Wednesday, March 30, 2016

ORACION DE ENTREGA A DIOS, SALUD Y PROTECCION (Padre Salvador Herrera Ruiz)

Padre del Cielo, te doy las más infinitas gracias el día de hoy por tu bondad, por todo lo que recibo de tu misericordia, de tu magnanimidad. Quiero entregarte todo mi ser, también te entrego todo el ser de mi esposa, de mi esposo, de mis hijos, de mi madre, de mi padre, de mis hermanos, de mis amigos, de mis superiores, de mis vecinos.
Te consagro nuestro ser el día de hoy para que hagas de nosotros lo que tu quieras; te pido que nos envíes a tu Espíritu Santo ¡Espíritu Sante ven, ven a todos nosotros!, llena nuestros espíritus, inflama nuestros espíritus, llénalos de ti para que seamos seres espirituales, para que cada día podamos eliminar todo lo que no es tuyo.
Ahora Señor, penetra en nuestros corazones, toma posesión de ellos, resana todas las heridas que hemos tenido el día de ayer o recientemente, o en el pasado. Vuelve a sanar todas las heridas de nuestra vida, sánanos porque necesitamos un corazón puro para poder amar, deseamos que nuestro corazón sea transparente, sea traspasado por tu amor, para así poderlo entregar a nuestros hermanos.
Te entrego Señor nuestros cuerpos para que en perfecto estado de salud te podamos servir. Sana nuestros cuerpos, que son el instrumento con el que tú quieres que vivamos este día realizando acciones virtuosas.
Te entrego nuestro tiempo, dirige todas nuestras acciones Espíritu Santo, dirige cada uno de los acontecimientos de nuestra vida para que nuestro tiempo no se desperdicie. Te entrego nuestras circunstancias, nuestro trabajo, nuestros negocios, nuestros planes, nuestros proyectos, nuestros viajes.
Te entrego Señor a todas aquellas personas que dependen de nosotros socialmente, profesionalmente o ministerialmente. A todas las personas que entran en contacto con nosotros o que han tenido algún vínculo; a todos nuestros parientes, amigos, enemigos, vecinos.
Te entrego nuestras casas Señor. Te entrego Señor la casa de mis padres, de mis hijos, de mis amigos, te entrego los vehículos en los que vamos de un lugar a otro para servirte, todos y cada uno de los vehículos en los que nos transportamos.
Te entrego los lugares de trabajo, las escuelas, los sitios donde transitamos, las carreteras, las vías difíciles y peligrosas. Ahora te pido que nos cubras con tu Preciosísima Sangre, que nos llenes por dentro y por fuera, que nos hagas circular como envueltos en una cápsula de tu Preciosa Sangre para que el Enemigo no pueda dañarnos.


Señor, cubre con tu Sangre todo lo que nos pertenece, todo lo que es nuestro, todas las personas que entran o entrarán en contacto con nosotros.
Señor, que todo lo que mencionamos quede cubierto por tu Sangre para que no sufra ningún daño, y con toda la autoridad que tengo por ser hijo de Dios y por ser Sacerdote, para usar el Poder de la Sangre de Jesús, con ella ato a Satanás y a todos los espíritus que vienen del agua, del aire, del fuego, del suelo, del subsuelo, del mundo, del mundo de las tinieblas, de las heridas, del Sheol, del Averno, de lo oculto, de las fuerzas desencadenadas de la naturaleza; de la herencia, del resentimiento, de los pecados, y a todos los espíritus del Mal de los que seamos portadores o que sean portados por cualquier persona a través de la cual el demonio nos quiera dañar.
Atamos, así mismo, todo poder de conocimiento de Satanás y de los espíritus malignos para que no se enteren cómo vamos a luchar contra ellos. Atamos a toda potencia de venganza de Satanás, de los espíritus malignos, para que no tomen venganza en nuestras personas, en nuestras posesiones.
Así mismo Señor, queden atados por el Poder de tu Sangre los espíritus malignos de incomprensión, de persecución, de envidia, de celos, de crítica, de burla, de escarnia, de difamación, de juicio, de calumnia, de resentimiento, de avaricia, de tristeza, de depresión; de brujería, sortilegio, y de Condenación para que podamos seguir adelante con nuestro trabajo.
Santa María de Guadalupe ¡abre tu manto precioso, cúbrenos y protégenos a todos nosotros!, a todas las personas que te mencionamos y también a todas las personas que entren en contacto con nosotros, para que automáticamente queden cubiertas con tu manto protector, para que nos defienda de todo Mal.
Ángeles Guardianes ¡protegednos el día de hoy! San Miguel Arcángel, manda tus maravillosas Legiones de Ángeles a cuidar de mí, de todos mis seres amados, de todas las personas que dependen de mí, ayúdanos en esta lucha contra el Enemigo, contra el Mal, contra los que intentan hacernos daño.
PADRE NUESTRO.
AVE MARIA.
GLORIA.

