Saturday, March 5, 2011

ORACION DE SANACIÓN DE LA PROPIA IMAGEN.

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 ORACION DE SANACIÓN DE LA PROPIA IMAGEN.

(Del P. Robert de Grandis)

PADRE, en nombre de Jesús, nos dirigimos a Ti para que toques a cada uno de estos hermanos y les des una buena imagen de sí mismos y una verdadera autoestima en Cristo Jesús.

Señor, ellos pueden que se sientan indignos, inapropiados o inferiores; quizás se sientan feos, tímidos, patosos o que no hacen nada bien. A lo mejor les llamaron apodos que no les gustaron, e incluso de adultos pueden sentirse inseguros y no amados. Señor Jesús, llévate sus sentimientos de fracaso, de vergüenza, decepción, culpabilidad o timidez. Te pedimos que los liberes de toda fuerza negativa que les ha mantenido en la esclavitud y les ha apartado de vivir una vida abundante y victoriosa.

Amado Señor, hazles saber cuánto les amas y que ellos son la niña de tus ojos. Nos dirigimos a Ti, para que sepan que Tú has muerto en la cruz, no solo por sus pecados, sino también por sus profundas heridas emocionales y sus recuerdos dolorosos. Te rogamos, Señor, que sanes todo lo herido y roto que haya en ellos. Ayúdales a amarse a sí mismos, a aceptar tu perdón, a perdonarse a sí mismos y perdonar a otros.

Señor Jesús, llena los vacíos de sus vidas. Y dales el amor y la seguridad que pueden no haber recibido. Dales un atrevimiento santo, confianza y nuevas energías para que puedan hacer todas las cosas a través tuyo. Señor, dales una buena imagen de sí mismos. Y que puedan verse como Tú les ves: especiales, dignos y perdonados, para que cada uno de ellos llegue a ser la persona que Tú creaste y quieres que sea. En el precioso nombre de JESÚS. Amén.

Oración por los Enfermos

Padre Emiliano Tardif Oración por los Enfermos 
 
S eñor Jesús, creemos que estás vivo y resucitado.
Creemos que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar y en cada uno de nosotros. Te alabamos y te adoramos. Te damos gracias, Señor, por venir hasta nosotros como pan vivo bajado del cielo. Tú eres la plenitud de la vida. Tú eres la resurrección y la vida. Tú eres, Señor, la salud de los enfermos.
 Hoy queremos presentarte a todos los enfermos que leen esta oración, porque para Ti no hay distancia ni en el tiempo ni en el espacio.
Tú eres el eterno presente y Tú los conoces. Ahora, Señor, te pedimos que tengas compasión de ellos. Visítalos a través de tu Evangelio proclamado en este libro para que todos reconozcan que Tú estás vivo en tu Iglesia hoy; y que se renueva su fe y su confianza en Ti; te lo suplicamos, Jesús.
Ten compasión de los que sufren en su cuerpo, de los que sufren en su corazón y de los que sufren en su alma que están orando y leyendo los testimonios de lo que Tú estás haciendo por tu Espíritu renovador en el mundo entero.
Ten compasión de ellos, Señor. Desde ahora te lo pedimos. Bendícelos a todos y haz que muchos vuelvan a encontrar la salud, que su fe crezca y se vayan abriendo a las maravillas de tu amor para que también ellos sean testigos de tu poder y de tu compasión. Te lo pedimos, Jesús, por el poder de tus santas llagas, por tu santa cruz y por tu preciosa sangre. Sánalos, Señor, sánalos en su cuerpo, sánalos en su corazón, sánalos en su alma. Dales vida y vida en abundancia. Te lo pedimos por intercesión de María Santísima, tu madre, la Virgen de los Dolores, quien estaba presente, de pie, cerca de la cruz. La que fue la primera en contemplar tus santas llagas y que nos diste por madre.
Tú nos has revelado que ya has tomado sobre Ti todas nuestras dolencias y por tus santas llagas hemos sido curados.
Hoy, Señor, te presentamos en fe a todos los enfermosque nos han pedido oración y te pedimos que los alivies en su enfermedad y que les des la salud.
Te pedimos por la gloria del Padre del cielo, que sanes a los enfermos que van a leer esta oración. Haz que crezcan en la fe, en Ia esperanza, y que reciban la salud para gloria de tu Nombre. Para que tu Reino siga extendiéndose más y más en los corazones, a través de los signos y prodigios de tu amor.
Todo esto te lo pedimos Jesús, porque Tú eres Jesús,
Tú eres el Buen Pastor y todos somos ovejas de tu rebaño. Estamos tan seguros de tu amor, que aún antes de conocer el resultado de nuestra oración en fe, te decimos: gracias Jesús por lo que Tú vas a hacer en cada uno de ellos. gracias por los enfermos que Tú estás sanando ahora, que Tú estás visitando con tu misericordia.
¡Gloria y alabanza a Ti, Señor!

