Wednesday, August 29, 2012

Oración de Entrega a Dios, Salud y Protección Contra los Espiritus Malignos.


Colaboración del Padre Salvador Herrera Ruiz

Padre del Cielo, te doy las más infinitas gracias el día de hoy por tu bondad, por todo lo que recibo de tu misericordia, de tu magnanimidad. Quiero entregarte todo mi ser, también te entrego todo el ser de mi esposa, de mi esposo, de mis hijos, de mi madre, de mi padre, de mis hermanos, de mis amigos, de mis superiores, de mis vecinos. Te consagro nuestro ser el día de hoy para que hagas de nosotros lo que tu quieras; te pido que nos envíes a tu Espíritu Santo ¡Espíritu Sante ven, ven a todos nosotros!, llena nuestros espíritus, inflama nuestros espíritus, llénalos de ti para que seamos seres espirituales, para que cada día podamos eliminar todo lo que no es tuyo.

Ahora Señor, penetra en nuestros corazones, toma posesión de ellos, resana todas las heridas que hemos tenido el día de ayer o recientemente, o en el pasado. Vuelve a sanar todas las heridas de nuestra vida, sánanos porque necesitamos un corazón puro para poder amar, deseamos que nuestro corazón sea transparente, sea traspasado por tu amor, para así poderlo entregar a nuestros hermanos.

Te entrego Señor nuestros cuerpos para que en perfecto estado de salud te podamos servir. Sana nuestros cuerpos, que son el instrumento con el que tú quieres que vivamos este día realizando acciones virtuosas.
Te entrego nuestro tiempo, dirige todas nuestras acciones Espíritu Santo, dirige cada uno de los acontecimientos de nuestra vida para que nuestro tiempo no se desperdicie.
Te entrego nuestras circunstancias, nuestro trabajo, nuestros negocios, nuestros planes, nuestros proyectos, nuestros viajes.

Te entrego Señor a todas aquellas personas que dependen de nosotros socialmente, profesionalmente o ministerialmente. A todas las personas que entran en contacto con nosotros o que han tenido algún vínculo; a todos nuestros parientes, amigos, enemigos, vecinos.
Te entrego nuestras casas Señor. Te entrego Señor la casa de mis padres, de mis hijos, de mis amigos, te entrego los vehículos en los que vamos de un lugar a otro para servirte, todos y cada uno de los vehículos en los que nos transportamos.

Te entrego los lugares de trabajo, las escuelas, los sitios donde transitamos, las carreteras, las vías difíciles y peligrosas.
Ahora te pido que nos cubras con tu Preciosísima Sangre, que nos llenes por dentro y por fuera, que nos hagas circular como envueltos en una cápsula de tu Preciosa Sangre para que el Enemigo no pueda dañarnos.

Señor, cubre con tu Sangre todo lo que nos pertenece, todo lo que es nuestro, todas las personas que entran o entrarán en contacto con nosotros. Señor, que todo lo que mencionamos quede cubierto por tu Sangre para que no sufra ningún daño, y con toda la autoridad que tengo por ser hijo de Dios y por ser Sacerdote, para usar el Poder de la Sangre de Jesús, con ella ato a Satanás y a todos los espíritus que vienen del agua, del aire, del fuego, del suelo, del subsuelo, del mundo, del mundo de las tinieblas, de las heridas, del Sheol, del Averno, de lo oculto, de las fuerzas desencadenadas de la naturaleza; de la herencia, del resentimiento, de los pecados, y a todos los espíritus del Mal de los que seamos portadores o que sean portados por cualquier persona a través de la cual el demonio nos quiera dañar.

Atamos, así mismo, todo poder de conocimiento de Satanás y de los espíritus malignos para que no se enteren cómo vamos a luchar contra ellos.
Atamos a toda potencia de venganza de Satanás, de los espíritus malignos, para que no tomen venganza en nuestras personas, en nuestras posesiones.
Así mismo Señor, queden atados por el Poder de tu Sangre los espíritus malignos de incomprensión, de persecución, de envidia, de celos, de crítica, de burla, de escarnia, de difamación, de juicio, de calumnia, de resentimiento, de avaricia, de tristeza, de depresión; de brujería, sortilegio, y de Condenación para que podamos seguir adelante con nuestro trabajo.

