Saturday, December 6, 2014

Cristologia: La Curación del Paralítico




Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados.


Por: P. Enrique Cases | Fuente: Catholic.net

Los amigos ayudan, la fe cura

"Subiendo a una barca, cruzó de nuevo el mar y vino a su ciudad. Entonces le presentaron a un paralítico postrado en una camilla". Las gentes del pueblo se apiñan para ver a Jesús. La admiración y la sorpresa; la curiosidad y la necesidad, unidas a la fe religiosa, les empujan al nuevo Maestro. Los que llevan al paralítico no pueden acceder hasta el lugar donde está al Señor, e idean abrir el techo de la casa de Pedro para que el enfermo sea visto y curado. Todos se sorprenden de aquella amistad que conduce a estos extraños y extraordinarios modos, pero lo cierto es que el paralítico, que no podía acudir a pedir la curación por la naturaleza de su enfermedad, tiene amigos, y los amigos responden. "Al ver Jesús la fe de ellos" -fe y amistad que les hacen agradables al Señor- mira con misericordia al hombre que desciende del techo en rara figura, y dijo al paralítico: "Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados". Esta vez, antes que la curación, el perdón. La sanación del alma. Este hecho no pasa inadvertido a ciertos escribas que dijeron en su interior: "éste blasfema". Conociendo Jesús sus pensamientos, dijo: "¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? Qué es más fácil, decir: tus pecados te son perdonados, o decir: levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados, dijo al paralítico: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. El se levantó y se marchó a su casa. Al ver esto, las multitudes se atemorizaron y glorificaron a Dios por haber dado tal poder a los hombres"(Mt).


El poder de perdonar

Si el modo en que Jesús ha perdonado al paralítico fuera sólo una cuestión de formas, parecería que Jesús hacía un juego de palabras; dar el perdón podía ser un juego más del hablar. Pero curar un paralítico no se puede hacer con palabras, y Jesús lo cura como señal de que verdaderamente ha perdonado el pecado. Es decir, tiene el poder de perdonar, algo que sólo Dios puede hacer. El hecho es importante y el milagro se ha convertido en un signo de la liberación del pecado, algo mucho más importante que una limitación corporal. Jesús perdona, hace algo reservado a Dios. Algunos pueden pensar que lo hace sólo como enviado de Dios. Otros pueden pensar que Dios está en medio de ellos. Pero los hechos son testimonio elocuente: el paralítico anda y alaba a Dios, y Jesús perdona los pecados.


Comienzan las oposiciones

En esta curación se advierte la primera oposición a Jesús tan sólo con críticas internas. La proclamación del reino no va a ser pacífica cuando se desvele más claramente quién es Él.


La Buena Nueva

Los hechos conmocionaron a toda la región y, cada vez más, acuden de todas partes para ver a Jesús. Los dolientes y sus familiares se ponen en movimiento. Jesús habla, anuncia la buena nueva, y cura.

Cristologia; Jesús y los Enfermos


Jesús y las personas

¿Qué decía Jesús a los enfermos? ¿Cómo les daba esperanza? ¿Por qué curaba a algunos? 


Por: P. Antonio Rivero, L.C. | Fuente: Libro Jesucristo.




Si uno lee con detención los Santos Evangelios descubre todo un mundo, un océano de dolor que parece rodear a Jesús. Parece un imán que atrae a cuanto enfermo encuentra en su paso por la vida. Él mismo se dijo Médico que vino a sanar a los que estaban enfermos. No puede decir "no" cuando clama el dolor. El amor de Jesús a los hombres es, en su última esencia, amor a los que sufren, a los oprimidos. El prójimo para Él es aquel que yace en la miseria y el sufrimiento (cf. Lc 10, 29 ss). La buena nueva que vino a predicar alcanzaba sobre todo a los enfermos.

El dolor y el sufrimiento no son una maldición, sino que tienen su sentido hondo. El sufrimiento humano suscita compasión, respeto; pero también atemoriza. El sufrimiento físico se da cuando duele el cuerpo, mientras que el sufrimiento moral es dolor del alma. Para poder vislumbrar un poco el sentido del dolor tenemos que asomarnos a la Sagrada Escritura que es un gran libro sobre el sufrimiento.(105) El sufrimiento es un misterio que el hombre no puede comprender a fondo con su inteligencia. Sólo a la luz de Cristo se ilumina este misterio. Desde que Cristo asumió el dolor en todas sus facetas, el sufrimiento tiene valor salvífico y redentor, si se ofrece con amor. Además, todo sufrimiento madura humanamente, expía nuestros pecados y nos une al sacrificio redentor de Cristo.