Oración por la Sanación del Alma

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 Oración por la Sanación del Alma
Padre Slavko Barbaric
 
Jesús, Te doy gracias ahora por mi alma.
Tú sabes que en ella se reflejan también las consecuencias del pecado. Por eso frecuentemente estoy nervioso(a) y reacciono con agresividad. Fácilmente pierdo la paciencia y estoy atada al rencor.

Los malos hábitos aprisionan mi alma y empeoran aún más mis heridas. Todo esto me dificulta amar a los demás. En el fondo de mi alma han quedado grabadas ciertas experiencias las cuales me inducen a actuar con desconfianza y temor.

Jesús, purifica mi subconsciente Penetra en él con Tu luz, para que nunca más sea yo víctima de la oscuridad.

Con el poder de Tu gracia, toca aquellas fibras de mi alma, en las cuales se ha asentado el apego a los bienes materiales, haciéndome presa del temor. Sana mi alma Señor, para que mi espíritu pueda libremente abrirse a Ti.
Sáname de la desconfianza hacia Ti y hacia Tu Palabra.

Jesús, yo Te suplico que cures en mí todas aquellas heridas y frustraciones causadas por los fracasos y los deseos no satisfechos. Aparta toda tiniebla de mi interior y sana las heridas más profundas de mi subconsciente Permite que éste descanse en Ti, Señor.

Te pido ahora por los enfermos mentales y perturbados. Has a un lado sus cargas y limpia las heridas que han trastornado sus mentes. Protege a los niños que viven con el estigma de la propensión hereditaria a este tipo de males.

Cura todo desdoblamiento de personalidad, miedos y depresiones; cada neurosis y estado psicopático. Sana también a todos aquellos cuyas mentes han enfermado a causa de algún fracaso en su familia, estudio o trabajo. Aparta de ellos los pensamientos de autodestrucción y suicidio y libéralos de cualquier obsesión.

Oh Jesús, sé Tú el Amo de nuestras almas. Cura a todos aquellos que se han dañado a sí mismos por medio de prácticas de superchería. Libéralos de las consecuencias de la brujería y la hechicería.
Restaura cada alma y devuélvele la paz que ha perdido. Amen.

Oracion para sanar la depresión.



Señor siento el desierto en mi corazón, las cargas son muchas y ya no tengo fuerzas. Señor, infunde tu Santo Espíritu, sopla sobre mi y llevate esta depresión que me consume por dentro.

Aleja de mi todo espíritu de tristeza, de angustia, de agobio, de cansancio. Aleja todo espíritu de soledad, de falta de constancia.

Señor dame una señal  que me escuchas, Tu sabes Señor que te amo pero hay veces que me cuesta reconocerlo. Tengo un aguijón como Pablo clavado en mi corazón  que me hace débil.