Santa María de Guadalupe ¡abre tu manto precioso, cúbrenos y protégenos a todos nosotros!, a todas las personas que te mencionamos y también a todas las personas que entren en contacto con nosotros, para que automáticamente queden cubiertas con tu manto protector, para que nos defienda de todo Mal.

Ángeles Guardianes ¡protegednos el día de hoy!
San Miguel Arcángel, manda tus maravillosas Legiones de Ángeles a cuidar de mí, de todos mis seres amados, de todas las personas que dependen de mí, ayúdanos en esta lucha contra el Enemigo, contra el Mal, contra los que intentan hacernos daño.

PADRE NUESTRO.
AVE MARIA.
GLORIA.

Tuesday, August 28, 2012

ORACIÓN PARA ALEJAR LOS MIEDOS



Padre hay momentos en que he sentido mucho miedo.

Momentos desconcertantes y tormentosos y es cuando digo:

Padre acude a mí en éste momento en que tengo miedo.

Acude a mí cuando dudo, cuando me atormento por el dolor y la incomprensión.

Acude a mi cuando el Mundanal Ruido me afecta y no lo entiendo.

Acude a mí en todo momento en que me veas atormentado por la ignorancia de pensar que no estás cerca.

Acude a mí cuando me enfermo no solo del cuerpo sino del espíritu.

Acude a mí a perdonarme por pensar que no estás cerca.

Acude a mí; pues yo te alabo y bajo tu frondoso árbol me acuesto a
dilucidar tus pensamientos y a entonarme con tu Amor y tu Sapiencia.

Así sea

Monday, August 20, 2012

Bendita Sea tu Pureza...



Bendita sea tu pureza,
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A ti, celestial princesa,
Virgen sagrada, María,
te ofrezco desde este día
alma, vida y corazón.
Mírame con compasión;
no me dejes, Madre mía.

Temas de Interes: El Fin del Mundo



Autor: P. Paulo Dierckx y P. Miguel Jordá | Fuente: Para dar razón de nuestra Esperanza, sepa defender su Fe.

Nadie sabe cuando será el fin del mundo. Antes de la venida de Cristo ha de producirse «la apostasía general», o sea, habrá una crisis religiosa a escala mundial

Hay algunas personas a las que les gusta mucho meter miedo en los corazones de ustedes. Por ejemplo les hablan del fin del mundo como si pronto los cielos y la tierra nos fueran a destruir. Escuchan de guerras, accidentes, catástrofes de la naturaleza, plagas o ven algunos signos raros en el cielo y dicen simplemente que es el fin del mundo. En vez de dar un mensaje de esperanza, de amor, de solidaridad; en vez de animar, quieren verlos atrapados en el terror y el susto. Y lo peor de todo, es que estas personas dicen fundar sus teorías en la Biblia. El mensaje de Jesucristo no es un mensaje de miedo, sino que es una «buena noticia» del Reino de Dios que se acerca a nosotros con amabilidad, paz, justicia y alegría de corazón.

En esta carta les voy a hablar del fin del mundo, no con cuentos y fábulas de ciencia ficción, sino leyendo simplemente las Sagradas Escrituras.
Antes que nada el «fin de los tiempos» del cual nos habla la Biblia es el gran misterio de esperanza que aparece en todo el libro sagrado. Es el misterio de la historia humana que está en el corazón de Dios, guiada hacia «un nuevo cielo y una nueva tierra».

¿Qué dice la Biblia acerca del fin del mundo?

Para comenzar, las Escrituras nunca hablan del «fin del mundo», sino del «fin de los tiempos», como diciendo que este mundo no acabará del todo, sino que sería transformado en un «cielo nuevo y una tierra nueva» gracias a la Resurrección de Jesucristo.
En la Biblia también encontramos muchas expresiones que se refieren al «fin del tiempo», «día de Yahvé», «día del Juicio», «el día», «la Venida de Cristo», «la resurrección final», «la Parusía», «la llegada del Reino de Dios». Son todas expresiones que indican este «fin del tiempo».