La enfermedad en tiempos de Jesús.

El estado sanitario del pueblo judío era, en tiempos de Jesús, lamentable. Todas las enfermedades orientales parecían cebarse en su país. Y provenían de tres fuentes principales: la pésima alimentación, el clima y la falta de higiene.

La alimentación era verdaderamente irracional. De ahí el corto promedio de vida de los contemporáneos de Jesús y el que veamos con tanto frecuencia enfermos y muertos jóvenes en la narración evangélica. Pero era el clima el causante de la mayor parte de las dolencias. En el clima de Palestina se dan con frecuencia bruscos cambios de calor y frío. El tiempo fresco del año, con temperaturas relativamente bajas, pasa, sin transición ninguna, en los "días Hamsin" (días del viento sur del desierto), a temperaturas de 40 grados a la sombra. Y, aun en esos mismos días, la noche puede registrar bruscos cambios de temperatura que, en casas húmedas y mal construidas como las de la época, tenían que producir fáciles enfriamientos, y por lo mismo, continuas fiebres. Y con el clima, la falta de higiene.

De todas las enfermedades la más frecuente y dramática era la lepra que se presentaba en sus dos formas: hinchazones en las articulaciones y llagas que se descomponen y supuran. La lepra era una terrible enfermedad, que no sólo afectaba al plano físico y corporal, sino sobre todo al plano psicológico y afectivo. El leproso se siente discriminado, apartado de la sociedad. Ya no cuenta. Vive aislado. Al leproso se le motejaba de impuro. Se creía que Dios estaba detrás con su látigo de justicia, vengando sus pecados o los de sus progenitores. Basta leer el capítulo trece del Levítico para que nos demos cuenta de todo lo que se reglamentaba para el leproso. ¡La lepra iba comiendo sus carnes y la soledad del corazón! Todos se mantenían lejos de los leprosos. E incluso les arrojaban piedras para mantenerlos a distancia.

¿Cuál era la postura de los judíos frente a la enfermedad? Al igual que los demás pueblos del antiguo Oriente, los judíos creían que la enfermedad se debía a la intervención de agentes sobrenaturales. La enfermedad era un pecado que tomaba carne. Es decir, pensaban que era consecuencia de algún pecado cometido contra Dios. El Dios ofendido se vengaba en la carne del ofensor. Por eso, el curar las enfermedades era tarea casi exclusivamente de sacerdotes y magos, a los que se recurría para que, a base de ritos, exorcismos y fórmulas mágicas, oraciones, amuletos y misteriosas recetas, obligaran a los genios maléficos a abandonar el cuerpo de ese enfermo. Para los judíos era Yavé el curador por excelencia (cf. Ex 15, 26).

Más tarde, vino la fe en la medicina (cf. Eclesiástico 38, 1-8). No obstante, la medicina estaba poco difundida y no pasaba de elemental. Por eso, la salud se ponía más en las manos de Dios que en las manos de los médicos.

Monday, December 1, 2014

El Ministerio de la Oración: Liberación y Sanación Interior



La oración por los hermanos es una oración de intercesión que se dirige a Dios a favor de una persona, orando en presencia de esta persona, con la manifestación de los carismas que el Espíritu done libremente a aquel grupito de personas para ayudar a la persona necesitada. En este sentido el ministerio de la oración por los hermanos y el de intercesión viven dos realidades tanto espirituales como ministeriales muy cercanas.  

Recordamos para el ministerio de intercesión, cuáles son las condiciones espirituales más importantes para la oración de intercesión: la fe (confianza), la perseverancia, el perdón, la asistencia del Espíritu Santo.

Señalamos algunos aspectos que pueden concernir más específicamente a la oración sobre los hermanos: cuando hablamos de fe como condición indispensable para la oración es suficiente (y ciertamente no es poco) poseer un don de fe que sea confianza incondicional en el amor omnipotente de Dios. Por lo tanto no es indispensable el carisma de la Fe carismática, o sea el don que el Espíritu concede a algunos de modo que puedan “saber” y afirmar, con absoluta certeza lo que Dios realizará (curaciones, signos, milagros, etc.).

LA ORACIÓN DE LIBERACIÓN


La oración de liberación es una oración dirigida a Dios normalmente hecha por un grupo de creyentes para pedir la liberación del maligno a favor del que sufre su influjo con exclusión de los casos de posesión diabólica (siempre reservados al exorcismo).

