ¿Me lo prometes?

El lobo, inclinando la cabeza, dio a entender claramente que lo prometía. San Francisco le dijo:

-- Hermano lobo, quiero que me des fe de esta promesa, para que yo pueda fiarme de ti plenamente.

Tendióle San Francisco la mano para recibir la fe, y el lobo levantó la pata delantera y la puso mansamente sobre la mano de San Francisco, dándole la señal de fe que le pedía. Luego le dijo San Francisco:

-- Hermano lobo, te mando, en nombre de Jesucristo, que vengas ahora conmigo sin temor alguno; vamos a concluir esta paz en el nombre de Dios.

El lobo, obediente, marchó con él como manso cordero, en medio del asombro de los habitantes. Corrió rápidamente la noticia por toda la ciudad; y todos, grandes y pequeños, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, fueron acudiendo a la plaza para ver el lobo con San Francisco. Cuando todo el pueblo se hubo reunido, San Francisco se levantó y les predicó, diciéndoles, entre otras cosas, cómo Dios permite tales calamidades por causa de los pecados; y que es mucho más de temer el fuego del infierno, que ha de durar eternamente para los condenados, que no la ferocidad de un lobo, que sólo puede matar el cuerpo; y si la boca de un pequeño animal infunde tanto miedo y terror a tanta gente, cuánto más de temer no será la boca del infierno. «Volveos, pues, a Dios, carísimos, y haced penitencia de vuestros pecados, y Dios os librará del lobo al presente y del fuego infernal en el futuro».

Terminado el sermón, dijo San Francisco:

-- Escuchad, hermanos míos: el hermano lobo, que está aquí ante vosotros, me ha prometido y dado su fe de hacer paces con vosotros y de no dañaros en adelante en cosa alguna si vosotros os comprometéis a darle cada día lo que necesita. Yo salgo fiador por él de que cumplirá fielmente por su parte el acuerdo de paz.

Entonces, todo el pueblo, a una voz, prometió alimentarlo continuamente. Y San Francisco dijo al lobo delante de todos:

-- Y tú, hermano lobo, ¿me prometes cumplir para con ellos el acuerdo de paz, es decir, que no harás daño ni a los hombres, ni a los animales, ni a criatura alguna?

El lobo se arrodilló y bajó la cabeza, manifestando con gestos mansos del cuerpo, de la cola y de las orejas, en la forma que podía, su voluntad de cumplir todas las condiciones del acuerdo. Añadió San Francisco:

-- Hermano lobo, quiero que así como me has dado fe de esta promesa fuera de las puertas de la ciudad, vuelvas ahora a darme fe delante de todo el pueblo de que yo no quedaré engañado en la palabra que he dado en nombre tuyo.

Entonces, el lobo, alzando la pata derecha, la puso en la mano de San Francisco. Este acto y los otros que se han referido produjeron tanta admiración y alegría en todo el pueblo, así por a devoción del Santo como por la novedad del milagro y por la paz con el lobo, que todos comenzaron a clamar al cielo, alabando y bendiciendo a Dios por haberles enviado a San Francisco, el cual, por sus méritos, los había librado de la boca de la bestia feroz.

El lobo siguió viviendo dos años en Gubbio; entraba mansamente en las casas de puerta en puerta, sin causar mal a nadie y sin recibirlo de ninguno. La gente lo alimentaba cortésmente, y, aunque iba así por la ciudad y por las casas, nunca le ladraban los perros. Por fin, al cabo de dos años, el hermano lobo murió de viejo; los habitantes lo sintieron mucho, ya que, al verlo andar tan manso por la ciudad, les traía a la memoria la virtud y la santidad de San Francisco (5).

En alabanza de Cristo. Amén.

Las Florecillas de San Francisco Capítulo XXII


Cómo San Francisco domesticó unas tórtolas silvestres

Cierto muchacho había apresado un día muchas tórtolas y las llevaba a vender. Encontróse con él San Francisco, que sentía especial ternura por los animales mansos (6), y, mirando las tórtolas con ojos compasivos, dijo al muchacho:

-- ¡Oye, buen muchacho; dame, por favor, esas aves tan inocentes, que en la Sagrada Escritura representan a las almas castas, humildes y fieles, para que no vengan a parar en manos crueles que les den muerte!

El muchacho, impulsado por Dios, le dio al punto todas a San Francisco, y él las recibió en el seno y comenzó a hablar con ellas dulcemente:

-- ¡Oh hermanas mías tórtolas, sencillas, inocentes y castas! ¿Por qué os habéis dejado coger? Yo quiero ahora libraros de la muerte, y os haré nidos para que os multipliquéis y deis fruto, conforme al mandato de vuestro Creador.