¿Cuándo pasará esto?

«En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe ni los mismos ángeles del cielo, ni siquiera el Hijo de Dios. Solamente el Padre lo sabe» (Mt. 24, 36 y Mc. 13, 32). Jesús no quiso dar la fecha, ni el día ni la hora. «A ustedes no les toca saber cuándo o en qué fecha el Padre va a hacer las cosas que solamente El tiene autoridad para hacer» (Hch. 1, 1-7).

Con esto, Jesús condena enérgicamente la tendencia humana que todavía existe entre nosotros de fijar el día y el año del fin del mundo. Por supuesto que la fecha exacta tiene algo de excitante y llama siempre la atención; hasta es noticia en los diarios. Pero el fijarla es simplemente una mentira y un engaño, porque nadie la sabe. Jesús no quiso satisfacer nuestra curiosidad, sino que quiso comunicarnos algo mucho más profundo.
La Biblia, hablando del fin del mundo, siempre dice que debemos estar preparados. Aunque no sabemos la fecha, este día vendrá como un ladrón en la noche: «Ustedes, estén preparados, porque cuando menos lo piensen vendrá el Hijo del Hombre», dice Jesús (Mt. 24, 44). «El día del Señor vendrá cuando menos se espera, como viene un ladrón de noche» (2 Pedr. 3, 10; 1 Tes. 5, 2 y Apoc. 16, 15).

Ahora bien, leyendo la historia vemos que siempre hubo grupos religiosos que en todos los tiempos fijaron la fecha, el día y la hora, del fin de mundo, pero se equivocaron. Así que, hermanos católicos, no se dejen engañar.
Así pasó ya en el año 1.000 y pasará también en el 2.000. Algunos fanáticos predican que el fin del mundo está cerca. Pero esto no es así.

El fundador de los adventistas, William Miller, con el texto de Dan. 8, 14 y calculando los días de este texto como años, fijó la venida de Cristo a la tierra para el 21 de marzo de 1843 el día final. Llegó esta fecha y no pasó nada especial y luego dijo que se equivocó en sus cálculos en un año y proclamó otra vez la venida de Cristo para el 21 de octubre de 1844. Y viendo que Cristo no volvía a la tierra dijo simplemente que el juicio de los hombres comenzó en el cielo y pronto Cristo se manifestaría en la tierra. Los Testigos de Jehová anunciaron la venida de Cristo y su Reino de mil años en la tierra para el año 1914, luego para 1925. Ahora no dan fecha y dicen simplemente que «pronto Cristo vendrá», y se limitan a escribir en todas partes «Cristo viene». Y no falta gente insensata entre nosotros que dice que el fin del mundo será el año 2000.

¿Cuándo será la venida de Cristo?

En algunas partes de la Biblia se habla de la pronta venida de Cristo. En otras partes se anuncia todavía un tiempo de espera.
Da la impresión de que los cristianos de la primera generación esperaban con ansias la venida de Cristo. «Pronto, muy pronto vendrá el que tiene que venir y no tardará» (Hebr. 10, 37).

«Dios que es el juez, está ya a la puerta». «Se acerca el fin de todas las cosas» (1 Ped. 4, 7). «Sí, ven pronto, amén. Ven, Señor Jesús» (Apoc. 22, 20).
Hasta Jesús mismo anuncia su pronta venida: «En verdad les digo que hay algunos de los que están aquí presentes, que no morirán hasta que vean al Hijo del Hombre venir en su Reino» (Mt. 16, 28).
Los cristianos de la Iglesia primitiva pronto se dieron cuenta de que la historia podía durar mucho más. Y hasta algunos se burlaron de la propia venida de Cristo diciendo: «¿Qué pasó con la promesa de que Cristo iba a venir, pues desde que murieron nuestros antepasados todo sigue igual que desde que el mundo fue hecho?» (2 Ped. 3, 4). Y el apóstol Pedro les contestó: « Hermanos, no olviden que para el Señor un solo día es como mil años y mil años son como un solo día» (2 Ped. 3, 8).

