Saturday, April 23, 2016

Oración de Perdón: Un Valioso Regalo



Una oración de perdón es algo que todos buscamos en algún punto de nuestra vida. El Perdón es un valioso regalo que no se obtiene ni se da fácilmente. El perdón es esencial para la vida; nos libera de los errores del pasado y nos da esperanza para el futuro. Es para perdonarnos que Jesucristo vino a la tierra a morir por la humanidad.

Oración por Perdón: Hecho posible por Jesucristo

La oración de perdón es una oración que se la hace a Dios. Aunque de manera directa nos herimos unos a otros, todas nuestras transgresiones, en última instancia, hieren a Dios. Probablemente te preguntas cómo es eso posible. ¿Cómo pueden nuestros defectos herir al omnipotente Creador del universo? ¿Acaso le importa? En Génesis 6, podemos encontrar que Dios mismo se lamentaba por todo el mal que los hombres se habían infringido mutuamente. “Al ver el Señor que la maldad del ser humano en la tierra era muy grande, y que todos sus pensamientos tendían siempre hacia el mal, se arrepintió de haber hecho al ser humano en la tierra, y le dolió en el corazón” (Génesis 6:5-6) 

Sabiéndolo todo, a Dios le duele incluso el más mínimo pensamiento en el mal. Es por ello que el máximo perdón debe provenir de Dios. Sin embargo, debido a su justicia, el perdón no puede darse gratuitamente. Cada equivocación debe ser tomada en cuenta con el fin de que Dios sea un juez justo. Jesucristo murió en la cruz del Calvario en nuestro lugar, para que así nuestros pecados sean perdonados. Su sufrimiento pagó nuestras trasgresiones. “Esta es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados” (Mateo 26:28). 

En su amor, Dios sabía que nuestra conciencia necesitaba ser liberada de la culpa y la condena. Él sabía que el perdón de los pecados era nuestra más grande necesidad. En un acto supremo de amor, Dios no solo sufrió el dolor de nuestros errores, sino que también pagó sus consecuencias, con el fin de que podamos obtener el perdón ofrecido a nosotros, cuando pecamos. Todo lo que tenemos que hacer es aceptar su regalo gratuito de perdón.

Oración de Perdón: Pide Perdón a Dios

Probablemente, tropezaste con esta página web cuando buscabas una oración de perdón para calmar un alma atormentada. O tal vez estás luchando por tratar de perdonar a otro que te hirió profundamente. Para todos aquellos que aceptan a Jesucristo como su Señor y Salvador, el perdón les ha sido dado gratuitamente. Si nosotros reconocemos nuestras equivocaciones y pedimos perdón, Dios nos perdonará, no hará preguntas. “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” (1 Juan 1:9). 

Si rechazamos a Jesús, en esencia, rechazamos el regalo de Dios de perdón. De hecho, estamos diciendo que no deseamos reconciliarnos con Dios (1 Juan 1:10). Aunque es nuestra decisión libre el no aceptar el perdón de Dios, en última instancia, al final de esta vida, seremos demandados por todos los pecados que hemos cometido. Es el profundo deseo de Dios reconciliarse contigo: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16). Si tú deseas ser perdonado de verdad, piensa en lo que Jesús dijo y acéptale sinceramente como tu Señor y Salvador. Serás perdonado y Dios comenzará a transformar tu vida.

Oración de Perdón: Recibe una Nueva Vida

La Oración de Perdón nos da una nueva esperanza y un nuevo comienzo. Todos nuestros pecados son borrados por Dios. “Perdonaré sus maldades y nunca más me acordaré de sus pecados” (Hebreos 8:12). 

Si has comprendido que eres un pecador y crees que Jesucristo vino como el único Redentor del pecado, entonces has comprendido cómo ir al cielo. La pregunta es: ¿Estás listo para recibir el regalo de Dios; su hijo Jesucristo? Si es así, cree en Cristo, arrepiéntete de tus pecados y entrega el resto de tu vida a él como tu Señor:

“Padre, sé que he quebrantado tus leyes y que mis pecados me han separado de ti. Estoy sinceramente arrepentido y ahora quiero apartarme de mi pasado pecaminoso y dirigirme hacia ti. 