Sello de la Casa Con La Preciosa Sangre De Jesus


Sello y protejo, con el Poder de la Sangre de Jesucristo el Señor, esta casa con todo lo que es, con todo lo que tiene. Sello y protejo la puerta principal, de tal manera que todos los que entren o salgan, se experimenten profundamente protegidos, por la Preciosísima Sangre de Jesucristo, el Señor.

Sello y protejo: todas las paredes, el techo, todos los rincones, cada una de las columnas y a través de ellas. Sello y protejo, los 4 puntos cardinales de esta casa.

Sello y protejo el suelo, el subsuelo, y debajo del subsuelo. Sello y protejo, con el Poder de la Sangre de Jesucristo, el Señor, todos los cimientos a partir de los cuales se levantó esta casa.

Sello y protejo, con el Poder de la Sangre de Jesucristo, el Señor, todo el material con que se construyó: ladrillos, cemento, varillas, y block. Sello y protejo, con el Poder de la Sangre de Jesucristo, el Señor, todas las instalaciones de luz, tuberías de gas, agua, y toda la cañería.

Incluso, sello y protejo, con la Sangre de Jesucristo, el Señor, la pintura con la que está revestida. Sello y protejo todas las puertas de todos los cuartos, al igual que todas las ventanas. Sello todas las áreas de esta casa, los dormitorios; sello la sala, la cocina, el comedor, los baños.

Sello y protejo, con el Poder de la Sangre de Jesucristo el Señor, cada objeto contenido, cada mueble, cama, adorno. Todo, absolutamente todo lo contenido en esta casa. Pido a Jesús, que toda ella sea bañada con su Preciosísima Sangre, de tal manera que nada ni nadie pueda provocarnos ningún daño.

Sello y protejo todos los límites de esta casa, de tal manera que nada, absolutamente de lo que la rodea, pueda provocarnos algún daño, ni a mí, ni a los míos, ni a cualquiera de mis parientes, amigos o visitantes. Amén. Amén. Amén.

Sunday, March 27, 2016



El Domingo de Resurrección o Vigilia Pascual es el día en que incluso la iglesia más pobre se reviste de sus mejores ornamentos, es la cima del año litúrgico. Es el aniversario del triunfo de Cristo. Es la feliz conclusión del drama de la Pasión y la alegría inmensa que sigue al dolor. Y un dolor y gozo que se funden pues se refieren en la historia al acontecimiento más importante de la humanidad: la redención y liberación del pecado de la humanidad por el Hijo de Dios.

Nos dice San Pablo: "Aquel que ha resucitado a Jesucristo devolverá asimismo la vida a nuestros cuerpos mortales". No se puede comprender ni explicar la grandeza de las Pascuas cristianas sin evocar la Pascua Judía, que Israel festejaba, y que los judíos festejan todavía, como lo festejaron los hebreos hace tres mil años, la víspera de su partida de Egipto, por orden de Moisés. El mismo Jesús celebró la Pascua todos los años durante su vida terrena, según el ritual en vigor entre el pueblo de Dios, hasta el último año de su vida, en cuya Pascua tuvo efecto la cena y la institución de la Eucaristía.

Cristo, al celebrar la Pascua en la Cena, dio a la conmemoración tradicional de la liberación del pueblo judío un sentido nuevo y mucho más amplio. No es a un pueblo, una nación aislada a quien Él libera sino al mundo entero, al que prepara para el Reino de los Cielos. Las pascuas cristianas -llenas de profundas simbologías- celebran la protección que Cristo no ha cesado ni cesará de dispensar a la Iglesia hasta que Él abra las puertas de la Jerusalén celestial. La fiesta de Pascua es, ante todo la representación del acontecimiento clave de la humanidad, la Resurrección de Jesús después de su muerte consentida por Él para el rescate y la rehabilitación del hombre caído. Este acontecimiento es un hecho histórico innegable. Además de que todos los evangelistas lo han referido, San Pablo lo confirma como el historiador que se apoya, no solamente en pruebas, sino en testimonios.