Señales que precederán al fin del mundo

El apóstol Pablo, después de haber reflexionado mucho, anuncia también un tiempo de espera. Antes de la venida de Cristo deben pasar tres cosas:

1) El anuncio del Evangelio ha de llegar a todas las naciones.

«Y este mensaje del Reino será predicado en todo el mundo para que todas las naciones lo conozcan; es entonces cuando vendrá el fin» (Mt. 24, 14).

2) Al final de la historia, Israel se reconciliará con Cristo y se salvará. «Una parte de Israel se va a endurecer hasta que la totalidad de los paganos hayan entrado, entonces todo Israel se salvará» (Rom. 11, 25).

3) Finalmente, antes de la venida de Cristo ha de producirse «la apostasía general», o sea, habrá una crisis religiosa a escala mundial, ha de venir el Anticristo. «No se dejen asustar por ningún mensaje espiritual como si fuera el día del Señor que ya llegó. Antes de este día tiene que venir primero la rebelión contra Dios, cuando aparezca el hombre del pecado que se sentará en el templo de Dios y será adorado, llegará con mucho poder y con señales y milagros mentirosos. Usará toda clase de maldad para engañar» (2 Tes. 2, 1 -12).

Nos damos cuenta de que la venida de Cristo no se realizará tan pronto como algunos esperaban; o mejor dicho, Dios no mide el tiempo como nosotros. El puede presentar algo como cercano y no realizarlo hasta cuando a El le plazca. Por otra parte, si el tiempo de espera se nos hace largo, no por eso podemos volver a una vida cómoda, ya sin esperar. El Señor vendrá para cada uno de nosotros como ladrón en la noche.
No olvidemos que el día de la muerte de cada uno de nosotros, el día del juicio particular, es el día del encuentro personal con Cristo. Ojalá que nos encuentre en actitud de espera.

¿Cómo vendrá Cristo al fin del tiempo?

La Biblia habla en forma bastante confusa de cómo se terminará la historia. En el Antiguo Testamento, por ejemplo, los profetas veían a todas las naciones de la tierra unidas en un complot para destruir la ciudad santa de Jerusalén. Pero en el momento más desesperado Dios intervendrá en forma triunfal para instaurar el Reino (Joel 3, 14).
En el discurso de Jesús acerca del fin de los tiempos, habla «de guerras y grandes angustias en todo el mundo, el sol no alumbrará, la luna perderá su brillo y las estrellas caerán del cielo y los ángeles tocarán las trompetas» (Mt. 24, 29-31).

El libro del Apocalipsis (Caps. 13 y 17) habla del dragón y de los monstruos, de la gran batalla en el cielo, de Babilonia la grande, de la madre de las prostitutas y de los abominables ídolos de todo el mundo...
Todos estos textos acerca del fin del mundo fueron escritos en un estilo apocalíptico (revelaciones misteriosas). Era una forma de escribir muy común en aquel tiempo. Estos escritos misteriosos pretendían aclarar los acontecimientos últimos de la historia con visiones ficticias e imágenes fantásticas. No debemos tomar al pie de la letra estas imágenes, sino que debemos tratar de descubrir el mensaje profundo que está detrás de estas visiones. El gran mensaje de estos escritos es: «Cristo Resucitado es el centro de toda la historia y este mundo es el escenario de la lucha entre los elegidos de Cristo (su Iglesia) y las fuerzas del demonio. Estos escritos no son para amenazar ni dar miedo, como creen algunos, todo lo contrario: son escritos que quieren animarnos y exhortarnos a la fidelidad y a la confianza en Dios en momentos difíciles.

¿Cómo debemos prepararnos para el final de los tiempos?

