Thursday, April 2, 2015

Reflexion del Viernes Santo



Viernes Santo

"Jesús Nazareno, Rey de los judíos". Jn. 19, 19

Para hablar de la Pasión, mediante la cual fuimos rescatados todos, tomaré como tema las palabras del título que Pilatos hizo escribir sobre la Cruz: "Jesús Nazareno, Rey de los judíos".

Jesús quiere decir Salvador, así que ha muerto porque es salvador y para salvar hacía falta morir.

Rey de los judíos, o sea que es Salvador y Rey al mismo tiempo. Judío significa "confesar"; por tanto es Rey pero de solo aquellos que le confiesen, y ha muerto para rescatar a los confesores; si, realmente ha muerto y con muerte de cruz.

Ahí tenemos pues, las causas de la muerte de Jesucristo: la primera, que era Salvador, santo y Rey; la segunda, que deseaba rescatar a aquellos que le confiesen.

Pero, ¿no podía Dios dar al mundo otro remedio sino la muerte de su Hijo? Ciertamente podía hacerlo; ¿es que su omnipotencia no podía perdonar a la naturaleza humana con un poder absoluto y por pura misericordia, sin hacer intervenir a la justicia y sin que interviniese criatura alguna?

Sin duda que podía. Y nadie se atrevería a hablar ni censurarle. Nadie, porque es el Maestro y Dueño soberano y puede hacer todo lo que le place.

Ciertamente pudo rescatarnos por otros medios, pero no quiso, porque lo que era suficiente para nuestra salvación no era suficiente para satisfacer su Amor.

Y que consecuencia podríamos sacar sino que, ya que ha muerto por nuestro Amor, deberíamos morir también por ÉI, y si no podemos morir de amor, al menos que no vivamos sino sólo para ÉI.

Sermón de San Francisco de Sales. Viernes Santo, 25 de marzo de 1622. X, 360.

Wednesday, April 1, 2015

Meditación del Jueves Santo


Jueves Santo

"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón". Lc. 10, 27



Consideremos un poco cual es el amor que el Señor nos tiene y por el que somos tan profundamente amados.



Os ruego que os fijéis en el encanto que pone el Salvador para expresarnos el ardor de su pasión de amor, tanto en sus palabras y afectos como en sus obras.



En sus palabras lo vemos claro, pues nunca habló tanto de ningún tema como del amor suyo hacia nosotros y del deseo que tiene de que le amemos. Ved que celoso esta de nuestro amor:"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todos tus pensamientos, con todas tus fuerzas, con todo tu espíritu y con todo lo que tu eres, es decir, todo lo que tu puedas.



En el Santísimo Sacramento parece que nunca se cansa de invitar a los hombres a recibirlo, pues nos inculca en forma admirable todo el bien que tiene preparado para los que se acercan a ÉI dignamente. "Yo soy el Pan de vida" y tantas otras frases... Y hablando de su muerte, dice: "Con gran deseo he deseado celebrar esta Pascua con vosotros y nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos".



¿No creéis, queridas Hijas, que tenemos una gran obligación de responder, en cuanto podamos, a este amor incomparable con el que hemos sido y somos amados por Nuestro Señor?



Esta claro que se lo debemos; por lo menos pongamos empeño en dárselo. Amar a Dios con todo el corazón, ¿que otra cosa es sino amarle con todo nuestro amor, nuestro ardiente amor? Para llegar a esto, no debemos amar demasiadas otras cosas, al menos con particular afecto.



Amarle con todo lo que somos es abandonarle todo nuestro ser para permanecer totalmente sometidos a su Amor.


Sermón de San Francisco de Sales; 30 de septiem¬bre de 1618. IX, 198.

Meditación Para el Miércoles Santo


Miércoles Santo

"Entonces se fue uno de los Doce, lla¬mado Judas Iscariote, a los príncipes de las Sacerdotes y les dijo: ¿Qué me que¬réis dar y yo os lo entrego?". Mt. 26, 14-15

EI Espíritu Santo nos advierte: "EI que esta de pie, cuide de no caer". Y en el Padrenuestro decimos: "no nos dejes caer en la tentación".

