Sunday, January 22, 2012

El pergamino de Luis. Un cuento sobre la Confesión

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Ya era casi la hora de acabar el turno en la planta y Francisco estaba muy preocupado, se le veía en el rostro un afán por salir cuanto antes de la fábrica. Cuando vio entrar a Luis se alegró mucho de poder entregarle el reporte del turno y poder salir cuanto antes. Francisco quería alcanzar a llegar a la Eucaristía de la noche y poder confesarse con el Padre Gregorio, hace mucho que lo había pospuesto y ya era hora de recuperar la gracia de Dios.

Luis lo saludó: - Hola Francisco, ¿cómo estuvo el turno?
- Bien Luis, la línea 1 logró sacar 10.000 ejemplares de la revista de vehículos y la línea 2 tuvo algunos problemas mecánicos con la rodillería, pero logramos hacer el cambio para poder iniciar los 20.000 folletos que pidieron del almacén de ropa.
- ¡Vaya pero te rindió! Deberías estar alegre pues bien sabes que aún estamos caídos con las metas del mes.
- Si Luis, eso me alegra pero es que estoy un poco de afán.
-¿ Y eso? ¿para donde vas?
- Hmm, eehh, voy para la Iglesia dijo Francisco, frunciendo el ceño sabiendo la respuesta esperada de Luis.
- ¡Ahh! tú y tus cuentos religiosos. ¿Cual es el afán, ir a comerte una galleta? Cuando quieras te llevo al culto de mi Iglesia para que veas lo que es poder de Dios.
- Luis, tú no entiendes. Quiero confesarme hoy y por eso tengo afán.
- ¿Confesarte? no me hagas reír. ¿De cuando acá un pecador peor que yo me va a perdonar los pecados? ¿Acaso no has leído en la Biblia que sólo Dios puede perdonar los pecados?
- Luis, pero no es el sacerdote quien perdona, ni sus pecados los que le quitan poder a Dios.
- Ay Francisco, cuando entenderás que estás errado. Esa Iglesia te hace creer que los sacerdotes perdonan pecados para mantenerlos atemorizados y hacerles creer que sólo ellos pueden ser usados por Dios.
- Luis, se me va a hacer más tarde pero quiero pedirte un favor especial. Francisco sacó un papel del bolsillo y escribió algo, luego se lo entregó a Luis y le dijo: - coloca estos textos en un papel pergamino y en un papel periódico y mañana me los muestras.
Luis quedó extrañado ante la solicitud de su compañero pero no vio problema en complacerlo. Francisco salió volado con el fin de poder alcanzar a participar de la Eucaristía y confesarse.

Al día siguiente Luis estaba sentado en el escritorio, hojeaba y hojeaba los dos papeles que había pedido Francisco que elaborara. No emitía palabra y se le notaba la curiosidad de saber que le diría Francisco, aunque por lo que decía el papel se podía imaginar que era.
Francisco cruzó la puerta muy despacio, como para ganar tiempo analizando el rostro de Luis, quien al ver a su compañero se levantó de la silla, agarró su abrigo y soltó los papeles que tenía en la mano, dejándolos caer como hojas en pleno otoño.
Luis se veía perturbado mientras Francisco se veía muy alegre y radiante, a quien no le quería preguntar para no saber cual era el motivo de su alegría. Francisco rompió el hielo y le dijo: - gracias. Estas palabras obviamente hicieron que Luis se girara y mirara a Francisco y le dijera con un gran desahogo por no tener que haber iniciado el diálogo: -¿por?
- Por hacer el favor que te pedí. Anoche no tuve la oportunidad de que me escucharas pero hoy con este ejercicio quiero que puedas analizar antes de juzgar. Francisco llamó a Felipe que estaba en ese momento pasando por la oficina.
- Entra Felipe. ¿Cómo estás?
- Con sueño, no dormí bien pero hoy espero rendir en el trabajo.
Francisco tomó un el pergamino y se lo entregó a Luis, y él se quedó con el papel periódico. Le dijo a Felipe: - quiero que escuches lo que te va a leer Luis y luego lo que te voy a leer yo. Luis ahora sí que no entendía lo que quería hacer Francisco.
- Luis, por favor lee lo que está escrito dijo Francisco.
Luis tomó aire y sabiendo que era muy importante lo que contenían esas líneas proclamó:

El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente.
Y todo esto procede de Dios, que nos reconcilió con él por intermedio de Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación.
Porque es Dios el que estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo, no teniendo en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos la palabra de la reconciliación.
Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense reconciliar con Dios. (2 Cor 5, 17-20) ya que fue el mismo Cristo quien dijo:

Luis se detuvo como si fuera la primera vez que leyera este texto, pero en un intento de poder ganar su batalla interior continuó:

"Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen,
y serán retenidos a los que ustedes se los retengan" (Jn 20, 22-23) porque nosotros llevamos ese tesoro en recipientes de barro, para que se vea bien que este poder extraordinario no procede de nosotros, sino de Dios (2 Cor 4, 7)

Al terminar, Luis se quedó meditando lo que acababa de leer. A su mente llegaron inmediatamente las palabras que le había dicho a Francisco la noche anterior: - ¿Confesarte? no me hagas reír. ¿De cuando acá un pecador peor que yo me va a perdonar los pecados? ¿Acaso no has leído en la Biblia que sólo Dios puede perdonar los pecados? Ay Francisco, cuando entenderás que estás errado. Esa Iglesia te hace creer que los sacerdotes perdonan pecados para mantenerlos atemorizados y hacerles creer que sólo ellos pueden ser usados por Dios.

Francisco trató de romper el hermetismo en la sala y empezó a leer su papel. Era el mismo texto que acaba de leer Luis. Felipe se sorprendió que Francisco leyera el mismo texto de Luis, Francisco le preguntó:
- Bueno Felipe, ¿dime cual de los dos textos te gustó mas?

La pregunta sí que sorprendió a Luis y a Felipe pues no entendían qué buscaba Francisco. Felipe respondió:
- pero Francisco si ambos leyeron el mismo texto.

- Francisco dibujó una sonrisa en su rostro y le preguntó: - Pero no puede ser, ¿No ves que un texto fue leído por dos personas diferentes y utilizamos dos papeles diferentes? Tiene que haber diferencia.

- Luis entró al diálogo y afirmó enérgicamente: - Pero que importa eso, lo que importa es el mensaje, ¡lo que importa es que es Palabra de Dios! ¿Qué le quita o qué le pone el papel en que esté o la persona que lo lea?

Francisco para equilibrar la fuerte voz de Luis y viendo que estaba a punto de lograr su cometido le djo: -Luis, ¿qué le quita o qué le pone el sacerdote al perdón de Dios? lo importante no es el sacerdote sino lo que dice el sacerdote cuando nosotros nos confesamos. Así como a la Palabra de Dios no la limita el papel o la voz, así el perdón que Dios nos da en el sacramento no se limita por los pecados del sacerdote.