Por favor, perdóname y ayúdame a no pecar de nuevo. Creo que tu hijo Jesucristo murió por mis pecados, resucitó de la muerte, está vivo y escucha mi oración. 

Invito a Jesús a que se convierta en el Señor de mi vida, a que gobierne y reine en mi corazón de este día en adelante. 

Por favor, envía tu Espíritu Santo para que me ayude a obedecerte y a hacer tu voluntad por el resto de mi vida. En el nombre de Jesús oro, amén.”

Oración Completa de Perdón



Señor Jesús , hoy pido la capacidad de poder perdonar a cualquier persona en mi vida. Sé que me darás fortaleza para ello. Te agradezco que me ames tanto, más de lo que me amo a mí mismo y quieres mi felicidad, más de lo que yo mismo la deseo.

Padre, yo te perdono a ti, por aquellas veces que la muerte ha llegado a mi familia, por los tiempos difíciles, por las dificultades financieras o por aquellas cosas que creí eran castigos enviados por ti. Cuando la gente dice: “ Esta es la voluntad de Dios “, yo me he amargado y me he resentido contra ti. Purifica mi mente y mi corazón hoy.

Señor, yo me perdono A MI MISMO, por mis pecados, faltas y errores; por todo aquello en mi que es malo, o que creo que es malo, me perdono a mi mismo. Por haber inquirido en lo supersticioso, el uso de la tabla ouija, el horóscopo, el ir a invocaciones de muertos, el ir a los que leen la suerte, o el usar cualquier tipo de amuleto. Rechazo toda aquella superstición y opto solamente por ti como mi Señor y Salvador. Lléname con tu Espíritu Santo.

Además, me perdono a mi mismo por haber tomado tu Nombre en vano, empleando drogas, no adorándote mediante la asistencia a la Iglesia, por haber herido a mis padres, por emborracharme, por los pecados y faltas en contra de la pureza, los libros malos, las películas malas, la fornicación, el adulterio, la homosexualidad. También por el aborto, el robo, las mentiras, el fraude, el herir la reputación de otros. Tu me has perdonado. Hoy me perdono a mi mismo.

Verdaderamente perdono a MI MAMA. La perdono por todas las veces que ella me ha herido, me ha vuelto resentido, se ha airado conmigo y por todas las veces que me castigó. La perdono por todas las veces que prefería a mis hermanos y hermanas en vez de mi. La perdono por todas las veces que me decía que era tonto, feo, estúpido, el peor de los hijos, o que yo le costaba a la familia mucho dinero. También por las veces que me dijo que yo era indeseado, un accidente, un error o que no era lo que ella esperaba, yo la perdono.

Perdono a MI PAPA, lo perdono por las veces que no me apoyó, por la carencia de amor, afecto o atención. Le perdono por la falta de tiempo, por no haberme dado su compañía, por su alcoholismo, por discutir y pelear con mi mamá o los otros niños. Por sus castigos severos, por su abandono, por haber estado lejos del hogar, por haberse divorciado de mi mamá, o por haber estado con otras mujeres, yo lo perdono.

Señor, extiendo mi perdón a mis HERMANAS Y A MIS HERMANOS. Perdono a los que me han engañado, me han odiado, me han hecho resentido, han competido por el amor de mis padres, por los que me han hecho daño, quienes físicamente me han herido. Aquellos que han sido demasiado severos conmigo, me han castigado o hecho que mi vida no fuese placentera de ninguna forma, yo les perdono.

Señor, perdono a MI ESPOSO o ESPOSA por la falta de amor, afecto, consideración, apoyo, atención, comunicación; por sus fallas, errores, debilidades y aquellos otros hechos o palabras que me han herido o perturbado.

Jesús, perdono a mis HIJOS, por su falta de respeto, obediencia, amor, atención, apoyo, calor, comprensión; por sus hábitos tan malos, alejándose de la Iglesia y cualquier acción mala que me haya perturbado.