Y San Francisco les hizo nido a todas. Ellas se domesticaron, y comenzaron a poner huevos y a empollar a la vista de los hermanos. Y vivían y alternaban familiarmente con San Francisco y los demás hermanos como si fueran gallinas alimentadas siempre por ellos. Y no se marcharon hasta que San Francisco les dio licencia para irse con su bendición.

Al muchacho que se las había dado dijo San Francisco:

-- Hijo mío, tú llegarás a ser hermano menor en esta Orden y servirás en gracia a Jesucristo.

Y así sucedió: aquel joven se hizo religioso y vivió en la Orden con grande santidad.

En alabanza de Cristo. Amén.

La Florecillas de San Francisco Capítulo XXIII


Cómo San Francisco, estando en oración,
vio al demonio entrar en un hermano

Estaba una vez San Francisco en oración en el convento de la Porciúncula, y vio, por divina revelación, todo el convento rodeado y asediado por los demonios como por un grande ejército; pero ninguno de ellos lograba entrar en el convento, porque todos aquellos hermanos eran de tanta santidad, que los demonios no hallaban por dónde penetrar. Pero ellos perseveraban en su empeño; y he aquí que uno de los hermanos tuvo un enfado con otro, y andaba maquinando cómo poder acusarlo y vengarse de él. Y este mal pensamiento fue la brecha que vio abierta el demonio; así pudo penetrar en el convento y fue a ponerse en el cuello de aquel hermano.

El pastor amante y solícito, que velaba de continuo sobre su grey, viendo que el lobo había entrado para devorar su ovejita, hizo llamar en seguida a aquel hermano y le ordenó que descubriera allí mismo el veneno del odio que había concebido contra el prójimo, y que le había hecho caer en las manos del enemigo.

Quedó él espantado al verse conocido por el Padre santo, declaró todo el veneno de su rencor, reconoció su culpa y pidió humildemente penitencia y misericordia. Hecho esto, una vez que él fue absuelto del pecado y recibió la penitencia, inmediatamente huyó el demonio ante San Francisco. El hermano, librado así de las manos de la bestia cruel por la bondad del buen pastor, dio gracias a Dios y, volviendo corregido y amaestrado a la grey del santo pastor, vivió en adelante en grande santidad.

En alabanza de Cristo. Amén.

Saturday, March 5, 2016

ENSEÑANZA: LA ALABANZA Y LA SANACIÓN



LA ALABANZA Y LA SANACIÓN

La conexión entre música y curación de enfermedades es muy antigua; sin embargo, en Norte América la terapia con música no se inició hasta después de la segunda guerra mundial, en busca de ayuda para tratar los problemas psicológicos de los veteranos de guerra. Esto es porque la música y las ondas de sonido tienen efecto en nuestro organismo, y ha sido utilizada para ayudar pacientes con una gran gama de padecimientos físicos y mentales. Hace 40 años el Doctor Alfred Tomatis, otorrinolaringólogo francés, desarrolló el "Método Tomatis" que provee entrenamiento auditivo, o estimulación auditiva para el tratamiento de una gran variedad de padecimientos.

La música de Dios tiene un poder SANTO E INFINITAMENTE MAYOR que la música del mundo y la música satánica. El poder de Dios respalda la música cristiana y este poder supera totalmente el poder de satanás. La música de alabanza tiene poder de sanar, liberar y transformar, porque toca las fibras más profundas de nuestro ser y, si la música está cargada de Palabra de Dios que es “MÁS PENETRANTE QUE ESPADA DE DOBLE FILO” su poder es doblemente mayor; ya que la Palabra de Dios sana, quebranta yugos, derriba muros y destruye las potestades del enemigo. Nuestra música tiene más poder que la satánica o la mundana, porque el Dios de los Ejércitos la utiliza como arma del amor, para la santificación y la salvación.