Nuestro destino último y definitivo no está lejos, no es un futuro imposible de imaginar. Ya comenzó. Jesucristo con su persona, su Palabra y su actuación ya inauguró el Reino de Dios (Lc. 11, 20); ya comenzó a juzgar a los hombres (Juan 12, 31). Su Palabra, su amor y su muerte nos juzgan y a veces nos condenan. Ya nos traspasó algo de su Resurrección (Col. 3, 1-4). Por eso el Nuevo Testamento nos habla del «tiempo» a partir de Jesús como «los últimos tiempos» (Hebr. 1- 2 y 1 Ped. 1-20). Desde entonces urge vivir conforme al Evangelio, urge para todos y cada uno, porque no sabemos cuánto falta para el fin (Mc. 13, 33-37 y Mt. 24, 42).

No podemos esperar pasivamente el retorno de Cristo, el juicio final, la Resurrección general, la instauración total del Reino de Dios. Esta esperanza es el motor de la historia. Lo que Dios comenzó en Jesucristo urge que lo pueda cumplir y nosotros debemos ahora remover los obstáculos. La segunda Venida de Cristo al final de los tiempos (Mt. 24, 3) es el momento del juicio final, de la resurrección general y de la instauración definitiva del Reino de Dios. Nuestra esperanza tiende hacia ese cielo nuevo y esa tierra nueva. Por eso la Biblia termina con estas palabras de espera: «¡Ven, Señor Jesús!» (Apoc. 22, 20), que repetimos en cada celebración de la Eucaristía después de la consagración y en la que todo el pueblo contesta: «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección, ven, Señor Jesús».

Dice EL CONCILIO VATICANO:
¿Sabemos cuándo y cómo llegará el fin del mundo?
No, no sabemos cuando será la consumación de la tierra y de la humanidad y la manera cómo se transformará el universo.

¿Qué prepara Dios para sus hijos?

La figura de este mundo está afeada por el pecado pero Dios nos prepara una nueva tierra donde habita la justicia y cuya bienaventuranza es capaz de saciar y rebosar todos los anhelos de paz que surgen en el corazón humano.
El progreso material ¿interesa a Dios?
El progreso material en cuanto puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana interesa en gran medida al Reino de Dios.

¿Hacia dónde caminamos los cristianos?

«Vivificados por el Espíritu, los cristianos caminamos como peregrinos hacia la consumación de la historia humana, la cual coincide plenamente con su amoroso designio divino de restaurar en Cristo todo lo que hay en el cielo y en la tierra».

¿Cuándo será llevada la Iglesia a su total perfección?

La Iglesia será llevada a su total perfección cuando llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas (Hch. 3, 21) y cuando, el género humano, con el universo entero, será plenamente renovado (Ef. 1, 10).

Consejos Saludables: El Indice Glucémico


Aquí explicamos como se determina el índice glucémico de un alimento y qué significa. Adjuntamos una tabla con los índices glucémicos de los principales alimentos para que puedas elegir aquéllos que no te perjudiquen.

    ¿Qué es el índice glucémico?
    El índice glucémicoCuando tomamos cualquier alimento rico en glúcidos, los niveles de glucosa en sangre se incrementan progresivamente según se digieren y asimilan los almidones y azúcares que contienen. La velocidad a la que se digieren y asimilan los diferentes alimentos depende del tipo de nutrientes que los componen, de la cantidad de fibra presente y de la composición del resto de alimentos presentes en el estómago e intestino durante la digestión.
    Estos aspectos se valoran a través del índice glucémico de un alimento. Dicho índice es la relación entre el área de la curva de la absorción de la ingesta de 50 gr. de glucosa pura a lo largo del tiempo, con la obtenida al ingerir la misma cantidad de ese alimento.
    El índice glucémico se determina en laboratorios bajo condiciones controladas. El proceso consiste en tomar cada poco tiempo muestras de sangre a una persona a la que se le ha hecho consumir soluciones de glucosa pura unas veces y el alimento en cuestión otras. A pesar de ser bastante complicado de determinar, su interpretación es muy sencilla: los índices elevados implican una rápida absorción, mientras que los índices bajos indican una absorción pausada.
    Este índice es de gran importancia para los diabéticos, ya que deben evitar las subidas rápidas de glucosa en sangre.