Pero se Señor que Tu me levantarás de mis debilidades, que Tu me sanarás, que alejarás todo tipo de espíritu que quiere enfermarme y hacerme alejar de ti.

Dame la fortaleza de tu Santo Espíritu, ilumíname con Tu Palabra, hazme salir de esta prisión que me ahoga , que me asfixia.

Señor bendíceme, saname. Señor, Tu que has sanado a los leprosos, a los paraliticos, a los ciegos, sáname, por eso yo te digo, Jesus hijo de David ten piedad de mi!

Levántame de esta oscuridad, dame Tu Luz, dame tu misericordia, perdona mis pecados y los de mis ancestros. Libérame de toda depresión que pudieran haber tenido mis antepasados.

Pasa sanando todo momento traumático de mi nacimiento. De mis primeros años de vida. Sana las etapas de mi vida. Enséñame a perdonar y a perdonarte.

Llena mis espacios vacios de amor, con tu amor y tu misericordia. Llévate este aliento de muerte y hazme resucitar como a Lázaro. Quítame las vendas de la tristeza, llévatela, no la quiero.

Dame el don de la alegría, dame el don de la fe. Llename con tu Espíritu y nada mas, Señor. Amen, amen.

Oración de Sanación Interior al Espíritu Santo

Oración de Sanación Interior al Espíritu Santo

 
 

VEN ¡ESPÍRITU SANTO!
Lléname desde el comienzo de mi existencia de la gracia de la Resurrección.
Abre mi corazón para saber recibir y dar amor.
Armoniza mi espíritu, mi alma y mi cuerpo.
Ubica mis emociones, mis sensaciones y mi sexualidad.
Llena todos los vacíos de ternura paternal y maternal.

¡DAME LA GRACIA DE ELEGIR LA VIDA!
Abre mi ser a la alegría y a la recepción del otro.
Dame un corazón que perdone con facilidad
y el deseo de desprenderme de las frustraciones y deseos de venganza.
¡Abre mi corazón al AMOR PATERNAL DE DIOS,
y a la simplicidad de aceptar la vida TAL COMO ES!

¡ESPÍRITU SANTO!
Que tu gracia abundante se derrame en mi corazón,
y ACEPTE MI LUGAR DE CRIATURA
y reconozca los beneficios que recibo de mi Creador
¡AMÉN!

Milagros de Jesus. Ultima Parte. Con Nota al Final.


Sana al muchacho ciego, mudo y endemoniado


Mateo 17:14-20


Cuando llegaron al gentío, vino a él un hombre que se arrodilló delante de él, diciendo: 15 Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. 16 Y lo he traído a tus discípulos, pero no le han podido sanar. 17 Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá. 18 Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora. 19 Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? 20 Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.


Sana a los diez leprosos


Diez leprosos son sanados.  Tan sólo uno tiene la suficiente humildad para regresar a Jesús y agradecerle la milagrosa sanidad de su enfermedad.


Lucas 17:11-19


Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. 12 Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos 13 y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! 14 Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes.  Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. 15 Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, 16 y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. 17 Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? 18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? 19 Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.


Resucita a Lázaro de entre los muertos


En un milagro espectacular que sacudió al país, Jesús le devuelve la vida a un hombre que no solamente había muerto sino que llevaba ya varios días sepultado.  Muchos de los líderes religiosos comenzaron a seguir a Jesús después de su demostración de poder del Dios vivo.


Juan 11:1-46


Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana. 2 (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos.) 3 Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. 4 Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
5 Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. 6 Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. 7 Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez. 8 Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá? 9 Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; 10 pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él. 11 Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle. 12 Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. 13 Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. 14 Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; 15 y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él. 16 Dijo entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él.

Jesús, la resurrección y la vida

17 Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. 18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios; 19 y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano. 20 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. 21 Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22 Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. 23 Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. 24 Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. 25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? 27 Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.

Jesús llora ante la tumba de Lázaro

28 Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí y te llama. 29 Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y vino a él. 30 Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado. 31 Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí. 32 María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. 33 Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, 34 y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. 35 Jesús lloró. 36 Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba. 37 Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?