Dios mío, perdono a MIS SUEGROS, a mi SUEGRA, SUEGRO, YERNOs/NUERAs y A OTROS FAMILIARES por parte de mi esposo, que tratan a mi familia con falta de amor. Por todas sus palabras, pensamientos, acciones u omisiones las cuales han ocasionado dolor, yo les perdono.

Por favor ayúdame a perdonar a mis FAMILIARES, a mi ABUELA y a mi ABUELO, también, TIAS, TIOS, PRIMOS, quienes han interferido en nuestra familia, han sido posesivos de mis padres, quienes hayan ocasionado confusión o hayan puesto a uno de mis padres contra el otro.Jesús, ayúdame a perdonar a mis COMPAÑEROS DE TRABAJO, los cuales son conflictivos o hacen que la vida sea miserable para mi. Por aquellos que se la pasan botándome de su trabajo, dañando mi reputación, no cooperando conmigo, procurando quitarme el trabajo, yo les perdono.

Mis VECINOS necesitan ser perdonados, Señor. Por toda la bulla que hacen. Por permitir que su propiedad se deteriore, por no amarrar a sus perros que corren por todo el jardín, por no tirar su basura, por ser prejuiciados y dañar la vecindad, yo les perdono.

Ahora perdono a todos los SACERDOTES, MONJAS, MIEMBROS DE IGLESIAS, PARROQUIAS, MIEMBROS DEL CONSEJO DE LA PARROQUIA, CABEZAS DE LAS ORGANIZACIONES DE LAS PARROQUIAS, mi PASTOR, el OBISPO, el PAPA y a la IGLESIA CATOLICA ROMANA por su falta de apoyo, afirmación, liderazgo, malos sermones, pequeñeces, trivialidades, falta de sociabilidad, el no proveerme a mi, ni a mi familia con la inspiración que necesitamos, por cualquier herida que hayan infiltrado en mi familia-incluso en el pasado distante- hoy los perdono.

Dios, yo perdono a todos aquellos que son de diferentes PERSUASIONES, aquellos de perspectivas políticas opuestas que me han atacado, ridiculizado, me han discriminado, se han burlado, o me han lastimado económicamente.

Perdono a aquellos de diferentes DENOMINACIONES religiosas que han procurado convertirme, acosarme, atacarme, argumentar conmigo, forzar sus perspectivas sobre mi.

Aquellos que me han lastimado ETICAMENTE, me han discriminado, mofado, hecho chistes acerca de mi raza o nacionalidad, herido a mi familia, física, emocional o económicamente, yo les perdono hoy.
Señor, perdono a todas LAS PERSONAS PROFESIONISTAS que me han lastimado en cualquier forma: doctores, enfermeras, abogados, jueces, políticos y empleados públicos.

Perdono a todos los EMPLEADOS PUBLICOS; policías, bomberos, conductores de bus, trabajadores de hospitales y especialmente a aquellos que reparan casas, quienes han tomado ventaja de mi en el trabajo.
Señor, perdono a mi EMPLEADOR por no pagarme un salario suficiente, por no apreciar mi trabajo, por ser poco amable e irracional conmigo, por estar airado o no ser amistoso, por no promoverme y por no afirmarme en mi trabajo.

Señor, perdono a mis MAESTROS DE COLEGIO o ESCUELA e INSTRUCTORES del pasado al igual que a los del presente. Por todos aquellos que me castigaron, humillaron, insultaron, me trataron injustamente, se burlaron de mi, me llamaron bobo, estúpido, me hicieron quedar después del horario escolar, realmente les perdono hoy.

Señor, perdono a mis AMIGOS quienes me han defraudado, perdido el contacto conmigo, no me han apoyado, no estuvieron disponibles cuando yo necesité su ayuda, pidieron dinero prestado y nunca me lo devolvieron, hablaron chismes de mi.

Señor Jesús, especialmente oro por la gracia de poder perdonar a AQUELLA PERSONA en la vida quien MAS ME HA LASTIMADO. Pido el poder perdonar a cualquiera quien considere mi mayor enemigo, aquel que es el mas difícil para perdonar o aquella persona quien yo dije que nunca perdonaría.