Luis se quedó paralizado al ver que los argumentos que usó fueron los mismos usados por Francisco, quien continuó: - la única razón para que no aceptes recibir el sacramento de la Confesión sería porque lo acabaste de leer no fuera Palabra de Dios. Ese "pecador" como despectivamente llamas al sacerdote es el embajador de Cristo, quien obra poderosamente en él a pesar de ser un vaso de barro, debido a la promesa que les dio por la acción del Espíritu Santo. Luis, si esto que acabo de decir es mentira entonces tiene razón lo que me dijiste ayer del sacerdote.

Luis no pudo sostener tal argumentación y menos delante de Felipe, por lo que tuvo que reconocer que tenía razón: - Francisco, reconozco que me he equivocado, he juzgado a tu Iglesia por los prejuicios de la mía, pero agradezco esta oportunidad para poder entender eso que ustedes llaman confesión, y te aseguro que le pediré mucha luz a Dios para confirmar que estás en lo correcto.
Felipe empezó a derramar una pequeña lágrima por sus ojos y les dijo: - anoche que llegué a mi casa volví a discutir con mi esposa. Nos gritamos y dijimos cosas muy feas, la verdad estaba muy alterado, incluso no dormí bien. Pero esta mañana cuando venía para acá le pedía a Dios mentalmente que me dijera cómo podía arreglar las cosas con mi esposa, que me ayudara a cambiar y le pedí una señal. Acercándose al escritorio tomó el papel periódico y les dijo: - este pergamino es la señal, lo que dicen estas líneas son la forma en que Dios quiere que me reconcilie con él. Gracias muchachos.

Ante todo esto Luis miró el reloj y vio que ya estaban a punto de hacer el cambio de turno, tomó el pergamino y dijo: este pergamino lo llevaré a mi casa y lo voy a enmarcar para recordar el día en que Dios me enseñó la lección de su perdón.

Ya sonó la sirena, vamos a iniciar el día!!


Anwar Tapias

"El coraje de Ser Católico"


Fuente: Libro "El coraje de ser católico", del Padre Ángel Peña

El mundo y la Iglesia necesitan católicos militantes, católicos orgullosos de su fe, que sientan la alegría y la obligación de compartirla con los demás. Se necesitan católicos convencidos que vivan lo que creen y sientan necesidad de dar testimonio de su fe. Si todos los católicos fueran militantes, el mundo sería distinto. Pero ¿qué has hecho tú hasta ahora por compartir tu fe? ¿Sientes el celo de Jesús por salvar a tus hermanos? ¿Acaso no te importa que haya muchos que por ignorancia, debilidad o cobardía, sigan el camino de su perdición terrena y eterna?

Dios te ha regalado muchas cualidades para que las compartas. Ponte en acción, habla, aconseja, da testimonio, lucha por la verdad y la justicia… Haz algo, no te quedes con los brazos cruzados. Al menos, ora y ofrece tus sufrimientos por la conversión de los demás. Dios te necesita y espera mucho de ti. No le digas que no tienes cualidades o que no tienes tiempo. No pongas excusas, haz algo para iluminar el mundo y la vida de tus hermanos.

Sé alegre, contagia tu optimismo. No te avergüences de ser lo que eres. Como diría Píndaro: Conviértete en lo que eres. Sé católico de verdad. Ora mucho, vete frecuentemente a visitar a Jesús Eucaristía para recibir fuerza, y ADELANTE. No te dejes vencer por el desánimo, aunque veas pocos frutos. Siempre ADELANTE, ayuda, conforta, aconseja, habla, enseña y comparte tu fe.

¿Recuerdas la mitología griega? En ella se habla del minotauro, un monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre, fruto de los amores de Pasífae y un toro blanco, al que el rey Minos encerró en un laberinto donde todo el que penetraba quedaba atrapado sin poder encontrar la salida. Pero Teseo, héroe ateniense, logró matarlo y consiguió encontrar la salida, gracias al ovillo que Ariadna, hija de Minos y Pasífae, le había proporcionado. Pues bien, el hombre actual está metido en un laberinto de pasiones y de ideas confusas; no conoce el camino de la verdad y de la felicidad auténtica. Para salir de ese laberinto moderno, se necesita el ovillo de la oración que nos lleva a Dios. Sin la oración, el hombre se pierde entre los vericuetos de las opiniones del mundo moderno y se aleja de Dios y de la verdadera felicidad. Tú debes ser una persona de oración y enseñar a los demás a orar. La oración será para ellos el lazo de unión con Dios y la fuerza para superar las tentaciones y dificultades de la vida.

En ocasiones, se necesita mucha fortaleza para oponerse a las ideas y costumbres del mundo que nos rodea. Por eso, se necesitan médicos católicos que defiendan la vida a capa y espada, y sean excelentes en su labor. Necesitamos maestros católicos, que enseñen siempre la verdad y no se dejen sobornar por la mentira. Necesitamos historiadores y científicos católicos que descubran la verdad, filósofos católicos, que ayuden a encontrar el sentido de la vida. Y también se necesitan ingenieros, abogados y empresarios de conducta intachable e insobornable. Se necesitan políticos católicos, que velen por el bienestar de todos y no claudiquen ante la mentira, la corrupción o la cultura de la muerte. Necesitamos artistas católicos que creen obras de arte que perfumen nuestro mundo con la belleza sin tener acudir a groserías ni denigrar los valores sagrados. Necesitamos literatos católicos y comunicadores que proporcionen la verdad a través de los medios de comunicación. En una palabra, se necesitan católicos que trabajen por un mundo mejor, pero siguiendo los principios cristianos del amor, la verdad, la solidaridad y la paz.

Se necesitan sobre todo santos, que vivan la fe en plenitud y con su ejemplo nos ayuden a seguir su camino. Santos que sean intercesores nuestros ante Dios. Santos que nos den ejemplo de alegría y amor a Dios y a los demás. Estamos llamados a la santidad y a no quedar entre el barro de los vicios y placeres. Por eso, no podemos avergonzarnos de ir a misa y rezar el rosario. Más bien, debemos sentirnos felices por conocer y amar a Jesús Eucaristía y a María nuestra madre.

Ser católico es un regalo y un privilegio. Es tener la verdad que nos enseñó Jesucristo.

¿Por qué el ayuno sana y libera?



Extractos del libro:

¿Por qué el ayuno sana y libera?

Autor: Sor Emmanuel

¿Porque Satanás se debilita tanto cuando ayunamos? En cuanto hacemos una ofrenda a Dios que concierne a nuestro cuerpo, podemos decir que nos damos verdaderamente. Es fácil dar dinero, tiempo, decir una buena palabra, o dedicarnos a tal o cual servicio; pero el ayuno compromete no sólo nuestro cuerpo sino también algo vital. El alimento es una cuestión de supervivencia. Forma parte de nuestras costumbres más profundas, ontológicas. Como muy bien lo dijo el Padre Slavko, “el ayuno pone de manifiesto nuestras dependencias”. Cuando ayunamos a pan y agua hay carteles luminosos que se encienden en nuestros sentidos: ¡café! ¡Cigarrillos! ¡Vino! ¡Chocolate…! Pero la Virgen no viene para señalar nuestras dependencias; sino para liberarnos de nuestras ataduras. Entonces caemos en la cuenta de hasta que punto estábamos sujetos a nuestros horarios, a nuestras costumbres. Cuando comencé a ayunar a pan y agua, mi primer descubrimiento fue la alegría de la libertad: podía comer o no comer; me daba lo mismo.