    Problemas ocasionados por los alimentos de elevado índice glucémico
    Funciones de la insulinaEn primer lugar, al aumentar rápidamente el nivel de glucosa en sangre se segrega insulina en grandes cantidades, pero como las células no pueden quemar adecuadamente toda la glucosa, el metabolismo de las grasas se activa y comienza a transformarla en grasas. Estas grasas se almacenan en las células del tejido adiposo. Nuestro código genético está programado de esta manera para permitirnos sobrevivir mejor a los periodos de escasez de alimentos. En una sociedad como la nuestra, en la que nunca llega el periodo de hambruna posterior al atracón, todas las reservas grasas se quedan sin utilizar y nos volvemos obesos.
    Posteriormente, toda esa insulina que hemos segregado consigue que el azúcar abandone la corriente sanguínea y, dos o tres horas después, el azúcar en sangre cae por debajo de lo normal y pasamos a un estado de hipoglucemia. Cuando esto sucede, el funcionamiento de nuestro cuerpo y el de nuestra cabeza no está a la par, y sentimos la necesidad de devorar más alimento. Si volvemos a comer más carbohidratos para calmar la sensación de hambre ocasionada por la rápida bajada de la glucosa, volvemos a segregar otra gran dosis de insulina, y así entramos en un círculo vicioso que se repetirá una y otra vez cada pocas horas.
    Este proceso se le aplica al ganado para conseguir un engorde artificial a base de suministrarle dosis periódicas de insulina. De hecho, algunos científicos han llamado a la insulina "la hormona del hambre".
    Puntos a recordar "Los carbohidratos de alto índice glucémico pueden ocasionar problemas importantes en el control de la diabetes y en el de la formación de grasas"

    Tabla de índices glucémicos de los principales alimentos
    Sustituyendo los carbohidratos de bajo índice glucémico, especialmente en las meriendas o comidas aisladas, podemos mejorar la regulación del azúcar en sangre, reducir la secreción de insulina y ayudar a un programa de pérdida de peso. La tabla siguiente puede consultarse para elegir los alimentos de menor índice glucémico.
    INDICE   ALIMENTO
    110 Maltosa
    100 GLUCOSA
    92 Zanahorias cocidas
    87 Miel
    80 Puré de patatas instantáneo
    80 Maíz en copos
    72 Arroz blanco
    70 Patatas cocidas
    69 Pan blanco
    68 Barritas Mars
    67 Sémola de trigo
    66 Muesli suizo
    66 Arroz integral
    64 Pasas
    64 Remolachas
    62 Plátanos
    59 Azúcar blanco (SACAROSA)
    59 Maíz dulce
    59 Pasteles
    51 Guisantes verdes
    51 Patatas fritas
    51 Patatas dulces (boniatos)
    50 Espaguetis de harina refinada
    45 Uvas
    42 Pan de centeno integral
    42 Espaguetis de trigo integral
    40 Naranjas
    39 Manzanas
    38 Tomates
    36 Helados
    36 Garbanzos
    36 Yogur
    34 Leche entera
    32 Leche desnatada
    29 Judías
    29 Lentejas
    34 Peras
    28 Salchichas
    26 Melocotones
    26 Pomelo
    25 Ciruelas
    23 Cerezas
    20 FRUCTOSA
    15 Soja
    13 Cacahuetes

    Tuesday, August 14, 2012

    LAS SANACIONES DE JESÚS



    La actividad de Jesús como sanador ocupa un lugar notable en los evangelios. Si comenzamos a leer el evangelio de Marcos nos encontraremos enseguida con diversos relatos de sanación: curación de un leproso, de un paralítico, de un hombre con la mano seca, de una mujer con flujo de sangre, de ciegos, mudos, etc. Estos relatos de los evangelios se parecen bastante a otros que circulaban por entonces en el imperio romano atribuidos a personajes famosos. Por esta razón con frecuencia se ha pensado que los relatos de los evangelios podrían haber sido compuestos a partir de esos otros relatos de la época con el fin de presentar a Jesús como uno de los sanadores de entonces. Sin embargo, parece que en la tradición evangélica hay indicios suficientes para afirmar que de hecho Jesús realizó sanaciones.