Resurrección de Lázaro

38 Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. 39 Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. 40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? 41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. 42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. 43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! 44 Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.

El complot para matar a Jesús

45 Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él. 46 Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho.


Sana a una mujer encorvada


Lucas 13:10-17


Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo; 11 y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar. 12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad. 13 Y puso las manos sobre ella; y ella se enderezó luego, y glorificaba a Dios. 14 Pero el principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese sanado en el día de reposo, dijo a la gente: Seis días hay en que se debe trabajar; en éstos, pues, venid y sed sanados, y no en día de reposo. 15 Entonces el Señor le respondió y dijo: Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? 16 Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?17 Al decir él estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios; pero todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas gloriosas hechas por él.





Maldición de la higuera estéril


Mateo 21:18-20


Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre. 19 Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera. 20 Viendo esto los discípulos, decían maravillados: ¿Cómo es que se secó en seguida la higuera?


Jesús mismo resucita de entre los muertos


En el milagro más grandioso de todos, Jesús resucita de entre los muertos, tal y como él lo había anunciado en numerosas ocasiones.


Mateo 28:2-20


Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. 3 Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. 4 Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. 5 Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. 6 No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. 7 E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. 8 Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos, 9 he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron. 10 Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán.

11 Mientras ellas iban, he aquí unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido. 12 Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados, 13 diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos. 14 Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os pondremos a salvo. 15 Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy.

16 Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. 17 Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. 18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.


Nota.- Con este milagro de Jesus, el de su misma resureccion terminamos la serie de narraciones de algunos de los milagros que hizo Jesus por su paso en la Tierra. Dice el evangelista San Juan en el  ultimo capitulo de su evangelio: 24 Este es el mismo discipulo que dio aqui testimonio y escribio todo esto y nosotros sabemos que dijo la verdad. 25 Jesus hizo muchas otras cosas. Si se escribieran una por una, creo que no habria lugar en el mundo para tantos libros.
  
 Jesus mismo hizo esta promesa: “Yo estoy con vosotros todos los dias, hasta el fin del mundo”. O sea, el mismo  Jesus  que levanto muertos, que devolvio la vista al ciego, que hizo caminar a los paraliticos, el que echo fuera a los demonios y sano a los enfermos sigue y permanece entre nosotros. Tengamos la Fe de la hemorroisa, digamos como el ciego de Jerico, Jesus, que quiero sanarme. Abramos nuestro corazon a El, entreguemos todo nuestro ser a Jesus, TENGAMOS FE y dejemoslo actuar. Y El obrara milagros. No temamos, Jesus estara con nosotros hasta el fin del mundo, Amen.

Dios les bendiga.
J.Q. 

SANADOS POR LA EUCARISTÍA

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SANADOS POR LA EUCARISTÍA

EL MAYOR MOMENTO DE SANACIÓN ES CUANDO NOS ACERCAMOS A COMULGAR.

Por el P. Robert De Grandis, s.j.

La presencia del cuerpo de Cristo en cada uno de nosotros y su sangre en nuestra sangre, es la que trae, desde dentro, la sanación.

"El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él" (Jn 6,56) ¿Cómo es que el Señor Jesús permanece en nosotros, cuando nosotros recibimos la Eucaristía? Su carne se hace una con la nuestra, su sangre corre por al sangre nuestra.

Antes de haberte formado yo en el seno materno ya te conocía" (Jr 1,5). Antes de que naciéramos Dios nos conocía y nosotros le conocíamos a El. y antes de que nosotros estuviéramos vivos, nuestras madres, en su amor, vinieron a recibir a Jesús en la Santa Eucaristía. Y, para aquellos de nosotros que hemos nacido católicos, fueron ellas las que nos trajeron a Jesús. Antes de que nosotros hubiéramos nacido ya estábamos consagrados al Señor. La Eucaristía que nuestras madres recibían, la recibíamos también nosotros. Así como ellas recibían del Señor ese alimento, nosotros, que dependíamos de nuestras madres, también recibíamos a Jesús.