Una iglesia fundó una orden religiosa a pedido de la Santísima Virgen. Un día le pregunté si Ella le había sugerido el ayuno para su comunidad. “Sí, sí. Nosotras ayunamos todos los días de 16 a 18”. Entonces me largué a reír, pero ella me aclaró: “Entre las 16 y alas 18, para nosotros los ingleses, es le tea-time” ¡Si le sacamos el tea-time a un inglés, deja de ser inglés! (cada pueblo tiene sus propias ataduras)

Los apóstoles no se sentían molestos cuando no tenían tiempo para comer. Poco les importaba tener que pasar por alto una comida, pues la obra de Dios era tan intensa que estaban plenamente abocados a ella.

Cuando damos de nuestro cuerpo es señal de que nos hemos verdaderamente entregado a Dios. De alguna manera, el ayuno crea un vacío en nosotros, un espacio en nuestra alma, en nuestro cuerpo, en nuestro corazón. Cuando no estamos ocupados en comer, hay un lugar que se libera y que Dios viene a ocupar como nunca lo había hecho aún; un territorio nuevo en nuestra vida del cual Dios puede tomar posesión. Y por eso quienes ayunan tienen una sensibilidad y una delicadeza espiritual especiales. Están mucho mas inspirados que quienes no lo hacen. Veamos cómo procedían los primeros cristianos: “Un día mientras celebraban el culto del Señor y ayunaban, el Espíritu Santo les dijo: " Resérvenme a Saulo y a Bernabé. Ellos después de haber ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron, Saulo y Bernabé, enviados por el Espíritu Santo, fueron a Seleucia…..”(Hch 13,2-4)

Una madre de familia mexicana que ayunaba dejó de hacerlo, retomándolo luego. Ella me contó que durante el tiempo en que había dejado de ayunar, sintió que en alguna manera había perdido la intuición especial que tenia con sus hijos que eran muy pequeños, para hablarles, para explicarles la vida e introducirlos en las realidades del mundo. Pero desde que reanudó sus ayunos, comprobó que estaba nuevamente inspirada. Las ideas le venían espontáneamente, sentía que el Espíritu Santo la iluminaba y que sus hijos la escuchaban con mucha atención; ella encontraba la palabra justa para ayudarlos. Hermoso ejemplo de este nuevo espacio que el Espíritu Santo toma en nosotros a través del ayuno; de esa habitación suplementaria de la Trinidad que permitimos que Dios ocupe en nosotros.

Thursday, January 5, 2012

SANACIÓN DEL ALMA Padre Emiliano Tardif.

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"Recorrió Jesús toda Galilea enseñando, proclamando la Buena Nueva del Reino, curando toda dolencia y enfermedad en el pueblo." Jesuscristo ayer, hoy y siempre. No se ha agotado su poder sanador.

HABLA  EL PADRE EMILIANO TARDIF

"Yo siempre anuncio primero a Jesús y reafirmo la fe. Luego, oro por la sanación del pecado mediante la conversión, y, sólo después, hago oración por las enfermedades físicas".

Dios nos quiere no sólo sanos, sino completamente sanos: del cuerpo y alma. Y también en nuestras relaciones interpersonales. En ningún retiro he dejado de ver sanaciones sensibles. Pero esto no quiere decir que todos los enfermos deban ser sanados. Los milagros son signos del poder de Dios, que muestran que Jesús está vivo y sirven para el crecimiento de nuestra fe.

No conviene orar por sanación sin evangelizar. No debemos comenzar a orar por sanación física de golpe, sin preocuparnos de la vida espiritual del enfermo. Si nos dicen que está muy lejos de Dios, debemos ayudarle a que se arrepienta de sus pecados.

El caso del paralítico a quien primero se le perdonó el pecado y luego se le sanó, es clásico para trabajar en este ministerio. Si el ministerio de sanación se redujera a la sanación física, sin preocuparse de la vida de fe, no valdría la pena tener ese carisma.

¿Mi mensaje? Manifestar que Jesús está vivo en su Iglesia. Cada día entiendo que lo importante no es hablar de Jesús, sino dejarlo actuar con todo el poder de su Santo Espíritu. Jesús vino a liberar a su pueblo del pecado, y de las consecuencias del mismo que son la enfermedad y la muerte.

SANACIÓN INTERIOR

Lo más hermoso que he encontrado en la Renovación Carismática es lo que se llama "la sanación interior". Así como nuestro cuerpo es atacado por diferentes enfermedades, también interiormente podemos estar enfermos de complejos, miedos, rencores y todo tipo de inseguridades. Multitud de casos físicos son sólo síntomas de desajustes psicológicos que, al ser curados, desaparecen.

Si nuestros sentimientos fueron heridos, nos volvemos desconfiados. Si recordamos que alguien nos traicionó, sentimos rechazo contra todos. A veces hemos sido defraudados en el amor, y desde entonces nuestro corazón se cierra a toda manifestación de cariño.

Sin embargo, Jesús ha venido a curar los corazones destrozados y nos ofrece un corazón nuevo. Es maravilloso descubrir cómo el Evangelio está lleno de este tipo de sanaciones.

¡Cuántas veces queremos mejorar, pero no podemos!. Nos falta fuerza de voluntad y nuestro carácter no puede superar las adversidades. Otras veces creemos que son los otros lo que deben cambiar y se lo exigimos, sin resultados. Al contrario, parece que se acentúa más el problema. Todos estamos heridos y por eso no tenemos fuerzas para superar nuestras limitaciones.

Yo, personalmente, he vivido la gracia de la sanación interior. Durante toda mi vida había tenido problemas al menor contacto con la sangre. Cuando me tocaba atender a un moribundo que sangraba, era un gran sacrificio y, por más esfuerzo que hacía, no llegaba a controlarme.

Viendo una película de guerra donde había mucha sangre, comencé a sudar frío y creí que me iba a desmayar. Me sentía mal, y tuve que salirme.

Un día vino Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo a dar un retiro. Durante la Misa oró por la sanación de las heridas de la memoria, recorriendo las distintas etapas de la vida. Mientras oraba por la sanación de las heridas de la niñez, yo recordé que cuando tenía cinco años, un día me enfadé con mi hermano de seis años. Yo tenía un cortaplumas en la mano y se lo tiré. Le cayó en el brazo y comenzó a brotar mucha sangre. Me asusté mucho al ver su brazo teñido de rojo. Aunque me olvidé de aquel incidente, me quedó un problema cada vez que veía sangre. Mientras Mons. Uribe oraba, me vino a la mente este acontecimiento y le pedí al Señor que me sanara de este recuerdo.

Después he ido a los hospitales a ver enfermos con heridas de accidentes graves y ya no me produce esa reacción de hemofobia. Gracias a esta sanación interior estoy curado.

HAY MUCHA GENTE HERIDA:

El Señor sanó en mi esta herida de la memoria y -a partir de esta sanación de los recuerdos- entiendo mejor ahora la importancia de la sanación interior. Si a mi me producía malestar cuando veía sangre, a otros una herida emocional les produce malestar ante la autoridad, porque tal vez su padre los trató con dureza. Muchos hijos son rebeldes a causa de sus heridas emocionales y tratan de protegerse de toda imposición.