Pascua es victoria, es el hombre llamado a su dignidad más grande. ¿Cómo no alegrarse por la victoria de Aquel que tan injustamente fue condenado a la pasión más terrible y a la muerte en la cruz?, ¿por la victoria de Aquel que anteriormente fue flagelado, abofeteado, ensuciado con salivazos, con tanta inhumana crueldad?

Este es el día de la esperanza universal, el día en que en torno al resucitado, se unen y se asocian todos los sufrimientos humanos, las desilusiones, las humillaciones, las cruces, la dignidad humana violada, la vida humana no respetada.

La Resurrección nos descubre nuestra vocación cristiana y nuestra misión: acercarla a todos los hombres. El hombre no puede perder jamás la esperanza en la victoria del bien sobre el mal. ¿Creo en la Resurrección?, ¿la proclamo?; ¿creo en mi vocación y misión cristiana?, ¿la vivo?; ¿creo en la resurrección futura?, ¿me alienta en esta vida?, son preguntas que cabe preguntarse.

El mensaje redentor de la Pascua no es otra cosa que la purificación total del hombre, la liberación de sus egoísmos, de su sensualidad, de sus complejos; purificación que , aunque implica una fase de limpieza y saneamiento interior, sin embargo se realiza de manera positiva con dones de plenitud, como es la iluminación del Espíritu , la vitalización del ser por una vida nueva, que desborda gozo y paz -suma de todos los bienes mesiánicos-, en una palabra, la presencia del Señor resucitado. San Pablo lo expresó con incontenible emoción en este texto : "Si habéis resucitado con Cristo vuestra vida, entonces os manifestaréis gloriosos con Él" (Col. 3 1-4).

Saturday, March 26, 2016

Sábado Santo


"Durante el Sábado santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y su muerte, su descenso a los infiernos y esperando en oración y ayuno su resurrección (Circ 73).

Es el día del silencio: la comunidad cristiana vela junto al sepulcro.Callan las campanas y los instrumentos. Se ensaya el aleluya, pero en voz baja. Es día para profundizar. Para contemplar. El altar está despojado. El sagrario, abierto y vacío.

La Cruz sigue entronizada desde ayer. Central, iluminada, con un paño rojo, con un laurel de victoria. Dios ha muerto. Ha querido vencer con su propio dolor el mal de la humanidad.

Es el día de la ausencia. El Esposo nos ha sido arrebatado. Día de dolor, de reposo, de esperanza, de soledad. El mismo Cristo está callado. Él, que es el Verbo, la Palabra, está callado. Después de su último grito de la cruz "¿por qué me has abandonado"?- ahora él calla en el sepulcro.Descansa: "consummatum est", "todo se ha cumplido".

Pero este silencio se puede llamar plenitud de la palabra. El anonadamiento, es elocuente. "Fulget crucis mysterium": "resplandece el misterio de la Cruz."

El Sábado es el día en que experimentamos el vacío. Si la fe, ungida de esperanza, no viera el horizonte último de esta realidad, caeríamos en el desaliento: "nosotros esperábamos... ", decían los discípulos de Emaús.

Es un día de meditación y silencio. Algo parecido a la escena que nos describe el libro de Job, cuando los amigos que fueron a visitarlo, al ver su estado, se quedaron mudos, atónitos ante su inmenso dolor: "se sentaron en el suelo junto a él, durante siete días y siete noches. Y ninguno le dijo una palabra, porque veían que el dolor era muy grande" (Job. 2, 13).

Eso sí, no es un día vacío en el que "no pasa nada". Ni un duplicado del Viernes. La gran lección es ésta: Cristo está en el sepulcro, ha bajado al lugar de los muertos, a lo más profundo a donde puede bajar una persona. Y junto a Él, como su Madre María, está la Iglesia, la esposa. Callada, como él.

El Sábado está en el corazón mismo del Triduo Pascual. Entre la muerte del Viernes y la resurrección del Domingo nos detenemos en el sepulcro. Un día puente, pero con personalidad. Son tres aspectos - no tanto momentos cronológicos - de un mismo y único misterio, el misterio de la Pascua de Jesús: muerto, sepultado, resucitado:

"...se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo...se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, es decir conociese el estado de muerte, el estado de separación entre su alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que Él expiró en la cruz y el momento en que resucitó. Este estado de Cristo muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del Sábado Santo en el que Cristo depositado en la tumba manifiesta el gran reposo sabático de Dios después de realizar la salvación de los hombres, que establece en la paz al universo entero".