Señor, te ruego perdón por todas estas personas, por las heridas que yo les he infligido a ellos, especialmente a mi mamá y a mi papá, y a mi compañero o cónyuge. En especial, lamento las tres heridas mas grandes que yo les haya ocasionado a cada uno de ellos.
Gracias, Jesús, que estoy siendo liberado del mal de la falta de perdón. Permite que tu Espíritu Santo me llene con luz y permite que cada área oscura en mi mente sea iluminada. Amén. 

Wednesday, March 30, 2016

ORACION DE ENTREGA A DIOS, SALUD Y PROTECCION (Padre Salvador Herrera Ruiz)

Padre del Cielo, te doy las más infinitas gracias el día de hoy por tu bondad, por todo lo que recibo de tu misericordia, de tu magnanimidad. Quiero entregarte todo mi ser, también te entrego todo el ser de mi esposa, de mi esposo, de mis hijos, de mi madre, de mi padre, de mis hermanos, de mis amigos, de mis superiores, de mis vecinos.
Te consagro nuestro ser el día de hoy para que hagas de nosotros lo que tu quieras; te pido que nos envíes a tu Espíritu Santo ¡Espíritu Sante ven, ven a todos nosotros!, llena nuestros espíritus, inflama nuestros espíritus, llénalos de ti para que seamos seres espirituales, para que cada día podamos eliminar todo lo que no es tuyo.
Ahora Señor, penetra en nuestros corazones, toma posesión de ellos, resana todas las heridas que hemos tenido el día de ayer o recientemente, o en el pasado. Vuelve a sanar todas las heridas de nuestra vida, sánanos porque necesitamos un corazón puro para poder amar, deseamos que nuestro corazón sea transparente, sea traspasado por tu amor, para así poderlo entregar a nuestros hermanos.
Te entrego Señor nuestros cuerpos para que en perfecto estado de salud te podamos servir. Sana nuestros cuerpos, que son el instrumento con el que tú quieres que vivamos este día realizando acciones virtuosas.
Te entrego nuestro tiempo, dirige todas nuestras acciones Espíritu Santo, dirige cada uno de los acontecimientos de nuestra vida para que nuestro tiempo no se desperdicie. Te entrego nuestras circunstancias, nuestro trabajo, nuestros negocios, nuestros planes, nuestros proyectos, nuestros viajes.
Te entrego Señor a todas aquellas personas que dependen de nosotros socialmente, profesionalmente o ministerialmente. A todas las personas que entran en contacto con nosotros o que han tenido algún vínculo; a todos nuestros parientes, amigos, enemigos, vecinos.
Te entrego nuestras casas Señor. Te entrego Señor la casa de mis padres, de mis hijos, de mis amigos, te entrego los vehículos en los que vamos de un lugar a otro para servirte, todos y cada uno de los vehículos en los que nos transportamos.
Te entrego los lugares de trabajo, las escuelas, los sitios donde transitamos, las carreteras, las vías difíciles y peligrosas. Ahora te pido que nos cubras con tu Preciosísima Sangre, que nos llenes por dentro y por fuera, que nos hagas circular como envueltos en una cápsula de tu Preciosa Sangre para que el Enemigo no pueda dañarnos.