Hay mucha gente, herida en su memoria por acontecimientos del pasado, que necesitan sanarse porque esa lesión profunda tal vez produce temor o tristeza. He visto gente que lleva en su corazón una gran amargura que la hace antipática, y ella misma rechaza toda muestra de afecto. Ellos no quieren sufrir ni hacer sufrir, pero están heridos y contagian su dolor a todo lo que les rodea.

Jesús es el sol de justicia y puede sanar esas heridas causadas por las injusticias de la vida. Como para curar algunas enfermedades se toman baños de sol, al estar delante de Jesús, Él va sanando las heridas emocionales de la vida.

El corazón se va liberando del sentimiento del odio, rencor o amargura, y ese lugar es ocupado por el amor que brota a raudales del corazón de Jesús.

Muchos condenan a los demás diciendo: "Es un hombre perverso". Pues bien, no hay perversos: lo que hay son hombres y mujeres que luchan con problemas que los aplastan. Jesús vino a romper nuestras cadenas y a darnos la libertad. Lo que nos parecía perverso era simplemente algo que Jesús tenía que sanar.

JESÚS CURÓ TODAS LAS ENFERMEDADES

Hay cuatro clases de enfermedades:

La de nuestro espíritu, causada por el pecado personal.
La emocional causada por las heridas y sentimientos del pasado. Abarcan nuestra vida psíquica.
La enfermedad física del cuerpo.
Puede darse también la opresión del maligno.

Jesús sanó todas estas enfermedades. Perdonó los pecados al paralítico y a la pecadora. Curó ciegos, leprosos, sordomudos, y a los que sufrían por toda suerte de enfermedades; arrojó el demonio de muchos posesos y dio paz y su consuelo a muchos.

La lectura del Evangelio nos enseña claramente cómo nuestro Salvador es "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" y que, movido por su amor a todos nosotros, cura las enfermedades y libera del maligno a cuantos están poseídos por el mal.

PASÓ HACIENDO EL BIEN

El Evangelio nos habla de las curaciones de todo orden que realiza Nuestro Señor, movido siempre por su inmenso amor a todos:

San Mateo nos dice: "Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; El expulsó a los espíritus con su palabra y curó a todos los que se encontraban mal. Así se cumplió el oráculo del profeta Isaías: "El tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades (Mt 8, l6-17).

Esta caridad de Jesús que "cargó con nuestras flaquezas y enfermedades" explica, la multitud y variedad de curaciones que hizo durante su vida pública, porque sentía una gran compasión. El ciego de Jericó le grita: "Hijo de David, Jesús, ten compasión de mi", y el Señor le dice: ¿qué quieres que te haga? (Mc 10,47-51).

También las curaciones fueron efectuadas por Jesús para que su Padre fuera glorificado. Oigamos también a San Mateo: "Y los sanó: de manera que se maravillaban las gentes viendo hablar a los mudos; los mancos sanos; andar a los cojos y ver a los ciegos; y glorificaban al Dios de Israel" (Mt 15, 30-31).

EL QUE ORA POR UN ENFERMO

Debe reflejar el amor y la unción de Jesús. Estar libre de todo deseo personal, de comprobar resultados buenos. Muchas veces queremos defender nuestro buen nombre y no el amor de Dios.

Si oramos con miedo y dudas, fracasará nuestra oración. Tenemos que orar como servidores del Señor sin temor al fracaso. Cuando se ora con amor y fe nunca se fracasa, aunque los efectos buenos no aparezcan.

El don de sanación no es un poder que yo poseo para hacer lo que quiera con él. Es la manifestación del amor del Espíritu Santo que obra, a través de mi, para ayudar a alguien. Soy su instrumento libre. El es el agente principal.

Algunas veces Dios se vale de mi y otras no. Es el Señor y obra como quiere. Esto nunca lo debemos olvidar. Así nos conservamos humildes, pues "somos siervos inútiles".

En toda oración por la salud se invoca el poder de Dios, pero el primer puesto lo debe tener el amor. "Si tengo fe, capaz de mover las montañas pero no tengo amor, nada soy" (1Co 13, 2-3).

¿POR QUÉ NO NOS CURAMOS?

Falta de fe: Los discípulos no pudieron curar al epiléptico endemoniado por falta de fe (Mt 17, 14). Tenemos que crecer en la fe para que el Señor nos use más.

No querer la curación: Algunos encuentran en la enfermedad una autodefensa, no quieren salir de ella y bloquean inconscientemente la sanación. No debemos orar por quien no desea ser curado.

El pecado: La sanación interior no se obtiene mientras no nos arrepintamos del odio, etc. Nuestro Señor primero perdonó al paralítico y luego lo curó.

No orar por el caso concreto. En la oración por sanación interior es necesario descubrir la raiz profunda del mal y orar por su destrucción y sanación. Encontrar el problema inicial.

Un falso diagnóstico:

Orar por sanación física cuando se requiere sanación interior del mal que causa la enfermedad física. Orar por sanación interior cuando hay problemas físicos o se necesita liberación especial.

No ir al médico como medio de Dios para curar. El médico y las medicinas son los medios que ordinariamente usa Dios para sanarnos.

No usar los medios naturales para no enfermar: Descanso, higiene, prudencia. Si no empleas los medios ordinarios para conservar la salud, no pidas recobrarla por medios extraordinarios.

Falta de constancia . Recordemos que la "oración asidua es muy poderosa". Muchas curaciones no se completan por falta de perseverancia en la oración.

EL TIEMPO DE DIOS

Unas veces el Señor nos sana al instante. Otras veces lo hace gradualmente. Otras no lo hace nunca por razones que El sabe. Perseveremos orando. Quizás no es aún la hora de Dios.

Quizás quiere que sea otra persona el instrumento para curarle. Nuestra oración tiene buen éxito sólo cuando Dios nos llama para que oremos por una persona concreta.

Puede ser que el ambiente lo impida. Si allí no hay paz, amor, oración, sino odio, frivolidad, etc. no se da la sanación.

Cuidado con decir que falta la fe. Cuando alguien no es curado pueden darse otras razones, que expliquen su no curación. La sanación es un misterio del amor divino.

IMPOSICIÓN DE MANOS

La oración de sanación cuando va acompañada de la imposición de manos tiene una fuerza especial por varias razones:

· Porque el gesto de imponer las manos es profundamente bíblico.

· Esta imposición de manos es un gesto de comunión fraternal que hace experimentar al enfermo la auténtica compasión del que lo acompaña.

· Con frecuencia, este contacto es el medio que usa el Señor para hacer llegar al enfermo su poder de sanación.

SANACIÓN FÍSICA: ACLARACIONES

No toda sanación es milagrosa como creen algunos. San Pablo, cuando enumera algunows carismas en la 1 Carta a los corintios cita primero el don de curaciones y a continuación el de operaciones milagrosas (12,9). Esta aclaración es muy importante para la recta comprensión de este carisma.

El ministerio de sanación no desprecia la acción médica ni prescinde de ella. El capítulo 38 del Eclesiástico honra la persona y la profesión del médico, pero nos recuerda que toda sanación viene del altísimo.