Nunca estamos seguros e invariables en lo referente a conservar el amor de Dios. EI primer ángel y Judas, que lo habían tenido, lo perdieron; y David y San Pedro también fallaron en un tiempo.

Me diréis: ¿Cómo es posible que quien tiene el amor de Dios pueda perderlo?, porque el amor, donde reside, resiste al pecado. Por tanto, ¿cómo puede entrar allí el pecado? Si el amor es fuerte como la muerte, duro en el combate como el infierno, ¿cómo pueden las fuerzas de la muerte o del infierno, es decir, los pecados, vencer al amor, el cual por lo menos le iguala en fuerza y las sobrepasa en ayuda y en derecho?

¿Cómo puede ser que un alma que razona, una vez que ha saboreado tan gran dulzura como es la del amor divino pueda jamás, voluntariamente, tragar las aguas amargas de la ofensa a Dios?

Querido Teótimo, hasta los mismos cielos están estupefactos y los ángeles se quedan pasmados de asombro al ver esta prodigiosa miseria del corazón humano, que abandona un bien tan amable para apegarse a cosas tan deplorables.

Mientras estamos en este mundo, nuestro espíritu esta sujeto a mil humores y miserias y por consecuencia fácilmente cambia, y muda en su amor. Solamente en el cielo ya no estaremos sujetos a cambios y permaneceremos inseparablemente unidos por amor a nuestro soberano Bien.

Porque es imposible ver a la Divinidad y no amarla. Pero aquí abajo, la entrevemos solamente a través de las sombras de la fe y nuestro conocimiento no es tan grande que no deje aun espacio para que entre la sorpresa de los otros bienes aparentes, los cuales se deslizan entre las oscuridades que se mezclan con la certeza y verdad de la fe. Se deslizan insensiblemente como raposas y demuelen nuestra viña florida.

Tratado del Amor de Dios. Libro IV, cap. 19, pags. 168, 170, 175. Edit. Denfert.

Monday, March 30, 2015

ORACIÓN POR LA SANACIÓN INTERIOR



  
 Debéis despojaros de vuestra vida pasada, del hombre viejo, corrompido por las concupicencias engañosas, renovaos en vuestro espíritu y en vuestra mente y revestíos del hombre nuevo, creado según Dios, en justicia y santidad verdadera. (Ef 4: 22-24) 

Todo creyente experimenta dentro de sí mismo la vida del espíritu y la vida de la carne. Un Cristiano debe destruir las obras de la carne. (Rom 8, 13) y vivir una vida de acuerdo con el Espíritu Santo. La carne significa todas las imaginaciones, recuerdos, dolores, heridas, sentimientos negativos, sobresaltos, rechazo, culpabilidad, tristezas, sentimientos de abandono, malos hábitos heredados, malos hábitos adquiridos, imitaciones malas, etc... Cuando todos éstos están dentro de uno, no se puede vivir una vida según el Espíritu. Por lo tanto se  necesita liberación y sanación interna. «Así que el que está en Cristo, es una nueva creación: lo viejo pasó; ved que ha nacido lo nuevo» (2 Cor 5, 17) 


Qué debes de hacer:

- Trae ante el Señor tu viejo yo con todos sus problemas. Si pasas algún tiempo en oración podrás ver tu viejo yo bien. 
- Cree que Jesús se llevó todas tus heridas en su Cuerpo sobre la Cruz. (1 Pe 2, 24) 
- Invita a Jesús dentro de tu vida y pídele a Él que pase por ella desde el vientre de tu madre hasta ahora. 
- Mientras oras, cree en tu corazón que el Señor te está tocando y sanando (1 Jn 5, 14-15) y alaba a Dios por la maravillosa experiencia de sanación interna. 


Reza así:

Jesús, te pido que entres dentro de mi corazón y toques esas experiencias de vida que necesitan ser sanadas. Tu me conoces mucho mejor que yo a mí mismo. Por lo tanto, trae tu amor a cada rincón de mi corazón. Dondequiera que descubras al niño herido, tócalo, consuélalo y ponlo en libertad.