En la oración de liberación non es legítimo, por parte de los laicos y también de los sacerdotes que no tengan las debidas licencias, dirigirse directamente al demonio incluso cuando no se trate de posesión diabólica. Es necesario que el grupo de oración esté constituido  por hermanos que posean las cualidades humanas (un buen equilibrio psíquico), espirituales (vida de gracia) y que el grupo, en su conjunto, posea dones carismáticos (carisma de misericordia, carisma de intercesión, carisma de discernimiento, carisma de autoridad) y haya recibido una buena formación en esta materia.

La oración de liberación debe ser objeto de un atento discernimiento.

Un primer discernimiento  se obtiene, antes de la oración, dedicando a la persona que pide la liberación, un tiempo suficiente para una escucha delicada y paciente. Un segundo discernimiento se logrará durante la oración sobre la persona, antes de comenzar una eventual oración de liberación, confiándose sobre todo a los carismas (si están presentes) de discernimiento y discernimiento de espíritus.

Un discernimiento final es el que nace después de la oración cuando se evaluando lo sucedido entre los miembros del equipo de oración.

Todo equipo adaptará este itinerario de discernimiento al camino realizado, la formación madurada, y sobre todo una consideración humilde a cerca de los frutos derivados de la experiencia vivida juntos.

Tomado de “El ministerio de la oración por los que sufren” Fray Alejandro R. Ferreirós OFM Conv

LA ORACIÓN DE SANACIÓN INTERIOR


Todos hemos experimentado, al menos alguna vez, sufrimientos, conflictos interiores, cólera fuerte e irracional, miedos, tristeza, etc. Frecuentemente estas situaciones derivan de un estado de “enfermedad interior” debido a heridas o traumas recibidos durante nuestra vida (incluso en los primeros instantes o incluso en la vida prenatal).
Sabemos por el Evangelio que Jesús puede curarnos no sólo físicamente sino también interiormente: psicológicamente, emocionalmente, espiritualmente.
No es necesario saber con precisión qué cosa, en nosotros, tiene necesidad de sanación, aunque el saberlo ayude. Nosotros podemos orar para ser sanados interiormente y dejar que el Señor nos guíe en aquello que debemos hacer o por lo que debamos orar seguidamente.
La oración por la sanación interior se realiza, generalmente en un pequeño grupo (como los del ministerio de oración sobre los hermanos).
El que recibe las oraciones de sanación interior o de liberación debe saber cuánto es indispensable el estado de gracia y la conciencia de que la sanación debe situarse siempre dentro de un proceso de conversión y creciente encuentro con el Señor.
Tomado de “El ministerio de la oración por los que sufren” Fray Alejandro R. Ferreirós OFM Conv

LOS CAMINOS DE SANACIÓN INTERIOR Y LIBERACIÓN



Las oraciones de sanación interior y las de liberación requieren, normalmente, un cierto camino de repetición durante el cual la persona obtiene beneficios siempre mayores. A fín de que estos beneficios no tarden en verificarse y para evitar el peligro de malograr las intervenciones del Señor es necesario que este camino vea:
* La colaboración activa de la persona que sufre
* El sostén por parte de la comunidad de oración, particularmente por parte de los ministerios de intercesión y oración sobre los hermanos.
La colaboración activa se puede realizar de diversos modos como acogida del plan de salvación o sanación que Dios quiera donarnos. Por ejemplo:
*  Participación asidua en la oración comunitaria
*  Ejercicio del perdón
*  Frecuencia en los sacramentos
* Meditación de la Palabra de Dios (particularmente de los pasajes bíblicos recibidos durante las oraciones)
* Realización de las obras (comportamientos, actitudes, gestos, oraciones, etc) que el Señor pide para nuestra conversión y sanación
* Recurrir a la dirección espiritual.
 El responsable del grupo de oración, con delicadeza y amor, recordará siempre a los que sufren la necesidad de su propia colaboración activa en el curso de un camino de sanación o liberación.
El apoyo del grupo y particularmente el apoyo ministerial ayuda mucho a superar las dificultades que aparecen, a lo largo del camino. El responsable del equipo de oración que sigue un camino de sanación deberá compartir siempre son el equipo y el coordinador del ministerio las modalidades con las cuales es oportuno intervenir para apoyar a las personas que reciben oraciones. Se tratará de modalidades que, en el respeto de la colaboración activa indicada, deberán ser objeto de un discernimiento que tiene en cuenta la situación específica.
Tomado de “El ministerio de la oración por los que sufren” Fray Alejandro R. Ferreirós OFM Conv