Este ministerio de Sanación se desempeña mejor por medio de un equipo, ya que hay más riqueza de carismas y se evita el peligro del orgullo. Nadie puede afirmar que fue el instrumento exclusivo del Señor.

El ministerio de sanación se ejerce por medio de la oración de sanación. Oramos al Padre por Cristo para que glorifique a su Hijo por medio de esta sanación. Por eso es sanación de Jesús.

El mejor ministro de sanación será el que viva el profundo amor del Señor en su vida y comunique este amor y la ternura de Dios a sus hermanos enfermos.

EL RIO DE AGUA VIVA (Ez 47, 8-9)

"Esta agua va hacia la región oriental baja a la Arabá, desemboca en el mar, en el agua hedionda y el agua queda saneada. Por dondequiera que pase el torrente, todo ser viviente que en él se mueva, vivirá. Los peces serán muy abundantes, porque allí donde penetra esta agua lo sanea todo y la vida prospera en todas partes adonde llega el torrente" (Ez 47, 8-9). Esta es la acción del Espíritu Santo, que sana todo lo enfermo y, después, da una gran fecundidad y riqueza espiritual. Su luz penetra en los rincones oscuros en donde hemos encerrado tantos sentimientos dolorosos. Su amor cala, en nuestros corazones y va derribando los muros que ha levantado el rencor y el odio que se ha ido acumulando en nosotros a lo largo de la vida.

HABLA UN MÉDICO PSICOLOGO CRISTIANO.

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Creo que la oración tiene el poder de transformar la vida de las personas porque he visto su acción en mi trabajo como psicólogo cristiano.

Jesús enseñó a sus discípulos no sólo a predicar y evangelizar, sino también a curar a los enfermos y expulsar demonios (Lc 9, 1-6).

De hecho, cada vez que rezamos el Padre Nuestro, estamos pidiendo sanación y liberación, porque esta hermosa oración termina diciendo "líbranos del mal".

NUESTRA RELACIÓN MÁS ESENCIAL

La psicología clínica consiste en sanar las relaciones. Los cristianos que tienen dificultades para relacionarse con sus semejantes, con Dios y consigo mismos, suelen buscar la ayuda profesional de alguien que comparta sus propias creencias y valores. Las dificultades que experimentan provienen, por lo general, de factores ajenos a ellos mismos. Quizás los trataron mal o tal vez han tenido deficiencias físicas que les impedían hacer amistades.

A veces, la raiz del problema es el pecado personal. En realidad, lo más frecuente es que las causas sean una combinación de varios de estos factores.

Creo que la oración es eficaz porque nos lleva al punto de nuestra relación más fundamental: la relación con Dios. En mi carácter de terapeuta, insisto en que orar es conversar con Dios. Pero muchos de mis pacientes suelen hacerme esta pregunta: "¿Cómo puedo conversar con alguien a quien realmente no conozco?" Les contesto que es posible conocer a Dios rezando y esforzándose por entender la grandeza del universo y el milagro de la vida. También conviene reconocer que, en lo profundo del corazón, buscamos un amor perfecto, algo que sólo Dios puede dar. Finalmente –y esto es lo más importante- el Señor nos ha dado las Escrituras y el ministerio de la Iglesia. Podemos conocer a Dios y su plan de salvación para nosotros.

A medida que estos pacientes hacen oración y leen la Escritura comienzan a experimentar a Dios personalmente. Algunos tienen, por primera vez en su vida, un encuentro con Jesús. Como resultado, van curándose de sus dolencias y se ven libres de los sentimientos negativos que han dominado su existencia y trastornado sus relaciones.

CÓMO SE SANA EL SER INTERIOR

A los pacientes que llegan buscando la sanación cristiana los invito a aceptar la presencia de Jesús en su vida pasada, presente y futura. Cristo puede hacerse cargo de los recuerdos del pasado y sanarles las heridas que todavía les causan dolor. Les pido que se imaginen que Jesús recorre con ellos la senda de sus recuerdos del pasado hasta llegar a los momentos precisos en que fueron heridos, y luego los invito a pedirle a Cristo que los libre de los efectos que esas heridas tienen en el presente. Al hacer esto, he visto que Jesús les llena el corazón, que hasta entonces estaba vacío, con su amor y su perdón. Lo más sorprendente es que, a veces, el amor de Cristo mueve a las personas a perdonar a quienes las hirieron tan profundamente.

Quisiera citar algún ejemplo A fin de proteger la privacidad de las personas, este relato no se refiere a nadie en particular; pero representa los casos que he ido viendo, durante más de diez años de práctica privada y estudio.

CUANDO SE DERRUMBA LA BARRERA EXTERNA

Un sacerdote, al que llamaremos Padre Juan, me vino a ver para que le ayudara a resolver su tendencia a distanciarse de los demás. Cuando niño, era muy delgado y sin aptitudes deportivas, los demás se burlaban de él y siempre quedaba el último cuando se formaban los equipos. Sintiéndose fracasado en los deportes, trató de reforzar su dignidad obteniendo notas excelentes en los estudios. Pero los maestros empeoraron la situación cuando empezaron a ponerlo como ejemplo, razón por la que sus compañeros lo amenazaban u golpeaban. Juan soportó todo esto en silencio hasta que pudo escaparse al seminario, donde lo respetarían por su excelencia académica. Sin embargo, las heridas del pasado lo llevaron a rodearse de un muro protector para aislarse de los demás.

Trabajando con el P. Juan, le pedí que cerrara los ojos y que invitara a Jesús a hacerse presente en sus recuerdos más dolorosos. Le costó reconstruir en su imaginación una escena de si mismo cuando era niño en el patio de la escuela y veía que se acercaban los bravucones. Luego exclamó, "Veo que viene Jesús. Es tan grande y se le ve tan fuerte. Se que les va a pegar a estos abusones. ¡Al fin recibirán su merecido!".

Acto seguido, el sacerdote comenzó a llorar. Cuando le pregunté que sucedía, me dijo que Jesús se había puesto entre él y los muchachones pero que, en lugar de ahuyentarlos, se había arrodillado y les había dicho: "Lo que le iban a hacer a Juan, háganmelo a mi."

FUE CAPAZ DE PERDONAR

En ese momento, el P. Juan dijo que ahora entendía realmente el significado del texto bíblico que dice que Jesús vino a llevar sobre sí mismo nuestros pecados (Is 53,5). Me dijo que llevaba años elevando la Eucaristía en la misa con una gran comprensión intelectual, pero que ahora había adquirido un profundo entendimiento del amor que hay en el sacrificio de Cristo. En la cruz, Jesús no sólo llevó los pecados que hemos cometido nosotros, sino también las ofensas con que otros nos han herido.

Con el tiempo, el P.Juan dejó que Dios entrara en su vida para sanar el dolor que guardaba tras su muro interior. Así fue capaz de perdonar a sus compañeros de escuela y arrepentirse de las opiniones y resentimientos que había tenido contra ellos. También le pidió al Señor que destruyera el muro de distanciamiento que tenía desde entonces. Lleno del amor de Dios, pronto fue capaz de derribar las barreras de su corazón, tras las que se escudaba de los demás. Finalmente, se sintió libre para dar y recibir amor, y para atraer a otras personas al amor de Cristo que había en su corazón.

