1.- Jesús, antes de padecer y resucitar, les hizo una hermosa promesa a sus discípulos-amigos. Que Él y su Padre les enviarían su Espíritu para que jamás sintieran que estaban abandonados o solos sobre la Tierra.
2.- También les pidió que se quedaran en Jerusalén todos reunidos hasta que se cumpliera su promesa.
3.- 10 días estuvieron junto a la Virgen Madre, encerrados en una casa, rezando y conversando de Jesús. Eran hombres cobardes, con miedo, que no se atrevían a hablarle a la gente de su maestro. Todavía sentían que les podía pasar lo mismo que a Jesús: que los mataran por ser amigos del Crucificado.
4.- Jesús cumplió su promesa, siempre las cumple. Cuando recibieron el Espíritu Santo estos hombres se transformaron: se llenaron de coraje, sabiduría, se les aclararon todas las cosas que no habían entendido mientras habían estado con Jesús. Salieron a las calles y a toda voz empezaron a hablar de Jesús y a explicar su mensaje.
5.- ¿Cómo explicar quién es el Espíritu Santo? Es alguien que no podemos ver, pero que existe. Es como el amor; más bien es el Amor que no vemos, pero sentimos.
6.- Cuando amamos a alguien estamos alegres, andamos con deseos de ayudar, de cantar, de hacer cosas buenas. A la persona que queremos, (mamá, papá, amigo, compañero) la tenemos siempre cerca aunque no esté con nosotros y no se nos ocurre hacerle daño, ni decirle pesadeces.
7.- El Espíritu Santo que recibimos el día en que nos bautizaron nos hace personas buenas, generosas, solidarias, alegres, cariñosas y valientes. Cuando actuamos con amor, valentía, generosidad y alegría es seguro que el Espíritu Santo está en nuestros corazones. También Dios nos manda el Espíritu Santo en la Eucaristía, en la confirmación, y en otras ocasiones especiales. Cuando seamos más grandes lo vamos a entender.
8.- Imaginarse que nuestro corazón es como un nido. Al Espíritu Santo le gusta que le ofrezcamos un lugar en nuestro corazón para vivir en él.
Eliana Araneda de Palet
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