Retrocede en mi vida hasta el mismo momento en que fui concebido. Purifica mi cuerpo y libérame de esas cosas que pueden haber ejercido una influencia negativa en ese momento. Bendíceme mientras estaba siendo formado en el vientre de mi madre y elimina todos los obstáculos a la integridad que me puedan haber afectado en esos meses de confinamiento.

Concédeme un profundo deseo de volver a nacer y cura cualquier trauma físico o emocional que pudiera haberme dañado en el proceso de mi nacimiento. Gracias Señor por estar ahí para recibirme en tus brazos en al mismo momento de mi nacimiento, para darme la bienvenida a la tierra y asegurarme que Tu nunca me fallarías o me abandonarías.

Jesús, yo te ruego que rodees mi infancia con tu luz y toques esos recuerdos que me impiden ser libre. Si necesité más amor materno, envíame tu madre, María, para que me proporcione cuanto me falte. Pídele que me abrace, que me bese, que me cuente historias y que llene todas esas partes vacías en mí, que necesitan el consuelo y el calor que sólo una madre podría dar.

Quizás el niño interior se sintió necesitado en el área del amor paterno. Señor, que yo sea libre para gritar «Abba», papá, con cada parte de mi ser. Si necesité más del amor de un padre y garantía para asegurarme que yo fui deseado y amado muy profundamente, te pido que me tomes y sienta yo tus brazos fuertes y protectores. Dame y renueva mi confianza y valor para hacer frente a las adversidades del mundo para que sepa que el amor de mi Padre me sostiene si tropiezo y caigo.

Pasa por mi vida, Señor, y confórtame cuando los otros no me trataron bien. Cura las heridas de encuentros que me dejaron atemorizado, que hicieron que me replegara en mí mismo y creara barreras contra la gente. Si me he sentido solo, abandonado y rechazado por la humanidad, concédeme a través de tu amor sanador, un nuevo sentido de valía como persona.

La gente me rechazó y hablaron mal de mí cuando yo era inocente, y me sentí triste y resentido. Oh Señor, ven y cúrame. Te presento mis malos hábitos y mi viejo yo vicioso y corrompido, lávame y purifícame, Oh Señor.

Jesús, me entrego a ti, cuerpo, mente y espíritu, y gracias por hacerme íntegro.

Gracias Señor

Es bueno acudir a un retiro de sanación interior. 

Meditacion Para el Martes Santo



Martes Santo

"Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en El". Jn. 13, 31

¿No sabías, Teótimo, que el Sumo Sacerdote de la Ley llevaba sobre su espalda y su pecho los nombres de los hijos de Israel: o sea, piedras preciosas sobre las cuales estaban grabados los nombres de los jefes de Israel?

Ahí tienes a Jesús, nuestro gran Obispo, mírale y considera que ÉI nos lleva sobre sus hombros, aceptando la carga de rescatarnos por su muerte, y muerte de cruz.

¡Oh, Teótimo!, el alma del Salvador nos conocía a todos con nombre y apellido; pero especialmente en el día de la Pasión, cuando ofrecía sus lágrimas, sus oraciones, su sangre y su vida por todos; sus pensamientos de amor iban especial mente para ti: ¡Oh Padre Eterno!, tomo sobre Mí y cargo con todos los pecados del pobre Teótimo para sufrir los tormentos de la muerte y el se vea libre y pueda vivir; que yo sea crucificado con tal que el sea glorificado.

¡Oh amor soberano del Corazón de Jesús! ¿Qué corazón podrá bendecirte suficientemente?

Así, en su maternal pecho, su Corazón divino preveía, disponía, merecía, impetraba todos los beneficios que tenemos y no solamente en general por todos, sino en particular por cada uno; nos preparaba esos movimientos, esos atractivos, esas inspiraciones y esas suavidades mediante los cuales nos va alimentando el corazón para la vida eterna.

Miremos esa voluntad eterna que nos destina esos beneficios, y el Corazón del Salvador que nos los ha merecido a costa de tantas penas, sobre todo por su muerte y su pasión.

Tratado del Amor de Dios. Libro XII, cap. 12, pag. 548. Edit. Denfert.