Señor, doy testimonio de tu obra de salvación. Rezo para que los lectores de este testimonio se acojan también a tu poder salvador. Ayúdanos, Señor, a crecer en santidad, salud y en la unción del Espíritu. Concédenos confianza para obedecer más plenamente tu mandamiento de predicar la buena nueva, con las señales que tu mismo anuncias en tu evangelio.

Sunday, January 1, 2012

El Cristiano y La Depresión. (Sintomas y Causas).

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¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío". Salmos 42:5

¿Quién no quisiera ser feliz?, pero la verdad es que la vida tiene muchos altos y bajos. Por una parte podemos experimentar de las bendiciones que Dios tiene preparadas para nosotros.

Por otra parte también están las trampas que el Enemigo nos pone para no alcanzar la felicidad.

Una de esas trampas se llama DEPRESIÓN.

Pero la realidad es que la depresión no respeta genero, nacionalidad, ni creencia, siempre y cuando una persona permita que sentimientos de depresión se aniden en su vida, esta cobrara vida en ella y posiblemente la llevara al fracaso en todo sentido, incluyendo el espiritual.

Es necesario que como hijos de Dios estemos al tanto de este obstáculo que se nos puede presentar en cualquier momento, ya sea que nos llegue a nosotros o alguna persona que conozcamos, para que de esta forma podamos ayudarle y hacerle entender que tenemos un Dios que es especialista en vencer la depresión en nosotros los humanos.

¿A QUE SE LE LLAMA DEPRESIÓN?

Para entender este tema es necesario que también tengamos claro lo que significa la palabra “Depresión”, es por eso que a continuación te cito algunos significados de esta palabra:

Es una tendencia excesiva a encontrarse en un estado de ánimo bajo.
Sentimientos de impotencia, desesperanza, ineficiencia y tristeza.
Es un estado de abatimiento e infelicidad, que puede ser transitorio o permanente.

ALGUNAS CAUSAS DE LA DEPRESIÓN.

No voy a profundizar mucho en cada una de las causas, sino que al citarlas rápidamente entenderemos del porque se le puede llamar que es una causa de la Depresión, entre ellas tenemos:

*Fracaso en los estudios.
*Una Ruptura Sentimental.
*Conflictos con los Padres.
*Crisis Financiera o situaciones de País.
*Enfermedades Repentinas.
*Perdida de Trabajo.
*Muerte de un ser querido.
*Un embarazo no deseado.
*Etc.

¿QUE REACCIONES PRESENTA LA DEPRESIÓN?

Quizá alguien a tenido algunas de las siguientes reacciones y no se ha dado cuenta que a caído en depresión y que poco a poco esta lo llevara a la derrota en todo ámbito. Es necesario saber que reacciones se pueden tener para saber si se esta en depresión o no. A continuación te citare algunas de los síntomas de estar en depresión:

Estado de ánimo triste, ansioso o "vacío" en forma persistente: Una persona con depresión presentara una tristeza o vacío persistente, es decir que nada lo hará reír y se sentirá como que si le faltara algo.

Disminución de energía, fatiga, agotamiento: en pocas palabras habrá un cansancio en su vida provocado por el mismo estrés de la depresión.

Sentimientos de culpa, inutilidad y desamparo: también la culpa de su situación caerá en el o ella, según “sus propias conclusiones”, además del sentirse inútil y desamparado, definitivamente va camino a la derrota.

Pérdida de interés en pasatiempos y actividades que antes se disfrutaban: si antes le gustaba practicar algún deporte, salir con sus amigos, etc, ahora ya no le interesa, no querrá ni salir de su casa y ahora todo le parecerá aburrido.

Sentimientos de desesperanza y pesimismo: sin duda una persona que ha caído en la depresión es una persona extremadamente pesimista, no ve nada bueno por venir y todo “según el o ella” estará mal para su persona.

Dificultad para concentrarse, recordar y tomar decisiones: el mismo sentimiento de depresión no le permite concentrarse ni mucho menos ser sabio(a) a la hora de tomar decisiones.

Otros síntomas serian:

Insomnio, despertarse más temprano o dormir más de la cuenta.
Inquietud, irritabilidad.

Pérdida de peso, apetito o ambos, o por el contrario comer más de la cuenta y aumento de peso.

Sensación de estar en un "hoyo" o un "callejón sin salida".

Pensamientos de muerte o suicidio; intentos de suicidio: En esta parte si me quiero detener un momento y es por el motivo de que el 70% de las personas que se suicidan han pasado por periodos de depresión antes de cometer esa enorme equivocación como lo es quitarse la vida. Definitivamente el Diablo como calumniador mete en la mente de las personas que su vida no merece existir y que el único camino para solucionar sus problemas o la depresión es el suicidio. MENTIRA numero uno de Satanás, puesto que el suicidio nunca será una respuesta a tus problemas, al contrario es un problema añadido para tu familia y para las personas que te aman.

¿Crees que el suicidio es la solución a la depresión? Personalmente y respetando a familiares de personas que se ha suicidado creo que el suicidio es una acción con falta de valor de parte de la persona que la comete, puesto que aquel que comete dicho acto no tuvo el valor de luchar por salir adelante, además de que no deposito su problema en las manos de Dios.

Hay que darse cuenta que tenemos un Dios amoroso y que esta dispuesto a ayudarnos y sacarnos adelante, si tu nunca permites que Dios actué en tu vida, difícilmente saldrás adelante en tu depresión, ¿Por qué huir de los problemas, cuando Dios te ha dado el suficiente valor para afrontarlos?, ¿No te das cuenta que vales la sangre de Cristo y que tu no puedes quitarte la vida solo porque te plazca?, Entonces quiere decir que: ¿La sangre de Cristo no vale nada para ti?.

Una persona con pensamientos de suicidio es una persona que aun no se ha encontrado con mi Dios, porque mi Dios es Poderoso para sacarme de los problemas mas graves, además que mi Dios es quien me da fortaleza cada día para luchar en medio de cualquier enemigo, llámese este desanimo, problemas o depresión.

En momento de depresión la mejor decisión o mejor dicho la decisión mas valiente que puedes tomar es entregarle tu corazón a Dios y permitir que El sea quien actué a partir de ese momento en tu vida, entrégale todas tus cargas al Señor y el te sacara adelante, no por nada dice su palabra en San Mateo 11: 28 “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”, si realmente tienes valor como para quitarte la vida, ¿Por qué no mejor tienes el valor para entregarle tu corazón a Dios?, te aseguro que cuando te encuentre con El, tu vida JAMÁS volverá a ser la misma.

LA SOLUCIÓN A LA DEPRESIÓN.

Puedes ponerte en el tratamiento que quieras, puedes tomar el medicamento que quiera, pero esas soluciones se compararan a la única y eficaz solución, esa solución que no tiene precio en oro ni plata, pues esta solución es el Dueño de todo eso, la única y eficaz solución a la depresión se llama: JESÚS.