Friday, March 25, 2016

Viernes Santo


La tarde del Viernes Santo presenta el drama inmenso de la muerte de Cristo en el Calvario. La cruz erguida sobre el mundo sigue en pie como signo de salvación y de esperanza.

Con la Pasión de Jesús según el Evangelio de Juan contemplamos el misterio del Crucificado, con el corazón del discípulo Amado, de la Madre, del soldado que le traspasó el costado. 

San Juan, teólogo y cronista de la pasión nos lleva a contemplar el misterio de la cruz de Cristo como una solemne liturgia. Todo es digno, solemne, simbólico en su narración: cada palabra, cada gesto. La densidad de su Evangelio se hace ahora más elocuente.

Y los títulos de Jesús componen una hermosa Cristología. Jesús es Rey. Lo dice el título de la cruz, y el patíbulo es trono desde donde el reina. Es sacerdote y templo a la vez, con la túnica inconsútil que los soldados echan a suertes. Es el nuevo Adán junto a la Madre, nueva Eva, Hijo de María y Esposo de la Iglesia. Es el sediento de Dios, el ejecutor del testamento de la Escritura. El Dador del Espíritu. Es el Cordero inmaculado e inmolado al que no le rompen los huesos. Es el Exaltado en la cruz que todo lo atrae a sí, por amor, cuando los hombres vuelven hacia él la mirada.

La Madre estaba allí, junto a la Cruz. No llegó de repente al Gólgota, desde que el discípulo amado la recordó en Caná, sin haber seguido paso a paso, con su corazón de Madre el camino de Jesús. Y ahora está allí como madre y discípula que ha seguido en todo la suerte de su Hijo, signo de contradicción como El, totalmente de su parte. Pero solemne y majestuosa como una Madre, la madre de todos, la nueva Eva, la madre de los hijos dispersos que ella reúne junto a la cruz de su Hijo. Maternidad del corazón, que se ensancha con la espada de dolor que la fecunda.

La palabra de su Hijo que alarga su maternidad hasta los confines infinitos de todos los hombres. Madre de los discípulos, de los hermanos de su Hijo. La maternidad de María tiene el mismo alcance de la redención de Jesús. María contempla y vive el misterio con la majestad de una Esposa, aunque con el inmenso dolor de una Madre. Juan la glorifica con el recuerdo de esa maternidad. Ultimo testamento de Jesús. Ultima dádiva. Seguridad de una presencia materna en nuestra vida, en la de todos. Porque María es fiel a la palabra: He ahí a tu hijo.

El soldado que traspasó el costado de Cristo de la parte del corazón, no se dio cuenta que cumplía una profecía y realizaba un último, estupendo gesto litúrgico. Del corazón de Cristo brota sangre y agua. La sangre de la redención, el agua de la salvación. La sangre es signo de aquel amor más grande, la vida entregada por nosotros, el agua es signo del Espíritu, la vida misma de Jesús que ahora, como en una nueva creación derrama sobre nosotros.

La celebración

Hoy no se celebra la Eucaristía en todo el mundo. El altar luce sin mantel, sin cruz, sin velas ni adornos. Recordamos la muerte de Jesús. Los ministros se postran en el suelo ante el altar al comienzo de la ceremonia. Son la imagen de la humanidad hundida y oprimida, y al tiempo penitente que implora perdón por sus pecados.
Van vestidos de rojo, el color de los mártires: de Jesús, el primer testigo del amor del Padre y de todos aquellos que, como él, dieron y siguen dando su vida por proclamar la liberación que Dios nos ofrece.

Acción litúrgica en la muerte del Señor

1. La Entrada

La impresionante celebración litúrgica del Viernes empieza con un rito de entrada diferente de otros días: los ministros entran en silencio, sin canto, vestidos de color rojo, el color de la sangre, del martirio, se postran en el suelo, mientras la comunidad se arrodilla, y después de un espacio de silencio, dice la oración del dia.