Meditacion Para el Lunes Santo



Lunes Santo

"María, tomando una libra de unguento de nardo legítimo, ungió los pies de Jesús". Jn. 12, 3

Santa Magdalena siempre fue la perfumista del Señor que la escogía y la llama para Si para ejercer este oficio. EI día de su conversión, llevaba el unguento precioso con el cual embalsamó a Jesús. En la cena que siguió a la resurrección de Lázaro, llevaba un frasco de perfumes y también lo llevó a la sepultura de Jesús. Es decir, siempre hizo el oficio de perfumista.

También hay otra cosa admirable en ella: que esta siempre a los pies de Jesús: cuando se convirtió, en el banquete de casa de Lázaro, al pie de la Cruz y en la Resurrección... ¡Que dichosas seriáis, queridas Hijas, si a lo largo de vuestra vida, por nada dejaseis de estar a los pies del Salvador, viviendo en humildad y sumisión; imitando y siguiendo a esta reina de las perfumistas y más aún a la Reina de todas las reinas, la Virgen, nuestra querida Señora, de la cual, Santa Magdalena, era tan devota que jamás la abandono.

También, Nuestra Señora, quería mucho a esta santa, más que a todas las demás que la seguían. Acompañó a la Virgen en la muerte de su Hijo, cuando le sepultaron, en el camino de vuelta, y siempre estuvo junto a Ella hasta que partió para la Santa Gruta, junto a Marsella, a seguir con su penitencia. Allí llevó una vida más divina que humana, sin dejar por ello de estar con el corazón a los pies del Salvador.

¡Qué falta nos hace, a ejemplo de esta gran santa, hacernos pequeñas y rebajadas, a los pies de Nuestro Señor!

Pero además hay que ofrecer el perfume, hay que llevar, a nuestro Maestro, un corazón amante para que ÉI le penetre y le despegue de sí mismo, como hacen el unguento precioso y el bálsamo que, al caer sobre algodón, se mezclan y se unen de tal forma, cada vez más, poco a poco, que ya no se sabe si el algodón esta perfumado o si es perfume; ni si el perfume es algodón o el algodón perfume. ¡Qué feliz es un alma así! En la tranquilidad de su corazón conserva amorosamente el sentimiento de la presencia de Dios.

Sermón de San Francisco de Sales. X, 81,87.
Tratado del Amor de Dios. V, 10.

Sunday, March 29, 2015

EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 29 DE MARZO DEL 2015 - DOMINGO DE RAMOS



Cristo va a ir a la cruz esta Semana Santa. Y tú, ¿a dónde?
Cuaresma y Semana Santa

Marcos 14, 1-15,47. Domingo de Ramos B. Otra vez va Cristo, en estos días, a morir en la cruz por nosotros, para salvarnos de nuestros pecados. 


Por: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Marcos 14, 1-15, 47
Faltaban dos días para la Pascua y los Azimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderle con engaño y matarle. Pues decían: "Durante la fiesta no, no sea que haya alboroto del pueblo." Estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, recostado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, de mucho precio; quebró el frasco y lo derramó sobre su cabeza. Había algunos que se decían entre sí indignados: "¿Para qué este despilfarro de perfume? Se podía haber vendido este perfume por más de trescientos denarios y habérselo dado a los pobres." Y refunfuñaban contra ella. Mas Jesús dijo: "Dejadla. ¿Por qué la molestáis? Ha hecho una obra buena en mí. Porque pobres tendréis siempre con vosotros y podréis hacerles bien cuando queráis; pero a mí no me tendréis siempre. Ha hecho lo que ha podido. Se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Yo os aseguro: dondequiera que se proclame la Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya." Entonces, Judas Iscariote, uno de los Doce, se fue donde los sumos sacerdotes para entregárselo. Al oírlo ellos, se alegraron y prometieron darle dinero. Y él andaba buscando cómo le entregaría en momento oportuno. El primer día de los Azimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus discípulos: "¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pascua?" Entonces, envía a dos de sus discípulos y les dice: "Id a la ciudad; os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle y allí donde entre, decid al dueño de la casa: "El Maestro dice: ¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?" El os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta y preparada; haced allí los preparativos para nosotros."

