Friday, August 22, 2014

Testimonio de Sanación



 Este es mi Testimonio personal:

Dios hizo un milagro en mi familia, sanó a mi mamá de cáncer.

(Este relato es verdadero, no es un "cuento")
(esto lo difundo sólamente para glorificar a Dios, que es quien hizo la Obra)

Relato:

En febrero de 2001, mi mamá se notó un bulto extraño en una de sus mamas. Ella tiene 60 años.

Concurrió al médico, el cual le indicó de inmediato exámenes de diagnóstico: Mamografía y ecografía .

El informe resultó: tumor de forma irregular, de 1,6 cm de diámetro, "atípico".

El médico, en cuanto vió el informe, la derivó de urgencia a un cirujano ginecólogo. 

El cirujano, al ver los estudios, ya le dijo en la primera consulta:
Tiene usted 99 % de probabilidad de que sea un tumor maligno.
Debemos operarla en seguida.

Mi mamá fué intervenida quirúrgicamente una semana después, el martes 7 de marzo.

Las Florecillas de San Francisco: Capitulo IX


Cómo San Francisco y el hermano León rezaron maitines sin breviario

En los comienzos de la Orden estaba una vez San Francisco con el hermano León en un eremitorio donde no tenían los libros para rezar el oficio divino. Llegada la hora de los maitines, dijo San Francisco al hermano León:

-- Carísimo, no tenemos breviario para rezar los maitines; pero vamos a emplear el tiempo en la alabanza de Dios. A lo que yo diga, tú responderás tal como yo te enseñaré; y ten cuidado de no cambiar las palabras en forma diversa de como yo te las digo. Yo diré así: «¡Oh hermano Francisco!, tú cometiste tantas maldades y tantos pecados en el siglo, que eres digno del infierno». Y tú, hermano León, responderás: «Así es verdad: mereces estar en lo más profundo del infierno».

Florecillas de San Francisco: Capitulo X



Cómo el hermano Maseo quiso poner a prueba
la humildad de San Francisco

Se hallaba San Francisco en el lugar de la Porciúncula con el hermano Maseo de Marignano, hombre de gran santidad y discreción y dotado de gracia para hablar de Dios; por ello lo amaba mucho San Francisco. Un día, al volver San Francisco del bosque, donde había ido a orar, el hermano Maseo quiso probar hasta dónde llegaba su humildad; le salió al encuentro y le dijo en tono de reproche:

-- ¿Por qué a ti? ¿Por qué a ti? ¿Por qué a ti?

-- ¿Qué quieres decir con eso? -repuso San Francisco.

Y el hermano Maseo:

-- Me pregunto ¿por qué todo el mundo va detrás de ti y no parece sino que todos pugnan por verte, oírte y obedecerte? Tú no eres hermoso de cuerpo, no sobresales por la ciencia, no eres noble, y entonces, ¿por qué todo el mundo va en pos de ti?

Al oír esto, San Francisco sintió una grande alegría de espíritu, y estuvo por largo espacio vuelto el rostro al cielo y elevada la mente en Dios; después, con gran fervor de espíritu, se dirigió al hermano Maseo y le dijo:

-- ¿Quieres saber por qué a mí? ¿Quieres saber por qué a mí? ¿Quieres saber por qué a mí viene todo el mundo? Esto me viene de los ojos del Dios altísimo, que miran en todas partes a buenos y malos, y esos ojos santísimos no han visto, entre los pecadores, ninguno más vil ni más inútil, ni más grande pecador que yo. Y como no ha hallado sobre la tierra otra criatura más vil para realizar la obra maravillosa que se había propuesto, me ha escogido a mí para confundir la nobleza, la grandeza, y la fortaleza, y la belleza, y la sabiduría del mundo, a fin de que quede patente que de Él, y no de creatura alguna, proviene toda virtud y todo bien, y nadie puede gloriarse en presencia de Él, sino que quien se gloría, ha de gloriarse en el Señor (1 Cor 27-31), a quien pertenece todo honor y toda gloria por siempre.

El hermano Maseo, ante una respuesta tan humilde y dicha con tanto fervor, quedó lleno de asombro y comprobó con certeza que San Francisco estaba bien cimentado en la verdadera humildad.

En alabanza de Cristo. Amén.

Thursday, August 14, 2014

El Señor Sana en la Eucaristía



Para todos mis hermanitos....Recuerden siempre el poder de la Eucaristia en nuestras almas...Es ahi donde esta Jesus esperandonos para sanarnos y ayudandonos a sanar a otros en su nombre....

El P. Roberto de Grandis en su libro "Sanados por la Eucaristía" escribió: "Cuanto más fuerte sea la presencia de Jesús, habrá más sanaciones. Y la presencia más grande del Señor, la tenemos en la Eucaristía.

 Es mucho más fuerte que imponer las manos, mucho más fuerte que ungir con aceite, mucho más fuerte que predicar la Palabra. La presencia de Jesús en la Eucaristía, es la presencia absoluta.

 El momento más grande de sanación es el momento de la comunión. Confieso que, después de veinticinco años en el ministerio de sanación, es ahora cuando estoy empezando a ver la realidad de lo que digo: El Señor sana en la Eucaristía.

Conocí a una mujer que estaba embarazada y el médico le dijo que tenía que abortar; porque el niño estaba completamente deforme. Fue a la iglesia. Durante la misa pidió fuerza para poder aceptar a ese niño y, cuando el sacerdote elevaba la hostia sintió un poder grande dentro de ella y una gran paz.

Oración de Sanación y Liberación Para Antes de Comulgar



Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre y la cooperación del Espíritu Santo, mediante tu muerte diste vida al mundo: líbrame por la recepción de tu Sacrosanto Cuerpo y Sangre de todas mis culpas y de todo mal.
 

Concédeme que yo siempre cumpla fielmente tus mandamientos y no permitas que jamás me separe de Ti. Amén.

Oración de Sanación de Cuerpo y Alma Antes de Comulgar



Oración de San Juan Crisóstomo
(para antes de la Misa y antes de comulgar)

¡Oh Señor!, yo creo y profeso que Tú eres el Cristo Verdadero, el Hijo de Dios vivo que vino a este mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Acéptame como participante de tu Cena Mística, ¡oh Hijo de Dios!

No revelaré tu Misterio a tus enemigos, ni te daré un beso como lo hizo Judas, sino que como el buen ladrón te reconozco.

Recuérdame, ¡Oh Señor!, cuando llegues a tu Reino. Recuérdame, ¡oh Maestro!, cuando llegues a tu Reino. Recuérdame, ¡oh Santo!, cuando llegues a tu Reino.

Que mi participación en tus Santos Misterios, ¡oh Señor! no sea para mi juicio o condenación, sino para sanar mi alma y mi cuerpo.

¡Oh Señor!, yo también creo y profeso que lo que estoy a punto de recibir es verdaderamente tu Preciosísimo Cuerpo y tu Sangre Vivificante, los cuales ruego me hagas digno de recibir, para la remisión de todos mis pecados y la vida eterna. Amén.

¡Oh Dios!, se misericordioso conmigo, pecador.
¡Oh Dios!, límpiame de mis pecados y ten misericordia de mí.
¡Oh Dios!, perdóname, porque he pecado incontables veces.