2. Celebración de la Palabra

Primera Lectura
Espectacular realismo en esta profecía hecha 800 años antes de Cristo, llamada por muchos el 5º Evangelio. Que nos mete en el alma sufriente de Cristo, durante toda su vida y ahora en la hora real de su muerte. Dispongámonos a vivirla con Él.
Salmo Responsorial
En este Salmo, recitado por Jesús en la cruz, se entrecruzan la confianza, el dolor, la soledad y la súplica: con el Varón de dolores, hagamos nuestra esta oración.
Segunda lectura
El Sacerdote es el que une a Dios con el hombre y a los hombres con Dios... Por eso Cristo es el perfecto Sacerdote: Dios y Hombre. El Único y Sumo y Eterno Sacerdote. Del cual el Sacerdocio: el Papa, los Obispos, los sacerdotes y los Diáconos, unidos a Él, son ministros, servidores, ayudantes...
Versículo antes del Evangelio (Flp 2, 8-9)
Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre".
Como siempre, la celebración de la Palabra, después de la homilía, se concluye con una ORACIÓN UNIVERSAL, que hoy tiene más sentido que nunca: precisamente porque contemplamos a Cristo entregado en la Cruz como Redentor de la humanidad, pedimos a Dios la salvación de todos, los creyentes y los no creyentes.
3. Adoración de la Cruz

Después de las palabras pasamos a una acción simbólica muy expresiva y propia de este dia: la veneración de la Santa Cruz es presentada solemnemente la Cruz a la comunidad, cantando tres veces la aclamación:

Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo. VENID AADORARLO", y todos nos arrodillamos unos momentos cada vez; y entonces vamos, en procesión, a venerar la Cruz personalmente, con una genuflexión (o inclinación profunda) y un beso (o tocándola con la mano y santiguándonos); mientras cantamos las alabanzas a ese Cristo de la Cruz:
"Pueblo mío, ¿qué te he hecho...?" "Oh Cruz fiel, árbol único en nobleza..." "Victoria, tú reinarás..."

4. La Comunión

Desde 1955, cuando lo decidió Pío Xll en la reforma que hizo de la Semana Santa, no sólo el sacerdote -como hasta entonces - sino también los fieles pueden comulgar con el Cuerpo de Cristo.

Aunque hoy no hay propiamente Eucaristía, pero comulgando del Pan consagrado en la celebración de ayer, Jueves Santo, expresamos nuestra participación en la muerte salvadora de Cristo, recibiendo su "Cuerpo entregado por nosotros".

Wednesday, March 23, 2016

Significado de Jueves Santo


Qué es Jueves Santo:

Como Jueves Santo se conoce una festividad cristiana que celebra la última cena de Jesús de Nazaret con sus discípulos, la institución de la eucaristía y del orden sacerdotal, así como el lavatorio de pies. Como tal, toda la cristiandad, tanto la Iglesia católica como las otras iglesias cristianas, observa la celebración del Jueves Santo.

El Jueves Santo tiene lugar durante la Semana Santa, el jueves anterior al Domingo de Pascua o de Resurrección. Con el Jueves Santo se inicia el Triduo Pascual, es decir, el periodo en que se recuerda la pasión, muerte y resurrección de Jesús.

Dos eventos de singular importancia tienen lugar este día según la Biblia: la última cena, donde se instituye la eucaristía y el sacerdocio, y el lavatorio de pies.

La última cena

Como última cena se conoce la comida que, en celebración de la pascua, compartió Jesús con sus discípulos. En ella instituyó la eucaristía, también llamada comunión, en la cual Cristo deja su cuerpo y sangre transustanciados en pan y vino, tal como relata Lucas: “Entonces tomó el pan y, habiendo dado las gracias, lo partió y les dio, diciendo: ‘Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria mía’. Asimismo, tomó también la copa, después de que hubo cenado, diciendo: ‘Esta copa es el nuevo convenio en mi sangre, que por vosotros se derrama’” (XXII: 19-20).

El lavatorio de pies

Como lavatorio de pies del Jueves Santo ​se denomina el evento en el cual Jesús, como un acto de humildad, lava los pies a sus discípulos, con la finalidad de dar un ejemplo de amor y servicio a los semejantes. De allí se desprende el mandamiento que Jesús hizo a sus discípulos: que debían amarse y servirse unos a otros.

Los siete templos

Una de las costumbres asociadas a la celebración del Jueves Santo es la tradicional visita a las siete iglesias o siete templos, que se puede realizar entre la noche de Jueves Santo y la mañana de Viernes Santo. Su finalidad, como tal, es agradecer a Jesucristo el don la de eucaristía y el sacerdocio, que instituyó aquella noche.