No hay ninguna otra forma de poder salir de la depresión que permitiendo a Jesús que entre a tu corazón. A lo mejor y una persona que ya entrego su vida a Jesús este en depresión y diga: “yo, ya entregue mi vida a Dios y aun no logro salir de la depresión”. En ese caso en necesario que evalúes tu relación con Dios y te hagas un auto análisis de cómo estas viviendo la vida Cristiana, porque una cosa es decir “soy cristiano”, pero otra cosa es realmente vivir como cristiano y tener una constante comunión con Dios.

Para poder vencer la depresión es necesario:

* Acudir a la Eucaristia
* Mantener un hábito de Oración. (Salmos 69:13)
* Echar sobre Dios mí depresión. ( Salmos 55: 22)
* Practicar la ALABANZA. ( Salmos 69: 30-35)
* Servir a Dios. “Cuando vivimos una vida activa en Dios esto nos ayuda a avanzar". Ejemplo: Elías ante su depresión. Descansó, se alimentó y prosiguió.

Esta cien por ciento comprobado que la depresión se puede vencer, depende de la disposición que tengas en tu vida que Dios actué en ella. Recuerda que Dios siempre esta dispuesto a ayudarte cuando tu se lo permites.

Hoy Dios quiere quitar toda depresión de su vida. Quiere cambiar su corazón abatido por un corazón alegre.

En la Noche Oscura de la Depresión

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«¿Puede un cristiano sentirse deprimido? ¿Es pecado la depresión? ¿Por qué esta moderna plaga emocional afecta a tantas personas, incluidos creyentes consagrados y maduros en la fe? ¿No es Cristo el mejor médico y la oración la mejor terapia?»

Estas preguntas, muy frecuentes, reflejan la inquietud de bastantes creyentes. Para ellos es difícil entender cómo una persona con fe en Cristo puede atravesar tiempos de depresión, agotamiento o sequía espiritual. Se les hace difícil conciliar la exhortación de Pablo «estad siempre gozosos» con la realidad de hombres y mujeres de fe sufriendo una depresión. Aun mayor perplejidad sienten cuando el problema afecta a los líderes espirituales, los pastores de la iglesia.

Vasijas de barro y no de oro

¿Qué nos enseña la Palabra de Dios al respecto? Un análisis detallado del texto bíblico arroja mucha luz, y en especial mucho consuelo, a los que sufren una depresión. Para empezar, es difícil encontrar en toda la Biblia un solo personaje que no haya atravesado la angostura del valle o la oscuridad del túnel. Unas veces fue en forma de depresión (Elías en 1 R. 19:1-18; Jeremías, ver Jer. 20). Otras veces en forma de duda (Habacuc, Juan el Bautista); casi siempre con profundas experiencias de soledad y frustración (David, Pablo).

Al descubrir esta larga lista de héroes de la fe pasando por duras pruebas emocionales, nuestros ojos se abren a una conclusión realista: estos hombres y mujeres fueron gigantes en la fe, sí, pero también hombres de carne y hueso «sujetos a pasiones (sufrimientos) semejantes a las nuestras» (Stg. 5:17). Y ello es así porque Dios, en su soberanía misteriosa, se vale de vasos de barro y no de oro, vasijas frágiles, por cuanto «el poder de Dios se perfecciona en la debilidad... porque cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2 Co. 12:9-10). Dios permite sombras en sus mejores instrumentos para que solo su nombre resplandezca. La depresión se presenta, por tanto, con mucha naturalidad en la Biblia.

Moisés, el lider que se queria morir

Vamos a analizar en detalle una de las crisis más destacadas de Moisés, el hombre escogido por Dios para ser guía del pueblo de Israel. Este gran hombre de fe, un verdadero modelo de quien se dice que «se sostuvo como viendo al Invisible», experimentó la depresión con gran intensidad hasta el punto de querer morir. Cansado de la desobediencia y las quejas constantes del pueblo, abrumado por el peso de la responsabilidad, sintiéndose muy solo y agotado, su espíritu desfallece:

«Y dijo Moisés a Dios: ¿Por qué tratas mal a tu siervo? y ¿por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí? ...No puedo yo solo soportar a todo este pueblo que me es pesado en demasía. Si vas a tratarme así, yo ruego que me des muerte, si he hallado gracia a tus ojos; y que yo no vea mi desventura» (Nm. 11:11-15)
Síntomas de la depresión

Veamos, en primer lugar, qué le pasaba a Moisés ya que los síntomas de su depresión son frecuentes y ayudarán al lector a identificarse con la tribulación de Moisés.

En una etapa inicial Moisés interpela a Dios y parece que le pide cuentas por su forma de actuar, incluso le reprocha que le llamara a esta tarea. Abundan los «por qué» que reflejan la protesta y la confusión del gran líder. Hasta cinco preguntas le formula Moisés a Dios, preguntas con un contenido netamente depresivo. Observemos cómo se siente perjudicado y maltratado, sentimientos típicos de la depresión cuando la mente distorsiona los hechos, tal como veremos después, y ve la realidad mucho peor de lo que es.

Moisés necesita verter libremente todo lo que hay en su corazón. Es una protesta terapéutica porque la libre expresión de pensamientos y emociones tiene un notable efecto liberador. Es como una descarga del peso que le oprime. Moisés no puede contenerse. Necesita vaciar el enojo y la frustración contenidos en su corazón. Las palabras de Moisés, y sobre todo su forma y tono, revelan irritabilidad, otro síntoma habitual en la depresión. Es llamativo que Moisés, considerado «el hombre más manso de toda la tierra» (Nm. 12:3) llegue a este extremo de irritabilidad. El hastío y las palabras duras, casi agresivas, contra el pueblo, nos revelan a un hombre cansado, decepcionado, sin fuerzas para seguir adelante.

La descarga de Moisés llega a su máxima intensidad en Nm. 11:12: «¿Concebí yo a todo este pueblo? ¿Lo engendré yo para que me digas: Llévalo en tu seno, como lleva la que cría al que mama?» Moisés deja entrever el deseo de abandonarlo todo. Hoy diríamos que le presenta su dimisión a Dios! Sin embargo en el versículo siguiente la descarga emocional empieza a dar sus frutos y ya es capaz de articular una queja más razonada y concreta: «¿De dónde conseguiré yo carne para todo este pueblo?» (Nm. 11:13)

Observamos, por tanto, cómo Moisés tiene una gran necesidad de vaciar su corazón, presentarle a Dios sus cargas. No podemos, sin embargo, omitir un hecho importante: Moisés no se queja de o contra Dios, sino a Dios. Aun en medio de su depresión, le habla a Dios desde una posición de sumisión y lealtad. No es pecado decirle a Dios cómo nos sentimos, aunque nuestra protesta sea tan enérgica como la de Moisés. El pecado radica más bien en la amargura de corazón acumulada tras meses o años de silencio. Silenciar nuestras cargas y dudas es un excelente caldo de cultivo para las crisis de fe.

Otro síntoma típico de la depresión son los pensamientos distorsionados. La manera de razonar, sentir y percibir la realidad se altera profundamente en el sentido de verlo todo desde una óptica pesimista y sin esperanza. Estos pensamientos negativos son característicos de la depresión y los vemos con gran claridad en este pasaje. Moisés, confundido por su visión depresiva, erraba en su valoración de Dios y en la evaluación de su trabajo. En cuanto a Dios, pensaba que le había abandonado e incluso que quería perjudicarle. En cuanto a sí mismo, se sentía un fracasado.