    Después de someter los relatos evangélicos a una severa crítica, comparándolos con otros de la época, aún nos queda un fondo de tradición muy vinculada a las condiciones concretas de la vida en la Palestina del siglo primero que sólo pueden explicarse si realmente Jesús realizó estas sanaciones. Es cierto que el número de estos relatos pudo multiplicarse en el tiempo que media entre la vida de Jesús y la redacción de los evangelios, y que tal vez fueron razones ìmisionerasî las que provocaron esta ampliación, pero este mismo hecho exige que en el punto de partida hubiera datos que posibilitaran dicha ampliación.

    En las palabras de Jesús se da por supuesto que realizó este tipo de curaciones, pues las presenta como uno de los signos de su mesianidad (Mt 11,2-6 = Lc 7,18-23). Sus adversarios y otros testigos de estos signos realizados por Él no negaron el hecho de que hiciera tales cosas, sino que le criticaron por realizar sus curaciones en sábado o por no observar la Ley de Moisés. El historiador judío Flavio Josefo se hace eco de la fama que tenía Jesús como ìhacedor de obras portentosasî (Ant 18,63-64). El mismo Jesús se refirió a sí mismo dos veces utilizando la imagen del médico (Mc 2,17; Lc 4,23).

    Finalmente, las sanaciones figuran, junto con los exorcismos, en casi todos los sumarios de la actividad de Jesús. Esto significa que quienes redactaron los evangelios tenían la certeza de que Jesús había realizado ambas cosas.



    Nuestra perplejidad ante la actividad de Jesús como sanador es bastante explicable si tenemos en cuenta que nuestra forma de entender y vivir la salud y la enfermedad es muy diferente a la que tenían Jesús y sus contemporáneos. Los estudiosos de la Biblia se han dedicado durante mucho tiempo a estudiar la forma literaria de los relatos de sanación y su mensaje teológico, pero no han explicado lo más importante de estos relatos, que es precisamente contar las sanaciones que Jesús realizó. Para ello necesitamos acercarnos a su forma de entender y vivir la salud y la enfermedad, que es muy parecida a la de algunas culturas no-occidentales actuales.

    Los sistemas sanitarios suelen tener tres sectores: a) el popular (familia y vecinos), que es donde empieza a interpretarse y tratarse siempre la enfermedad; b) el profesional (médicos, instituciones sanitarias, etc), que en tiempos de Jesús estaba mucho menos desarrollado que entre nosotros, y además se basaba en principios muy diferentes a los de la medicina profesional de hoy; y c) el étnico, que aglutina una serie de medicinas alternativas y sobre todo a los sanadores populares. Las sanaciones de Jesús deben situarse en este tercer sector. Jesús fue un sanador popular al estilo de Elías, y se entendió a sí mismo como mediador de la sanación que viene de Dios.

    La explicación del origen de la enfermedad y sus causas era muy distinta a la que nosotros solemos dar. Entonces se pensaba que el pecado o los espíritus malignos eran los causantes de la enfermedad. Para ellos la enfermedad no era sólo una patología física, sino que tenía dimensiones sociales y sobrenaturales. La enfermedad y la sanación eran percibidas entonces de una forma mucho más global que ahora.

    Otro aspecto que conviene tener presente es que la enfermedad marcaba entonces negativamente a las personas mucho más que hoy. El hecho de estar enfermo, y sobre todo ciertas enfermedades (leprosos, ciegos, etc) tenían connotaciones muy negativas y hacían del enfermo una persona estigmatizada, que era marginada por la sociedad.

    Para entender las sanaciones de Jesús es conveniente también conocer estrategia terapéutica que seguían entonces los sanadores populares. Es muy diferente a la que sigue la medicina científica occidental. Este tipo de sanadores compartía la visión del mundo, de la salud y de la enfermedad que tenían sus ìpacientesî; aceptaban los síntomas que les presentaban; trataban a sus pacientes en público; y en general estaban más cercanos a la situación social del enfermo. Todos estos rasgos aparecen en las sanaciones de Jesús.