Nuestros cuerpos se fueron formando - dice una madre - en el Cuerpo de Cristo y en la Sangre de Cristo. Este es realmente su cuerpo, mi sangre es la sangre de Jesús. Yo ahora lo sé, antes no lo sabía. Pero gracias a Dios y ¡alabado sea el Señor! ahora lo sé, porque lo he ido comprendiendo. Este niño que yo perdí cuando estaba encinta y pensaba ¿a dónde ha ido? ahora creo fielmente que está en los brazos del Padre, porque incluso en mi seno este niño ya estaba dedicado al Padre; ese niño ya estaba consagrado a Jesús y el Señor nunca niega aquello que le pertenece".

Nosotros tenemos que depender totalmente de la Eucaristía, mucho más que un niño en el seno de su madre.

Qué pensamiento más bonito para aquellas madres que hayan perdido alguna criatura, saber que esos niños estaban dedicados, consagrados a Jesús.

"IR AL ENCUENTRO DEL SEÑOR"

"Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: Tomad, comed, este es mi cuerpo. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: Bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados" (Mt 26, 26-28).

Durante dos mil años, los cristianos, los católicos, han creído en la palabra de Dios. Cuando hablamos del capítulo 26 de Mateo, aceptamos esto, literalmente, como verdad. A través de estos dos mil años y a veces, incluso en nuestros días, hay también en nuestra Iglesia, personas que niegan esta verdad. A mí me ha ayudado mucho una persona que fue bruja y se convirtió a la Iglesia Católica. Decía que nunca se hubiera soltado de Satanás, si no hubiera acudido diariamente a la Eucaristía. Afirmaba que hasta los hechiceros creen en la presencia de Jesús en la Eucaristía.

Si un católico cree verdaderamente en esa presencia del Señor ¿Podrá abandonarlo? Hemos de visitarlo diariamente. No conocéis a Jesús si no vais, con la mayor frecuencia posible, a la Eucaristía; no lo conocéis porque no sabéis realmente, lo que os perdéis. No podemos, no podéis vivir vuestra vida solos, pero con la fuerza de Dios lo podemos hacer. Solamente con la presencia eucarística del Señor, dentro de cada uno, y con el poder de su Espíritu. Yo desafío a todos a que no dejen de visitar a Jesús. Hay misas casi todas las horas del día. Siempre podéis encontrar alguna en alguna parte. Que sea una prioridad en vuestras vidas el ir a comulgar diariamente; que sea Jesús el número uno en vuestra vida, porque entonces viviréis.

No tendríamos Eucaristía sin los sacerdotes. El regalo más grande que se nos ha dado un regalo excepcional -, son los sacerdotes que nos traen a Jesús.

GRATITUD A LOS SACERDOTES

Sin nuestros sacerdotes no podríamos tener la Eucaristía. No tenemos una crisis de vocaciones, tenemos una crisis de fe, tenemos una crisis de moralidad. Hay muchos jóvenes que querrían ser sacerdotes y religiosas, pero a muchos les dan miedo las reacciones de sus padres, de sus amigos, y nosotros necesitamos darles libertad para que el Señor pueda seguir viniendo a su pueblo.

Los niños son los que mejor conocen a Jesús. Conozco un joven en los EE. UU . Es católico y se casó con una muchacha de la iglesia ortodoxa griega. Tienen dos hijos: un niño y una niña de tres años. Un día le preguntaron: ¿dónde quieres ir? Pensaron que les diría a alguna tienda de juguetes, pero la niña dijo: "yo quiero ir a la iglesia". Sus padres que no la llevaban nunca porque no practicaban se quedaron atónitos. Decidieron al fin darle gusto y cuando llegaron al templo, la niña corrió hacia la nave central, tan rápidamente como pudo, subió hasta el tabernáculo y empezó a decir: "Jesús, aquí estoy, sal y juega conmigo, soy Ann Mary, sal". y al regresar el padre para recoger a su hija le contaron lo que había sucedido. Lleno de emoción dijo: "Ya es hora de que llevemos a nuestros hijos a conocer a Jesús .