La crisis va in crescendo hasta culminar en Nm. 11:15 con las ideas de muerte: «Yo te ruego que me des muerte». Es un proceso que tiene su lógica. Las ideas de fracaso, de inutilidad e incluso de culpa injustificada llevan a Moisés a sentirse como en un callejón sin salida en el que sólo la muerte parece una liberación. Primero, Moisés dirigió su hostilidad (queja) contra Dios; luego, contra el pueblo, y termina contra sí mismo. La tensión se había hecho insoportable. Moisés ha perdido su autoestima, hecho clave en toda depresión, y ello conlleva la pérdida de esperanza. Ante esta situación la única salida que ve es la muerte. Puesto que no hay luz por ninguna parte, lo mejor es desaparecer. Moisés no veía ninguna salida a su túnel.

Algunas personas con depresión grave pueden tener una experiencia similar a la de Moisés en cuanto al deseo de morirse. No olvidemos, en estos casos, que las ideas de suicidio en la depresión son la consecuencia de una mente que, enferma, es incapaz de pensar nada positivo. En este punto empezamos a entender que la depresión es, muchas veces, una verdadera enfermedad que afecta a la mente, los sentimientos e incluso la voluntad de la persona.
La causa de la depresión de Moisés.

La descarga emocional –abrirle su corazón a Dios sin reservas- le da a Moisés luz en cuanto a su problema. El hombre confundido de la primera etapa está ahora en condiciones de ver su situación con más claridad, hasta el punto que él mismo llega a ver la causa de su depresión: «No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía» (Nm. 11:14). Brillante diagnóstico. El contexto anterior –Nm. 11:1-10- nos ayuda a entender la razones de su agotamiento. Las repetidas quejas del pueblo, murmurando sin cesar, habían llegado a agotar la paciencia de Dios mismo: «Y la ira de YAHVE se encendió en gran manera» (Nm. 11:10). No sorprende entonces, la tremenda tensión emocional de Moisés que acaba por minar su resistencia psíquica. Estamos ante una clara depresión por agotamiento.

Ahí tenemos, deprimido y sin esperanza, al siervo a quien Dios había confiado una misión muy especial: conducir al pueblo por el desierto, un desierto tan literal como metafórico. La desobediencia del pueblo había agotado la paciencia y la capacidad de resistencia de Moisés hasta llevarle a una depresión profunda.

La respuesta de Dios

Llegados a este punto debemos examinar un aspecto crucial del pasaje que es también clave para un adecuado tratamiento del deprimido: ¿Cómo actúa Dios? Veamos la respuesta que le da a Moisés:

«Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus principales. Y tráelos a la puerta del Tabernáculo y esperen allí contigo. Y yo descenderé y hablaré allí contigo y tomaré del espíritu que está en ti y pondré en ellos. Y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo.» (Nm. 11:16-17)

En el momento más necesario, cuando Moisés no puede más y desea la muerte, surge la palabra balsámica del médico supremo. Dios sabía bien la causa del estado de Moisés y la respuesta viene de la manera más adecuada. En la forma de actuar del Señor hay tres aspectos que queremos destacar. Dios le provee a Moisés de las tres cosas que más necesitaba:
Comprensión

Dios no censura a Moisés por su depresión ni le trata ásperamente; ni una palabra de reproche sale de la boca del Señor. La comprensión sustituye a la reprensión. Dios se nos presenta como maestro de la simpatía hacia el atribulado. Lo que menos necesitaba Moisés en aquel momento eran palabras de reproche. A nosotros, humanamente, nos podría parecer que Moisés merecía algún tipo de corrección. Pero el «Señor es lento para la ira y grande en misericordia» (Sal. 86:15). Esta respuesta de Dios constituye una iluminadora advertencia para los que se apresuran a emitir juicios condenatorios o gestos de desaprobación cuando ven a un hermano como «caña cascada o pábilo que humea» (Is. 42:3). Si queremos parecernos a nuestro Maestro, haremos bien en imitarle: la misericordia, la comprensión y la simpatía deben abundar mucho más que el juicio severo, la reprensión o la condenación hacia el que sufre.
Ayuda práctica

Dios provee una salida. La respuesta de Dios no se limita a comprender a su siervo deprimido, sino que es sumamente práctica. Le proporciona la ayuda más asequible para que Moisés pueda salir de la depresión. El estado emocional de Moisés era muy parecido a una ciudad asediada por el enemigo. Lo más urgente es encontrar una salida que alivie este cerco. Observemos que Dios no le da una «solución» instantánea, de manera que el problema desaparezca de forma mágica. No olvidemos que la palabra solución no aparece en la Biblia ni una sola vez. En cambio sí se nos promete que «fiel es Dios que no permitirá que seáis probados más allá de lo que podéis soportar, sino que juntamente con la prueba dará también la salida» (1 Co. 10:13). Dios no cambió a Moisés por otro líder ni siquiera le dió oportunidad para un tiempo de descanso. El pueblo siguió siendo conflictivo; el peso de la dirección seguía estando allí. Pero algo muy importante sí cambió: Dios le dio la salida precisa, le proporcionó los instrumentos adecuados para afrontar la situación: «Setenta ancianos del pueblo llevarán la carga contigo y no la llevarás tú solo». Dios provee la salida adecuada en el momento adecuado.
Estímulo para su autoestima

Queda claro que Dios no consideró un pecado la depresión de Moisés. Si hubiese sido así, Dios le habría apartado de tan estratégica responsabilidad. Lejos de ello, le reafirmó en su tarea con una frase luminosa y terapéutica: «..y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos» (Nm. 11:17). Una vez más Dios se nos revela como un exquisito conocedor de la mente humana. ¿No se había quejado Moisés de que Dios le trataba mal y de que casi le había desechado? (Nm. 11:11). La autoestima de Moisés, tan deteriorada, necesitaba una buena dosis de renovación. La frase «tomaré del espíritu que está en ti y pondré en ellos» implicaba dos grandes estímulos: por un lado, Dios no se había olvidado de Moisés, su espíritu estaba todavía presente en el líder del pueblo. Por otro lado, ¡Dios no podía insuflar un espíritu alicaído y débil en los otros ancianos! La lógica de Dios se hace aplastante: «Moisés, sigo creyendo y confiando en ti» es el mensaje claro que Dios le transmite con su decisión. Moisés estaba en depresión, pero era capaz de entender este mensaje: «si Dios toma de mi espíritu para darlo a otros, señal de que no debo ser tan desastre...».

El trato amoroso y delicado de Dios surtió efecto. Moisés pudo salir del valle oscuro de la depresión. Los acontecimientos posteriores de su vida nos muestran que esta crisis no fue estéril. Sin duda Moisés pudo aprender valiosas lecciones de esta dolorosa experiencia. El autor de Hebreos (Heb. 11:26-27) nos revela dos de los grandes secretos de la fe de Moisés:

«Tenía la mirada puesta en el galardón»
«Se sostuvo como viendo al Invisible»

Esta doble expresión de la fe de Moisés es la columna que le permitió asirse de Dios en la hora oscura de su depresión. Es la misma columna que todo creyente tiene a su alcance.