Por el Padre James Manjackal
«¡No os engañéis! Ni Fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni sodomitas, ni ladrones, ni avaros, ni borrachos, ni ultrajadores, ni rapaces, heredarán el Reino de Dios» (1Cor 6,9b,10). Por la repetición de un pecado, uno cae en el hábito de pecar. Cierta gente caen en pecados habituales para disimular algunas de los viejas recuedos o temores.
Si rezas honrando las llagas de Cristo y Su preciosa Sangre, serás liberado de todas tus ataduras, porque hemos sido salvados por sus heridas.
La Sangre de Cristo, que por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo inmaculado a Dios, limpiará nuestra conciencia de las obras muertas para dar culto al Dios vivo. (Heb 9, 14)
Debéis despojaros de vuestra vida pasada, del hombre viejo, corrompido por las concupiscencias engañosas, renovaos en vuestro Espíritu y en vuestra mente. (Ef. 4: 22)
¿Qué deberíamos hacer ?
- Sé consciente de tus pecados habituales.
- Arrepiéntete de ellos y detéstalos de corazón.
- Como eres débil y flaqueas, ve a Jesús, Él te fortalecerá en tu debilidad.
- Si perseveras en tu vida de oración, y vida de sacramentos y haces buenas obras, estarás siempre unido a Jesús y serás incapaz de regresar a tu antigua manera de vivir. «Todo el que ha nacido de Dios no peca, porque el Espíritu de Dios mora en él y no puede pecar, porque ha nacido de Dios». (1 Jn 3, 9)
Pactaré con ellos una alianza eterna, nunca cesaré de hacerles bien, y pondré mi temor en sus corazones, de modo que no se aparten de mi. (Jer 32: 40)
Recemos de esta manera:
Oh Jesús crucificado por mí en el Calvario, ten misericordia de mí. Rindo a tus pies todos mis hábitos y tinglados compulsivos (conscientemente trae cada uno de ellos que te han esclavizado puede ser alcoholismo, fumar, masturbación, homosexualidad, cólera, egoísmo, codicia, resentimiento, etc.). Oh Divino Salvador, lava mi corazón y mi mente en tu preciosa Sangre para que sean purificados y estén limpios como la nieve. Envía tu Espíritu Santo, y la fuerza y poder que fluye de tu Sagrado Corazón, dentro de mi corazón, para que yo sea capaz de no regresar a mi antigua forma de vida. Permíteme vivir muy cerca de tu dulce Corazón para que Tú puedas estar en mí y yo pueda estar en Ti viviendo siempre una vida santa.. Alabado seas Jesús. Gracias Jesús. (Es bueno pasar más tiempo alabando a Jesús. Puedes cantar un canto de alabanza a Jesús).
Lee Mt 5, 1-48; Ef. 4, 17-32; Sal 22.
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