Señor, cubre con tu Sangre todo lo que nos pertenece, todo lo que es nuestro, todas las personas que entran o entrarán en contacto con nosotros.
Señor, que todo lo que mencionamos quede cubierto por tu Sangre para que no sufra ningún daño, y con toda la autoridad que tengo por ser hijo de Dios y por ser Sacerdote, para usar el Poder de la Sangre de Jesús, con ella ato a Satanás y a todos los espíritus que vienen del agua, del aire, del fuego, del suelo, del subsuelo, del mundo, del mundo de las tinieblas, de las heridas, del Sheol, del Averno, de lo oculto, de las fuerzas desencadenadas de la naturaleza; de la herencia, del resentimiento, de los pecados, y a todos los espíritus del Mal de los que seamos portadores o que sean portados por cualquier persona a través de la cual el demonio nos quiera dañar.
Atamos, así mismo, todo poder de conocimiento de Satanás y de los espíritus malignos para que no se enteren cómo vamos a luchar contra ellos. Atamos a toda potencia de venganza de Satanás, de los espíritus malignos, para que no tomen venganza en nuestras personas, en nuestras posesiones.
Así mismo Señor, queden atados por el Poder de tu Sangre los espíritus malignos de incomprensión, de persecución, de envidia, de celos, de crítica, de burla, de escarnia, de difamación, de juicio, de calumnia, de resentimiento, de avaricia, de tristeza, de depresión; de brujería, sortilegio, y de Condenación para que podamos seguir adelante con nuestro trabajo.
Santa María de Guadalupe ¡abre tu manto precioso, cúbrenos y protégenos a todos nosotros!, a todas las personas que te mencionamos y también a todas las personas que entren en contacto con nosotros, para que automáticamente queden cubiertas con tu manto protector, para que nos defienda de todo Mal.
Ángeles Guardianes ¡protegednos el día de hoy! San Miguel Arcángel, manda tus maravillosas Legiones de Ángeles a cuidar de mí, de todos mis seres amados, de todas las personas que dependen de mí, ayúdanos en esta lucha contra el Enemigo, contra el Mal, contra los que intentan hacernos daño.
PADRE NUESTRO.
AVE MARIA.
GLORIA.

Sello de la Casa Con La Preciosa Sangre De Jesus


Sello y protejo, con el Poder de la Sangre de Jesucristo el Señor, esta casa con todo lo que es, con todo lo que tiene. Sello y protejo la puerta principal, de tal manera que todos los que entren o salgan, se experimenten profundamente protegidos, por la Preciosísima Sangre de Jesucristo, el Señor.

Sello y protejo: todas las paredes, el techo, todos los rincones, cada una de las columnas y a través de ellas. Sello y protejo, los 4 puntos cardinales de esta casa.

Sello y protejo el suelo, el subsuelo, y debajo del subsuelo. Sello y protejo, con el Poder de la Sangre de Jesucristo, el Señor, todos los cimientos a partir de los cuales se levantó esta casa.

Sello y protejo, con el Poder de la Sangre de Jesucristo, el Señor, todo el material con que se construyó: ladrillos, cemento, varillas, y block. Sello y protejo, con el Poder de la Sangre de Jesucristo, el Señor, todas las instalaciones de luz, tuberías de gas, agua, y toda la cañería.

Incluso, sello y protejo, con la Sangre de Jesucristo, el Señor, la pintura con la que está revestida. Sello y protejo todas las puertas de todos los cuartos, al igual que todas las ventanas. Sello todas las áreas de esta casa, los dormitorios; sello la sala, la cocina, el comedor, los baños.

Sello y protejo, con el Poder de la Sangre de Jesucristo el Señor, cada objeto contenido, cada mueble, cama, adorno. Todo, absolutamente todo lo contenido en esta casa. Pido a Jesús, que toda ella sea bañada con su Preciosísima Sangre, de tal manera que nada ni nadie pueda provocarnos ningún daño.

Sello y protejo todos los límites de esta casa, de tal manera que nada, absolutamente de lo que la rodea, pueda provocarnos algún daño, ni a mí, ni a los míos, ni a cualquiera de mis parientes, amigos o visitantes. Amén. Amén. Amén.

Sunday, March 27, 2016



El Domingo de Resurrección o Vigilia Pascual es el día en que incluso la iglesia más pobre se reviste de sus mejores ornamentos, es la cima del año litúrgico. Es el aniversario del triunfo de Cristo. Es la feliz conclusión del drama de la Pasión y la alegría inmensa que sigue al dolor. Y un dolor y gozo que se funden pues se refieren en la historia al acontecimiento más importante de la humanidad: la redención y liberación del pecado de la humanidad por el Hijo de Dios.