El monumento

Existe también la tradición de levantar el monumento de Jueves Santo, que es la capilla o altar donde se reserva la hostia consagrada desde el Jueves Santo al Viernes Santo. Ante él, se suele dar gracias al Señor por su pasión, con la cual redimió, según las Escrituras, a la humanidad.

Friday, March 11, 2016

Versiculos de la Biblia Para Tiempos de Angustia y Dolor



Cuando un ser querido esta pasando por un momento difícil, las palabras adecuadas se nos escapan y encontramos que aunque queremos expresar compasión, nada útil viene a la mente. Quizás la Biblia y estos pasajes bíblicos para tiempos de angustia y dolor puedan ser de servicio para ti y para aquella persona que necesita saber que aun hay esperanza en medio de las tribulaciones.

Salmos 9:9
Tú, Señor, eres el refugio de los pobres

Salmos 18:2
Mi Señor y Dios, tú eres mi roca, mi defensor, ¡mi libertador! Tú eres mi fuerza y mi escudo, mi poderosa salvación, mi alto refugio. ¡En ti confío!

Salmos 22:24
El Señor no rechaza al afligido, no desprecia a los que sufren, ni esconde de ellos su rostro; cuando a él claman, les responde

Salmos 23
El Señor es mi pastor; nada me falta. En campos de verdes pastos me hace descansar; me lleva a arroyos de aguas tranquilas.
Me infunde nuevas fuerzas y me guía por el camino correcto, para hacer honor a su nombre.
Aunque deba yo pasar por el valle más sombrío, no temo sufrir daño alguno, porque tú estás conmigo; con tu vara de pastor me infundes nuevo aliento.
Me preparas un banquete a la vista de mis adversarios; derramas perfume sobre mi cabeza y me colmas de bendiciones.
Sé que tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida, y que en tu casa, oh Señor, viviré por largos días.

Salmos 34:17-18
Claman los justos, y Yahve oye y los libra de todas sus angustias. Cercano está Yahve a los quebrantados de corazón y salva a los contritos de espíritu.

Salmos 71:20-21
Me has hecho ver muchas angustias y males, pero volverás a darme vida; volverás a levantarme de los abismos de la tierra, aumentarás mi grandeza, y volverás a consolarme.

Salmos 91:9-10
Por haber puesto al Señor por tu esperanza, por poner al Altísimo como tu protector, no te sobrevendrá ningún mal, ni plaga alguna tocará tu casa.

Salmos 116:5-7
El Señor es justo y compasivo; nuestro Dios es todo bondad. El Señor protege a la gente sencilla. Yo estuve muy enfermo, y él me levantó. ¡Alma mía, ya puedes estar tranquila, porque el Señor me ha tratado con bondad.

Salmos 121: 1,2
Elevo mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene del Señor, creador del cielo y de la tierra.

Salmos 138:7
Cuando me encuentre angustiado, tú me infundirás nueva vida; Me defenderás de la ira de mis enemigos, y con tu diestra me levantarás victorioso.

Proverbios 14:32
Al malvado lo pierde su propia maldad; el justo, aun en la muerte mantiene la esperanza.

Isaías 54:10
Podrán moverse los montes, podrán temblar las colinas, pero mi misericordia jamás se apartará de ti, ni se romperá mi pacto de paz contigo. Lo digo yo, el Señor, quien tiene de ti misericordia.

Lamentaciones 3:31-33
El Señor no nos abandonará para siempre; nos aflige, pero en su gran bondad también nos compadece.

No es la voluntad del Señor afligirnos ni entristecernos.

Mateo 5:4
Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

Mateo 11:28-30
Vengan a mí todos ustedes, los agotados de tanto trabajar, que yo los haré descansar.

Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma; porque mi yugo es fácil, y mi carga es liviana.

Juan 14:27
La paz les dejo, mi paz les doy; yo no la doy como el mundo la da. No dejen que su corazón se turbe y tenga miedo.

1 Pedro 5:6-7
Por lo tanto, muestren humildad bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo. Descarguen en él todas sus angustias, porque él tiene cuidado de ustedes.

Apocalipsis 21:4
Dios enjugará las lágrimas de los ojos de ellos, y ya no habrá muerte, ni más llanto, ni lamento ni dolor; porque las primeras cosas habrán dejado de existir.