    Las sanaciones realizadas por Jesús, sobre todo cuando las situamos en el contexto de lo que entonces significaba la enfermedad y la salud, revelan aspectos muy interesantes de su actuación.

    En primer lugar nos muestran una imagen de Jesús que hoy nos resulta más difícil de aceptar. Nuestra cultura nos predispone para imaginar a Jesús como un maestro, que pronunciaba parábolas y sentencias llenas de sabiduría, o como un profeta que anunciaba la llegada de un mundo mejor. Y sin embargo, la imagen de Jesús como un sanador popular que pasó curando a la gente es tan real como la anterior. Al actuar así, Jesús empalma con la tradición de Elías. Esta reflexión nos invita a descubrir los aspectos de Jesús que nuestra cultura tiende a colocar en la penumbra.

    En segundo lugar, las sanaciones de Jesús muestran su cercanía a los marginados. Los enfermos, y por causa de ellos sus familias, tenían que soportar una situación de sospecha y marginación. La idea que entonces se tenía de la enfermedad acentuaba esta condición social de marginación (recordemos p.e. la situación de los padres en el relato de la curación del ciego de nacimiento de Jn 9). El hecho de que Jesús se acerque a ellos y se deje tocar por ellos, o de que los cure de formas poco ortodoxas, era un atentado contra las normas de pureza que gobernaban la sociedad palestina del siglo primero. Jesús no tuvo inconveniente en transgredir estas normas, pues sólo así podía acercarse a los que estaban en situaciones más marginales.

    Finalmente, sus curaciones son un signo de que el Reinado de Dios está empezando a llegar. Los profetas habían anunciado que la curación de los cojos, ciegos, sordos, etc sería el signo de que se cumplían las promesas de Dios. Jesús se refiere a esta profecía para explicar sus curaciones (Mt 11,2-5 = Is 35,5-6).

    PARA IMPLORAR LA SALUD DE UN ENFERMO


    DIOS TODOPODEROSO,
    DADOR DE LA SALUD
    Y REMEDIO DE TODOS LOS MALES,
    CONCEDE TAL SEGURIDAD DE TU PRESENCIA EN
    EN ESTE ENFERMO,
    QUE PUEDA TENER PLENA CONFIANZA EN TI,
    A FIN DE QUE, ENVUELTO EN TU AMOR
    Y EN TU PODER,
    PUEDA RECIBIR (NOMBRE DEL ENFERMO).,
    LA SALUD Y LA SALVACIÓN, SEGÚN TU LIBRE
    VOLUNTAD. EN MEDIO DE SUS SUFRIMIENTOS
    PONGO EN TI MI CONFIANZA.

    PADRE MISERICORDIOSO,
    TU QUE CONOCES HASTA DONDE LLEGA LA BUENA
    VOLUNTAD DEL HOMBRE,
    TU QUE NUNCA NIEGAS EL PERDÓN A LOS QUE
    ACUDEN A TI,
    COMPADÉCETE DE TU HIJO/A (NOMBRE DEL ENFERMO).,
    TE PEDIMOS QUE,
    AYUDADO POR LA ORACIÓN DE NUESTRA FE,
    SE VEA ALIVIADO EN SU CUERPO Y EN SU ALMA,
    OBTENGA EL PERDÓN DE SUS PECADOS
    Y SIENTA LA FORTALEZA DE TU AMOR.

    SEÑOR JESUCRISTO,
    REDENTOR DE LOS HOMBRES,
    QUE EN TU PASIÓN
    QUISISTE SOPORTAR NUESTROS SUFRIMIENTOS
    Y AGUANTAR NUESTROS DOLORES,
    TE PEDIMOS POR (NOMBRE DEL ENFERMO).,QUE ESTA ENFERMO/A:
    TU, QUE LO HAS REDIMIDO9,
    AVIVA EN EL/ELLA LA ESPERANZA DE SU SALVACIÓN
    Y CONFORTA SU CUERPO Y SU ALMA.
    TU, QUE VIVES Y REINAS POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS. AMEN.