Nos dice San Pablo: "Aquel que ha resucitado a Jesucristo devolverá asimismo la vida a nuestros cuerpos mortales". No se puede comprender ni explicar la grandeza de las Pascuas cristianas sin evocar la Pascua Judía, que Israel festejaba, y que los judíos festejan todavía, como lo festejaron los hebreos hace tres mil años, la víspera de su partida de Egipto, por orden de Moisés. El mismo Jesús celebró la Pascua todos los años durante su vida terrena, según el ritual en vigor entre el pueblo de Dios, hasta el último año de su vida, en cuya Pascua tuvo efecto la cena y la institución de la Eucaristía.

Cristo, al celebrar la Pascua en la Cena, dio a la conmemoración tradicional de la liberación del pueblo judío un sentido nuevo y mucho más amplio. No es a un pueblo, una nación aislada a quien Él libera sino al mundo entero, al que prepara para el Reino de los Cielos. Las pascuas cristianas -llenas de profundas simbologías- celebran la protección que Cristo no ha cesado ni cesará de dispensar a la Iglesia hasta que Él abra las puertas de la Jerusalén celestial. La fiesta de Pascua es, ante todo la representación del acontecimiento clave de la humanidad, la Resurrección de Jesús después de su muerte consentida por Él para el rescate y la rehabilitación del hombre caído. Este acontecimiento es un hecho histórico innegable. Además de que todos los evangelistas lo han referido, San Pablo lo confirma como el historiador que se apoya, no solamente en pruebas, sino en testimonios.

Pascua es victoria, es el hombre llamado a su dignidad más grande. ¿Cómo no alegrarse por la victoria de Aquel que tan injustamente fue condenado a la pasión más terrible y a la muerte en la cruz?, ¿por la victoria de Aquel que anteriormente fue flagelado, abofeteado, ensuciado con salivazos, con tanta inhumana crueldad?

Este es el día de la esperanza universal, el día en que en torno al resucitado, se unen y se asocian todos los sufrimientos humanos, las desilusiones, las humillaciones, las cruces, la dignidad humana violada, la vida humana no respetada.

La Resurrección nos descubre nuestra vocación cristiana y nuestra misión: acercarla a todos los hombres. El hombre no puede perder jamás la esperanza en la victoria del bien sobre el mal. ¿Creo en la Resurrección?, ¿la proclamo?; ¿creo en mi vocación y misión cristiana?, ¿la vivo?; ¿creo en la resurrección futura?, ¿me alienta en esta vida?, son preguntas que cabe preguntarse.

El mensaje redentor de la Pascua no es otra cosa que la purificación total del hombre, la liberación de sus egoísmos, de su sensualidad, de sus complejos; purificación que , aunque implica una fase de limpieza y saneamiento interior, sin embargo se realiza de manera positiva con dones de plenitud, como es la iluminación del Espíritu , la vitalización del ser por una vida nueva, que desborda gozo y paz -suma de todos los bienes mesiánicos-, en una palabra, la presencia del Señor resucitado. San Pablo lo expresó con incontenible emoción en este texto : "Si habéis resucitado con Cristo vuestra vida, entonces os manifestaréis gloriosos con Él" (Col. 3 1-4).

Saturday, March 26, 2016

Sábado Santo


"Durante el Sábado santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y su muerte, su descenso a los infiernos y esperando en oración y ayuno su resurrección (Circ 73).

Es el día del silencio: la comunidad cristiana vela junto al sepulcro.Callan las campanas y los instrumentos. Se ensaya el aleluya, pero en voz baja. Es día para profundizar. Para contemplar. El altar está despojado. El sagrario, abierto y vacío.

La Cruz sigue entronizada desde ayer. Central, iluminada, con un paño rojo, con un laurel de victoria. Dios ha muerto. Ha querido vencer con su propio dolor el mal de la humanidad.

Es el día de la ausencia. El Esposo nos ha sido arrebatado. Día de dolor, de reposo, de esperanza, de soledad. El mismo Cristo está callado. Él, que es el Verbo, la Palabra, está callado. Después de su último grito de la cruz "¿por qué me has abandonado"?- ahora él calla en el sepulcro.Descansa: "consummatum est", "todo se ha cumplido".