1 SAMUEL 16,14-23

El espíritu de Yahvé se había apartado de Saúl y un espíritu malo que venía de Yahvé le infundía espanto. Dijéronle, pues, los servidores de Saúl: «Mira, un espíritu malo de Dios te infunde espanto; permítenos, señor, que tus siervos que están en tu presencia te busquen un hombre que sepa tocar la cítara, y cuando te asalte el espíritu malo de Dios tocará y te hará bien.» Dijo Saúl a sus servidores: «Buscadme, pues, un hombre que sepa tocar bien y traédmelo.» Tomó la palabra uno de los servidores y dijo: «He visto a un hijo de Jesé el belenita que sabe tocar; es valeroso, buen guerrero, de palabra amena, de agradable presencia y Yahvé está con él.» Despachó Saúl mensajeros a Jesé que le dijeran: «Envíame a tu hijo David, el que está con el rebaño.» Tomó Jesé un asno, pan, un odre de vino y un cabrito y lo envió a Saúl por medio de su hijo David. Llegó David donde Saúl y se quedó a su servicio. Saúl le cobró mucho afecto y lo hizo su escudero. Mandó Saúl a decir a Jesé: «Te ruego que David se quede a mi servicio, porque ha hallado gracia a mis ojos.» Cuando el espíritu malo de parte de Dios asaltaba a Saúl, tomaba David la cítara, la tocaba, Saúl encontraba calma y bienestar y el espíritu malo se apartaba de él.

Cuando, como David, tocamos y cantamos para el Señor, hay un enorme derramamiento del Espíritu Santo. Dios habita en la alabanza de su pueblo y derrama su poder sanador y liberador especialmente cuando cantamos Palabra de Dios que es creadora. Jesús es la Palabra de Dios, Él es el que sana nuestras dolencias, por lo tanto, si cantamos alabanzas cargadas de Palabra de Dios, obligadamente tenemos que sanar. Es importante, por lo tanto, cantar las alabanzas adecuadas a la hora de dirigir la alabanza en las asambleas. En la Iglesia nos hemos quedado con el “avivamiento”: animar un poquito a la gente para que entre en calor, con cantitos dinámicos como “Había un sapo”… y llamamos a eso alabanza. Por eso no vemos resultados milagrosos en el pueblo de Dios. La alabanza es mucho más que eso: Es exaltar, piropear, agradar al Señor y reconocerlo como nuestro único Dios y Señor. Es gozarnos en saber que Dios está en medio de nosotros con todo su poder. Es expresarle con palabras, con cantos y con danzas, lo que hay en nuestro corazón al admirarnos de su grandeza y de sus obras prodigiosas.

¿POR QUÉ RECIBIMOS SANACIÓN Y LIBERACIÓN CUANDO ALABAMOS AL SEÑOR?

1. Porque cuando alabamos al Señor a través de la música, el canto y la danza, su presencia se manifiesta con poder en medio de su pueblo. Cuando Él está en medio de su pueblo obra portentos.

2 CRÓNICAS 5,11-14

Cuando los sacerdotes salieron del santuario (pues todos los sacerdotes que se hallaban presentes se habían santificado, sin guardar orden de clases), y todos los levitas cantores, Asaf, Hemán y Yedutún, con sus hijos y hermanos, vestidos de lino fino, estaban de pie al oriente del altar, tocando címbalos, salterios y cítaras, y con ellos ciento veinte sacerdotes que tocaban las trompetas, se hacían oír al mismo tiempo y al unísono los que tocaban las trompetas y los cantores, alabando y celebrando a Yahvé; alzando la voz con las trompetas y con los címbalos y otros instrumentos de música, alababan a Yahvé diciendo: «Porque es bueno, porque es eterna su misericordia»; el templo se llenó de una nube, el templo mismo de Yahvé. Cuando los sacerdotes salieron del santuario -pues la nube había llenado el templo de Yahvé- los sacerdotes no pudieron permanecer ante la nube para completar el servicio, pues la gloria de Yahvé llenaba el templo de Yahvé”.

2. Porque nos olvidamos de nosotros mismos, de nuestros problemas y enfermedades y, ponemos nuestra atención en el Dios que sana. Nos unimos a la Iglesia triunfante, a los coros celestiales y a todos los Santos que alaban día y noche al Señor en el cielo y ofrecemos así nuestra alabanza como un sacrificio agradable al Señor a pesar de nuestro dolor. Todos sabemos que ofrecer un sacrificio significa dar algo que nos duele, que no tenemos ganas de dar, algo que nos cuesta. Pero cuando lo hacemos de todo corazón, el Señor abre las compuertas del cielo y derrama lluvia de bendiciones y sanaciones sobre nosotros y se cumple la Palabra: “Los ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen y los mudos hablan”. Vuelve a suceder lo que sucedía cuando Jesús estaba en la tierra: “Iba por todos los pueblos predicando y haciendo el bien. Sanando a los enfermos y liberando a los oprimidos por el diablo”. Jesús se pasea, como al principio en el jardín del Edén, en medio de su pueblo deleitándose en la alabanza de sus hijos y derramando su bendición y poder sanadores y liberadores.