Oración introductoria
Ven, Espíritu Santo, ilumina mi mente y, sobre todo, mi corazón. No quiero ser un simple espectador, pasivo, indiferente, que hoy aclama ¡Hosanna! Bendito el que viene… para abandonarte o traicionarte en un par de días más.
Petición
Jesús, que esta oración me dé la fuerza de voluntad para decidirme a seguirte siempre de manera apasionada y fiel.

Meditación del Papa Francisco
Hemos escuchado la Pasión del Señor. Nos hará bien hacernos una sola pregunta: ¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo ante mi Señor? ¿Quién soy yo ante Jesús que entra con fiesta en Jerusalén? ¿Soy capaz de expresar mi alegría, de alabarlo? ¿O guardo las distancias? ¿Quién soy yo ante Jesús que sufre?
Hemos oído muchos nombres, tantos nombres. El grupo de dirigentes religiosos, algunos sacerdotes, algunos fariseos, algunos maestros de la ley, que habían decidido matarlo. Estaban esperando la oportunidad de apresarlo. ¿Soy yo como uno de ellos?
También hemos oído otro nombre: Judas. Treinta monedas. ¿Yo soy como Judas? Hemos escuchado otros nombres: los discípulos que no entendían nada, que se durmieron mientras el Señor sufría. Mi vida, ¿está adormecida? ¿O soy como los discípulos, que no entendían lo que significaba traicionar a Jesús? ¿O como aquel otro discípulo que quería resolverlo todo con la espada? ¿Soy yo como ellos? ¿Soy yo como Judas, que finge amar y besa al Maestro para entregarlo, para traicionarlo? ¿Soy yo, un traidor? ¿Soy como aquellos dirigentes que organizan a toda prisa un tribunal y buscan falsos testigos? ¿Soy como ellos? Y cuando hago esto, si lo hago, ¿creo que de este modo salvo al pueblo?» (Homilía de S.S. Francisco, 13 de abril de 2014).
Reflexión
Con mucha frecuencia solemos hacer y escuchar esta pregunta: ¿A dónde vas a ir en esta Semana Santa? ¿Ya sabes a dónde?

Durante una de mis "peregrinaciones" romanas, tuve la oportunidad de visitar, hace varios meses, una histórica iglesita ubicada en la Vía Apia llamada "Quo vadis?". La tradición refiere que fue precisamente este lugar en donde se le apareció Nuestro Señor al apóstol san Pedro cuando, aconsejado por los fieles cristianos, emprendía su huida de Roma para librarse de las manos de Nerón durante la persecución religiosa del año 64 de nuestra era. El escritor polaco Henryk Sienkiewicz inmortalizó esta leyenda en la famosa novela que lleva el mismo nombre: "Quo vadis?", que quiere decir: "¿A dónde vas, Señor?". A esta pregunta, Jesús respondió: "Voy a Roma a ser otra vez crucificado". El apóstol entendió el mensaje y enseguida dio marcha atrás. A escasos tres años de este encuentro, Pedro moría crucificado a los pies de la colina vaticana, en el circo –o estadio– de Calígula y Nerón. Yo creo que también nosotros, en estos momentos, podemos dirigir a Cristo la misma pregunta que entonces le hizo Pedro: “¿A dónde vas, Señor?”.

Hoy, Domingo de Ramos, damos inicio a la Semana Santa. Es la "Semana Mayor" -como la solían llamar antiguamente- porque constituye la más importante y solemne celebración de todo el año litúrgico, pues en ella conmemoramos y revivimos los misterios de nuestra redención, los acontecimientos que nos dieron vida, vida eterna.

Sí. Otra vez va Cristo en estos días a morir en la cruz por nosotros, para salvarnos de nuestros pecados. Pero ahora no muere sólo en Jerusalén o en Roma, como entonces. Hoy en día muere místicamente en todos los rincones del planeta: muere en Irak, en la persona de tantos hombres involucrados en este conflicto armado y en tantas víctimas inocentes de esta guerra. Muere en los países del Medio Oriente, en Sudán, en Nigeria, en Indonesia, en la India y en Pakistán, a causa del terrorismo y los fanatismos religiosos; muere en Chechenia, en Colombia, en Burundi, en el Congo, en Ruanda y en Uganda, por la guerrilla, los odios raciales y la violencia; muere de hambre en tantas partes del Africa; y muere en miles y miles de mujeres de todo el mundo "civilizado" que hacen de su vientre la guillotina de sus propias criaturas indefensas y no queridas.... como Herodes en la matanza de los niños inocentes, con la diferencia de que el cruel tirano no asesinó a tantos.