Pero este silencio se puede llamar plenitud de la palabra. El anonadamiento, es elocuente. "Fulget crucis mysterium": "resplandece el misterio de la Cruz."

El Sábado es el día en que experimentamos el vacío. Si la fe, ungida de esperanza, no viera el horizonte último de esta realidad, caeríamos en el desaliento: "nosotros esperábamos... ", decían los discípulos de Emaús.

Es un día de meditación y silencio. Algo parecido a la escena que nos describe el libro de Job, cuando los amigos que fueron a visitarlo, al ver su estado, se quedaron mudos, atónitos ante su inmenso dolor: "se sentaron en el suelo junto a él, durante siete días y siete noches. Y ninguno le dijo una palabra, porque veían que el dolor era muy grande" (Job. 2, 13).

Eso sí, no es un día vacío en el que "no pasa nada". Ni un duplicado del Viernes. La gran lección es ésta: Cristo está en el sepulcro, ha bajado al lugar de los muertos, a lo más profundo a donde puede bajar una persona. Y junto a Él, como su Madre María, está la Iglesia, la esposa. Callada, como él.

El Sábado está en el corazón mismo del Triduo Pascual. Entre la muerte del Viernes y la resurrección del Domingo nos detenemos en el sepulcro. Un día puente, pero con personalidad. Son tres aspectos - no tanto momentos cronológicos - de un mismo y único misterio, el misterio de la Pascua de Jesús: muerto, sepultado, resucitado:

"...se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo...se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, es decir conociese el estado de muerte, el estado de separación entre su alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que Él expiró en la cruz y el momento en que resucitó. Este estado de Cristo muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del Sábado Santo en el que Cristo depositado en la tumba manifiesta el gran reposo sabático de Dios después de realizar la salvación de los hombres, que establece en la paz al universo entero".

Friday, March 25, 2016

Viernes Santo


La tarde del Viernes Santo presenta el drama inmenso de la muerte de Cristo en el Calvario. La cruz erguida sobre el mundo sigue en pie como signo de salvación y de esperanza.

Con la Pasión de Jesús según el Evangelio de Juan contemplamos el misterio del Crucificado, con el corazón del discípulo Amado, de la Madre, del soldado que le traspasó el costado. 

San Juan, teólogo y cronista de la pasión nos lleva a contemplar el misterio de la cruz de Cristo como una solemne liturgia. Todo es digno, solemne, simbólico en su narración: cada palabra, cada gesto. La densidad de su Evangelio se hace ahora más elocuente.

Y los títulos de Jesús componen una hermosa Cristología. Jesús es Rey. Lo dice el título de la cruz, y el patíbulo es trono desde donde el reina. Es sacerdote y templo a la vez, con la túnica inconsútil que los soldados echan a suertes. Es el nuevo Adán junto a la Madre, nueva Eva, Hijo de María y Esposo de la Iglesia. Es el sediento de Dios, el ejecutor del testamento de la Escritura. El Dador del Espíritu. Es el Cordero inmaculado e inmolado al que no le rompen los huesos. Es el Exaltado en la cruz que todo lo atrae a sí, por amor, cuando los hombres vuelven hacia él la mirada.

La Madre estaba allí, junto a la Cruz. No llegó de repente al Gólgota, desde que el discípulo amado la recordó en Caná, sin haber seguido paso a paso, con su corazón de Madre el camino de Jesús. Y ahora está allí como madre y discípula que ha seguido en todo la suerte de su Hijo, signo de contradicción como El, totalmente de su parte. Pero solemne y majestuosa como una Madre, la madre de todos, la nueva Eva, la madre de los hijos dispersos que ella reúne junto a la cruz de su Hijo. Maternidad del corazón, que se ensancha con la espada de dolor que la fecunda.

La palabra de su Hijo que alarga su maternidad hasta los confines infinitos de todos los hombres. Madre de los discípulos, de los hermanos de su Hijo. La maternidad de María tiene el mismo alcance de la redención de Jesús. María contempla y vive el misterio con la majestad de una Esposa, aunque con el inmenso dolor de una Madre. Juan la glorifica con el recuerdo de esa maternidad. Ultimo testamento de Jesús. Ultima dádiva. Seguridad de una presencia materna en nuestra vida, en la de todos. Porque María es fiel a la palabra: He ahí a tu hijo.