A medida que abrimos nuestros corazones y mentes en alabanza al Señor, nos estamos abriendo a su poder sanador. La mayoría de las personas gasta su vida lamentándose de sus problemas, dolores y sufrimientos. Están tan absortas en sus dificultades que éstas se convierten en el centro de su oración cuando este lugar debe ser ocupado por el Señor. Cuando alabamos y damos gracias a Dios, hacemos de Jesús el centro de nuestra oración y ya no somos nosotros, el centro. A medida que apartamos la vista de nosotros y la volvemos hacia el Señor, El se manifiesta de manera extraordinaria. Cuando alabamos al Señor, le estamos dedicando nuestra atención y, olvidándonos de nosotros, nos volvemos más receptivos a lo que El tiene para darnos. Y Él, que no se deja ganar en generosidad, derrama su poder sanador sobre nosotros.

por: Silvia Mertins

Consejos Saludables: Cúrcuma: Uso, Dosis, Propiedades y Beneficios para la Salud



La cúrcuma es una planta utilizada como especia en la cocina, cuyo color amarillo no pasa desapercibido y le da su tono a la mostaza. Pero la cúrcuma no solo tiene su función en la cocina, sino que también es utilizada como medicina natural desde hace miles de años por sus propiedades antiinflamatorias.

Curcumina: el poderoso ingrediente de la cúrcuma

Según diversos estudios científicos:

curcuma-infografiaLa curcumina podría mejorar el daño en el hígado, según un estudio experimental de la Universidad Médica de Graz, Austria.
La curcumina inhibe el crecimiento del cáncer de piel, el melanoma y el cáncer de mama, según estudios de la Universidad de Texas.
La cúrcuma utilizada en el curry que se consume a diario en la India podría explicar la baja tasa de enfermedad de Alzheimer en ese país, según epidemiólogos.
La cúrcuma provocó una disminución del 58% del dolor y la rigidez de pacientes con osteoartritis de rodilla, según un estudio realizado en Italia. Incluso mostraron una mejora del 300% de su bienestar emocional.
En resumen y según un artículo publicado en Advanced Experimental Medical Biology, en 2007: “La curcumina ha demostrado tener actividad antioxidante, antiinflamatoria, antiviral, antibacteriana, antifúngica, y contra el cáncer. Por lo tanto tiene un potencial contra diversas enfermedades como diabetes, alergias, artritis, enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades crónicas”.

Cúrcuma: uso y beneficios para la salud

Llamada “la reina de la especias”, la cúrcuma ofrece muchos beneficios para la salud e incluye nutrientes saludables como: proteínas, fibra dietética, niacina, vitaminas C, E y K, sodio, potasio, calcio, cobre, hierro, magnesio y zinc.

Conoce los beneficios del consumo de cúrcuma:

Ayuda a prevenir el cáncer
Alivia los dolores de la artritis
Ayuda en el tratamiento de la diabetes
Cura las heridas
Ayuda a prevenir la Enfermedad de Alzheimer
Mejora la digestión
Ayuda a desintoxicar el hígado
Ayuda a mantener el peso ideal
Reduce el nivel de colesterol
Fortalece el sistema inmunológico
Posibles efectos secundarios

La cúrcuma es posiblemente segura cuando se usa de forma apropiada en los adultos.
La cúrcuma no suele causar efectos secundarios, aunque algunas personas pueden experimentar malestar estomacal, náuseas, mareos o diarrea.

Precauciones

Embarazo y lactancia: No se recomienda consumir cúrcuma durante el embarazo y la lactancia porque podría poner en riesgo el embarazo.
Problemas en la vesícula biliar: La cúrcuma podría empeorar los problemas de la vesícula biliar.
Enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE): La cúrcuma puede causar malestar estomacal en algunas personas.
Cirugía: La cúrcuma podría retardar la coagulación sanguínea y causar sangrado adicional.
Dosis recomendada

Habla con tu médico antes de comenzar a tomar cúrcuma como remedio natural.

Por vía oral:

Para el malestar estomacal (dispepsia) se recomienda tomar 500 mg de cúrcuma, 4 veces al día.
Para la osteoartritis se recomienda tomar 500 mg de extracto de cúrcuma (Meriva, Indena), 2 veces al día.
Para la artritis reumatoide se aconseja tomar 500 mg de cúrcuma, 2 veces al día.