QUIEN SANA ES EL SEÑOR

"... Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Jn 10,10). En los últimos veinticinco años yo he estado estudiando el Ministerio de Sanación y he aprendido una cosa: Cuanto más fuerte sea la presencia de Jesús, habrá más sanaciones. Y la presencia más grande del Señor, la tenemos en la Eucaristía. Es mucho más fuerte que imponer las manos, mucho más fuerte que ungir con aceite, mucho más fuerte que predicar la palabra. La presencia de Jesús en la Eucaristía, es la presencia absoluta. El momento más grande de sanación es cuando nosotros vamos a comulgar. Pedimos a la gente que se imagine a Jesús, dándoles la comunión, porque Jesús es el que sana, Jesús y solamente Jesús, es el que sana. Confieso que después de veinticinco años en el Ministerio de Sanación, es ahora cuando estoy empezando a ver la realidad de lo que digo. No pidáis, padre, venga para rezar por mí. Tenéis que ir al Señor. Yo no puedo hacer nada por vosotros, es el Señor quien lo hace. El es el Rey, nosotros no somos más que servidores. El Señor sana con la Eucaristía. Conocí a una mujer en Sudamérica, que estaba embarazada y el médico le dijo que tenía que abortar porque el niño estaba completamente deformado. Fue a la iglesia. Durante la misa pidió fuerza para poder aceptar a ese niño y cuando el sacerdote elevaba la Sagrada Forma sintió un poder grande dentro de ella y una gran paz.

El médico insistía en que tenía que abortar. Siguió yendo diariamente a misa. Tuvo una niña y nació perfecta. Ya ha cumplido siete años y la están preparando para su primera comunión. Tú, yo, nosotros, tenemos la responsabilidad de ir a comulgar como si fuera cada vez nuestra primera comunión. Y también como si fuera la última, porque muy bien podría serio. Me puedo morir de un accidente, de un ataque al corazón... Y esa puede ser mi última Eucaristía. Por eso hemos de ir a ella con un inmenso amor.

UNIDOS EN EL SACRIFICIO DE JESÚS

La misa es un revivir el sacrificio de Jesús. El sacrificio de haberse hecho hombre, de haber venido al mundo, de sufrir, morir y resucitar dándose, una vez más, en la Eucaristía. Nos pide siempre que unamos nuestros sacrificios a los suyos. Durante la guerra, en El Salvador, a Mons. Romero le hicieron Arzobispo y siempre le estaban amenazando. Si daba de comer a los pobres, decían: "es un santo"; si preguntaba por qué eran tan pobres, decían: es un comunista". Y cada vez le amenazaban más.

Un día entró en su iglesia y vio que había sido destruida por las ametralladoras. El sagrario estaba abierto y las Sagradas Formas esparcidas por el suelo. Los soldados que le aguardaban allí para dispararle le dijeron: "sal de aquí que te vamos a matar". Se volvió y empezó a andar tras ellos... De repente, la gracia de Dios vino sobre él, se echó al suelo, y gateando por la iglesia - mientras le apuntaban - fue consumiendo, con lágrimas, las Sagradas Formas que estaban en el suelo. Los soldados no fueron capaces de dispararle, porque Jesús le protegía. Más tarde, celebrando la Eucaristía y durante la consagración, cuando se preparaba para elevar el Santísimo, un hombre que había entrado por detrás, sacó una pistola y le disparó. Se desplomó sobre el altar y las Sagradas Formas cayeron por todas pa
rtes. Era Jesús que había muerto de nuevo.