El soldado que traspasó el costado de Cristo de la parte del corazón, no se dio cuenta que cumplía una profecía y realizaba un último, estupendo gesto litúrgico. Del corazón de Cristo brota sangre y agua. La sangre de la redención, el agua de la salvación. La sangre es signo de aquel amor más grande, la vida entregada por nosotros, el agua es signo del Espíritu, la vida misma de Jesús que ahora, como en una nueva creación derrama sobre nosotros.

La celebración

Hoy no se celebra la Eucaristía en todo el mundo. El altar luce sin mantel, sin cruz, sin velas ni adornos. Recordamos la muerte de Jesús. Los ministros se postran en el suelo ante el altar al comienzo de la ceremonia. Son la imagen de la humanidad hundida y oprimida, y al tiempo penitente que implora perdón por sus pecados.
Van vestidos de rojo, el color de los mártires: de Jesús, el primer testigo del amor del Padre y de todos aquellos que, como él, dieron y siguen dando su vida por proclamar la liberación que Dios nos ofrece.

Acción litúrgica en la muerte del Señor

1. La Entrada

La impresionante celebración litúrgica del Viernes empieza con un rito de entrada diferente de otros días: los ministros entran en silencio, sin canto, vestidos de color rojo, el color de la sangre, del martirio, se postran en el suelo, mientras la comunidad se arrodilla, y después de un espacio de silencio, dice la oración del dia.

2. Celebración de la Palabra

Primera Lectura
Espectacular realismo en esta profecía hecha 800 años antes de Cristo, llamada por muchos el 5º Evangelio. Que nos mete en el alma sufriente de Cristo, durante toda su vida y ahora en la hora real de su muerte. Dispongámonos a vivirla con Él.
Salmo Responsorial
En este Salmo, recitado por Jesús en la cruz, se entrecruzan la confianza, el dolor, la soledad y la súplica: con el Varón de dolores, hagamos nuestra esta oración.
Segunda lectura
El Sacerdote es el que une a Dios con el hombre y a los hombres con Dios... Por eso Cristo es el perfecto Sacerdote: Dios y Hombre. El Único y Sumo y Eterno Sacerdote. Del cual el Sacerdocio: el Papa, los Obispos, los sacerdotes y los Diáconos, unidos a Él, son ministros, servidores, ayudantes...
Versículo antes del Evangelio (Flp 2, 8-9)
Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre".
Como siempre, la celebración de la Palabra, después de la homilía, se concluye con una ORACIÓN UNIVERSAL, que hoy tiene más sentido que nunca: precisamente porque contemplamos a Cristo entregado en la Cruz como Redentor de la humanidad, pedimos a Dios la salvación de todos, los creyentes y los no creyentes.
3. Adoración de la Cruz

Después de las palabras pasamos a una acción simbólica muy expresiva y propia de este dia: la veneración de la Santa Cruz es presentada solemnemente la Cruz a la comunidad, cantando tres veces la aclamación:

Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo. VENID AADORARLO", y todos nos arrodillamos unos momentos cada vez; y entonces vamos, en procesión, a venerar la Cruz personalmente, con una genuflexión (o inclinación profunda) y un beso (o tocándola con la mano y santiguándonos); mientras cantamos las alabanzas a ese Cristo de la Cruz:
"Pueblo mío, ¿qué te he hecho...?" "Oh Cruz fiel, árbol único en nobleza..." "Victoria, tú reinarás..."

4. La Comunión

Desde 1955, cuando lo decidió Pío Xll en la reforma que hizo de la Semana Santa, no sólo el sacerdote -como hasta entonces - sino también los fieles pueden comulgar con el Cuerpo de Cristo.

Aunque hoy no hay propiamente Eucaristía, pero comulgando del Pan consagrado en la celebración de ayer, Jueves Santo, expresamos nuestra participación en la muerte salvadora de Cristo, recibiendo su "Cuerpo entregado por nosotros".