Fuentes: WebMD, Mother Nature Network, Dr. Weil, CNN, Huffington Post. Infografía cortesía de Farmacognosia.

Wednesday, February 24, 2016

Terapia Espiritual en Tres Pasos para Enfrentar la Depresión




En las grandes crisis existenciales sólo existe una tabla de salvación para no ahogarse en el mar de la depresión... ¡La terapia espiritual!  
Caminar hacia la depresión siempre lleva a la destrucción.

Hay un momento en la vida en el que, quizás afortunadamente, a cada persona le llegan problemas que no logrará solucionar ni con dinero, ni con amistades influyentes, ni con brillantes cualidades personales, y ante esos tremendos problemas sólo existe una tabla de salvación para no ahogarse en el mar de la depresión y de la desesperanza: la terapia espiritual. Esto cura todo lo que la naturaleza no logra remediar. Los demás remedios resultan todos ineficaces en casos graves, muy frecuentes en la actualidad, por cierto.

Un universitario exclamaba: "Yo ya no necesito de Dios ni de la religión".

Este tipo de ideas trae una penosa consecuencia: que la mayoría de la gente cuenta ahora con muy pocas reservas espirituales de las cuales poder disponer en un tiempo de congoja mental, emocional o física. Y ese gigantesco vacío de Dios que hay en la gente actual complica seriamente sus problemas y dificulta inmensamente su curación.

El papá de este Joven, un profesional muy equilibrado y curtido en las luchas de la vida, le respondió: "No digas «YA no necesito de Dios y la religión»" ¿Por qué mejor no dices: «me parece que TODAVÍA no descubro que los necesito?» Porque en la vida te llegarán problemas tales que, si Dios no te echa una mano, perecerás apabullado por ellos, y ningún ser humano, ni tu estabilidad económica, ni siquiera tu miseria, serán capaz de librarte de sofocante peso".

A continuación se exponen 3 recomendaciones para dejar atrás la depresión con un enfoque espiritual:

1.- Sigue el camino sobrenatural.

La dimensión natural es seguir el camino que indica la propia naturaleza, pero existen otros dos caminos: la dimensión preternatural, que es el camino a la destrucción, pero la dimensión sobrenatural es el camino al Creador.

Si una persona me hiere, el camino natural es perder la confianza y cuidarse de nuevas agresiones, el camino preternatural es odiar y vengarse, pero el camino sobrenatural es, además de perdonar, ofrecer el perdón y hacer oración y ayuno por la persona que nos hirió para que también ella crezca.

2.- Hazte acompañar en tu caminar espiritual

Dice el dicho: Dime con quien andas, y te diré quién eres. Una de las más graves tragedias de nuestro tiempo es que los ignorantes espirituales instalados en los colegios, universidades, periódicos, televisión, cine y demás medios de comunicación han hecho un lavado cerebral tan desastroso a nuestra gente, que muchas personas han llegado a imaginarse que son simplemente animales, sin dimensión espiritual o sobrenatural, destinados a vivir gorditos y bien atendidos en esta vida, como pollitos en el gallinero con clima controlado y televisión por cable, o como unos gorilas con bolsas de marca y vestuario de moda, o quizás, como unos perritos acomodados con la mejor tecnología y los mejores estudios, sin proyección hacia la eternidad ni deberes para con un Dios Creador y Juez.

Así que lo que debes hacer es conseguir un guía espiritual, si no tienes uno al alcance, puedes por lo menos, leer la vida de los Santos.

3.- Sirve a los demás.

En la dimensión espiritual, el vacío siempre invita al desastre. Por eso cuando se está vacío de Jesús y de principios espirituales se va camino del fracaso, aun cuando es un camino rodeado de comodidades o incluso de carencias, esto no es lo que marca la diferencia.

En una ocasión, recomendaba a un estudiante que sirviera a otros para aliviar su tristeza,  y como respuesta me decía: le hablaré a mi padre para que me consiga un puesto de practicante en una empresa, y, como no se mucho de mi carrera todavía, así aprenderé y tendré mejores oportunidades aunque no me paguen. ¡Qué lejos estaba de servir! El servir significa darse a los demás, dar tu tiempo en una casa hogar de niños; compartir lo que dejas de comer cuando ayunas, con un indigente (que bien conoces, porque hay miles); participar en la limpieza de tu casa…

Y recuerda siempre, que ¡la depresión se asusta cuando te acercas a los sacramentos!

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Autor: Rafael Ruiz | PildorasdeFe.net