¿A dónde va Cristo esta Semana Santa? Sí. A morir otra vez en la cruz. Y la causa más profunda de su muerte está en las mismas raíces del corazón humano: en la injusticia y en la soberbia de cada uno de nosotros; en la ambición y la prepotencia de los fuertes; en nuestra sensualidad y egoísmo brutal. En una palabra, en nuestro horrible pecado. ¡Ése es el motivo de por qué Nuestro Señor va a la cruz! Y el "para qué" de su muerte en el Calvario también está aquí. Él, verdadero Dios y verdadero Hombre, es el único capaz de redimirnos de nuestros males y de curar todas nuestras heridas y las llagas más profundas de nuestra alma. ¡Sólo Él podía hacerlo y lo hizo! Quizá si meditamos un poco más en esto podremos comprender algo de lo que significa la Pasión y la muerte de Nuestro Señor Jesucristo.

Hoy es Domingo de Ramos porque celebramos la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Pero entra como un rey humilde, pacífico y manso. No entra con tanques ni con metralletas para conquistar la ciudad. Tampoco entra en un caballo blanco al sonido de las trompetas, como lo hacían antaño los emperadores o los generales romanos después de vencer a los enemigos. No. Jesús entra montado en un burrito, signo de humildad y de mansedumbre. Es aclamado por gente buena y sencilla, y una gran cantidad de sus discípulos son mujeres y niños. Lo proclaman rey no con el estruendo de las armas, sino con los gritos de júbilo. Y no agitan bayonetas o pancartas, sino ramos de olivo y de laurel, signos de la paz. ¡Éste es Jesús, nuestro Rey, el Rey de la paz y del amor verdadero, el que entra hoy triunfante a Jerusalén!

Pero también hoy es Domingo de "Pasión" porque iniciamos esta semana de dolor, que culminará en la Cruz. Por eso en el Evangelio de la Misa de este día se proclama toda la pasión del Señor. Sólo ocurre esto dos días en todo el año: hoy y el Viernes Santo. Pero la muerte de Cristo en el Calvario no es una derrota, sino el triunfo más rotundo y definitivo de Nuestro Señor sobre los poderes del mal, del pecado y de Satanás.

Estos días santos son, pues, para acompañar a Cristo en los sufrimientos de su Pasión y en su camino al Calvario: para unirnos a Él a través de la oración, los sacramentos, la caridad, el apostolado y las obras buenas. ¡Tántas cosas podemos hacer en favor de los demás!, pero tal vez nos falta imaginación o inventiva. O pensar más en los demás y menos en nosotros mismos.

Propósito
¿A dónde vas a ir esta Semana Santa? ¿a la playa? ¿a la discoteca? No estoy diciendo que esto esté mal necesariamente, pero sí que podría estar mucho mejor. No basta con no pecar y con no hacer mal a nadie. Creo que bastantes de nosotros deberíamos cambiar –un poco al menos– nuestro modo de concebir y de pasar estos días. No son simples días de vacación, aunque no dudo que los tengamos merecidos. Pero aquí estamos hablando de algo mucho más profundo. Cristo va a ir a la cruz esta Semana Santa. Y tú, ¿a dónde?

Diálogo con Cristo
Jesús mío, se inicia un tiempo especial para crecer en el amor, en todos los sentidos. Permite que sepa desprenderme de todo lo que me impida entregarme plenamente a los demás, especialmente a aquellos con los que voy a pasar esta Semana Santa. Quiero desgastarme, trabajar y luchar, desde mi vocación, para que tu mensaje de amor alcance al mayor número posible de hombres y mujeres.

 
Preguntas o comentarios al autor P. Sergio Cordova LC